100 AÑOS DE SEIX BARRAL

En el aniversario de esta importante editorial, hoy perteneciente al Grupo Planeta, queremos recordar el trabajo de Aránzazu Sarría Buil titulado De Seix Barral a Carlos Barral, Historia de la edición y construcción de la memoria. Este documento se puede leer integro en la página web de Ruedo Ibérico.

Comienza la autora diciendo que la intención de su trabajo es:

…valorar el cambio que provocó en las relaciones con el poder en la medida en que favoreció la llegada de nuevas prácticas entre editores, escritores y lectores, determinantes en la historia de la edición española. Si la preparación de colecciones (Biblioteca Breve), la convocatoria de premios (Prix International de Littérature) y la organización de encuentros (Formentor) representaron un momento álgido en la vida interna de Seix Barral, el dinamismo que esta política editorial introdujo en el ámbito cultural del país, sobre todo a través de las traducciones, coincidió con la gestación de una actitud crítica, eslabón necesario para todo proceso de transformación política y social.

El editor Carlos Barral, una noche de febrero de 1959, en Colliure, durante un homenaje a Antonio Machado, se da cuenta de lo que el oficio de editor puede tener de “embrión de poder” y de cómo se puede ejercer cierta resistencia intelectual cuando se editan libros:

De las memorias de Barral (Memorias, op.cit., p.430):

Descubrí, creo yo, en mi propio alrededor, los contornos de cinismo que hacen el poder, por pequeño que sea, real y ejercible. […] Muchas otras gentes, críticos, cronistas e historiadores de la última hora, repartidores de becas, contertulios de oficio y literatos vivos en la etapa de la gloria civil […] no habían pensado, y seguramente no tenían por qué, transformar ese poder en política y esa posibilidad se daban, en cambio, en mi vida y en mi trabajo cotidianos. […]La nuestra era probablemente, por ejemplo, la primera promoción literaria ni confesional ni anticlerical y exenta de fobias y fidelidades hereditarias de cualquier signo. Como ya dije, no éramos ni tan siquiera ya los hijos de la República.

De las memorias de Barral (Memorias, op. cit, p.462):

La aparente eternidad del franquismo no nos había adormecido, nos había puesto fuera de combate […], condenándonos a una resistencia escéptica, limitada a la intermitente protesta sin muchos riesgos y a una generalizada demostración de repugnancia que impregnaba no sólo los discursos sobre temas políticos e históricos, sino toda clase de actitudes referidas a la vida colectiva y las opiniones y manifestaciones relativas al acontecer cotidiano en sus particulares más simples e intrascendentes. Porque el desprecio al Estado franquista, que nos humillaba, se contagiaba a la sociedad entera que lo soportaba y no sé sabía hasta qué punto lo sostenía mayoritariamente, contaminaba el inmediato alrededor y a nosotros mismos y aún más a las personas que detentaban una parcela, por diminuta que fuera, de poder.

La autora destaca los Encuentros Formentor como otro hito en la concienciación del editor:

Para el régimen franquista el carácter subversivo de estos encuentros residía en primer lugar, en la presencia extranjera de editores como el italiano Giulio Einaudi, el francés Claude Gallimard, el alemán Heinrich Ledig-Rowohlt o el norteamericano Barney Rosset. Si el encuentro de 1961 significó la capacidad de Seix Barral de reunir a los representantes más prestigiosos del universo editorial europeo y americano, por su parte, el de 1962 marcó el límite que podía alcanzar la permisividad del régimen, provocando en Carlos Barral la toma de conciencia necesaria para protagonizar, gracias al apoyo de sus colegas europeos, la batalla frontal contra la censura y la represión intelectual que se avecinaba.

Aquellos encuentros permitieron a Carlos Barral hacerse un nombre dentro del mundo editorial europeo:

El reconocimiento como editor llegaba avalado por las relaciones mantenidas con Einaudi y Gallimard, y le introducían en esa especie de aristocracia, “de vedettes de la clerecia editorial”, en la que le tocaba representar el compadecido papel del editor español. Tarea incómoda y penosa a juicio de Barral en la medida en que a los consabidos obstáculos a la libertad de expresión había que añadir su percepción de una literatura nacional, reflejo del deterioro del país.

Carlos Barral

Termino con una agudísima reflexión de Carlos Barral sobre como en los años setenta todo empezó a pudrirse cuando editores y autores empezaron a preocuparse, en su mayoría, más por el dinero, la fama y la posteridad, que por el arte. Barral habla de “descaro de la profesionalidad”. De aquellos polvos estos lodos, digo yo. Esta reflexión aparece en la página 666 de sus memorias. ¡Qué número! Parece como si don Carlos lo hubiera hecho adrede:

No sabría explicar cómo empezó ese fenómeno, ese proceso de descaro de la profesionalidad entre la gente de letras que se fue contagiando a los letraheridos. De pronto todas las conversaciones derivaban a asuntos relacionados con el éxito y el dinero. Sin ningún pudor por parte de sus practicantes y de los aspirantes, la literatura era una cuestión de mercado y se hablaba de ella en los términos que hasta entonces habían sido privativos de la infraliteratura y la escritura para el consumo. Por fin los escritores eran productores, pero en el peor sentido de la palabra (…) Los nuevos escritores aspiraban a triunfar y no a escribir, y la rotundidad de sus obras les importaba muy poco. Eran los más escribidores con vocación de comisionistas por prestación de nombre. Probablemente había nacido un atroz desequilibrio en la cotización de los derechos de autor, provocado por la selectiva eficiencia de los agentes literarios y por el mercadeo desenfrenado de los grandes premios editoriales. Todo el mundo sabía que esa teoría del oficio hacía prestigios efímeros y olvidos eternos, pero eso parecía importar muy poco. (…) Las ventanas del editor eran observatorio privilegiado de aquella tormenta de barro y calderilla. Pienso también que esa nueva consideración del oficio tiene que ver con el enmudecimiento temporal de muchos de los escritores de mi generación entre esos años y los del inicio de la llamada transición democrática.

Más sobre el centenario de Seix Barral en:

La Vanguardia

El Cultural

 Querida Elena Ramirez, directora de Seix Barral: ¡Felicidades!

Para celebrarlo y brindando por la memoria del gran Carlos Barral, que nunca despreció una buena copa, les invitamos a un coctel típico del Perú:

Pisco Sour

(Para 8 personas)

Ingredientes
2 vasos de pisco (aguardiente de uva)
1 vaso de jarabe de goma o 1/2 vaso de azúcar blanca
2 claras de huevo
el jugo de 4 limones
1 taza de hielo en cubitos
amargo de angostura y canela en polvo (para decorar).

Preparación
Licuar los ingredientes, menos el amargo de angostura y la canela en polvo. Cuando se forme espuma y el hielo se haya triturado, servir en vasos pequeños y decorar con unas gotas de amargo de angostura y una pizca de canela en polvo. Servir recién hecho.

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