Nosotras, la Patrulla de Salvación, pensamos y decimos que los libros escritos en los últimos diez años por autores que aun no han cumplido los cuarenta y cinco son de muy mala calidad. Se nos ha criticado mucho por hablar con tanta franqueza. Lo políticamente correcto es apoyar a los jóvenes, disculpar su “inexperiencia”, o decir eso de: “hay que dejarlos que experimenten”, “están encontrando nuevas vías de expresión”. Pues nosotras ya estamos hasta los mismísimos de tanta estupidez.
Es una pena que no haya un sistema métrico para calibrar la calidad literaria. Gracias a eso muchas/os se escapan de ser señalados como auténticos farsantes. Pero si se puede medir el esfuerzo, la dedicación a la obra. Es verdad que hay escritores que ni con 12 horas diarias delante del folio son capaces de componer algo decente. Pero también es verdad que si hay talento, inteligencia, voluntad y esfuerzo, la buena novela termina llegando al papel.
La editorial Taurus publicó en enero de este año un interesantísimo ensayo de Nicholas G. Carr, experto en tecnologías de la información, y asesor de la Enciclopedia Británica, titulado Superficiales y subtitulado ¿Qué está haciendo Internet con nuestras mentes? Este libro es el desarrollo del artículo que Carr publicó en la revista The Atlantic, en el número de Julio/Agosto, con el título “Is Google Making Us Stupid? What the Internet is doing to our brains”. (¿Nos vuelve idiotas Google? Lo que internet está haciendo con nuestras mentes. ). Les recomiendo su lectura. Nicholas Carr viene a contarnos como internet está afectando a nuestra forma de pensar y de realizar cualquier tarea intelectual. Él mismo se pone como ejemplo: “Solía [antes de internet] ser muy fácil que me sumergiera en un libro o un artículo largo. Mi mente quedaba atrapada en los recursos de la narrativa o los giros del argumento, y estaba horas surcando vastas extensiones de prosa. Eso ocurre pocas veces hoy. Ahora mi concentración empieza a disiparse después de una página o dos. Pierdo el sosiego y el hilo, empiezo a pensar qué otra cosa hacer”.
Lo que dice Carr es cierto y ustedes, como yo, lo han experimentado. No se puede leer un libro de forma correcta si al mismo tiempo tenemos el Gmail abierto, además estamos pendientes de la última actualización del blog en el que metimos un comentario y de si el IBEX se va de una vez por todas al carajo. [Y de si Nadal gana o pierde, dice Daphne]. Un libro se lee en silencio y concentrada. De otra manera es imposible hacer una lectura provechosa. Eso si hablamos de leer. No les digo nada si lo que hay que hacer es escribir.
Hace unos días, el escritor Rafael Reig nos hablaba con mucha gracia en su blog sobre lo que su editor, Juan Cerezo (Tusquets), llama el síndrome del tercer mes:
Bueno, y luego está lo que en el sector llamamos el síndrome del tercer mes. Todos los editores lo conocemos. Cuando un libro se publica, se hace un esfuerzo de promoción y el autor va y viene, atiende a la prensa, le invitan a cenar y toma algunas copas gratis, y a lo mejor hasta alguna admiradora le sonríe. La cuestión es que, por mucho que se venda el libro, por famoso que sea el autor, eso dura tres meses. A los tres meses desaparece todo, incluido el libro de los anaqueles de las librerías. El autor, al que se le retira de golpe su droga, entra en barrena: es el síndrome de los tres meses. Le quitas su dosis de promoción y de inmediato se le declara el síndrome de abstinencia. Es muy duro. Da pena verlos. Algunos se vuelven chiflados de remate. Empiezan a hacer cosas raras, tienen conductas inexplicables, en ocasiones delictivas, por lo común simplemente idiotas. Llaman a la editorial cada quince minutos con las excusas más peregrinas, recorren librerías en las que efectúan falsos pedidos de su propio libro, mandan cartas a los periódicos y comentan en todos los blogs de internet alabando su novela con algún seudónimo (que suele ser bastante chusco, por cierto). A algunos les cuesta el matrimonio. Otros contraen tics muy aparatosos, algunos empiezan a tartamudear, a todos les tiemblan las manos, se les pone ronca la voz y les brillan los ojos con una nostalgia abrasadora de cuando salían de vez en cuando por la tele. Se sienten gusanos, ya nadie les quiere. ¡Un día entero sin que les entrevisten: no pueden soportarlo! Vivir sin salir en prensa no es vida, se dicen entre sollozos. Añoran incluso las críticas más venenosas, lo que sea, pero que alguien resucite su libro. En fin, todo un cuadro clínico. Ya estamos acostumbrados, claro.
Reig reconocía después haber sufrido dicho síndrome y nos contaba que se estaba “quitando” escribiendo un nuevo libro.
Hay escritores, jóvenes en su mayoría, que no consiguen “quitarse”. Sustituyen la droga de los periodos de promoción con los comentarios en sus blogs, con Twitter, con Facebook o con eso tan bien pensado pero tan mal utilizado que es Formspring. Para quien no lo conozca, Formspring es una red social de preguntas y respuestas. Algo así como una entrevista sin fin. Comprenderán que haya escritores que pasen varias horas al día aquí metidos. Hay escritores en Formspring que en menos de un año han respondido más de 8.000 preguntas. Yo comprendo, – y me parece muy útil para todos los que queremos estar informados- que, por ejemplo, el periodista Ignacio Escolar esté en Formspring pero, ¿Un escritor de “novelas” o de “poesía”? Para estos chicos Formspring, Twitter, Facebook y los comentarios en sus blogs tienen el mismo efecto que la metadona para el adicto a la heroína. Les permite aguantar el mono de popularidad hasta que puedan de nuevo meterse chutes de droga dura con las entrevistas en TV y prensa durante esos tres meses de promoción de su nuevo libro.
Y todo esto estaría muy bien si estos chicos no tuvieran que leer atentamente libros de más de 500 páginas -hasta el final- para aprender de los clásicos, si no hubiera que encerrarse durante más de 2 años, a razón de 8 horas diarias, para escribir una novela como dios manda, si no tuvieran que aprender otros idiomas para espabilar las neuronas y leer a los grandes en versión original… Si, en definitiva, no fuera necesario hacer las cosas que un escritor/a debe hacer para ser escritor/a de verdad y no un cuentista de los clics de Famobil que es a lo que llegan algunos. No hay horas en el día para alimentar uno o dos blogs, entrar en 3 redes sociales, escribir artículos para la prensa y, además, redactar buenas novelas. No me salen las cuentas.
Lean los diarios de Tolstoi (Acantilado) o la correspondencia de Flaubert (Siruela) y comprobarán el esfuerzo que requiere escribir una buena novela. Autores como Amos Oz o William Styron solo sacaban 2 cuartillas después de 10 horas de escritura. Hoy se escribe más rápido, ¿verdad chicos?
No se puede ser escritor si se está todo el día pendiente de lo que los hijos de la Gran Bretaña llaman el “feedback”. Hay que tener claro que no se es escritor/a para que los demás hablen (bien o mal) de uno/a. Se escribe por otros motivos, pero esa es otra guerra en la que entraremos otro día.
– Margaret estoy orgullosa de ti.
– ¿Por qué?
– Porque has sido capaz de escribir esto sin citar a ninguno de esos chicos.
– Si pero llévame al médico. De tanto morderme la lengua terminé con una herida.
Zambra es la apuesta; ¡Zambra!
Aunque claro, no escribe novelas de 500 páginas (ni siquiera de 200): ¿lo ignoramos por este motivo? ¿tampoco os gusta? ¿o, también, no os gusta sin ni tan siquiera haber leído una novela suya?
No he leido a Zambra. Y no es debido a su peinado. Lo voy a leer, te voy a hacer caso y luego contaré aquí, con honestidad, mi experiencia.
Pero antes lo voy a investigar, porque me voy a gastar unos euros comprando su libro y yo solo pago por servicios profesionales. Si me entero de que mi fontanero pasa todo el día juganto a las cartas en el bar o charlando con los amigotes, dejo de requerir sus servicios.
Si me entero de que Zambra, como otros, pierde el tiempo haciendo el idiota en FB, T o FS en lugar de escribiendo de forma profesional, no gastaré mi dinero en un libro suyo. Estoy ya muy harta de decepciones. Ya he visto llegar a «la gran esperanza blanca» muchas veces. Donde este un negro bien plantao.
La broma es para desengrasar que te veo tenso
un beso de la sargento, cariño
¿Seguimos hablando de literatura? Lo digo por lo del negro «bien plantao» (por otra parte, una putada para el negro que no esté «bien plantao», por lo de las expectativas).
De tu comentario se deduce que los escritores no tienen derecho a malgastar su tiempo en internete; mejor irse de discotecas, o directamente, de putas.
Pingback: Pobreza y citar a Carr | sigueleyendo.es
¿Quién vigila al vigilante? Un pelín contradictorio el post, querida Sargento. Alaba los Diarios de Tólstoi y la correspondencia de Flaubert sin darse cuenta de que son el equivalente de los blogs, Formspring, etc. ¡Cuántos novelones habrá dejado de escribir el ruso barbón por redactar esos diarios! ¡Qué manera de perder el tiempo del francés cotilleando con Maxime du Camp y Louise Colet! ¡Qué escándalo! La juventud está perdida, dónde quedó la moral, los valores han quedado en el olvido, los chicos creen que la vida es fácil, ya nadie escribe como Gironella…
Y en cuanto a la literatura joven en español… Me parece que se muerde la lengua porque en realidad no tiene tantos nombres que mencionar… Habrá leído a los tres o cuatro escritores más sonados y punto. La entiendo y compadezco; debe de ser otra víctima de Quimera y de Babelia. Pero nunca es tarde para empezar. Una buena idea, si quiere leer literatura «joven», es darse una vuelta por Lector-malherido; si leer en pantalla, o simplemente leer, le da pereza también puede entrar al formspring de Alberto Olmos y preguntarle por dónde puede empezar.
No me puedes comparar Facebook o los blogs (menos Twitter o Formspring) con los diarios y la correspondencia. Los primeros un minuto despues los están leyendo cientos de personas. El autor escribe para que le lean. escribe deseando comentarios («feedback»). Dioarios y correspondencia se escriben con el componente íntimo que no tienen blogs y FB. La sinceridad y la conversación íntima de un diario nunca la encontrarás en FB o en un blog. Y no hemos hablado de calidad.
Un saludo
La sargento Margaret
PD Me encanta sentirme vigilada por ti.
Yo retuiteo.
Joer, quise decir LO.
Me parece muy bien, Eduardo.
Me gustan tus artículos en El Correo. Aquel «de el papel al pixel» estuvo muy bien
un saludo
La sargento Margaret
Querido amigo «Me & You»:
Los escritores (los buenos y los malos) son seres necesitados de cariño. Pero ese no debe ser su principal motivación para escribir. En es caso de que la fuera, deben utilizar ese ansia por ser amados para transformarla en energía creadora a al hora de escribir sus novelas, y no malgastarla en estupideces como las que se sueltan en Facebook.
Sí pueden entrar en las redes sociales, no es nada malo. Pero conviene que alguien (ojalá tuvieran a su lado un buen editor como los de antes) les racione las horas que pasan ahí metidos. Igual que hacemos con la Playstation de los niños.
Un beso
La sargento Margaret
Sargento y compañía, las acabo de descubrir y sólo me duele que se vayan de vacaciones (yo también, el sábado). Son ustedes como la Vainica Doble del mundo editorial, pero por duplicado. ¿Puede haber exceso de algo bueno? Ni caso, ustedes a lo suyo, que lo hacen muy rebien.
Querida Sargento, me quedan dos cosas claras: la primera es que usted ha visto demasiadas películas hollywoodenses sobre escritores (bien podría haber usado ese tiempo en leer un poco de literatura contemporánea en español, claro, si y sólo si disfruta de esta actividad y pretende opinar sobre el asunto, lo cual no es ninguna obligación). ¡No seamos ingenuos! Los diarios más íntimos que podemos leer fueron escritos justamente para eso, para que los leyéramos. De otra forma el autor se hubiera asegurado de que no llegaran a nuestras manos. Un consejo bastante evidente: cuando quiera quemar un manuscrito, quémelo usted misma sin pedirle favores a Daphne o a Max. La segunda es que si usted hubiera vivido en tiempos de Flaubert habría rechazado estéticamente a Madame Bovary y la habría censurado moralmente, ya que la nueva literatura francesa apesta (claro, aunque no hayamos leído ni siquiera a sus tres o cuatro representantes más famosillos (pequé de optimista)), los jóvenes beben demasiado ajenjo, pierden el tiempo viajando a Oriente, etcétera, etcétera. Por otra parte, no sé si desgraciada o afortunadamente, esfuerzo y dedicación no tienen mucho que ver con los resultados literarios: Stendhal escribió El rojo y el negro (¿o era La cartuja?, Dios, a veces siento que tengo su edad y lecturas) en tres meses, y si hubiera tenido un ordenador lo habría hecho en tres semanas, ¿y?. Que alguien pase meses, por poner un ejemplo, escribiendo (y sin leer demasiado, por más que vocifere) una novela negra con toques de pederastia no significa de ninguna forma que el resultado sea legible.
Pero bueno, todo lo anterior no son más que opiniones literarias en las que disentimos, lo cual no deja de tener su cuota de subjetividad y es una magnífica excusa para el diálogo. Lo que no es subjetivo y definitivamente dificulta el intercambio ya no digamos de ideas, sino de simples comentarios, es cuando se lanzan acusaciones sin fundamento, sobre todo desde una trinchera que pretende denunciar el sucio mundo de la literatura. Usted, naturalmente, tiene todo el derecho y la libertad de afirmar que las novelas de Alberto Olmos son una mierda (de preferencia habiéndolas leído), pero no tiene el derecho (repito, sobre todo desde un espacio que juega a la pureza literaria y la mojigatería exquisita) de insinuar y de acusarlo de ejercer prácticas corruptas cuando no hay (hasta donde yo sé, y si me equivoco le agradeceré que me lo informe) el menor indicio de que el mencionado escritor haya caído en ellas en su ya no tan corta carrera literaria (es quizás el único finalista del Herralde que lo ha conseguido enviando su manuscrito sin padrinos ni agentes de por medio). Creo que para que este espacio recupere un poco de su honorabilidad (esa palabra venida de la literatura añeja que usted tanto aprecia) lo menos que podría hacer es disculparse sin ambigüedades con Alberto Olmos y de pasada con los lectores de este sitio, y de ahora en adelante justificar sus acusaciones. Qué triste es la facilidad con la que caemos en las prácticas que denunciamos. Pero bueno, quizás le estoy pidiendo peras al olmo, o más bien pretendo que no se acuse al olmo de dar frutos podridos cuando no ha sido así. Sinceramente, no espero que rectifique, después de todo los militares acaban siendo siempre iguales. Me queda un poco de esperanza (esa cucaracha, que diría Reig) de que vigilar al vigilante merezca la pena.
pd: Imagine a Lichtenberg con Tweeter, a Boswell con Facebook, a Borges con Formspring. ¡Qué delicia! Seguramente su ingenio les permitiría hacer algo más que pegar enlaces, ¿no cree usted?
Estimado Anónimo:
Se puede escribir en más o en menos tiempo. Una novela escrita en poco tiempo no es necesariamente mala. Te aporto otro ejemplo: Dostoievski escribió El Jugador (1866) en menos de un mes. El problema no es el tiempo, el problema es la concentración, la dedicación en exclusiva a la obra. Me remito a mi «post» a un parrafo que nadie ha querido comentar. El libro de Nocholas Carr lo explica muy bien. Internet nos hace idiotas. Internet puede ser el mejor invento para un periodista, pero es el peor enemigo de un escritor de novelas.
Un saludo
La sargento Margaret
Jon Bilbao, Álvaro Colomer, Pablo Gutiérrez ¡no apestan!, Miss Sergeant. Haga usted el favor de leer, en cuanto los nietos le dejen: Padres, hijos y primates, Los bosques de Upsala y Nada es crucial. Ca-li-dad. No, no apestan. De lo mejorcito leído recientemente. Ah, y por desgracia, no tienen ni tuiter, ni formspring ni Google +. A mí estos me gustaría que lo tuvieran, para qué voy a engañarle. No está reñido, pienso.
Echo en falta otro tema bonico: el endiosamiento del escritor joven. Ayer lo hablaba con un amigo. A veces es insoportable. Yo les pago bien: no leyendo sus novelas. No soporto el endiosamiento de un autor joven, ese levitar por encima del lector, constantemente, abrumadoramente. Dicen ese aquí estoy yo con mis huevos y mi prosa… Y los contrapongo a esos otros jóvenes que ni están endiosados ni toman al lector por un gilipollas que compra sus libros.
En fin, disculpen la jangada.
Estimado blumm:
Tanto «feedback» (y perdón por usar la palabra inglesa pero en castellano no encuentro otra mejor) hace arrogantes a los escritores. Vease el «post» de hoy de Alberto Olmos.
Los autores que nombras no son muy malos. Puede que no apesten. El problema es que el listón está tan bajo, que en cuanto sale uno regulín (además sale con promoción a bombo y platillo) pues nos creemos que hemos descubierto al nuevo Salinger.
El nivel está por los suelos y como generación merecen un suspenso. Es triste, pero es así.
Un saludo
La sargento Margaret
Los microcontenidos son el futuro, la micronarrativa una forma de consumo inevitable, nos guste o no. A algunos les parece una reducción del formato proporcional a las habilidades cerebrales adquiridas (o perdidas) con la llegada de Internet. A otros, en cambio, nos parece una evolución de la estética narrativa adaptada a cambios sociológicos relacionados con el aumento de los soportes de difusión de información, con la inabarcable oferta cultural y con la maximización de los consumos de ocio por individuo.
En cualquier caso y parafraseando a un escritor de 500 páginas: «Sea como fuere lo que pienses, creo que es mejor decirlo con buenas palabras.» (William Shakespeare)
Me parece muy bien, querida Susana.
Pero entonces que no escriban novelas. Si un autor es ingenioso y se le dan bien los microrelatos que se quede en ellos, que no intente vender un producto que no sabe fabricar. No tengo nada contra los microrelatos o Twitter o… Pero para escribir novela hacen falta otras habilidades y otros esfuerzos. Yo soy consciente de mis limitaciones y por eso lo más largo que se me ocurre escribir es un artículo o un «post». Que no me intenten vender como novela lo que no es una novela.
Un saludo.
Intentaré no volver a escribir cabreada para, como tu y Bill decís, cuidar más mi lenguaje.
la sargento Margaret
Mary Margaret,
suscribo lo que dice dos mensajes más arriba el Sr. Blumm. Los tres escritores que nombra tienen libros excelentes aunque yo no echo tanto de menos su participación en facebook (excepto la de Bilbao, que tiene comentarios muy buenos) quizá porque no es una herramienta que use demasiado y me da un poco igual.
Y añado: leo a Zambra por primera vez y cargadito de prejuicios voy pero me los voy a tener con patatas porque yo no sé el tiempo que este chico dedica a escribir pero lo hace realmente bien; es decir, que como si le lleva cinco minutos, mejor para él. También creo que Olmos escribe bien, chicas. Trenes hacia Tokio es una buena novela y me estoy pensado meter en la maleta alguna otra.
De todos modos yo también hecho de menos unos diarios en condiciones de algunos escritores pero creo que leí en alguna parte que Piglia los llevaba escribiendo como chorrocientos años y que tenía intención de publicarlos antes de morir.
Abrazo,
Querido Carlos:
Como le decía a Blumm, el listón está tan bajo que cualquier novelilla ingeniosa nos parece que merece la pena. Te respeto mucho (tú lo sabes) como crítico literario. Pero me vas a tener que perdonar pues te voy a decir algo que quizás te siente mal. Creo que tú, igual que otros, con algunos jóvenes autores en castellano actuáis de forma condescendiente. El cuerpo os pide juzgar benévolamente a ciertos chicos que juntan cuatro (no más) letras y empaquetan una «novela». Hay que estar más atento para que no te matan goles. Eres el portero de la selección y no se te debería colar ni una. Es una trampa que el subconsciente nos tiende, esa de suavizar los criterios a la hora de medir a los jovencitos. Muchas veces ni nos damos cuenta. Pero hay que espabilar. Además, lo peor que podemos hacer por un joven y prometedor escritor es elogiarlo cuando no lo merece: no pasará de ahí, se estancará. Muchas veces me he preguntado si el inteligente Herralde ( o su familia) tiene algo contra Olmos ( o su familia). Lo digo porque era imposible encontrar algo más dañino contra la obra posterior de Olmos que concederle el segundo lugar en el premio Herralde (1998) a su primera novela. Olmos tenía 23 años.
Un saludo
La sargento Margaret.
¿Ésa es toda su respuesta, Sargento, que para escribir buenas novelas hay que concentrarse mucho? Vaya. Qué penita. Por cierto, “microrrelato” se escribe con erre, como la de ferrocarril. Espero que tenga la humildad de al menos aceptar este error. Después de todo, corregir una falta ortográfica es más sencillo que una ética.
¡Menos mal que yo ya he cumplido los cuarenta y cinco! Todavía hay esperanzas de que mi novela «El expediente Karnak» no sea «de muy mala calidad».
Hola Germán:
Seguro que tu libro es bueno, aunque no he tenido todavía la ocasión de leerlo. Espero hacerlo pronto. Un abrazo,
Blanca
Hola Sargento Margaret:
Estoy muy de acuerdo contigo. En esta época que vivimos, lo que menos prima es la calidad y lo que más, el dinero. Es difícil encontrar un buen libro de verdad. Me encantaría que hubiese alguna editorial que tuviese ese aspecto en cuenta y primara, ante todo, la buena escritura. De cualquier forma, no hay que perder la esperanza.
Con respecto a los certámenes, la mayoría están dados pero todavía quedan algunos legales. Yo he obtenido un primer premio en uno, un segundo en otro, y he quedado finalista en dos o tres más, y te aseguro que no había chanchullo. Te invito a leerlos en mi blog, si te apetece. Ya es hora que alguien proteste por tanto tejemaneje oculto.
Un abrazo,
Blanca
Señoras; me preocupa poco si leen a menores de 45 años. Lo que me preocupa es si esos mismos menores, releen lo que escriben
Pingback: Literatura Prospectiva
Yo no estoy de acuerdo con Carr, no hay ningún estudio que lo respalde, sólo intuiciones y ejemplos -a mí me pasa, luego le pasará a los demás. Yo me pongo como ejemplo de lo contrario; sigo muchos blogs, pero también leo, sin distraerme, libracos de muchas páginas.
Ahora tenemos más formas de perder el tiempo que en la época de Tolstoi, pero la culpa no la tiene sólo internet. Ojo, que no la defiendo.
Sobre la baja calidad de la literatura contemporánea, no estoy acreditado para opinar, pero hay escritores que me gustan.
Saludos atentos.
Suerte la tuya. A nosotras nos empezaba a ocurrir lo que cuenta Carr. Hemos tenido que racionarnos las horas de internet, como a los niños la Playstation.
Si quieres comprobar la mala calidad de la literatura joven en castellano leete mi reseña de hoy sobre Formas de volver a casa, el ultimo libro de Alejandro Zambra. De él dicen que es el Messi de las letras hispanas de XXI
Un saludo
La sargento M.
Acabo de leer la crítica, y después leeré al autor -me gusta el riesgo. No conocía a Zambra, pero hay otros que me parecen muy buenos. Aunque como soy de pueblo y sin estudios mi opinión no es que valga mucho.
Ahora estoy por la página 900 del día del Watusi. Concentración no me falta 🙂
¡Ah! Y si se publican libros malos algo tendrán de culpa los editores. Digo yo.
De eso trata este blog de denuciar las malas prácticas o la dejación de sus funciones por parte´sobre todo, por parte de lso editores.
un salido. Huy. Un saludo
La sargento Margaret
Blog que queda añadido a la lista a seguir.
Un saludo.
Pingback: La nueva literatura en español apesta
Interesante artículo, soy nuevo en este blog y la verdad creo que entiendo su punto. Lo que les hincha las pelotas es el hecho de que unos niñatos pseudo-hipsters adictos a los comics, el rock independiente y los videojuegos sean considerados hoy los grandes literatos de nuestra época. Olvidense de aquella vieja figura de un tipo con barba crecida, cabello semicano, anteojos, saco con coderas de piel, meditando letras en extraño extasis bajo los influjos de algún cálido brevaje en un Café de la zona mas bohemia. No, eso se acabo, los escritores de hoy en día crecieron bajo la cultura popular como principal instructora, ya no promueven lucha de ideologías, sino que se prestan a una falsa vehemencia, intransigencia a los acontecimientos que suceden. Con esa ironía que tanto los caracteriza. La tecnología es parte importante de su vida, y tienen en un pedestal tanto a eminentes figuras literarias, como Hemingway, Borges, junto a Bruce Lee o Hendrix.
Yo la verdad soy nuevo en esto de la literatura, apenas me puedo chutar un libro completo de Tolstoi, muy a fuerza. Y también a mi me causa consternación que hoy en día el mundo de la literatura este repleto de un montón de wannabes, pero no hay que ser tan subjetivos. Por algo estaran ahí, si son las futuras promesas de la literatura, adelante. No hay que prestarnos a prejuicios, hay algunos que son buenos. (Aunque la mano del editor algo tiene que ver, siempre lo ha hecho, lo hizo y lo hará.)
Por mi parte he abandonado aquella idea de los ídolos colectivos, Stendal, Tolstoi, Preda, ya que en estos tiempos de sobresaturación de información es muy difícil saber quién es quién, y me he prestado a la noción de heroes personales. A mis heroes, no la de los críticos.
Estimado LARS:
Me gustaría que te sintieras bienvenido en este blog. Después de escribir este «post» recibí varios comentarios diciendome que no podía hablar de la joven narrativa en castellano sin haber leido a Alejandro Zambra (chileno) y a Patricio Pron (argentino). Los leí con ilusión, sus últimas novelas habían tenido buenísimas críticas. Me apetecía comprobar que estaba equivocada. Además me gusta tanto leer que siempre que abro un libro lo hago pensando que puede ser el libro de mi vida. Pues mi decepción fue mayúscula. Puedes, si tienes un rato, leer las reseñas que sobre ellos hice en días pasados en este blog.
Yo opino que las editoriales y los propios escritores se aprovechan de la situación del mundo del libro (la selva) en España (tengo entendido que en Mexico es peor) y promocionan productos de mala calidad.
El gran editor Mario Muchnik tituló uno de sus libros de memorias con «Lo peor no son los autores». Cierto, lo pero no son tampoco los editores. Lo pero es la crítica que se ha vendido a oscuros intereses y no denuncia lo que debería.
Pero aquí estamos nosotras para savar el mundo del libro
Un cordial saludo
La sargento Margaret
Hola en primer lugar. Acabo de encontrar este blog y me ha gustado el tono de las discusiones. No voy a entrar a discutir sobre velocidades (yo soy compulsivo dándole a la tecla) Digamos que a mí lo que me quita el sueño y no mencionan con claridad es el «sobre qué escriben» ya que a mí no me queda claro. Actualmente leo y releo mucha ciencia ficción y perdónenme si aseguro que muchos tienen una idea equivocada sobre el género. Un relato «ambientado» en el futuro y en el que la historia hace referencia a «fantasmas» «fenómenos inexplicables» con finales cutres y generalmente abiertos, no es Ciencia Ficción. Y lo mismo pasa con otras publicaciones, esos odiosos vampiros de «crepúsculo», esas novelas de «True blue»… personajes adultos comportándose como adolescentes y adolescentes comportándose como niños…. Yo a estas alturas daría lo que fuera por leer algo «que no brille». Me da igual en cuanto tiempo lo han escrito y la edad de sus autores. ¿ 3 meses ? Claro, son historias de consumo rápido y digestión (para el que se atreva a engullirla) más rápida todavía.
¿La causa? Múltiples, la principal la denomino: «La muerte americana»
Son ustedes maravillosas, no me canso de repetirlo.
Querido Jack
mientras leía lo que arriba y mas arriba aún, también pensaba en la ciencia ficción española, con pena claro. Totalmente de acuerdo con lo triste de las trapaceras usurpaciones que se hacen de ciertos subgéneros o los chapuceros y superficiales manejos de temas acaso recurrentes.
¿Saben ustedes algo de la nueva (y joven) narrativa española de ciencia ficción? ¿Saben siquiera si es buena o mala o como se ha ido desarrollando en los últimos años? Ciencia ficción, la especulación de la especulación. Creo que están ustedes muy limitados.
Si lo desean podría facilitarles un par de nombres y un triste blog para que disfruten de buena literatura y de buena reflexión literaria.
Buenas tardes. He dado con este blog mientras leía en otro la crítica sobre una novela de Adolfo García Ortega que me encanta. Seguiré leyéndolas aunque no esté de acuerdo con sus opiniones. Creo que hoy en día hay muy buenos escritores en nuestro idioma: Patricio Pron (si, Pron), Álvaro Colomer, Andrés Barba… generalizar no es de sabios así que ánimo a las señoras integrantes de la Patrulla Salvación a acercarse a la literatura de esos tres escritores que he mencionado y tantos otros sin prejuicios. Un saludo.