En Oficio editor (El Aleph, 2011), Mario Muchnik sobre la crítica:
Pág. 110.
Una crítica seria debe reunir varias condiciones. Debe, en primer lugar, tener (y ostentar) un propósito. Es decir, debe querer decir algo más que el simple elogio o condena de tal o cual aspecto del libro criticado. Debe servirse del libro criticado como punto de partida para lograr modificar, aunque sea muy levemente, la comprensión del conjunto literario (y hasta artístico) de la época. La tesis, indispensable en una crítica seria, debe situarse por encima del libro criticado.
Debe así mismo la crítica tener las cualidades morales del gran libro. En ella caben todos los sentimientos –también la furia. Pero nunca el desprecio: ningún personaje de Shakespeare, ninguno de Homero ni de Tolstoi ni de Cervantes, se granjearon el desprecio de sus creadores. No que los grandes autores ignoraran el desprecio. Sencillamente no ponían en sus obras a quienes despreciaban.
Debe además la buena crítica captar el interés tanto, por lo menos, como un buen libro. Es de Walter Benjamin la idea de que un buen crítico es alguien que lee con un lápiz en la mano y permite que un testigo inocente mire lo que hace por encima de su hombro, y que presencie sus gozos y sus iras, sus acuerdos y sus desacuerdos con el autor del libro reseñado. Para Benjamin lo de menos era dictaminar. El crítico debía leer, reaccionar con espontaneidad y permitir a sus lectores compartir sus filias y sus fobias.
La dignidad de la crítica está en que sea independiente del libro criticado, en que sus lectores la lean y la aprecien aunque no hayan leído ni vayan a leer el libro. Para ello la crítica ha de ser de lectura compulsiva, como una buena novela, y servirse de todos los recursos literarios para captar y mantener la atención del lector. Entre ellos, por ejemplo, el histrionismo. John Bailey, en enjundioso crítico inglés, suele comenzar sus criticas con alguna anécdota. George Steiner dicta sus clases con la técnica del mejor teatro inglés. El histrionismo es condición sine qua non para que la obra llegue al lector. De ahí que no haya gran novela que no empiece por una gran frase.
¿Existe en el mundo una buena crítica literaria? Desde luego que sí. Hay en Inglaterra un suplemento literario legendario, el llamado TLS (Times Literary Supplement) que tiene más de cien años, fuente inagotable de críticas ejemplares, no solo por estar siempre inapelablemente bien fundadas, sino por llamar al pan pan y al vino vino. No es raro que una crítica comience con una frase lapidaria como: “Este quizás sea el peor libro que he leído en mi vida”, como tampoco lo es que concluya con otra, no menos lapidaria, como: “Este probablemente sea el mejor libro que se ha escrito y publicado sobre el tema”. Los colaboradores de TLS son casi siempre estudiosos universitarios de autoridad indiscutible, a quienes se les entrega un libro dándoles varios meses de tiempo para redactar su crítica. Las críticas son largas –varias veces más largas que el promedio de la crítica española- y suelen ser comparativas: no ya la crítica de una obra sino la de varias obras en torno al mismo tema.
Hay otras publicaciones periódicas de crítica literaria en otros países, no menos serias y orientativas que el TLS. Se podría decir de la crítica lo que Giulio Einaudi dice de la edición: hay críticas “SÍ” y críticas “NO”. En España la crítica “SÍ” es una rara avis o, como decía un conocido editor ya fallecido, un ave raris.
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Muy de acuerdo en todo. Pero creo que en el mundo hispanohablante también hay buenos ejemplos, como el suplemento Revista Ñ, del diario Clarín, en Argentina. Lo que de verdad llama la atención es que en España se haya dejado bajar tanto, tanto el nivel de la crítica literaria; o bien por falta de formación y criterio, o bien por rendirse al mercado. Y el panorama en la mayoría de los blogs (donde tantos trepas indocumentados afilan los colmillos esperando ocupar el puesto de los que ahora desprecian) no es muy esperanzador.
De acuerdo con Muchnik, con su criterio. Yo intento no hacerle caso en algunas cosas, para tener fallos. Mis críticas no enganchan pero son histriónicas, son largas pero llenas de digresiones. Aprovecho para meter baza, siempre, en temas laterales e incluso no relacionados, ayseñor….
De acuerdo también con Alonso Castro, en todo. Yo tengo un blog pero no trepo, porque no sabría adónde encaramarme. Otros sí trepan y mal que bien van consiguiendo lo que se proponen, que casi siempre es algún trabajillo o publicar sus idioteces. Al final todo es política personal, y hambre.
No, querido JoséLuis:
Las integrantes de la Patrulla estamos de acuerdo en muy pocas cosas. Una de ellas: el valor de lo que escribes. Lo que tú con Ferré y Fresán, nosotras contigo. He empezado, Bolmangani mediante, con Pynchon. Te hago caso y comienzo con «V» que encontré en Tusquets bolsillo. Estoy con las cosas de Benny Profane, Herbert Stencil y Rachel Owlglass. Todo un mundo en el que me meto poco a poco (disfrutando) como antes entré en el de Tolstoi, Dostoievski, Styron, Oz….
Gracias, amores.
La sargento Margaret
Postdata: sé que me envidias por ser virgen de Pynchon.