CLUB DE LECTURA: Balada de las noches bravas. Jesus Ferrero. Siruela. 2010

D.- A mí un libro que empieza con un cura que se acuesta con todas las del pueblo, no me puede gustar.

M.- Vaya por dios, habló Sor Daphne. Mucho has cambiado tú. Me acuerdo que…

D.- La que esté libre de pecado que tire la primera piedra, querida Margaret.

S.- Ese asunto, precisamente, me parece a mí primordial en esta novela de Jesús Ferrero. Me refiero a que ya han pasado más de 40 años desde la revolución sexual de los años 60 y hoy se ven con claridad los resultados. Se puede analizar con perspectiva lo que ocurrió. La pareja protagonista Beatriz y Ciro son víctimas del adulterio cometido por sus padres (el padre de él se lía con la madre de ella) y como consecuencia de aquel acontecimiento están así de perdidos. Sobre todo ella, que durante la novela se ennovia con más de 9 chicos.

J.- Eso que dices es una estupidez, Samantha. Nueve novios, pues qué suerte. Cuando una se va con otro es responsable, si acaso, de la infelicidad de su legítimo. Incluso puede que de la propia, pero no de las de sus descendientes. Estos habrán empezado de cero y pueden construir su vida como les de la gana.

S.- Entramos en un terreno complicado pero yo pienso que para construir correctamente la vida de uno es necesario un combustible sentimental compuesto fundamentalmente de dos certezas: 1.- que tus padres se querían entre sí y 2.- que tus padres te querían a ti. Sin alguno de esos dos componentes, peor si faltan los dos,  va a ser más difícil edificarte (perdón por el palabro) emocionalmente con un mínimo de consistencia. Yo creo que Ferrero, quizás sin querer, deja esto claro en su novela. La falta de equilibrio del personaje Beatriz es, a mi juicio, producto de la falta de amor/exceso de egoísmo de sus padres.

M.- Yo con esa edad ya estaba criando niños, ya lo sabéis, pero sí que vi a algunos amigos marcharse a Paris, como los protagonistas de la novela, y volver muy diferentes. Allí, me contaron, experimentaron con todo y algunos no lo superaron nunca. Eso Ferrero lo cuenta muy bien.

D.- Una cosa que si me ha gustado es como habla de los poetas de aquellos años. De los poetas y de lo que era la poesía para ellos. Además, introduce como personajes a poetas españoles reales muy queridos por mí: José Ángel Valente, Carlos Edmundo de Ory (fallecido hace menos de un año), Ramón Irigoyen, y el desconocido por mí, pero hoy querido, Alfonso Costafreda, que era compañero, como traductor, en Suiza de Valente y se suicidó muy joven.

 

J.- Ferrero utiliza el lenguaje con maestría y eso, con tanto libro de joven iletrado como hoy se publica, es muy de agradecer. En la página 275 dos mujeres llegan a un hotel de París, el Marigny, donde Ciro trabaja de portero de noche y cuenta:

Más tarde llegaron dos mujeres. Una llevaba trinchera y sombrero y la otra parecía una gatita embutida en una falda imposible. Ya conocían el hotel y querían el cuarto que daba al vestíbulo. La del sombrero se dirigía a mí con autoridad y miraba a su acompañante con un sadismo conmovedoramente misericordioso.

A mí me han mirado de esa forma y lo recuerdo perfectamente.

M.- Menos lobos, Caperucita.

J.- Te corroe la envidia,  mi sargento.

S.- Hablando del hotel, que buena es la historia que el señor Mogard, el propietario, le cuenta a Ciro sobre los escritores que se hospedaron allí. Le empieza relatando que allí se alojó Turgueniev y que muchas tardes Tolstoi, en los días que pasó en París, venía a discutir con él, al extremo que a punto estuvieron de retarse en duelo. Luego fue un prostíbulo de chicos y, por lo visto Marcel Proust ocupaba algunos días una de las habitaciones para masturbarse mientras un joven se desnudaba delante de él. Tenemos que investigar si todo esto ocurrió de verdad.

 

M.- Las novelas de Jesús Ferrero describen una cosa mejor que casi todos los autores españoles: la juventud. Véase el ejemplo reciente de su novela Angeles del abismo, Siruela 2005. Cerrad los ojos, os voy a leer un trozo de la página 179:

El viaje fue una especie de regresión lamentable, que emborronaba mi futuro llenándolo de pasado. Entre sueño y sueño, y mientras el tren avanzaba hacia París, volvía a aquellas tardes grises y excitantes cuando, tras anudar la corbata y pasar por última vez el peine por el pelo engominado, salía corriendo a la calle y cogía el autobús que me llevaba a aquel dancing del barrio de San Juan. Las chicas reían como terribles gatas marinas bajo el neón y la nieve, y el aire quemaba mi rostro como una bocanada ardiente. Ah, el rock and roll de los años tontos. Ahora comprendía que en aquel entonces vivía sin saber que lo hacía casi todo por primera vez. Y era una sensación indefiniblemente deliciosa que se mezclaba con el sabor del alcohol y el carmín. Las pieles tenían una tersura angélica, el aliento de las chicas era de seda y de fiebre. La música invadía todo el sistema nervioso y repercutía en la nuca y en el corazón.

Recordaba haber bebido con fervor sus lágrimas y temblar de amor cuando las tocaba. Sus palabras parecían susurros escarchados que llegaban a mis oídos intactos y cristalinos bajo el ruido atronador y las luces fulminantes.

A ver, Daphne, tú que fuiste la reina de los guateques, ¿Qué te recuerda esto?

D.- ¿Puedo seguir un rato con los ojos cerrados?

S.- Y no solo eso. Tiene reflexiones, unas propias y otras ajenas, magníficas:

Pág. 145:

“…admiramos a las personas por motivos, pero las amamos sin motivos, y ahí está el problema.»

Pág. 245:

“Amar es querer ser amado” y “el deseo, deseo de ser deseado”

De Lacan, en su ensayo sobre Freud.

M.- OK, la novela está bien, es entretenida…

S.- No tengas mala leche que te veo venir, Margaret.

M.- Déjame terminar, Samantha. La novela es buena pero yo tengo un reproche que hacerle. Me he quedado con ganas de más. Y que no se me malentienda, esto no es un elogio. La novela tiene 442 páginas que al utilizar letra grande (33 líneas por página) podrían haber cabido en 300. No se puede querer retratar la juventud de una generación, hablando de asuntos tan complicados como el amor, el sexo, la locura, la ansiedad, el suicidio, la amistad, las drogas o el adulterio, en tan poco espacio. El efecto que consigue el autor con la ligereza con la que trata estos asuntos es que en las últimas páginas deje de interesarte lo que le va a ocurrir a los personajes, porque sabes que nada profundo será tratado como se merece, solo pasará –con bellas y precisas palabras, eso sí- por encima.

¿Una copita señor Ferrero? La patrulla de salvación le invita a un coctel que seguro le va a gustar:

Betsy Ross

Ingredientes:

1/2 Oporto

1/2 Coñac

2 golpes de Angostura

1 golpe de Curaçao

Preparación:

Mezclar en una coctelera.

Servir en copa de coñac con cubitos de hielo.

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