Los lectores en lengua castellana somos, por lo general, poco conscientes del lujo tan grande que supone que un gran escritor como Juan Marsé pertenezca a nuestra cultura y siga usando nuestro idioma para sus libros.
Aprovechando las entrevistas digitales de EL PAÍS con motivo de la feria del libro conseguimos que don Juan, muy respetuoso y cariñoso, nos respondiera una pregunta sobre sus editores:
La sargento Margaret: Señor Marsé: Muchas gracias por todos esos libros maravillosos. Usted ha tenido editores muy buenos y otros no tan buenos. ¿Qué tiene que agradecer a sus editores? ¿Hubiera sido su obra lo que es sin esos buenos editores? ¿Qué tiene que reprochar a los malos editores?
Juan Marsé responde: Querida Sargento, a sus órdenes. No puedo, no debo hablar mal de los editores. Ya lo hace por mi mi agente literario, Carmen Balcells. Pero la verdad es que no tengo queja. Al primero que debo agradecimiento, es a Carlos Barral, que confió en mí desde el principio. Aunque no fue el primero a cuya puerta llamé: el primero fue el gran editor Josep Janés, que me atendió cuando aún no había terminado mi primera novela. A mediados de los años cincuenta, más o menos. Seguramente él me habría publicado, pero murió en accidente de automóvil tres meses después de conocernos. Así que fue Carlos Barral mi primer y más importante editor. Pero le debo también algo al viejo Lara de Planeta, y mucho a Mario Lacruz, a Esther Tusquets, a Rosa Regás, a Silvia Querini, a Claudio López, a Andreu Jaume… En fin, a mucha gente. Y de algún reproche, mejor no hablar. Reciba un cordial saludo.
Otras respuestas interesantes de Juan Marsé:
“Los mejores logros de los autores que más admiro, los que cultivan la auténtica imaginación novelesca en la literatura de ficción, los que a mí me gustan, no suelen estar en las listas de los libros más vendidos. Pero están en el corazón de muchos lectores, estoy seguro. No sé qué pasara en un futuro próximo, pero de una cosa estoy seguro: la imaginación novelesca -cualquiera que sea el soporte que lo transmita- no morirá jamás, porque el hombre siempre necesitará correctivos a la realidad hostil mediante la imaginación.”
“Recuerdo que cuando descubrí, así de golpe, que existía la muerte, debía tener unos cinco o seis años, estuve llorando toda una noche, velado por mi abuelo. Pero después de eso, nada. El tiempo, mientras se vive la infancia, está parado, solamente se vive un luminoso presente (“Aquellos días azules de la infancia”, decía Antonio Machado) y la muerte es algo remoto. Esa fue por lo menos mi experiencia. Pero Machado también dejo estos maravillosos versos: «En los labios niños / las canciones llevan / confusa la historia / y clara la pena». Pues eso. Ahí lleva usted razón.”
“¿Eres realmente la Estrella de mi querido Charles Dickens? Si lo eres, si realmente eres aquella fascinante muchacha que vivirá eternamente en una de las más hermosas novelas que he leído, en ‘Grandes Esperanzas’, entonces, te lo ruego, no te muestres tan esquiva y tan altiva con el pobre Pip. Y si yo fuera Pip y tú fueras Estrella, viviríamos en un mundo más justo y más amable que este, y desde luego más emocionante. Besos y quesos.”
Hace años, en otra entrevista, Juan Marsé dijo: “para escribir un libro hacen falta tres cosas. 1.- Tener una buena historia. 2.- Saber contarla y 3.- Querer contarla.” Parece de perogrullo pero si se piensa con un poco de detenimiento tiene mucho sentido.
Gracias por todo, señor Marsé.
Usted sí que sabe, sargento Margaret… Y don Juan Marsé también, por supuesto.
Querida bulevargaramond:
Muchas gracias por tu visita y tus palabras. Lo que sabemos nos lo han enseñado escritores como Marsé.
Un beso
La sargento Margaret