El artículo que todo el que ama los libros debería leer

Nosotras compramos la revista Vanity Fair porque sacan mucho, y en color, a George Clooney. Pero hay meses que además trae interesantes reportajes. Hablamos de la versión americana, claro. La española es como el “Pronto” pero con más letra.

En el número de Octubre 2011, que lleva a la Angelina “botox” Jolie en portada, hemos encontrado un gran artículo del joven escritor ruso Keith Gessen. Este chico de 36 años ha nacido en Moscú (de bautismo Konstantin) pero vive en los USA desde 1981. Es fundador de la revista literaria n+1 y publicó recientemente un libro en Alfaguara, llamado Todos los jóvenes tristes y literarios, sobre aspirantes a escritor, que me gustó. Ahora, después de haber sacado otras cosas en The New Yorker, le publican en V.F. que es también del grupo editorial Conde Nast.

El artículo se titula  The book on publishing y tiene una versión más larga en formato e-book (para Nook o Kindle) llamada How a  book is born (the making of The Art of Fielding). El artículo de Gessen nos cuenta, con jugosas anécdotas y valiosos datos numéricos, como fue el proceso de edición de The Art of Fielding la novela que Chad Harbach (compañero de piso de Gessen) tardó 10 años en escribir. En la página de V.F. se puede leer un extracto (en inglés) de la novela.

El artículo de Keith Gessen ha tenido mucha repercusión en el mundo editorial anglosajón. La revista Publishers Weekly tituló la noticia de su publicación como The Article Everyone Who Loves Books Should Read (El artículo que todo el que ama los libros debería leer). Y todos los medios han sacado reseñas, entrevistas o publicidad del libro. Últimamente, todo hay que decirlo, no se diferencian mucho unas de otras, con lo que es difícil saber qué es reseña y qué es publicidad y…

-Margaret, céntrate.

-OK, Daphne.

Keith Gessen reconoce que la publicación de este libro ha sido atípica. Lo más asombroso fue que el autor, por esta su primera novela y no habiendo publicado antes nada (salvo artículos en revistas), consiguiera, en plena crisis económica, un adelanto de 665.000 dólares americanos (478.800 €) de la editorial, Little, Brown (grupo Hachette). Hay que hacer notar que otro editor, Scribner (Simon & Schuster) llegó a ofrecer 750.000 US $.

Me ha llamado mucho la atención que el escritor David Foster Wallace (DFW) y su libro La Broma Infinita, (Infinite Jest) estén tan presentes a lo largo del artículo o, lo que es lo mismo, durante el proceso de edición de The Art of Fielding: 1.- Chad Harbach, el autor del libro, había leído La broma infinita (escrita en 1996) cuando inicia la escritura de la novela y Gessen nota su influencia. 2.- Chris Parris-Lamb, el agente literario (The Gernet Company) que apuesta por el libro de Harbach y consigue el cuantioso adelanto, decidió no dedicarse a la escritura después de leer La broma Infinita de DFW. Entendió que él sería incapaz de algo así. Pensó luego que para agente si podría valer. 3.- Gessen cita a Gerald Howard de Doubleday (“editor de bestsellers”) solo por haber sido el primer editor de La Broma Infinita  de DFW. 4.- Harbach y Parris-Lamb en la subasta del libro dejan de ganar 85.000 US$ para ser editados por Michael Pietsch (que les promete ocuparse personalmente del libro), de Little, Brown, porque había adquirido en 1992, y publicado luego en 1996, La broma Infinita de DFW. Pietsch, tras el suicidio de DFW, 13 años después, fue el editor que entró en su casa de California y recompuso los trozos que luego conformaron su último y post-mortem título, El Rey Pálido (The Pale King).

Keith Gessen nos cuenta anécdotas y nos ofrece datos y reflexiones sobre el mundo del libro en los USA. Algunas de las más destacadas:

 [Pido perdón por la traducción, es mía]

Parris-Lamb, el agente, empezó a trabajar en 2004 como becario en Burnes & Clegg literary Agency. Parece que aquel no era el mejor momento de la agencia. Los dueños y directores, Sarah Burnes y Bill Clegg, tenían algunos problemas: ella, embarazada, estaba a punto de parir y él no pasaba ni un día por la agencia, dejando desatendidos a los clientes. Clegg (como luego contó en sus memorias) prefería pasar el rato en apartamentos de desconocidos fumando crack, follando a calzón quitado y bebiendo ingentes cantidades de vodka. Parris-Lamb, un becario, consiguió que la empresa siguiera adelante. Recuerda el editor que un día la escritora Nicole Krauss, que acababa de editar The History of Love (que en España editó Salamandra con el nombre de La Historia del Amor), llamó desesperada preguntando por Clegg. Parris-Lamb le respondió: “Nicole, lo único que te puedo decir es que no sé donde está y tampoco sé cuándo va a volver”.

Sobre los agentes cuenta Gessen que antes las editoriales tenían lectores de manuscritos, pero que ahora los editores (Aclaración: en USA lo que en España llamamos editor se dice “Publisher” y un “editor” es como un ejecutivo de cuenta, el que cuida personalmente de un libro) prefieren fiarse de los agentes. Un editor recibe, según Gessen, una media semanal de 10 propuestas de libro de los agentes. Por eso si un editor recibe muchas malas propuestas para su lectura de un mismo agente, deja de fiarse de él.

Gessen nos cuenta que la manera de calcular un adelanto es mirar en Nielsen Book Scan cuántas copias vendió el último libro de ese autor. En caso de una primera novela analizan cuanto han vendido otros libros del estilo. Pone, sin embargo, el ejemplo de la escritora Emma Donoghue que había publicado 6 novelas antes de Room, su gran éxito de 2010. Los dos más recientes habían vendido 1.852 y 1.119 copias. Room (que en España editó Alfaguara con el título de La Habitación) ha vendido hasta la fecha más de 500.000 copias y continúa en buena forma. Acaba diciendo Gessen algo que ya todos sabemos: “Nadie tiene ni idea de cuantas copias venderá un libro”.

Daniel Menakar (Ramdom House y The New Yorker) cuenta que editar es como jugar a la ruleta: “Pones dinero y la mayor parte de las veces lo pierdes. Pero cuando ganas, ganas mucho. Es como ir a Mohegan Sun (un casino). Cualquier editor que disponga de dinero puede comprar las memorias de Bill Clinton, pero lo difícil es comprar las memorias de Barak Obama en 1990”. Menaker usa el ejemplo de Reading Lolita in Teheran. “¿Leyendo qué, dónde?” dice. “¿Qué coño es esto?”. “¿Quién va a leer esto?”. Pues el libro, comprado en 1999 por Random House (incluyendo los derechos para todo el mundo) por 30.000 US$, ha vendido mucho en tapa dura, más de un millón de copias en bolsillo, y al final ha supuesto más de 10 millones de dólares de beneficio neto.

Gessen recuerda –a mitad de artículo- que hace más de un año coincidió en un vuelo con Laurence Kirshbaum que antes de convertirse en agente había sido CEO y presidente de Times Warner Book Group, la cual había adquirido Little, Brown en 1968. Kirshbaum había sido el que había puesto a Michael Pietsch al mando de la editorial de The Art of Fielding y le contó que dejó el grupo en 2005 cuando se vendió a Hachette Group. Kirshbaum le dijo en aquella ocasión que: “no hay sensación tan grande en el mundo como la que se siente al llegar a lo alto de la lista de los más vendidos”, “quizás solo era comparable a que el equipo de Michigan ganase la Rose Bowl o a tener un nieto”. Gessen cuenta que cansado de oír que las editoriales perdían dinero le preguntó a Kirshbaum si lo ganaban o no. La respuesta fue: “por supuesto que lo ganan”.

Luego Gessen incluye las últimas cifras de beneficios de los grandes grupos editoriales en EEUU: Los seis grandes grupos obtuvieron un beneficio neto de 2.5 billones de dólares y el más pequeño de los tres, Hachette, consiguió 700 millones de dólares. En 2010 toda la industria estadounidense facturó 13.9 billones de dólares. Little, Brown vendió 21 millones de libros en 2010. (En USA un billón son 1.000 millones).

Al final del artículo Gessen cuenta que no le sorprendió que Amazon haya fichado a Kirshbaum, el que prefería un best seller a tener un nieto. Que Kirhbaum es viejo pero sabe perfectamente  como hacer dinero.

Cita también a Russ Grandinetti, vicepresidente de contenidos para Kindle en Amazon, que le contó: “Las únicas partes necesarias en el negocio son los lectores y los autores. El resto deberá empezar a imaginarse como puede ser útil para conseguir que esas dos partes se pongan en contacto”.

Libertad de Jonathan Franzen, que se publicó en Agosto de 2010, ha vendido en versión digital un 30% del millón de copias que hasta el momento ha despachado en USA.

Hay un fragmento muy importante al final del artículo. Dice así: “todas las personas que conocí escribiendo este artículo –los editores, los directores de cuentas, los hombres de marketing y los vendedores- aman profundamente los libros. Es por eso por lo que están trabajando en este negocio que, al final, no es especialmente lucrativo. Les gusta leer libros y les tienen tal aprecio que dedican sus vidas a hacerlos, a editarlos. Por cada compañía, editor, o agente que no tenía este sentimiento, había un montón de gente joven que sí”.

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11 respuestas a El artículo que todo el que ama los libros debería leer

  1. blumm dijo:

    Más entradas como esta, Miss Sergeant!
    Así, así, le pese a quien le pese: “Las únicas partes necesarias en el negocio son los lectores y los autores. El resto deberá empezar a imaginarse como puede ser útil para conseguir que esas dos partes se pongan en contacto”.

  2. Con todos mis respetos…Y ¿Cuál es su papel en todo este «negotium», Mister Blumm?
    Visité su blog, y no pude evitar hacerme la siguiente reflexión que no alojé en sus comentarios, ya que tendrá a sus acólitos, para lo que fuera menster, y en verdad creo que mi opinión “le resbale”, como se decía en los años Ochenta y que no le parecerá muy Literaria.

    A una persona no se le debe juzgar por los libros que haya leído en su vida… Más bien, por aquello qué extrajo y obtuvo de ellos, por la inefabilidad del poso que invariablemente deja la “verdadera” Literatura. No por citar el Catálogo entero de distintas Editoriales, convierte a nadie en un amante y experto de la literatura, y leer, leemos todos, aunque solo sea esta minucia. O la factura de Internet.

    Como estamos en Octubre y la entrada de mi amiga Margaret, trata sobre el mundo Anglo, dejo una recomendación. “El país de Octubre”, de Ray Bradbury, 1955, aparecido en España hace ya décadas, pero reimpreso, creo, en 2002, para ver ficha completa , Doctores tiene la iglesia, es el descubrimiento de que Ray Bradbury, no sólo fue el autor de “Crónicas Marcianas” y “Fahrenheit 451”.
    Dejo lo dicho, con todos mis respetos, pues tal vez no sea este el lugar más apropiado para este comentario. Perdón y mil excusas si en algo he molestado a La Patrulla de Savación, pero es que a veces me puede la irreflexión.
    Saludos, para quien se los merezca. Y por cierto, nadie es quién para decirle a nadie lo que debe o no debe escribir en su Blog, pues de buenas intenciones están las sepulturas de los Blogs llenas…
    Saludos de nuevo, y ya concluyo, los Cerros de Úbeda me esperan…

  3. Pingback: Donde el lector no está

  4. cristina dijo:

    Todos los eslabones de la cadena del libro se muestran siempre interesadísimos en sí mismos y en los otros eslabones. No conozco a nadie más a quien le interese eso. Me temo que todos los eslabones forman un circuito cerrado donde el lector no está. Ni desde luego «todo aquel que ama los libros».

    • Lo que ocurre, querida Cristina, es que (según mi opinión) no es cierto eso de que solo quedan autores y lectores. Lo que quedan (desde el punto de vista de la mayoría de las editoriales) son fabricantes de contenidos y consumidores. Si quisieran tener lectores no asfixiarían a las librerías, no comprarían a los críticos, no intentarían idiotizarnos con los libros que nos venden, etc…
      Un beso
      de la Margaret

      • Lu dijo:

        Hola a la sargento Margaret y sus amigas,
        Desde que en Libros y Bitios me descubrieron este lugar no me pierdo ni una entrada. Si no tengo tiempo suficiente para leer hasta el final, vuelvo más tarde.

        Permítanme expresar que en mi humilde opinión estoy de acuerdo con:

        …».. Lo que quedan (desde el punto de vista de la mayoría de las editoriales) son fabricantes de contenidos y consumidores. Si quisieran tener lectores no asfixiarían a las librerías, no comprarían a los críticos, no intentarían idiotizarnos con los libros que nos venden, etc…»…

        Amén.
        Gracias por estar ahí Patrulla de Salvación.
        Saludotes

      • Edda dijo:

        Estimada Sargento Margaret, con este comentario clavas lo que está ocurriendo hoy en el mundo editorial. Estoy de acuerdo, pero, cuidado, si algún día los editores te hacen caso y escuchan la voz de los lectores, entonces correremos el riesgo de encontrar en las librerías sólo obras de autores que ya tienen un nombre en la literatura. Entonces publicarán menos (esta es la parte buena), pero apostarán sobre seguro y pobre de aquel que empiece a escribir, lo haga bien, y quiera hacerse un hueco en las librerías. El joven escritor no tendrá la menor oportunidad y los lectores leeremos (en mi caso eso está por ver) a los autores conocidos, escriban lo que escriban. Porque las editoriales no van a salir perdiendo, eso seguro.

        Por cierto, a mí el libro de Keith Gessen «Todos los jóvenes tristes y literarios» no me gustó. Creo que ni lo terminé de leer.

        Saludos.

  5. Gracias a ti, reina mora.
    La sargento Maggie Mae.

  6. Estimada Edda:
    Yo no pido que los editores escuchen la voz de los lectores. Lo que un editor debe hacer es considerar al lector como un ser inteligente (todos lo somos, más o menos) y recomendarle aquello que a él (al editor) le ha gustado. El editor debe procurar publicar los libros que a él lo han seducido. Yo no quiero que el editor me pregunte, quiero que me sorprenda. Pero en esta labor es imprencindible la honestidad del editor. Y no son honestos (como editores) aquellos que tienen como criterio fundamental el negocio a la hora de seleccionar libros para publicar. Quiero que me traten como una lectora, no como un trozo de carne con una Visa en la mano.
    Un saludo
    La Margaret

  7. blumm dijo:

    No le pillo, Sr. Cuadrado.

  8. No se haga el loco, Mister Blumm, se desmerece así mismo. Sabe perfectanmente de lo que escribo, que, no digo, pues según usted sería una antítesis, «decir» por «escribir…».
    Perdón Amiga Maggie, por tener que dejar aquí la respuesta, pero Saludos sinceros.

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