SIMON LEYS SOBRE EDICION y otras cosas

Gracias a mi amiga Belén Bermejo ha conocido a Simón Leys y leído su libro La felicidad de los pececillos que ha editado primorosamente (como siempre) Acantilado.

Simon Leys (Bruselas, 1935) es escritor, crítico y traductor. Sabe mucho de literatura, de cultura china y de la vida. Ha publicado varios libros y muchos artículos en prensa diaria y semanarios culturales. Vive en Australia desde 1970 con su mujer china Hanfang. Tienen cuatro hijos.

Su nombre real es Pierre Ryckmans, pero se lo cambió en 1971 después de publicar  The Chairman’s new clothes: Mao and the cultural revolution, para no ser declarado persona non-grata por el régimen chino. Lo de “Leys” viene del personaje principal de la novela titulada René Leys que Victor Segalen publicó en 1922. (gracias, wiki)

La felicidad de los pececillos reúne algunos de sus artículos publicados para Le Magazine Littéraire en 2005 y 2006 y otros más antiguos que aparecieron en Lire, en Écrivain y en Nouvelle Revue Française.

Los artículos de Leys tienen frases y párrafos (propios o ajenos) deliciosos:

Pág. 61(sobre Proust y el libro que sobre él escribió Jean-Franoise Revel)

…pero todos esos escritores saben por experiencia que, en la creación literaria, no es su inteligencia lo que se moviliza, sino más bien su sensibilidad y su imaginación. Lo que importa sobre todo es “la inspiración” y el “estado de gracia”, la comunicación directa establecida con las fuentes profundas de la memoria y el inconsciente; y para captar esas fuentes a menudo es preferible dar descanso a la inteligencia. Aragón era más inteligente que Éluard, pero Éluard era mejor poeta. La inteligencia no inhibe el don poético; el don poético simplemente es de otra naturaleza. Puede coexistir con una inteligencia mediocre, incluso con una mente confusa.

Pág. 81

CUANDO SE LEE DETERMINADAS OBRAS DE SOCIOLOGÍA, de ciencias políticas o de teoría literaria, uno suscribiría con gusto esta sugerencia formulada antaño por uno de mis colegas: lo mismo que los gobiernos de determinados países superdesarrollados pagan de vez en cuando a sus campesinos para que no produzcan mantequilla o maíz, ¿no se podría subsidiar a determinados universitarios para que dejaran de escribir  libros?

 

Entre las páginas 113 y la 123 se recoge, dividido en tres parte, el artículo Los escritores y el dinero. Los subtítulos de estas tres partes son: “¿Hay que escribir para ganar dinero o ganar dinero para escribir?”, “Un spleen de dos francos diarios” y “El éxito es un capricho irreversible”.

Aquí van algunas perlas incluidas en dicho artículo:

Todos los editores son unos perros.

Edmund Wilson

Un autor, un escritor, muy a menudo no es un hombre, sino una hembra a la que hay que pagar pese a saber que está siempre dispuesta a entregarse a otros. Es una puta.

Gastón Gallimard

La literatura practicada como una profesión hace que las carreras de caballos parezcan una ocupación solida y estable.

John Steinbeck

   El editor P. V. Stock había elaborado una filosofía original de su oficio: “Un editor siempre pierde dinero editando, por lo que su todo su secreto consiste en editar poco, incluso en no editar en absoluto”. Chardonne, que fue colaborador suyo, describió esa edad de oro [segunda década del siglo XX] de la edición: “De los libros que han quedado de esa época se hacían tiradas de mil quinientos ejemplares. A menudo hacían falta dieciocho años para agotarlas. Esos autores (actualmente aún estimables) eran publicados por pequeños editores (una habitación y dos empleados) tan pobretones como los propios escritores”. En Stock el método era simple: “Se publican 40 novelas extranjeras por año. Dos o tres alcanzaban los doscientos o trescientos mil. Se vivía de ello: con esto se cubrían gastos. Las otras, nada. ¿Por qué solo dos o tres tenían éxito? Imposible entenderlo, ni cómo se producía ni por qué”.

    Es admirable la sinceridad de esta confesión. Los editores, incluso los que poseen talento y experiencia, raras veces saben lo que hacen. Podrían hacer suya la célebre fórmula (¿de Cocteau?): puesto que estos misterios se nos escapan, hagamos como que somos sus organizadores.

 Este último párrafo es de Leys.

-Daphne ¿de qué me suena a mí esta historia?

-Han pasado noventa años y seguimos igual, Margaret.

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Una respuesta a SIMON LEYS SOBRE EDICION y otras cosas

  1. cristina dijo:

    En el punto 3 de este artículo, LóepzValle descubría tus pececillos:
    http://www.sigueleyendo.es/lo-mejor-del-verano/

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