-Jefe, ¿qué hacemos?
-¿Me quieres dejar en paz, niña? Cuéntaselo a Nuria.
-Ya sabes que no me dirige la palabra.
– ¡Joder! Pero, ¿no ves que estoy muy ocupado? Tengo que twittear el resultado del Barça-Chelsea de mañana antes de que termine el partido.
-No, si ya. Lo que pasa es que el de la imprenta está en la puerta y dice que le tenemos que pagar al contado las 50.000 fajas para la segunda edición del libro de Foster Wallace.
-¿Qué fajas?
-Las que tú me mandaste encargar con eso de “Ganador del premio Pulitzer 2012”.
-¿Cómo? ¿Que no ha ganado?
-No.
-Bueno, pues las guardas para el de Denis Johnson, que lo tengo casi cerrado.
-Es que… no ha ganado ninguno de los tres finalistas. Han declarado el premio desierto. La primera vez desde 1977. Dicen los americanos (aquí) que los miembros del jurado no se han puesto de acuerdo.
-Hay que fastidiarse. Estos tíos se la cogen con papel de fumar. Con lo fácil que es poner de acuerdo a los miembros del jurado de un premio literario en España. Dile a tu novio que venga aquí ahora mismo.
3 minutos después.
-Vamos a ver, Antoñito. Yo estoy muy liado con los twitters y no he tenido tiempo de leerme el jinete pálido este, pero…
–El rey pálido.
-Eso, como se llame. No lo he leído, además, porque como sabes yo soy más de poesía, y eso. A mi los ladrillos que tú te metes, pues mira, chaval, como que no. Pero, a lo que iba: ¿No me dijiste que era una novela cojonuda y que, habiéndose suicidado el autor, seguro que le daban el premio Pulitzer?
-Yo te dije que era muy buenísima, pero no te hablé del premio. Ya sabes que opino que los premios literarios son una herramienta del estado opresor capitalista para oprimir y masificar a las masas y …
-No te enrolles y cuéntame qué coño hacemos ahora con 50.000 fajas como esta.
-Hombre, así a bote pronto, se me ocurre que se las mandes a…, ya sabes, seguro que le dan buen uso.
-Déjate de coñas.
-Ya lo tengo, muy fácil: encargas 50.000 pegatinas con la palabra “Jaén” y las pegas encima de la palabra “Pulitzer”. Ya está. Y te digo más, si me concedéis este año el premio a mí, me comprometo a pegarlas yo todas. Con lo bien que va mi libro, si además tengo el respaldo del Jaén, te digo yo a ti que vendo, 50.000 no, sino 100.000. ¡Que voy lanzao, jefe, lanzao!
-Dios santo bendito, ¡qué tropa!
Nota: las novelas finalistas para el premio Pulitzer de ficción de este año eran:
«Train Dreams,» by Denis Johnson (Farrar, Straus and Giroux),
«Swamplandia!» by Karen Russell (Alfred A. Knopf),
«The Pale King,» by the late David Foster Wallace (Little, Brown and Company).
Y el jurado que hacía la selección estaba compuesto por:
Susan Larson, exeditora literaria del diario The Times-Picayune, de Nueva Orleans; Maureen Corrigan, crítica literaria de Fresh Air de la cadena de radio NPR, y el novelista Michael Cunningham, autor de Las horas, novela con la que ganó este mismo premio en 1999.
Para que se rían: en EL PAÍS, siempre al filo de la noticia y, claro, sin tiempo para revisar lo que escriben, llaman al premio: “Pulizter” y «Pultizer» (aquí). A que va a ser otro. Hay tantos.
Otra cosa mucho más importante: hoy a las 12,30 h, Jorge Herralde, director editorial de Anagrama, ha sido premiado (aquí) en la Feria del libro de Londres por el trabajo de toda una vida. De todo corazón, nuestra más sincera enhorabuena, don Jorge.
La Patrulla de Salvación
Lo sabía, según he leído la noticia sabía que aparecería por aquí el difunto Foster Wallace con la pareja lunática por medio. En cuanto a El País, si volviese Grijelmo a lo mejor les da por corregir de nuevo.
Saludos
Lo de este periódico empieza a ser ya un drama. Y mas que muchos dinosaurios que perviven en él sigan enarbolando con orgullo la bandera de su teórica calidad.
Recuerdo que en un artículo sobre ebooks el autor le cambió practicamente de nacionalidad a un famosísimo autor de un programa de conversión a e-pub, un tipo de nombre inolvidable para cualquier aficionado al tema porque siempre que arrancas el programa te parece el mismo. De Kovid Goyal -de origen indio- pasó a Kovic Gayal, yugoslavo. Y ya escribí de muy malos modos porque el tufo que tenía el autor de no tener ni puñetera idea del tema era inaguantable.
En fin, los sueldos que cobren los seniors deben servir para tapar cualquier boca autocrítica con la calidad del periódico. Si hasta Enric González optó por el Gulag a Jerusalen en vez de mandarles a freir espárragos, y los recientes artículos sobre Juanito Fiestas no han tenido respuesta por la redacción…
Lo peor de todo es que, también en este caso, deja un tufillo a que el redactor -o el teórico corrector- no sabía lo que estaba escribiendo/traduciendo…Porque, jo, ¿tánto le cuesta al autor, después de haber dado de alta la noticia con la plantilla, echarle un vistazo rápido ya en la web para asegurarse de que no hay errores de bulto, al menos en el titular? ¿Un vistazo de 10 segundos a los primeros párrafos? ¿Es desidia, incompetencia, tiempos de trabajo insostenibles…? Yo es que ya no se ni que pensar
Pulitzer, Pulizter y Pultizer en el mismo artículo. ¿Alguien da más?
Pues acabo de leer » el hijo de Brian Jones » que se desarrolla en el NY de los 90 y es excelente, alguna vez hay que resaltar lo bueno que se hace en España , yo le hubiera dado el premio al amigo Jesús . Por cierto a las 7y 35 han hablado de vuestro blog en El ojo critico de RNE , radio 1, os han puesto muy bien aunque han dicho que sois anti » post poesía y anti nocilla , en fin si lo queréis oir RNE pone podcast de sus programas
Un saludo y felicidades por el blog, que no pasa desapercibido y gusta .
Gracias, querido J.R. por la recomendación (Ferrero es un gran escritor) y por lo de RNE. No lo sabíamos. Hace 20 años que no vemos la TV y 10 que dejamos de oir la radio. Y el periódico, tal como está el patio, lo vamos a dejar ya mismo.
Un abrazo
La Margaret
Aunque están muy lejos de ser tan importantes, todavía, cuando Vargas Llosa habla de la civilización del espectáculo y de la degradación de la cultura pareciera que está hablando de Mondadori y de la Pareja. Es increíble cómo Mondadori, en su afán por parecer moderna, ha logrado estupidizarse.
Simplemente se ha pasado de lista, como por otra parte tampoco es tan raro.
Recuerdo que cuando el exitazo de la saga harripotteriana esta editorial lanzó un contraataque en la misma onda – no recuerdo ni el nombre ni el autor- pero de una calidad mucho inferior, que ya es decir, pero el lanzamiento de dicho artefacto fue acompañado de una gran campaña publicitaria, con sorteo de regalos incluido.
No sé qué tal fueron las ventas de aquel producto, pero me temo que se quedaron en nada. Estos intentos vienen a añadirse a la misma política, nada más. Por probar que no quede.
Ya me he acordado. Era la saga de Artemis Fowl.
Con todo, y aunque lo hayan dejado desierto, yo creo que hay más literatura en el inexistente Pulitzer de este año que en el sobrevaloradísimo desierto literario que premiaron el año pasado: la insufrible y (post(post(post(post(post(post))))))modernísima «A Visit from the Goon Squad» (traducido aquí como «El tiempo es un canalla») de Jennifer Egan. Si no lo ha leído Ud., Sargento Margaret, por lo que más quiera, no lo haga. Dejar el premio desierto ha sido la mejor decisión que han tomado los del Pulitzer en el apartado de ficción en estos dos últimos años.
Ignorante
Pues a mí la novela de Egan (con lo irregular que es) me encanta, y el capítulo del power point todavía más.
El Pulitzer está bien, pero mi premio es el Man Booker Price, con las casas de apuestas tan británicas ellas, sus comentarios en the Guardian, las polémicas por las nominaciones, todo es entretenidísimo.
De todos modos cabe observar que prácticamente todos los premios que gozan de cierto prestigio (Pulitzer, Goncourt, Man Booker Price, etc) son premios a posteriori, es decir, el jurado escoge entre novelas previamente publicadas y que ya se han sometido al público y a la crítica.
En españa por contra prácticamente todos los premios que son medio conocidos el proceso es el inverso, concurso de novelas no publicadas. El único interés que le podría ver a ese proceso sería el de descubrir nuevos talentos que no han tenido acceso a ser publicados, pero viendo la lista de premiados, no se da el caso
“En El tiempo es un canalla, la forma es el fondo: Egan trata de captar la relación no lineal del individuo con el tiempo. En un párrafo, la novela puede congelar la acción del presente y proyectar a los personajes dos o tres décadas en el futuro, para luego volver al presente. La música, constante en la novela, es ideal para esos viajes en el tiempo, para que Sasha y compañía se den cuenta de que las capas se han ido sedimentando, de que se están convirtiendo en historia. El título tiene ese sentido: nadie está libre de la destrucción del tiempo; Lou, que en su momento triunfal llega incluso al desafío de decir que nunca envejecerá, termina un par de décadas después en una cama de hospital, agonizante. La novela aspira a narrar el momento actual como si fuera histórico, registrar la sensibilidad del presente. Sacudida por transformaciones dramáticas, la industria musical en torno a la cual giran los personajes de El tiempo es un canalla es ideal para que Egan explore los cambios durante el medio siglo en que transcurre la acción.” Edmundo Paz Soldán. Babelia.
“Lo primero que nos proponía Calvino para la literatura del futuro es la levedad: “hay que ser ligero como el pájaro, no como la pluma”. La novela de Egan se inicia con una secuencia divertida y, sí, muy ligera, un romance heterosexual de una sola noche entre treintañeros que se conocen por Internet, en una Nueva York post 11-S, complicado porque ella, Sasha es cleptómana. Un capítulo que le sirve a Egan para desplegar, con astucia y una engañosa suavidad, los temas principales del libro: la incomunicación, la mentira, la vieja y nueva soledad, el peso de los traumas de la infancia y la adolescencia en la vida adulta, la dificultad para establecer relaciones sentimentales sinceras en nuestra época de hiperconexiones. La segunda propuesta de Calvino es “rapidez” y la tercera es la “exactitud”; y desde las primeras páginas apreciamos un prodigioso -y muy cinematográfico o televisivo- sentido del ritmo, una prosa veloz y muy visual que nos conduce sin preámbulos al interior de sus desorientados protagonistas. No es, por tanto, nada extraño que el canal HBO haya adquirido los derechos de El tiempo es un canalla, con objetos de adaptarlo como una miniserie: mientras lo leía, me venía a la cabeza la magistral estructura de The Wire o el continuo enredo familiar de A dos metros bajo tierra. La cuarta es “la visibilidad”: la novela de Egan está plagada de imágenes poderosas que nos sitúan en una novela que zigzaguea de 1979 a las primeras décadas del nuevo milenio, empezando por el atronador hueco de las Torres Gemelas, pero que también incluyen un salvaje concierto ‘punk’ en Los Ángeles de los años ochenta, un safari en África -que además es una muy inteligente parodia de uno de los más famosos relatos de Ernest Hemingway-, el intento de violación de una joven estrella de Hollywood por un periodista con problemas psicológicos, donde además homenajea los particularísimos reportajes de David Foster Wallace, una publicista caída en desgracia contratada para lavar la imagen de un sanguinario dictador tercemundista o, incluso, el diario en PhotoShop de una niña del siglo XXI, un asombroso penúltimo capítulo que también es un bello poema visual.” José Martínez Ros. Notodo.
“Cuando, al final de esta novela, Jennifer Egan (Chicago, 1962) hace que un viejo emboscado, un llanero solitario, airado y derrotado que nunca tuvo página ni perfil en la red, se suba a un escenario al aire libre de Nueva York, en 2020, para lograr que toda una generación pueda creer de nuevo en la pureza y el dolor, el lector ya ha entendido hace mucho que El tiempo es un canalla no es el ligero divertimento generacional que parece en sus primeras páginas, ni tampoco un simple esqueleto que la HBO cubrirá de piel visual en forma de serie. No, El tiempo es un canalla es una magnífica novela con derecho, no sólo a ganar el Pulitzer, sino a que la leamos con pasión.” Nadal Suau. EL Cultural.
Afortunadamente, la literatura no se acaba en El tiempo entre costuras, no.
Sofia, si esperas convencerme de que Egan ha escrito una buena novela y de que soy un ignorante sacándote de la manga argumentos de autoridad, vas lista. Yo solo me dejo convencer por argumentos expresados en PowerPoint (o en Photoshop, como dice el crítico de Notodo experto en Calvino).
Y puede que la literatura no se acabe en «El tiempo entre costuras» (no sé si pasa por allí y no me apetece comprobarlo); pero en «A Visit from the Goon Squad» digamos que sí se topa con un pequeño callejón sin salida.
No pretendía convencerte de nada, es sólo por si alguien se encontraba tu (inargumentado) comentario, no se perdiera por él una de las mejores novelas de los últimos años.
Es realmente curioso que digas que no te dejas convencer por argumentos expresados en PowerPoint, por que en ese caso tienes un problema con la forma (lo cual es perfectamente lícito).
Por otro lado el famoso capítulo del PowerPoint muestra mejor las relaciones de una familia (usando como excusa los silencios en canciones pop y rock) que muchas novelas largas.
A mí los experimentos formales ni me importan ni me dejan de importar, yo lo que quiero es que me cuenten algo (los medios que se usen para hacerlo me pueden interesar más o menos, pero me parecen lícitos) y Egan sí cuenta algo (y lo hace en cada capítulo).
Que a tí no te ha gustado, pues estupendo (a mí hay clásicos que nadie discute que no me gustan) pero El tiempo es un canalla no es una mala novela te pongas como te pongas
A mí también me ha encantado A Visit from the Goon Squad, y eso que no soy postmoderna. La acabo de terminar y ya tengo ganas de releerla despacio. Me ha gustado el estilo de Egan, cómo construye los personajes, los temas que aborda. La trama no es una mera excusa para lucirse con una forma más o menos original: la forma y la historia son una sola cosa.
Jose, si te fijas, lo que he dicho – en plan jocoso, por otro lado – no es que «no» me deje convencer por argumentos expresados en Power Point, sino que «solo» me dejo convencer por ellos. Tan solo era una ironía, como digo, y si ha parecido que evidenciaba un problema con la forma por mi parte, he de decir que sucede todo lo contrario: de hecho, echando la vista atrás (hace por lo menos ocho meses que me leí el libro), yo creo que el capítulo del PowerPoint y el del artículo «fosterwallaciano» del cuñado de Bennie (es decir, los dos capítulos formalmente más arriesgados) fueron, junto al primero, los que menos me disgustaron del libro.
A ver, yendo al grano. Mi problema con «A visit from the goon squad» no tiene nada que ver con algún tipo de escepticismo con respecto a los experimentos formales en literatura, ni tampoco con ese aspecto que, por lo que he podido leer por ahí, ha sido el único que ha sido reseñado por algunos críticos (tibiamente, eso sí) como un punto en contra de la novela: me refiero a su tendencia a la dispersión y a que parezca más un libro de relatos que una novela propiamente dicha. No, yo no voy por ahí. Para mí, lo que hace que la novela de Egan sea mala (o, por lo menos, del montón) es la manera en que aborda los que se supone que son los temas nucleares en torno a los que se articula: las tribulaciones de los individuos en la cambiante sociedad contemporánea (el ingrediente Sopranos), los estragos del tiempo (el ingrediente Proust) y la evolución de la industria musical (la base de la pizza). Es a la hora de elaborar un tratamiento relevante de estos asuntos donde la novela, creo yo, fracasa estrepitosamente. Egan no entiende el mundo de la música ni lo ama como, por ejemplo, Nick Hornby, y en capítulos como el tercero (un auténtico atentado contra la escena punk de San Francisco) esto resulta evidente; tampoco logra describir bien, creo yo, los efectos del paso del tiempo (aquí un buen punto de comparación sería ‘The sense of an ending’, de Julian Barnes); y de sus personajes unidimensionales, que parecen sacados de un catálogo de caracteres para guionistas de televisión, o de su inocentísima visión del futuro inmediato, prefiero no hablar.
A mí me parece que la novela tiene carencias que un estilo brillante y una estructura formal rompedora no logran ocultar. Respeto vuestra opinión, por supuesto, pero a mí no me gustó nada.
Un dialogo excelente, como siempre nos traes cosas muy buenas, aquí encontre un ejemplo de autor que me parece muy bueno
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