La revista TIME dijo que la escritora Mary McCarthy (Seattle, 1912 – New York, 1989) era “probablemente la mujer más inteligente que América había producido.” Esta afirmación se publicó hace mucho tiempo, cuando era inconcebible que una mujer pudiera optar a ser considerada la persona más inteligente de un país.
Mary McCarthy escribió novela, ensayo y memorias. Y ejerció como periodista siendo sus artículos publicados en The Partisan Review, The New York Review of Books, The New Republic y The Nation. En algún sitio he leído que la mejor interpretación o análisis sobre lo ocurrido en el escándalo Watergate la escribió ella.
Cuenta la leyenda que Mary McCarthy decidió seguir la carrera de escritora después de que Edmund Wilson (famoso crítico literario y segundo de sus cuatro maridos) –con el argumento de que Mary tenía innegables dotes para la ficción- la encerró en un cuarto y no la dejó salir hasta que la chica –entonces con 26 años- le entregó por debajo de la puerta un documento aceptable.
– Eso necesito yo, un Edmund que me obligue: que me amarre a la silla y me encierre.
– ¡Se te va el santo al cielo, Margaret! ¿Qué dices?
– Sí, Daphne, perdona. Cosas mías.
En 2012, cuando se cumplió el centenario del nacimiento de McCarthy , en el The New York Times entrevistaron a varias escritoras jóvenes. Una de ellas, Elissa Schappell, dijo: “Las escritoras estamos aún intentando digerir aquello que nos enseñaron en el jardín de infancia: si eres inteligente no puedes se guapa y elegante. Mary McCarthy fue una de las primeras en demostrarnos que se puede ser ambas cosas. El hecho de que deseemos ser tomadas tan en serio como un hombre no significa que tengamos que vestir como un hombre.”
Mary McCarthy
Hace una semana hablábamos aquí de la libertad con que señores como Camilo José Cela y Francisco Umbral, pasándose la corrección y las buenas maneras por el arco del triunfo, insultaban a diestro y siniestro. A lo largo de la historia, las escritoras –la mayoría de ellas pensaron y piensan que tenían y tienen que pedir perdón por querer serlo- se han estado mayormente muy calladitas. Y modositas ellas se han limitado a publicar sus libros y a hacerse fotos para las revistas siempre sonriendo. Mary Mc Carthy sonreía, sí, pero cuando no lo hacía usaba la boca para decir lo que le salía de las mismísimas gónadas. En enero de 1980, siendo ya una escritora famosa, fue invitada a un programa de la cadena de televisión PSB que presentaba Dick Cavett. Sabiendo que la escritora entraba al trapo con facilidad y que no tenía pelos en la lengua, el señor Cavett le preguntó por los escritores que, según ella, estaban sobrevalorados. Mc Carthy, sin pensarlo mucho, dio los nombres de Pearl S. Buck, de John Steinbeck y de Lillian Hellman. Especialmente sobre esta última se despachó a gusto: “Es una mala escritora, una escritora deshonesta. Todas las palabras que ha escrito son mentira, including ‘and’ and ‘the.’ ” Helman, que estaba viendo la tele, se agarró un cabreo de mil pares de… y le metió una demanda en la que le reclamaba 2,25 millones de dólares. El porceso judicial, a pesar de los intentos del abogado de McCarthy, se mantuvo hasta el fallecimiento de la demandante en 1984. Los herederos de Hellman desistieron.
Si quiere conocer la historia del litigio Mc Carthy / Helman y de cómo la primera terminó (con ayuda de Martha Gellhorn, la que fue la 3ª esposa de Hemingway) investigando la vida de la segunda para así demostrar que mentía en sus memorias: (aquí) y (aquí) En inglés.
The Group
El 28 de agosto de 1963, cuando Mary McCarthy tenía 51 años y después de haber dedicado más de una década de trabajo a su redacción, se publicó su más conocida novela, El grupo, (Tusquets, Julio 2004). Aquí, la reseña que José Antonio Gurpegui le hizo en EL CULTURAL de 2 de septiembre de 2004.
El grupo cuenta, con una claridad y un detalle hasta entonces impropios de la novela americana, la llegada al mundo adulto de ocho chicas recién licenciadas en la universidad de Vassar (donde se graduó la autora) en 1933. El grupo fue prohibida en Australia por atentar contra la moral y fue una de esas novelas que todos leen pero nadie reconoce haber leído. McCarthy contaba cómo estas jóvenes idealistas, pertenecientes a la nueva burguesía ilustrada norteamericana de antes de la IIWW, se enfrentaban al matrimonio, la anticoncepción, el sexo, la infidelidad, el suicidio, el descontento, … No era la primera vez que McCarthy se metía en harina; en 1954, había publicado en la Partisan Review, la revista de corte izquierdista, la historia de una chica y su diafragma. Pero esta vez se trataba de una novela que estaba al alcance del gran público. Y el gran público la compró: más de dos años en la lista de los más vendidos y más de 5 millones de ejemplares despachados. Entonces no había e-books ni internet ni piratería. Todos los clientes pasaron por caja y la autora se forró.
En 1966, Sidney Lumet llevó la novela al cine con las actrices Candice Berger, Joan Ann Hackett y Joanna Pettet como principales protagonistas. Se dice que El grupo inspiró la conocida serie de TV, Sexo en la ciudad y que la mujer de Don Drapper, el de Mad Man, estaba leyendo El grupo en el baño antes de decidir separarse de Don. Yo no veo esas series ridículas, así que no sé si es verdad. En 2013, Vanity Fair le dedicó este delicioso reportaje.
(Aquí) un mágnífico blog, con preciosas fotos vintage, sobre Mary McCarthy y su mundo.
Los críticos entonces considerados a sueldo de las editoriales pusieron muy bien la novela, pero los que importaban, los que publicaban en las revistas en las que la intelectual Mary Mc Carthy escribía, la machacaron. La peor reseña, la más cruel, la que gracias a la inteligencia y prestigio del reseñador más dolió fue la del escritor Norman Mailer en The New York Review of Books. (Léala íntegra en inglés aquí). Mailer, entre otras cosas, decía que los personajes eran inconsistentes, que “ninguna de las chicas tenía dentro una pasión lo suficientemente grande como para hacerse cargo del libro y hacerlo levantar el vuelo”. Con esa mala hostia que gastaba don Norman añadía que el único personaje interesante se escapaba del libro en los primeros capítulos –marchándose a Europa- y sólo volvía a aparecer, convertida en lesbiana, al final de la novela. Acusaba a la autora de que sus chicas –sus personajes- vivían por encima de la corteza que separa la vida burguesa, cómoda y limpia, de la exclusión, la culpa y la locura que hay dentro de cualquier familia protestante americana de aquellos tiempos. Y remataba: “Mary es demasiado débil como para pasar a través de la corteza y obtener de ese modo una visión del mundo lo suficientemente profunda.”. Metiendo aún más el dedo en el ojo, Mailer escribía que la autora había fracasado “incluso en el intento de escribir la mejor novela que los editores de las revistas para mujeres, en sus ambiciones más secretas, jamás hubieran podido concebir.” Mala baba para dar y tomar.
Termina Mailer sentenciando que “Mary McCarthy es culpable de negarse a revelar que los señores y las damas refinadas que manejan los Estados Unidos son los descendientes psíquicos del Kurtz de Conrad. “ Kurtz el personaje de El Corazon de las Tinieblas (adjunto esta explicación para los perroflautas que no han pasado de Bolaño y David Foster Wallace).
Entre amigas
Mary McCarthy, durante los mejores años de su vida, mantuvo una estrecha amistad con Hannah Arendt –sí, la filósofa alemana de origen judío que se hizo conocida por la polémica que generó su libro Eichmann en Jerusalén-. En 2006 la editorial Lumen tuvo el detalle de traducir y publicar un libro que vale su peso en oro: Entre amigas. Correspondencia entre Mary Mc Carthy y Hannah Arendt 1949 – 1975. En esas cartas, además de discusiones intelectualmente muy elevadas, cotilleos y consejos sentimentales, se pueden leer las reacciones de ambas ante las malas críticas que recibió El grupo y la “traición” de la que según McCarthy eran culpables los editores de las revistas literarias. Elizabeth Hardwick, a la que Mary consideraba una buena amiga, dos semanas antes de la recensión de Mailer, publicó, también en The New York Review of Books, una parodia titulada “The gang” (que en inglés significa la banda). Dicho artículo salió firmado con un seudónimo Xavier Prynne (Para leerlo en inglés aquí)
En Entre amigas. Correspondencia… :
En una carta fechada el 24 de octubre de 1963 y enviada desde el número 141 de la reu de Rennes (París) le escribe Mary a Hannah que ha pasado una semana en un congreso de escritores en Madrid y que eso le ha servido de tregua por el aire de montaña y el agua pura de Madrid, pero «sobre todo porque nadie nunca había oído hablar de mí.» y continua: «En París me acosan los recortes de prensa sobre El grupo -muchos son terriblemente hostiles-, las peticiones de entrevistas, las fotos. Es como si el éxito te quitara tiempo, mucho tiempo; te devora. Y confieso que estoy deprimida por lo que yo considero una traición de la gente de la New York Book Review [sic]. Supongo que ya viste el artículo de Mailer y la parodia que lo precedió (*). Me resulta extraño que personas que se supone son mis amigos le encarguen la reseña a alguien que es declarado enemigo mío (**), …»
(…)
Se me ocurre que en Nueva York el deseo de causar sensación predomina sobre todo lo demás. El mundo literario e intelectual se está volviendo una sucesión de happenings, semejante al de la Conferencia de Edimburgo sobre teatro, cuando presentaron ante el público a una chica desnuda. los directores de revistas se han transformado en profesionales del espectáculo y el lector en un espectador en la arena de un circo.
Nota: este último párrafo de la carta lo escribe Mary McCarthy después de señalar a Elisabeth Hardwick como traidora y a Bob Silver, director entonces del The New York Review of Books, como instigador.
Las notas a pie de página son las siguientes:
(*) En «The Mary McCarthy case», publicado en The New York Review of Books, el 17 de octubre de 1963, Norman Mailer acusó a la autora de El grupo de «haber escrito un libro para las damas», a la altura de «la mejor novela que las ambiciones secretas de los directores de revistas femeninas hubieran podido concebir». «The gang», una parodia de Elizabeth Hardwick, fue publicada, sin firma, unas semanas antes.
(**) En una ocasión, McCarthy refirió que durante el Festival de Edimburgo de 1962, Mailer la había retado a un duelo verbal en las ondas de la BBC, y como ella se hubo negado, él la llamó «la regente de las letras norteamericanas, pero una regente débil.»
Hannah Arendt le responde ese mismo otoño desde Chicago:
Leí la recensión de Mailer hace un par de días. está tan llena de invectivas personales y estúpidas (estúpida en el sentido de vulgar) que no entiendo cómo la publicaron ni por qué. Me temo que Elisabeth [sic] tuvo la brillante idea de pedírsela, como tuvo la brillante idea de pedirle a Abel que escribiera el artículo para la Partisan Review (PR). Se lo pregunté y me respondió «sí»; no quedan dudas, entonces, sobre PR. Pero probablemente ella no lo hubiera hecho si el terreno no fuera propicio precisamente para esa clase de puñaladas por la espalda. lo que más me sorprende, y me choca, es la prodigiosa cantidad de odio y agresividad latentes, a la espera de la ocasión propicia para asestarte el golpe. le hice algunas preguntas por escrito a Bob Silver, que me persigue a mí también para que le entregue artículos, algo comprensible, pues me han tratado bastante bien.
Hannah, en la postdata de su carta de 13 de enero de 1964, escribe:
P.D. Inútil decir lo encantada que estoy de ver que El grupo sigue en la lista de los más vendidos. A propósito, lo he vuelto a leer para compararlo con Sarraute ¡y es realmente muy bueno! ¿Hubo alguna crítica que mereciera la pena leerse? Las que yo vi -a favor o en contra- eran bastante idiotas.
En 2013, cuando se cumplieron los 50 años de la fundación de The New York Review of Books, entrevistaron a Bob Silver, su “founding editor” en la revista New York (aquí la interview) y le preguntaron por aquella sonada reseña que Norman Mailer hizo de El grupo:
Cuando llamé a Norman, dijo, «no quiero meterme con Mary.» Le dije que nadie más estaba dispuesto a escribir sobre el libro. Y él respondió: «Bueno, Bob, en ese caso se trata de un gran desafío.» Y lo hizo. Escribió que nuestra Mary, por desgracia, había estado por debajo de lo que esperábamos de ella.
Menos mal que no quería meterse con ella.
En 2009, cuando la novela se volvió a editar en Inglaterra, el The Guardian preguntó a algunas de las escritoras más respetadas:
Hillary Mantel declaraba que es “absorbente, divertida, dolorosa… Una novela muy lograda. La considero una obra maestra.”. A. S. Byatt: “La energía y el brío de la narración. Las descripciones de sexo y anticonceptivos fueron las que más afectaron a mi trabajo. Creo que no es una novela feminista. Opino que se trata de una novela sobre un grupo de mujeres de las que las feministas pueden aprender muchas cosas. Sobre todo en lo que se refiere a las trampas morales y sentimentales que la sociedad nos coloca delante. Pero no es una novela que intente impulsar o defender una causa. Su objetivo es narrativo, literario.”
Las tres bodas de Manolita
Pero yo no deseaba hablar de Mary McCarthy y de El grupo. Lo que pasa es que me enrollo y no hay forma de concretar. Desde que he cumplido los 70 estoy de un disperso… Lo que yo quería, cuando empecé este post, era destacar Las tres bodas de Manolita, la excelente novela de Almudena Grandes, y elogiar -haciendo justicia- su monumental proyecto: Episodios de una guerra interminable. Grandes, con su último libro, ha llegado al ecuador de su serie de “6 novelas independientes que tratan de recorrer la posguerra y la dictadura de Franco desde el momento de su victoria hasta 1964, el año en que el Régimen celebró sus veinticinco años” y la cultura hispano hablante parece que no se ha enterado.
Los tres primeros libros han tenido por lo general buenas críticas, aunque también ha habido algún gilipollas que les ha puesto pegas (“si bien ganaría bastante con una buena depuración de materiales” aquí). Los tres primeros libros se han vendido bien, sobre todo en los tiempos que corren. Pero lo que está haciendo Almudena Grandes merece mucho más. La magnitud del esfuerzo y, más aun, la realidad de lo conseguido –ya tenemos casi 1.800 páginas publicadas-, en un país culto de verdad estarían siendo celebrados de otra manera. Si España no estuviera llena de envidiosos y de impostores, Almudena Grandes ya sería premio Cervantes o académica de la Real. Pero ocurre que Almudena, además, se ha metido a sacar historias que los poderes fácticos –que son los que controlan los medios de comunicación en un 99%- no quieren que sean recordadas. Lo de la Grandes es Memoria Histórica de la buena y más que eso. Y eso jode.
En Las tres bodas de Manolita, como bien dice Ayala Deep-Inside (aquí) –no te acostumbres, J. Ernesto- hay “esa mezcla que pocos novelistas españoles hoy en día alcanzan cuando lo intentan: novela, romance, folletín, ópera y poema, todo en una sola amalgama de literatura en estado de gracia”. Bien dicho, pero las tres novelas de Grandes son mucho más que buenas novelas.
Tendrán que pasar 50 años –como le ocurrió a la obra de Mary McCarthy- para que Almudena Grandes y sus “Episodios de una guerra interminable” sean reconocidos como merecen. Mierda de país.
OTRA COSA DIFERENTE QUE LE PUEDE INTERESAR A USTED
Desde hace unas horas, la revista americana The New Yorker ha quitado el muro de pago y todos sus artículos, incluidos los de su voluminoso archivo (se publica semanalmente desde 1925), pueden ser leídos de forma gratuita. Así va a ser durante los próximos tres meses. ¡¡Enhorabuena!!
Aprovechen el verano para leer los artículos antiguos de John Updike, James Wood, Richard Yates, Susan Sontag, Ann Sexton, J.D. Salinger, Steve Martin, Dave Eggers, John Cheever, Woody Allen, Hannah Arendt, Julian Barnes, Truman Capote, Raymond Carver… y más colaboradores.
Octubre de 1926
Natalie Wood, New York, 1963
Autor: Steve Schapiro
Intrigante, cuando menos.
Yo creo que le ha dado a alguna tecla sin querer, ni siquiera tiene título la entrada.
¡¡DAPHNE!!
¡¡LLAMA A TU SOBRINO EL INFORMÁTICO!!
Interesantísimo, de verdad. Disfruto mucho cuando os «enrolláis». Desconocía muchísimas de las cosas que contáis aquí, empezando por la existencia de la novela. Tampoco sabía que estuviera traducida la correspondencia con Hannah Arendt (¡cuántos sinsabores le causó a Arendt la publicación de Eichmann en Jerusalén). ¡Gracias!
A mandar, reina
Maggie
Por ahí decís 1863, cuando supongo que es 1963
A donde vayas está el que señala fallos… gilipollas (los fallos)
Ferpeccionista que es uno
Qué gran entrada. Vender o no vender… Stoner a mí me parece una maravilla y en su momento no se comió un colín. Lo importante es que los libros se publiquen y se lean, aunque sea poco para que tengan esa oportunidad mínima de renacer en otros escenario o en otros lectores más receptivos. Este despreciable best seller tiene muy buena pinta, lo voy a buscar.
Gracias por el dato de The New Yorker, me voy a buscar todo Capote para comenzar.
Un abrazo,
Sonia
Algo parecido a esto de lo que Maggie ha venido a ilustrarnos en este post va a pasar casi con toda probabilidad en el futuro con Belén Esteban -su obra- y la correspondencia cibernética (sms’s – guasaps) que la inmarscesible escritora ha venido manteniendo de unos años a esta parte con sus colegas Raquel Bollo y Rosa Benito.
De momento, habría editoriales capaces de pagar cada emoticón en oro ¡o en sangre! por saber que es lo que a cada momento, a nuestra Carson McCullers particular, le ha ido saliendo del toto. Y perdón por la vulgaridad, que ya me conocen y no suelo ¡Ejeem!. 😉
(PD Y quien dice Belés Esteban -que es lo fácil; lo poco comprometido; señal de ser, uno, un poco cagoncete- sería aplicable a bastantes más ¡Incluso de las que no salen en la tele (… de momento)!
Así que Mad men es ridícula, ¿eh? Tú sí que eres ridícula.
Piense usted, don Jordi, que yo, gracias a mi edad y mi cosmopolitismo, conocí de primera mano -viviendo en aquella cuidad y en aquel tiempo- la realidad que la serie intenta reflejar. Las cosas no eran así. Mad Men es a las series de TV lo que las películas de Esteso y Pajares al cine.
Punto
Maggie
Cuidad, ¿eh? Mejore su texto antes de soltar comparaciones grotescas.
Pero bueno, señoritas, me dejan ustedes perplejo: ALMUDENA GRANDES?!?!?!
La reina de la retórica, de la palabra vacía e innecesaria, la mayor nulidad estilística de la narrativa española contemporánea (incluso mayor que casos extremos, léase Marías, Olmos, y un largo etcétera), autora que utiliza técnicas decimonónicas en sus novelas, que está tratando de rehacer una Comédie Humaine retrospectiva con una falta de originalidad y de creatividad artística manifiesta… ¿eso es lo que ustedes admiran y ensalzan? Este blog está perdiendo, señoritas; tendrán que venir los feraces fieras literarios a poner a cada uno en su sitio…
Almudena Grandes es una gran escritora, el tiempo lo dirá. Acuérdese usted de esto que hoy discutimos dentro de 50 años, que seguro que es más joven que yo y podrá ver cómo se la rehabilita y se le reconocen sus méritos.
Lo siento, pero coincido con Ekaitz. Ver también http://viparnaso.blogspot.com/2011/04/ines-y-la-alegria-almudena-grandes.html
Saludos.
Y, al margen de afirmaciones gratuitas, ¿no podrían argumentarlo con razones de peso? Porque yo creo haberlo hecho.
Una pregunta: Este post ¿es en serio?
Josep Maria Castellet, por cierto, cuenta un interesante encuentro con McCarthy en el excelente libro memorialístico Los escenarios de la memoria (Anagrama 1988). Castellet hizo traducir The Group al catalán a finales de los años sesenta, pero el texto fue prohibido por la censura y quedó sin publicar. Por lo que recuerdo, Castellet cuenta que McCarthy fue invitada a un congreso de escritores donde los participantes defendieron el realismo social. Parece que la idea según la cual la literatura tenía que aspirar a ser una herramienta al servicio de la transformación social pareció absurda a la autora, que tuvo una discusión con Castellet al respecto.
¿Almudena Grandes Premio Cervantes? Desde luego, cómo empina la abuela el codo…