BERNAT RUIZ DOMENECH SOBRE LAS NUEVAS FORMAS DE PRESCRIPCIÓN

Mañana, en KOSMOPOLIS, se celebra un importante debate sobre el siguiente tema: Nuevos prescriptores ¿Quién dice qué hay que leer? Bernat Ruiz Domenech, uno de los participantes, tuvo ayer el detalle de adelantar sus argumentos en su blog (aquí). ¿Goodreads o Babelia? ¿La sabiduría de la masa informe o la erudición de los listillos de siempre?

Un extracto:

Cuando la crítica literaria profesional era la única legitimada para impartir doctrina editar era un poco más fácil. No era necesario conocer los gustos del público porque estos estaban bastante acorde con los gustos de la crítica. Uno podía editar a rueda del Canon Occidental, de la Alta Cultura y de la crítica establecida y no tenía por qué estrellarse contra la primera esquina. Es más, los editores podían vivir en la ilusión que eran ellos quienes armaban su plan editorial anual basándose en su criterio profesional. El éxito estaba más cerca del chamanismo que de la gestión racional del mercado porque, efectivamente, había chamanes que decían a la tribu qué debía leer.

Un buen día la tribu empezó a hacerse mayor y descubrió un nuevo juguete con el que saber qué decía el vecino, miles de vecinos, millones de vecinos literarios, acerca de sus mismos gustos. Y se dieron cuenta que hacer caso a esa colosal escalera de vecinos era igual o mejor que leer al crítico del periódico pero con una sutil e importante diferencia: si el crítico sentaba cátedra sin perder ocasión de dejar bien claro cuán culto era él y cuán lerdo era el resto, en el patio de vecinos contaba la opinión de todos. Era habitual que las obras que recibían mejores críticas en el patio de vecinos fueran merecedoras de atención. Empezaron a surgir vecinos que se lo montaban en su casa, a ciertas horas, con otros vecinos; literatura de nicho, para entendernos. Algunos sólo salían al patio de noche. La cuestión es que todos tenían su lugar en el nuevo patio. Todos, excepto los críticos de siempre, para los cuales siempre habrá un lugar: aquél al que van todos los lectores incapaces de formarse un criterio propio, incapaces de escuchar el criterio de sus semejantes y de aquellos que, reconocidos por sus iguales, están revestidos de autoridad.

Lean aquí el artículo completo.

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51 respuestas a BERNAT RUIZ DOMENECH SOBRE LAS NUEVAS FORMAS DE PRESCRIPCIÓN

  1. Jesús dijo:

    Un sabio, el amigo Bernat

  2. Voy político. Me caerá la del pulpo: con argumentos, por favor, la verdad siempre es dialéctica. Salvo la matemática. Efectivamente, Sargento, una vez más, gracias al capitalismo y al liberalismo, se abre una esperanza para España. La libertad es lo que tiene, que tarde o temprano, donde existe, crea sociedad civil. Pero cabe esperar, aún, mucha resistencia por parte de los mandarines y los que creen que el Estado -ellos- están por encima del individuo -nosotros-. Por eso no nos llaman personas ni pueblo, ni españoles, sino «gente» un amorfismo más. O ciudadanos, una carta otorgada, como si nuestros derechos no fueran nuestros, y alguien tuviera que dárnoslos en lugar de protegernos-los que es algo bien distintos. Efectos secundarios de la Ilustración. Sombras, en el siglo de las luces. Por eso Podemos -ver lista de apoyos, desde la Jueza Carmela Mena, a los millonarios de siempre Miguel Ríos, Sabina, Doña Almudena. Almodovar (por fin descubrí su misterio indignado -a parte de Madof, la conexión de su productora con Roures)- es, quizá, la última bomba que le queda al totalitarismo en nuestro país. La juventud ha sido educada -Maravall- en el error, la mentira y, en la medida de lo posible, la ignorancia. Hasta el punto de sostener -con el fallido apoyo de la mismísima Audiencia Nacional- que la libertad de expresión es violencia y que ésta es legítima contra el estado de derecho. Contra la democracia. ¿De donde han salido esos valores? Los del nacionalismo y los de la violencia totalitaria -la voluntad de las minorías contra la mayoría-. Del mandarinato. Para preservarse en el poder, frente a la progreso imparable de la libertad frente a la ideología. El País ya cayó por su propio cáncer interno impreso en mutaciones genéticas en su código «independiete… y otros mitos están cayendo. Es tiempo de reconstrucción. De reforma. Pero el «quiz» de la cosa es si la sociedad española -como la mayoría de las europeas, estamos de nuevo en los 30’s- está más cerca de los totalitarismos o de la libertad. Porque a lo que decida la sociedad nos someteremos todos. A ella, y al estado de derecho. Eso sí. A la Ley, que es objetiva y transpersonal y, al ser de naturaleza democrática, a todos obliga. Esta «introducción» que no debería haber escrito -pero tampoco me voy a censurar aunque sepa que me equivoco-, viene a cuento de la realidad. La REALIDAD es que en «Goodreads», un libro como el del Sr. Morán -me queda menos para soltar la presa-, los «nuevos críticos», han generado hasta la fecha, tres criticas, ¡tres! entre ellas la mía -pongamos una menos-, que no se porque aparece si no está acabada -misterios de la tecnología-. Y 9 ¡nueve! valoraciones. Creo que es prudente asumir que ni Podemos ni sus votantes -se que no es lo mismo- han entrado a valorar el libro del Sr. Morán. Ahora es cuando la sociedad civil tiene que mostrar su músculo más allá del de CCOO y UGT que nos «marean» tanto con tanta confusión siempre con objetivos oscuros. Unos legítimos y otros se me antoja que no tanto, pero no llego, la verdad. Tres críticas y nueve valoraciones quiere decir: 9 Lectores movilizados. Hay una «intención» de movilización de 41 sumando los que tienen intención de leerlo. Obviamente, Goodreads es desconocido por gran parte de la intelectualidad de batallón y de élite españolas, pero irán cayendo cual pájaros twiteros, el tiempo juega a nuestro favor. Salvo que los españoles se dediquen a escuchar a los flautistas, llámense Pablo Iglesias o Mas. 10 años más sin interrupción brusca y alumbraremos de nuevo el tiempo de la República -con monarquía o sin ella, es lo de menos-, el de la «República» en el sentido más hermoso de la palabra, el de una sociedad viva al mando de sus propias fuerzas. La «mala educación» ha echo estragos. Es un hecho que debemos conceder al enemigo totalitario. Pero mientras hay libertad hay esperanza. Que la vida nos pueda venir hecha es blasfemia contra Ortega y error metafísico. Quedo a disposición de la cariñosa jauría y de la superioridad encantadísimo.

    • Eduardo dijo:

      1. ¿Por qué no es dialéctica la matemática si las demás ciencias lo son? Y si no es dialéctica, ¿por qué es una ciencia?
      2. Si los derechos no los da el estado, ¿por qué hay gente en las cárceles? Si el hombre (y los animales, supongo que dirán algunos) tenemos derechos naturales, ¿por qué no los tienen, por ejemplo, las plantas?
      3. Si la libertad es libertad de elección, ¿quién tiene la libertad de elegir aquello sobre lo que tenemos libertad de elegir?

  3. CJ dijo:

    ¿Habla de Olmos?

    Oye, nen, que la Medel se pasa a la autoayuda de la mano de Planeta.

    NUEVA COLECCIÓN en Ariel
    Una serie de libros escritos con una modernidad y
    una belleza sólo comparables a nuestra propia vida.
    Porque de eso tratan estos libros, de vivir. De cómo
    vivir, poniéndonos como espejo a autores ya
    clásicos, para que su conocimiento nos ayude a
    mejorar nuestras vidas.
    El mundo mago
    Cómo vivir con Machado
    Elena Medel
    *Nueva colección Cómo vivir.
    Una aproximación moderna a la vida y el pensamiento de Antonio Machado de la
    mano de una de nuestras mejores poetas
    No existe biblioteca sin una antología de Antonio Machado, ni memoria
    lectora que no guarde como muleta algunos de sus versos. Los poemas
    de Machado hablan de amor y desamor, de soledad y muerte, de
    compromiso, pero también sobre el feminismo, la pereza o la humildad;
    hablan, al fin y al cabo, de nosotros. El mundo mago muestra la forma
    en la que unos textos escritos —y vividos— décadas atrás pueden
    acompañarnos y guiarnos en nuestro día a día, convencidos de que
    todo lo que nos ocurra ya lo escribió Antonio Machado. Una guía de
    lectura más allá de cualquier barrera generacional, que nos acerca a la
    poesía y a la vida de el poeta desde el entusiasmo y la pasión.
    Elena Medel nació en Córdoba en 1985. Ha publicado los poemarios Mi
    primer bikini, Tara y Chatterton (XXVI Premio Fundación Loewe a la Creación
    joven), así como los cuadernos Vacaciones y Un soplo en el corazón. Su obra
    ha sido parcialmente traducida al alemán, árabe, armenio, esloveno, euskera,
    francés, inglés, italiano, polaco, portugués, rumano y sueco, así como incluida
    n numerosas antologías. Es redactora jefa de la revista Eñe y editora del sello de poesía La
    Bella Varsovia.

  4. Ire dijo:

    El artículo está bien, pero también hay algunas sombras.
    Bernat parte de la base de la buena voluntad o la honestidad de opinadores varios. Su exposición sería impecable si así fuera, pero por desgracia no es así, o no en todos los casos. Muchas alternativas de ‘crítica’ no han hecho más que copiar el sistema de valores y prebendas de los ‘mandarines’, pero con piel de cordero a precios populares. Por no hablar de la ‘compra’ de opiniones favorables en Goodreads, o su ‘préstamo’ en el mejor de los casos.

    • Amelia dijo:

      Sí, Ire, y además hay una cuestión que sigue siendo la misma con independencia de que el prescriptor haya variado: ¿cómo le llega a este la obra que luego recomienda o no? Ahí está siempre la clave, da igual que publiques en Amazon, con editorial o en tu blog, el sesgo está en cómo conseguir que algún prescriptor le dé una oportunidad a una novela en cuestión. Aunque parezca que se ha democratizado la opinión y por ello el lector está al alcance de cualquier escritor, no es así, porque para suscitar esa primera opinión es imprescindible el descubrimiento de la obra; sin visibilidad no hay trascendencia. Y para lograr esa visibilidad inicial necesaria pero insuficiente siguen funcionando las formas de siempre, publicidad, posición dentro del stablishment, contactos, mandarines… ¿O lee el vecino del bajo cualquier novela que le llega a su buzón y luego la comparte con los de la escalera? Esa visibilidad es la clave y donde se sigue ejerciendo el poder de decidir qué obra o qué autor llegan a su público, sea el que sea.

  5. Ire, la «compra» en un sistema abierto funciona mientras éste no es tal. Es decir, hay un punto crítico donde lo cuantitativo se vuelve cualitativo. El «rating» de un libro con 9 estrellas es, necesariamente, sospechoso, no porque pueda haber criticas compradas, sino porque sobre 9, un sólo 5 estrellas altera completamente la calificación. Creo -no puedo ofrecer literatura sobre el tema, la verdad-, que es la base del software libre y de monumentos del tiempo moderno como la Wikipedia. -Mismo nivel de fiabilidad que la Británica pero con 1.200 millones artículos frente a 40- No fiarse de mí, cito de memoria pero es verificable. En Wikipedia todo el mundo puede escribir y, todo el mundo puede mentir. Y, sí, se pueden pagar opiniones. Pero, creo que es una Ley y no una teoría, que es difícil contener al océano, y que el número de participantes -muchas menos mujeres por desgracia- hace que el resultado sea veraz y verificable -que es como define la Wikipedia y la ciencia la verdad-. Goodreads, o cualquier otro, en España necesita tiempo. A partir de las 7 u 8000 críticas, empieza a ser difícil que las «compras» tengan capacidad para modificar la opinión media- 😉 Pienso.

    • Ire dijo:

      Sí, exacto. Goodreads podrá ser fiable – o no, ya se verá – pero a macroescala. Pero para eso tiene que haber habido muchos lectores previos que luego den su opinión, con lo cual estamos un poco igual que las pescadillas. ¿Qué libros van a tener muchos lectores? pues los más publicitados.

  6. Eduardo… hola. Lo que he puesto -ya he dicho que me arrepiento- es, creo recordar, sobre todo opinión. Vómito. Así que no me tomes demasiado en serio… sólo como paisaje. 😉 Así todo, claro, intento contestarte.

    1. ¿Por qué no es dialéctica la matemática si las demás ciencias lo son? Y si no es dialéctica, ¿por qué es una ciencia?

    Creo -no es mi campo, y si me equivoco que me corrija alguien cualificado- que la matemática es la única ciencia exacta. No lo es la física, ni la química, ni, por supuesto, la sociología o las ciencias de la información. Ergo, si no es exacta no puede ser sometida a las leyes de la dialéctica. Pienso. Uno y uno son dos y siete es un número primo y nadie puede venir a decir lo contrario salvo que no persiga el método dialéctico sino el ejercicio de la comedia. ¿Sí? Por otro lado, lo que define el ámbito de la ciencia no es la dialéctica, o no de forma determinante, sino lo que se ha dado en llamar «el método científico», es decir, la capacidad de predecir un resultado de forma consistente. Pero vamos, cualquiera de «ciencias» contestaría mejor a esto. (Todo esto cogido con pinzas, ya digo. Pero quizá menos que la vigencia actual sobre el tema de la sociedad española.) Aquí habría que añadir un tema discutible y discutido, como es el de la «Filosofía» como rama superior de las ciencias en el sentido que su ámbito es el de la verdad absoluta -jamás alcanzado o alcanzable, pero ámbito al fin y al cabo- mientras que el resto de ciencias tiene un ámbito propio de autoridad limitado.

    2. Si los derechos no los da el estado, ¿por qué hay gente en las cárceles? Si el hombre (y los animales, supongo que dirán algunos) tenemos derechos naturales, ¿por qué no los tienen, por ejemplo, las plantas?

    Eduardo, en rigor, para poder opinar o «discutir» sobre un término, el primer paso sería definirlo. No se si podemos estar de acuerdo en que a los derechos a los que nos referimos son los recogidos en La Declaración Universal de Derechos del Hombre -no animales, no plantas- Un documento enumerativo de Naciones Unidas que los define como «intrínsecos» e «inalienables». ¿Si? Si no, retomamos. 🙂 Preámbulo: «Considerando que la libertad, la justicia y la paz en el mundo tienen por base el reconocimiento de la dignidad intrínseca y de los derechos iguales e inalienables de todos los miembros de la familia humana; Una prueba «dialéctica» y/o empírica sería que en lugares donde no existe el estado en el que los derechos son reconocidos de forma espontánea. Hoy es difícil encontrar sitios donde no exista el estado -Supongo que en la luna por ejemplo- donde no se si estaría claro que si Aldrín hubiera matado a Collin le hubieran podido juzgar en Estados Unidos, puesto que el «crimen» se habría producido en un territorio sobre el que los jueces no tenían jurisdicción alguna -la nave erar otra cosa-. La «Declaración» dice cuales son los derechos, pero no impone ni priva de los mimos. Esto lo hacen los estados y las relaciones internacionales entre los mismos -bilaterales o multilaterales-. Hay que distinguir entre derechos declarativos y derechos positivos. Que tu tengas derecho a la libertad no quiere decir que tengas derecho a salir de la cárcel. Eres libre, pero no tienes libertad de circulación. Ningún país te puede dar o quitar un derecho humano universal… puede protegerlo o conculcarlo. «Derecho» es un término jurídico, así que el lenguaje es equivoco, como todo lo humano, salvo -de nuevo- las matemáticas. El Derecho positivo implica siempre al otro, y, por tanto, el acuerdo y la aceptación mutua de la «autoridad» de la Ley. En general, una de las características de la cultura hispánica, en mi opinión -y en la de Ortega- es la vigencia de un subjetivismo equívoco que lleva a pensar que todo es discutible. No es así. Los anglosajones -por influencia de las corrientes positivistas- tienen vigencias muy distintas y ello, suele llevar, al florecimiento de la ciencia. Que no necesariamente de la imaginación.

    3. Si la libertad es libertad de elección, ¿quién tiene la libertad de elegir aquello sobre lo que tenemos libertad de elegir? Según Ortega -de nuevo, lo siento, pero no puedo evitar caer-me continuamente en su filosofía- la «libertad de elección» es en lo único que no tenemos libertad. Es decir. No se puede no elegir. Vivir es elegir. O, mejor, la vida humana consiste en elegir. Es lo que la define. Hasta cuando no decides decides no decidir. «¿Quién tiene la libertad de elegir aquello sobre lo que tenemos libertad de elegir?» Nadie. Pero hay que distinguir entre libertad y libertades. La persona humana es libre, pero no existe si no existe otra persona humana. De hecho «persona humana» en sí es un producto de la conciencia, en la realidad hay hombres y mujeres. Nunca el abstracto «persona humana». Igual que la mesa, es siempre verde, de una o cuatro patas, etc. A lo que creo que tu vas es a la libertad en un sistema político. Ahí hay dos principios, el democrático -autoridad de la mayoría con respeto a las minorías bajo el imperio de la ley- o los totalitarismos -autoridad de una minoría, que ostenta de forma absoluta los poder -legislativo, ejecutivo y judicial–. Cuando dices «quién» creo que te refieres a «quienes» y «qué». En un sistema democrático, y en lo referente a libertades «compartidas» es decir, libertades que implican al otro, o libertades sociales, esa facultad corresponde al Parlamento que es quien ostenta la representación de la soberanía de la Nación. No se si está claro… en los jóvenes que no han vivido un sistema totalitario, o que no tienen suficiente educación democrática, es fácil confundir cosas… El Estado en democracias liberales, que es, creo, lo que entendemos por Democracia en el mundo occidental -democracia representativa pro sufragio universal-, ese «quén» al que te refieres, ya digo es la mayoría parlamentaria, en aquellos ámbitos de la libertad en los que la Constitución y las Leyes le dan cabida. Por lo general excluyen el ámbito íntimo. No se si he sabido contestar en algo o en nada. Mi capacidad de síntesis, al contrario que la de la Sargento, es nula. Sobre todo, porque para cuestiones tan complejas como ¡la libertad!. 😉 Siento una curiosidad ¿has sentido alguna vez que alguien haya coaacionado o te haya privado de tu libertad e elección? Así, como agresión. (Obviamente, por lo general, en tu casa se podría pensar que no se te da la elección de cagar donde quieras… así a lo bruto, pero no creo que tu lo puedas vivir como que se te priva de una libertad.) En general es bastante simple. Cuando la libertad de elección de uno colisiona con la libertad de elección de otro, en una democracia, ambos se someten a lo que la mayoría diga sobre el tema a través de las leyes que regulan la convivencia en una sociedad.

    • Ire dijo:

      Bueno, Nic, hasta no hace mucho – en el friso histórico, se entiende- las mujeres no podían votar, no tenían derecho a ello, o el padre podía dar un hijo en adopción sin el consentimiento de la madre. La Ley decía eso. Afortunadamente las leyes, y los derechos, están para cambiarlos y ampliarlos cuando es necesario porque la sociedad, o una parte, así lo reclama.

    • Eduardo dijo:

      Hola, gracias por molestarte en escribir una respuesta tan detallada. Como era de esperar, el tratamiento de estas cuestiones ha acabado desbordando las propias cuestiones. Sintetizando al máximo:
      1. Es imposible plantear preguntas de este tipo (¿son dialécticas las ciencias? ¿qué significa «ciencias exactas»? ¿no es tan «exacto» el cálculo de la masa molar del cloruro de sodio o de cualquier disolución química como el resultado de una ecuación de segundo grado?) porque todas nos remontan (dialécticamente y en dirección de regressus) a la misma pregunta (¿qué es la ciencia?) que no se puede resolver al margen de una teoría de la ciencia (una filosofía de la ciencia). Pasando por alto muchas cosas, las teorías de la ciencia modernas se pueden dividir en cuatro clases: descriptivistas (el positivismo lógico del Circulo de Viena, Carnap y Wittgenstein sobre todo), teoreticistas (el falsacionismo de Popper), adecuacionistas (la epistemología de Bunge) y las «circularistas» (formuladas por primera vez por Gustavo Bueno con su Teoría del Cierre Categorial). Yo diría que tu idea de la matemática como única ciencia exacta tiene que ver con las teorías adecuacionistas de Bunge, porque este admitía que las matemáticas estaban «exentas de compromiso ontológico». Yo creo que la Teoría del Cierre Categorial de Bueno es la teoría de la ciencia más potente y sistemática de nuestros días, pero aun así haría falta un entendido en matemáticas para dilucidar totalmente la cuestión. Es por eso que, si estás muy interesado, te remito a esta «Teoría del «cierre categorial» aplicado a las matemáticas» de Julián Velarde, Editorial Complutense, Madrid 1992

      http://www.fgbueno.es/gbm/meta89e.htm

      2. No se trata aquí de decidir de qué declaración estamos hablando (porque hay muchas: los Pactos Internacionales de Derechos Humanos o Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos (PIDCP), el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales (PIDESC) y sus Protocolos -Carta Internacional de Derechos Humanos-, la primera Declaración de los Derechos Humanos de 1789, rechazada por el papa Pío VI porque, según él, los franceses se habrían arrogado la potestad de decidir sobre toda la humanidad, cometido tradicionalmente asignado a la Iglesia y a sus Derechos de la Cristiandad). El verdadero problema consiste en la idea de derechos humanos (si el ser humano tiene derechos). Naturalmente aquí hay muchas opiniones (una de ellas la iusnaturalista, efectivamente), pero a mi juicio lo más interesante del asunto son los temas «secundarios» que arrastra. Uno de ellos es el de «ser humano», cosa que queda sin definir (si el ser humano es lo mismo que «hombre» entonces los hombres de Neanderthal tenían derechos, y si se entiende ser humano como «persona» entonces tendrían derechos humanos las tres personas de la cristología -la segunda de ellas hipostasiada en un «hombre»- y tendrían derechos las asociaciones, fundaciones y estados que son considerados -todavía hoy, y en el Código Civil español- como personas jurídicas en el sentido de sujetos de derechos y deberes). Otro tema que «atraviesa» la cuestión es la del derecho internacional, que no sé lo que pensarán los iusnaturalistas de él, pero que los materialistas consideramos una ficción jurídica (si el que da los derechos es el estado no puede hablarse de un estado «supraestatal» como clase de clases que garantice ese derecho, y en cualquier caso serán los estados los que, individualmente, decidan si se atienen o no a ese «derecho internacional»). La frase de Ortega me parece, con respeto, una tontería. El pensamiento subjetivo, idiográfico, es propio del luteranismo, donde cada cual hace una interpretación subjetiva pero siempre válida de la Biblia. En España la Inquisición actuó precisamente como herramienta homogeneizante, neutralizando todo tipo de extravagancias como por ej. las brujas de Zugarramurdi y otras supercherías que sin embargo tuvieron éxito en los países protestantes de una forma increíble justo hasta nuestros días (sectas, teorías de la predestinación &c.)

      3. Este es, seguramente, el punto más críptico, y el más polémico. No es que yo «vaya» a la libertad en un sistema político, es que fuera del sistema político no hay idea de libertad (a no ser que aceptemos mitos como el del «buen salvaje» de Rousseau y otros análogos). La idea moderna de libertad no podía haber surgido hasta el imperio romano (hasta su decadencia en realidad) porque es cuando se pierden las cualidades «totalizantes» primero de la polis griega y luego del estado romano en los que la pertenencia del individuo a la comunidad era lo que justificaba su vida. Con la llegada de invasores y de las llamadas «gentes» (gentiles) que rápidamente son asimilados por el imperio (otorgándoles la ciudadanía romana), la estructura de las 300 gens originarias de Roma se rompe poco a poco (constitución de Servio Tulio). Surgen entonces las religiones soteriológicas (hay muchas, pero fundamentalmente el cristianismo) que prometen una salvación individual después de la muerte y que no excluyen a nadie (la Gracia divina es extensible a todo el mundo). Es por eso que la formulación clásica de la libertad (y del libre arbitrio) aparece en San Agustín. El libre arbitrio de San Agustín se identificaría con la idea que hoy manejamos de libertad, que fundamentalmente (si no totalmente) es una libertad de elección. La frase de Ortega, aunque indirectamente, viene a señalar que si nuestra libertad es libertad de elección, es que no hay libertad. En cualquier caso la libertad de elección es, según la célebre distinción de Isaiah Berlin, una libertad negativa («libertad de» entendida como «ausencia de trabas para hacer algo»). La libertad positiva o material («libertad para», la acción que proviene «libremente» del individuo) está completamente condicionada por esa libertad negativa o «ausencia de trabas». Por eso, las acciones individuales de los hombres no pueden ser entendidas como «elecciones libres», de la misma forma que no puede decirse que una célula individual del ojo «vea». En todo caso ve el ojo (o el cerebro mediante el ojo), y la libertad como cualidad de los hombres no puede reconocerse en acciones individuales sino retrospectivamente, viendo la sucesión de acciones «condicionadas» o «determinadas» en su conjunto biográfico, pero respondiendo siempre, y esto es importante, a una razón teleológica propia. Es por eso que los estoicos decían que la libertad es «la conciencia de la necesidad». Podría alargarme hasta el infinito; prefiero, sin embargo, terminar con dos notas a pie de página. Primero: Los sistemas políticos no son democráticos o totalitarios. El totalitarismo, que defines como una minoría que ostenta el poder de una forma absolutista, es en realidad el gobierno que controla todos los aspectos de la vida (tanto política como privada) y no tiene que ser necesariamente de unos pocos (regímenes personalistas, dictaduras, &c.)
      La última: Ruego que me expliques qué significa eso de «educación democrática», porque me temo que estoy tan maleducado que no sé ni lo que significa ese sintagma.
      Un placer discutir con usted, saludos.

      • Eduardo… lo mismo digo. Gracias por dedicar el tiempo a contestarme. Obviamente, no tengo la preparación que tienes tú, así que mucho de lo que digo viene más cerca de la reflexión crítica sobre lo poco leído que en una literatura extensa. No entiendo exactamente porque crees que es una «tontería» la opinión de Ortega ni a que frase te refieres exactamente. Si no está entrecomillada, seguramente tenga mas de error mío interpretativo y terminológico que de error del maestro -maestro para mí… Supongo que habrá alguien, pero de momento, no se quien le ha refutado-. Obviamente son demasiados temas para discutirlos con rigor, pero la discusión siempre es enriquecedora cuando se hace de forma honesta y con seriedad -aunque incluya el humor-. Por educación democrática entiendo que los ciudadanos son educados en una cultura en la que se tiene como valor objetivo el gobierno de la mayoría con respeto a las minorías a través del imperio de la ley, habiendo sido esta producida por el ejercicio del sufragio universal en un sistema en el que existe una prensa libre capaz de producir una Opinión Pública relativamente sana. Respecto a la libertad, es cierto que no mencioné un término que sí menciona Ortega como paso previo a cualquier consideración posterior: el de fatalidad. La fatalidad de la vida humana consiste que yo soy varón, por ejemplo, y no puedo elegir no serlo. -Un transexual sería un varón que elige ser una mujer, o al revés, pero nunca será una mujer biográficamente completa, aunque pueda serlo en muchos otros aspectos-. Como soy español, -algo previo en mi opinión a la ciudadanía- y no puedo ser chino aunque me nacionalice, en el sentido biográfico-histórico, ya que siempre seré un español que se nacionalizó chino. El término correcto entre hombre, ser humano y persona, es, para mí -según Julián Marías- «persona humana». Siempre pensé que esto era una redundancia… hasta que él mencionó las personas Trinitarias que, tengan o no el tipo de realidad que asociamos a la persona humana, puesto que están en los libros y en la conciencia humana, tienen un cipo de existencia histórico más allá del ámbito religioso que aquí no viene a cuento. Marías tiene un libro exquisito para mí que se llama «Persona» y que se ocupa de «esa forma de realidad que llamamos persona» y de la que, en su opinión, la filosofía se ha ocupado poco. Para Ortega -y repito que no tengo conciencia de que haya sido refutado en ello- la realidad radical es la vida humana. Ahora hay algún movimiento biocentrista, pero no lo conozco a fondo. El raciovitalismo y el perspectivismo de Ortega -que se produjo de forma simultánea a la aparición de la Teoría de la Relatividad y que, contrariamente a esta, que al parecer no se encuentra cómodamente con la cuántica, mientras que en Ortega ambas tienen cabida. La persona humana, como mínimo, es una realidad cultural o, mejor, histórica, va más allá de lo biológico. Aunque se podría argumentar que el libro o una sinfonía es un «detritus» biológico más. Lo que me parece a mi que no ha sido refutado es que la realidad -el mundo- sucede siempre en una vida humana. He oído hace poco una idea que me pareció feliz «quizá somos la conciencia del Universo». Quizá. Quizá no. Pero entre la rex cognita y la rex extensa, está la rex cognita EN la rex extensa, que es donde apuntaban Ortega y Heidegger en una superación para mí, del vitalismo de Nietze y el racionalismo Kantiano. Por eso para Ortega la forma superior de filosofía sería la novela. Por supuesto que me viene la camisa grande en estos temas, pero hasta ahora no me he encontrado con un «sintagma» que me haga decir «no lo entiendo y aquí me paro» sino con sintagmas que no han superado en mí a Ortega. Si tienes una refutación, me encantaría oírla. Derrida -al que no he leído- y otros me parece que van por otros lados, más o menos paralelos pero que no han refutado a ninguno de los dos maestros. Un abrazo y, otra vez, gracias por tu aprecio, porque como dice mi madre «no hay mayor desprecio que no dar aprecio» y, creo que también se cumple lo contrario.

      • Ire, Hanna, Eduardo… ¡sargento! Un tema que me aflige -cierto no es estrictamente literario, pero sí lo es según se mire-: el asunto del «ser» y el «estar» en español, esa particularidad que no conozco en ningún otro idioma. En las lenguas que conozco y algunos más que he verificado, ser y estar son el mismo verbo. ¿En latín? Creo que también, y en griego, y en francés desde luego, y en ingles. Y me aflige, porque hay un librito del siglo pasado de un tal Heiddegger… -ejemplo maximizado- que se a-titula «Ser y Tiempo», dicen, del alemán Sein und Zeit. La traducción sería Ser y Tiempo o… «Estar», porque en español estar es ser en el tiempo ¿no? ¿Alguien tiene alguna cataplasma para esta herida? Gracias de antemano. (No me lo puedo creer, he sido hasta breve. Para mis propias medidas, claro.)

      • Eduardo dijo:

        En algún momento de 1953, Nicanor, tu admirado Ortega se encontró con Octavio Paz y le dijo: «Estamos al final de un periodo. La literatura ha muerto. Solo queda el pensamiento: es la tarea de hoy. Deje la poesía ¡y póngase a pensar! Como ya es un poco tarde para que comience con el griego, aprenda la otra lengua filosófica: el alemán. Y olvide todo lo demás…» Sin embargo, las «lenguas filosóficas» no son solamente el griego y el alemán, como tantos han pensado (es bien conocido el proyecto del propio Heidegger de eliminar del idioma alemán todas las palabras de procedencia no germana, proyecto abocado al fracaso desde un principio). La realidad, y es algo muy poco conocido, es que el español es una lengua filosófica al menos tan importante como el alemán o el griego. La distinción entre ser y estar, distinción ontológica fundamental, es una demostración de esto. Según Corominas, el verbo ser procede de una combinación de los verbos latinos essere y sedere. Sin embargo, los estudios más modernos coinciden en que el verbo ser viene solo de essere, y que el verbo sedere lo introdujo Corominas para explicar otro verbo, muy parecido pero distinto, que se usó hasta el siglo XIII (siglo fundamental para esta cuestión). Ese verbo era la forma arcaica «Seer» (sedere>seder>Seer) que significaba lo mismo que ser pero con un pequeño matiz que indicaba transitoriedad: el ser-ahí (lo que muchos siglos después Heidegger llamó Dassein, que en alemán significa literalmente ser-ahí). El siglo, como te decía, resulta fundamental, porque es precisamente en el siglo XIII cuando esa forma deja de usarse y se generaliza el verbo estar (del latín stare, estar sentado). Que esto ocurriera en el siglo XIII no es algo arbitrario, se debe a la actividad de la Escuela de Traductores de Toledo. Uno piensa, al leer a Heidegger, que este filósofo ha tenido que leer, para hablar de metafísica a, por ejemplo, Aristóteles. Parece también que la forma más lógica de pensar la trayectoria histórica de los textos de Aristóteles es que estos se tradujeron primero al latín y del latín a las posteriores lenguas europeas (alemán, castellano, francés). Pero la realidad es que los textos de la filosofía clásica griega no fueron traducidos (la mayoría) al latín (los romanos cultos que podían leerlos sabían griego y no necesitaban traducciones), sino que se tradujeron primero al árabe, vía Averroes, Avicena, Avicebrón, Alfarabí &c., que como se sabe eran grandes aristotélicos, y del árabe se vertieron al castellano (vía Escuela de Traductores de Toledo) y del castellano a las demás lenguas. Los libros de Aristóteles que leyó Heidegger (y los que leyeron Descartes, Kant, Hume…) pasaron previamente por el castellano. Y la traducción filosófica, como se sabe, tiene consecuencias en la lengua, que tiene que amoldarse a lo que los textos de origen querían decir. De ahí (de la distinción clásica entre ser y existir, del mundo sensible y el de las ideas de Platón y de la materia y forma de Aristóteles) se tuvo que forjar esa distinción ontológica fundamental que quedó ya para siempre en el español: Ser y estar. Este «amoldamiento» del español a la filosofía puede verse en muchos más términos (la idea de la nada, por ejemplo, que es española; si te fijas en las etimologías de nothing, rien y otros te darás cuenta de que en el español la «nada» es una idea filosófica que se construyó «a parte»).

      • Jesús dijo:

        No es exactamente así, Eduardo. Es cierto que en España se tradujeron algunas cosas, pero no muchas, y ni siquiera las más importantes de platón y Aristóteles. Más bien se traducía a Averroes y otros autores árabes. Las traducciones al latín de los filósofos griegos clásicos se hicieron a partir del siglo XIV, y en base a los manuscritos que se encontraban en los monasterios, y también en base a copias bizantinas, donde la tradición manuscrita no se había interrumpido.

      • Eduardo dijo:

        Las obras menores de Aristóteles fueron traducidas sobre todo por Gerardo de Cremona y Miguel Escoto, y también se tradujeron algunas de sus obras más importantes, como la Metafísica o la Ética a Nicómaco (esta última traducida por Hermán el Alemán). Los demás traductores de la Escuela se centraron, es verdad, en autores árabes (es el caso de Domingo Gundisalvo y Juan Hispano). Pero hay que tener en cuenta que Aristóteles encontró su mejor acogida entre los filósofos árabes (Alfarabí, que es considerado su mejor comentarista y sus discípulos Avicena y, sobre todo, Averroes -de hecho el llamado averroismo tiene que considerarse, en rigor, una variante del aristotelismo). Hay que tener en cuenta que las obras de estos filósofos musulmanes son fundamentalmente comentarios o glosas de Aristóteles (también es el caso del griego Alejandro de Afrodisia, traducido por Gundisalvo). Por lo tanto, hay que dar por hecho que cuando se traducía a los árabes se estaba al mismo tiempo introduciendo el pensamiento de los griegos, especialmente de Aristóteles (Platón siguió otros caminos). La introducción del aristotelismo por parte de la Escuela de Toledo fue decisiva para la escolástica, empezando por el propio Santo Tomás, gran aristotélico que bebía directamente de estas fuentes y que cambió el rumbo general de la teología dogmática cristiana (de la tendencia neoplatónica a la aristotélica). La importancia de estas «traducciones» o «versiones» es tanta que aún se puede rastrear en los siglos posteriores (a principios del siglo XV, en la Universidad de Padua, Pedro Ponponazzi se propone encontrar al «verdadero Aristóteles», por encima de Averroes, y volviendo a la versión de Alejandro de Afrodisia -cuyo objetivo era escribir «no lo que el estagirita quiso decir sino lo que efectivamente dijo»). Todo el Renacimiento estaría dominado por esta discusión entre averroistas y alejandristas (es decir, por dos interpretaciones divergentes de Aristóteles, ambas corrientes introducidas en Europa por la Escuela de Traductores). En cualquier caso, creo que estos detalles históricos y filológicos no suman ni restan nada a mi tesis de que el español contiene multitud de términos filosóficos gracias a la actividad de la Escuela de Toledo en el siglo XIII.

      • Jesús dijo:

        Mi comentario no decía nada sobre lo que llamas tu «tesis principal», en la que ni entro ni salgo (en reldad, la idea de que un idioma puede ser mejor o peor que otros para la filosofia o para la bioquímica no es algo que me motive como para perder el tiempo en discutirlo). Sólo me refería a la cuestión de las traducciones medievales. Un saludo

      • Eduardo dijo:

        Querido amigo, yo no sé si usted ha leído mi «tesis principal» o una traducción toledana de ella. Que una determinada lengua sea reivindicada por mi parte como «lengua de pensamiento» no significa que esté defendiendo su superioridad sobre otras lenguas, en filosofía o en bioquímica. Que el español sea una lengua de pensamiento o lengua filosófica como decía Ortega en la cita mencionada, significa simplemente que cuando alguien habla en castellano puede decir con toda naturalidad palabras como, por ejemplo, «vivencia», que es una palabra que se inventó Ortega para traducir el término alemán Erlebnis, idea que proviene de la fenomenología alemana. Lo mismo pasa cuando se habla en alemán, en latín o en otras «lenguas de pensamiento», que uno utiliza palabras corrientes que provienen de una tradición filosófica que por lo general es desconocida para los hablantes. Que, por ejemplo, el euskera no sea una «lengua filosófica» no significa que sea inferior, o menos útil o menos digna. Significa sencillamente que no ha habido filósofos que hayan escrito en euskera y eso, por mucho que les pese a algunos, contribuye a dar forma a la lengua. Las lenguas que no son «filosóficas» pueden perfectamente poseer otras características que se han desarrollado debido a su realidad histórico-cultural, como es, en el caso del euskera, la riqueza que tiene esta lengua en lo concerniente a las relaciones familiares fraternas (la palabra para hermano o hermana varía dependiendo de si viene de un hombre o una mujer, y viceversa), detalle sin duda interesantísimo desde la óptica del «álgebra del parentesco» de los antropólogos.
        Salud

      • Jesús dijo:

        Eduardo. Todas las lenguas tienen exactamente la misma capacidad de expresar cualquier cosa mediante neologismos, aunque, obviamente, antes de molestarse en crear el neologismo o de hablar de un tema en concreto, a nadie le importa un carajo usar esas palabras. Sobre lo de la diferencia entre ser y estar, pues qué quieres que te diga: tan chorra me parece una «ontología» basada en el verbo ser como una basada enlos dos verbos, si por ontología entendemos lo que ha hecho la mayor parte de los metafisicos: pajas verbales.
        Un saludo

      • Ire dijo:

        Bueno, desde un punto de vista filológico la diferencia entre SER y ESTAR en castellano y en catalán, algo diferente, se produce por una cuestión sintáctica y por una cuestión de contexto. Su diferencia en otras lenguas se hace innecesaria precisamente por esta cuestión, ya que el contexto suele quedar bastante bien definido por sí solo.
        En el caso del catalán, SER debe ir acompañado de un adverbio de lugar o de un circunstancial e indica una situación estable o habitual en el tiempo. ESTAR se refiere a una situación transitoria.
        Pero tanto en inglés como en francés, por ejemplo, estas distinciones son innecesarias ya que tanto el resto de elementos sintácticos como por el contexto queda claro su significado.
        Cada lengua es un mundo 😉
        Saludos

      • Eduardo dijo:

        Jesús, no podría estar más de acuerdo contigo, lo que no sé es de qué parte de mi comentario sacaste la conclusión de que estaba diciendo que el español o cualquier otra lengua podía ser «filosóficamente superior». Por lo demás, creo que ni yo ni en realidad nadie con una mínima formación filosófica puede mantener lo que tú dices al final de tu comentario, a menos que tenga algún tipo de «enfermedad filosófica infantil» (como es el caso de, por ejemplo, Fernando Savater cuando critica la filosofía de Gustavo Bueno porque incluye una ontología y eso lo desautoriza de inmediato porque la ontología pertenece a ese oscuro cuarto de las «chorradas metafísicas» y «pajas mentales»). Que la ontología se haya dado la mayor parte de las veces bajo una forma metafísica que hoy nos parece ridícula no es razón para ignorar toda ontología (particularmente la de Bueno, meterialista, dialéctica y sistemática y, para mí, la más potente del presente). Análogamente, que los «imperativos» éticos o morales hayan aparecido siempre justificados por algún tipo de poder divino o espiritual «metafísico» no significa que por eso la ética o la moral deban ser dejadas de lado.
        Salud para todos

      • Jesús dijo:

        Eduardo, disculpa mis malentendidos sobre rus afirmaciones. Sibre el último punto, me reitero en mi infantilidad: la ontologia, así en general, son pajas mentales (o poesia sin arte, si quieres), pero lo de G.B. ya no son pajas, es tubeporn, lo menos. G.B. es el mejor ejemplo actual de por qué la filosofia española no se come una rosca a nivel internacional: porque les da la risa cuando ven a qué cosas nos dedicamos los filósofos carpetovetónicos.

      • Eduardo dijo:

        Podría usted, don Jesús, poner algún ejemplo y exponer sus razones para salir un poco de su infantilismo. Porque si es verdad que es usted capaz de refutar a GB me encantaría oírle.

      • Jesús dijo:

        Eduardo, no te daré ese gusto. Molestarme en refutar las teorías de Gustavo Bueno tiene para mí la misma importancia en estos momentos el mismo interés que refutar el Libro de Mormón, ambos con una credibilidad parecida.

      • Eduardo dijo:

        No sabe bien lo mucho que lamento, don Jesús, que no quiera usted darme gusto. Queda sin embargo constancia de que lo que usted ha dicho sobre Bueno no tiene una fundamentación, porque no le merece ningún interés (por cierto que descalificar el Libro de Mormón así porque sí, porque es el Libro de Mormón, a parte de ser la más grosera petición de principio que cabe imaginar, da cuenta de cómo la falta de interés puede traducirse fácilmente en ignorancia; a mí la cristología no me interesa nada, pero resulta que es fundamental para entender la idea de persona, así que estudio la cristología; homo sum humani a me… y ya sabe el resto).

      • Jesús dijo:

        …alienum puto (con perdón)

      • Eduardo dijo:

        Ya ha dejado clara su falta de interés por el autor, pero aun así me gustaría recomendarle, a usted y a los lectores en general, el libro de Bueno de 1972, «Ensayo sobre las categorías de la economía política». Es el libro con el que me di cuenta definitivamente del alcance que tenía el sistema de Bueno. Además es un revulsivo infalible para los que aún están bajo el «yugo austríaco» (por cierto, don Jesús, se ha saltado usted la palabra «nihil» de la sentencia latina).
        Salud

      • Eduardo: austríacos y buenistas tienen para mí aproximadamente el mismo nivel de credibilidad intelectual, o sea, ninguna.

      • Por cierto, mejor que leerse ningún libraco ininteligible de los de Gustavo Bueno, lo que hay que hacer es disfrutar con mi novela «Regalo de Reyes», que ayer se colocó nada menos que en el puesto 3º de Amazon Kindle (por encima de Pérez Reverte – chúpate esa, Arturo), lo que anuncio porque estoy muy contento de verlo y para hacérselo saber a mis queridas brigadistas y demás parroquianos.

  7. Hanna dijo:

    ¡Ah, qué placer recordar a Manuel G. Viñó, generoso, bueno, inteligente, irónico, cultivado! Jamás te olvidaré, Manuel. Y fuiste tú quien me enseñó a amar a este ejército, todo sea dicho…

    Quizá después -en especial si jarrea sobre la falla brutal- tenga tiempo de opinar sobre la opinión de este buen señor -no, tampoco tengo el gusto, lo siento, patrulla, por o para eso entro, para saber qué opináis de ‘tanto otro’- pero, para empezar, me cuesta hacerlo y suelo abandonar incluso cuando el ladrón escribe alegre de aquesta guisa, como mínimo, poco respetuosa con el lector. Boli rojo de maestrita, pues, en forma de mayúsculas, que son al tiempo gritos desgarrados, para indicar lo más obvio, aunque haya más:

    «Uno podía editar a rueda del (¿EDITAR A RUEDA DE? DESPISTE MÍO DE LECTURA, SIN DUDA, PERO NO SÉ QUÉ ES EDITAR A RUEDA DE, AUNQUE LO SUPONGA. SOLICITO AYUDA) Canon Occidental, de la Alta Cultura y de la crítica establecida y no tenía porque (POR QUÉ) estrellarse contra la primera esquina. Es más, los editores podían vivir en la ilusión (DE) que eran ellos quienes armaban su plan editorial anual basándose en su criterio profesional. El éxito estaba más cerca del chamanismo que de la gestión racional del mercado porque, efectivamente, había chamanes que decían a la tribu qué debía leer.

    Un buen día la tribu empezó a hacerse mayor y descubrió un nuevo juguete con el que saber qué decía el vecino, miles de vecinos, millones de vecinos literarios, acerca de sus mismos gustos. Y se dieron cuenta (DE) que hacer caso a …», etcétera, etcétera.

    Besos de pólvora mojada, mi sargento.

  8. Gianni Perrella dijo:

    Llevo muchos años leyendo suplementos literarios y creo que jamás he tenido en cuenta lo que escriben los críticos literarios. Los críticos literarios de los medios de comunicación de masas nunca han ejercido verdadera influencia en lo que la gente lee. La única influencia que han logrado es la amistad del escritor al que reseñan y los regalos del editor generoso de turno. De toda la vida, la gente que lee libros se ha fiado de tres elementos a la hora de seleccionar libros: su propio instinto y gusto literario; las recomendaciones de amigos y conocidos; y las recomendaciones de un librero o un bibliotecario. Y en ese orden precisamente. Por eso es normal que la gente siga atendiendo a las recomendaciones de esos tres elementos, sólo que ahora vienen en forma de redes sociales, en vez de contacto social.

  9. inigojis dijo:

    ¿Dónde está mi comentario?

  10. inigojis dijo:

    Era lo siguiente: Los críticos literarios de la prensa nunca han ejercido ninguna influencia en lo que lee la gente. La gente, a la hora de elegir un libro, se fía de: su gusto literario y su instinto; recomendaciones de amigos y conocidos; y recomendaciones de libreros y/o bibliotecarios. Lo único que ha cambiado es que esas recomendaciones llegan a través de redes sociales en vez de a través de contactos sociales. Pero, «is the sign of the times».

  11. jose dijo:

    Si la crítica es seria (obviamente en españa no es así) yo prefiero la opinión de un crítico (hasta que la experiencia me demuestre lo contrario).
    En goodreads o amazon, una novela como el código da vinci o 50 sombras de grey siempre va a tener más opiniones favorables que el último Pulitzer, por una razón muy simple, las personas que opiniarían que esas novelas son bazofia ya ni se acercan a ellas, mientras que cualquier ganador de un premio literario recibirá un montón de críticas negativas de gente que se acerca a la novela atraía por el premio y que descubre con horror que no es tan adictiva como una novela de John Grisham. Y quien dice un premio literario (serio) dice un clásico, que algunos/as lo del contexto histórico en que una novela fue escrita como que no lo acaban de asimilar
    Y si la novela tiene el más mínimo contenido político, entonces ya es mejor ni mirar. Y por supuesto si el autor cae mal a un sector de la población, las bajas puntuaciones se dan por descontadas (en esto la prensa convencional no es mejor, basta ver algunas opiniones vertidas en según que medios sobre la nueva novela de Franzen, y eso que no la han leido porque no sale hasta septiembre).

    Si alguien quiere recomendaciones, lo mejor son los foros. Uno siempre puede encontrar lectores afines con los que se tienen gustos en común, con lo cual es relativamente sencillo que las recomendaciones de esas personas resulten acertadas

  12. danieldilla dijo:

    Si la crítica te la hace un tipo que escribe en el London Review of Books, la propia crítica en sí va a ser una obra de arte. Qué conocimientos y qué grado de cultura maneja esta revista. Uno lee la LRB de arriba a abajo, sabiendo que no hay tiempo en el mundo para leer todo de lo que allí se habla, pero se cierra la revista con un gozo de haber vivido un rato maravilloso, y con más capacidad de reflexión. Eso es impagable.

    No estoy completamente de acuerdo con la opinión de que la masa deba manejar los gustos. Tampoco con los críticos pero… ¿de verdad alguien lee siguiendo a un crítico? La masa lee libros de aeropuerto que están lejos de mi gusto. Los críticos… ¿quiénes son los críticos? El Babelia tiene menos interés para mí que el folleto con las ofertas de Alcampo.

    En mi caso, y aparte de la citada revista, la mejor recomendación de lectura han sido los saltos (algunos al vacío) que da uno mismo, los clásicos (ahí nunca hay fallo) y, sobre todo, hablar y leer entrevistas con escritores. Los mejores libros que he leído en los últimos años han sido recomendados por escritores. Aún sigo buscando la entrevista en que alguien (que no recuerdo) recomendó La obediencia nocturna de Juan Vicente Melo. Autor mexicano fundamental.

  13. Pingback: BERNAT RUIZ DOMENECH SOBRE LAS NUEVAS FORMAS DE PRESCRIPCIÓN (Patrulla de salvación) | Libréame

  14. Ameba dijo:

    ¿Quién nos dice qué leer?, pues nadie en particular y todos en conjunto. Los lectores que no queremos perder el tiempo (y el dinero), en libros que no valen la pena, hacemos una criba en base a varios parámetros. En el terreno de la crítica el parámetro más importante es: quién hace la crítica, que nivel de confianza tiene ante nuestros ojos, cuánto confío en su criterio. Por otra parte sabemos que las críticas hechas por profesionales suelen estar sesgadas por contratos, deberes, intereses, etc., y por lo tanto actuamos con cautela.

    Luego está la crítica no especializada (blogs, recomendaciones de amigos y parientes, etc.) en donde la confianza también es un parámetro importante. Y finalmente está nuestra propia experiencia como lectores.

    En casi todos los terrenos donde intervienen conductas sociales (y por lo tanto culturales, emocionales), la opinión de los críticos ha perdido la relevancia que tenía antaño, y, en cierto aspecto considero esto como algo positivo, básicamente porque no necesitas que nadie «te diga qué leer» que ya te lo dices tú solo. Y es así como a veces cometemos errores, pero en parte el error es una forma de aprendizaje honesta que nos lleva a hacer una mejor criba en el futuro.

    La opinión especializada debe existir, de eso no hay duda, sobre todo porque a través de la crítica seria (por llamarla de alguna manera), uno amplía la mirada sobre ciertos aspectos que probablemente pasan desapercibidos cuando uno decide a solas. Además, y como se menciona más arriba, cierto tipo de crítica es una obra de arte en sí misma. La opinión no especializada también debe existir porque el análisis suele ser menos técnico pero más emocional, algo importantísimo a la hora de elegir qué clase de libros estamos dispuestos a leer.

    Por otra parte, y creo que esto es muy importante, ¿de qué clase de lector estamos hablando?, ¿del que dedica una buena porción de su tiempo libre a la lectura pero no tiene intenciones de escribir en algún momento?, ¿del que intenta aprender a escribir?, ¿del que lee sólo en vacaciones?. ¿Qué nivel cultural, qué intenciones, tiene un lector a la hora de coger un libro?. No podemos responder a la pregunta «Quién nos dice qué leer» si consideramos como iguales a todos los lectores. Supongo que para cierto tipo de lector la voz de la crítica tiene más peso, para otros será «la voz del pueblo» y para otros las preferencias personales.

  15. Ameba dijo:

    joder vaya rezo…Me estoy pareciendo a Nicanor 🙂

    • Ojo, ameba. Parece que te acecha un serio peligro. Yo, resumiendo, creo en la necesidad de la «critica», y por esta entiendo, el género periodístico de opinión especializada. Es decir -con, prudencia, todo está cambiando «just now»- expresada y difundida por un medio periódico con información estructurada. Esto implica continuidad. Para que haya «critica» tiene que haber más de un «crítico». Es decir, la posibilidad ofrecida al lector de encontrar sintonía -y lo contrario- con unos y otros críticos. Yo soy menos culto que la media que circula por aquí, pero recuerdo perfectamente que en NYC, cuando salía una película, un libro, o una obra de teatro, todo el mundo se asomaba a las críticas y estas se comentaban y se contrastaban con la opinión propia. Esto implica algo que en España no existe -no se en la literaria… no la sigo, de momento-, que las críticas se produzcan en una fecha muy concreta. En caso del cine o el teatro, por lo general, el día del estreno si ha habido preestreno para la crítica, o si no, el día siguiente al estreno .Esta simultaneidad es esencial. Esencial. Para crear lectores, espectadores, críticos a su vez. Recuerdo los viernes, quedar con los amigos en el café, y todo el mundo leía las críticas de los estrenos al menos en el Times, (NYT), el Voice, el New Yorker, el Daily.. .creo recordar. Más aún, se sabía el nombre del crítico -en el caso del Times varios- que hacía la crítica de una película y se sabía el parámetro desde el que había que leer y posicionarse según fuera uno u otro. Esto no existe en España. Que yo sepa. Los críticos van y publican sus críticas cuando les parece, con lo cual es fácil perdérsela y, casi imposible, contrastarlas. Así, a bote pronto, en plan bocazas.

      • Ameba dijo:

        Hombre, si la crítica a demás de ser seria es organizada, pos tanto mejor. Uno aprende cantidad de cosas cuando alguien que ha analizado el libro con ojos de «experto» lo destripa un poco para uno. Sin embargo, siempre con cautela, yo al crítico que más le creo, le creo el 90%…porque todos somos humanos, todos tenemos nuestros intereses…y todos tenemos que comer. 🙂

  16. Hanna dijo:

    … Y bueno, creo que os olvidáis de algo delicioso: ir a la librería a disfrutar, y hablo, cómo no, de libros en papel. Me paso horas hojeando libros y libros, y sin modestia alguna digo que, de tres, acierto dos; no está nada mal. Así descubrí uno del que quizá nadie me hubiera hablado, El invernadero, de Wolfgang Koeppen, una novela de primera lectura desagradecida, razón de que la haya leído dos; de esa Alemania sabía bien poco. Compagino ese hábito con las indicaciones de un par de amigos que no fallaron una sola vez. Y desde luego, siempre me retraje de aconsejar a nadie determinada lectura, a no ser que conociera muy a fondo a esa persona. Por ejemplo, con mis alumnos era sencillo.
    .
    Todo es silencio y paz en esta ciudad. Increíble Valencia en este momento grandioso 😉

    • Ameba dijo:

      No, no, nadie se olvida de eso. Hace poco encontré una librería de libros usados que me ha dado uno de los más grandes gustos estos últimos meses, «Falconer» de John Cheever, un libro difícil de encontrar a un precio razonable y que allí sólo me costó 2,50 €.
      Tentada estoy de sugeriros hacer cada uno una lista de los mejores libros que ha leído, no me refiero a «recomendaciones» propiamente tal, más a bien a compartir con los demás los libros con los que más hemos disfrutado, a ver.

    • Hanna, vi por televisión 13TV -sí, me confesaré- la Cremá. Me quedé patidifuso. Impresionante. Punto atávico total. Cultura mítica. No me cabe en la cabeza que TVE no de la cremá en directo. De TVE no voy a hablar, porque me caliento… con decir que mientras Cuatro y Sexta daban en directo el atentado de Túnez -pena infinita… esas gentes ven esfumarse en un segundo su medio de supervivencia-, 24h, que para eso está, estaba con desconexiones regionales -en mi caso, información menor sobre el condado, principado, devenido en comunidad pretendidamente independizable- y, la 1, me explicaba -y aquí si me ciscaría en todo, sólo TVE me hace tener pesadillas con la dichosa guillotina y una picadora de carne para albóndigas nutritivas de alimento canino- la «noticia» de que Paquirri Rivera y su mujer -no llego al nombre, no es despreciativo-, aún NO habían decidido el nombre de la niña que están esperando. (En ese momento en directo los rehenes eran liberados y se ponían corriendo -los supervivientes- a salvo). Lo del nombre de la niña, nos lo informa una tal Izalburu o algo así -desde luego no me voy a aprender su nombre- cobrando de paso más que toda la Gurtel, los ERES, la trama Púnica y, por supuesto, la autopista Barcelona-Andorra- DEL DINERO DE LOS CONTRIBUYENTES y de forma legal. Es decir -un momento, me limpio la espuma de las comisuras y vuelvo-, «ya», que una señora o señor en España se levanta a las 6 para coger el metro e irse a una oficina en casa Dios a fregar 8 horas en sitios en los que no entra un rayo de luz para que le quiten de lo nada -NADA- que cobra, un pastizal, para pagárselo a esta señora para que no estupidice a todos. Nada, nada, ¡nada! ha alcanzado cotas abisales de podredumbre más altas que las putas televisiones -las públicas quiero decir-. (Tras este inciso), comentarte que entiendo perfectamente tu sufrimiento ante la orgía de la masa en pleno culto dionisiaco mientras tú sufres -casi en silencio- tu arrebato apolíneo. ¿No hay un convento -con voto de silencio, al que puedas a hacer unos ejercicios espirituales, leyendo a Rimbaud, por ejemplo por poner un toque de tierna melancolía?. En fin, its, over. Dos extranjerismos con tu permiso. Abrazo.

    • Ire dijo:

      Yo pasaría directamente de la cremá, pura fanfarronada y derroche de recursos, en mi opinión, e iría directamente a la mascletá, donde el cielo desparece, la pólvora te invade los sentidos y el ruido se vuelve rítmico en el estómago. Toda una experiencia.

      • Hanna dijo:

        Como mucho, Ire, un castillo de fuegos, recuerdo un piromusical bellísimo, y muy de cuando en cuando, la pólvora no es lo mío. Me contaron de un excombatiente de la 2ª guerra mundial que visitó Valencia en Fallas y al día siguiente se metió en cama horrorizado y de ahí no pudo sacarlo ni Dios.

        Ay, Nic, Nic, que creo que eres de derechas, maldita sea, mi bien… Pero siempre hay conventos -públicos- para mí en Fallas, donde puedo, no leer, recitar por lo bajini, y tampoco a Rimbaud, de mis años niños, a mis poetas de hoy, ya sabes.

      • Ire dijo:

        Sí, claro, lo decía por lo atávico, teniendo en cuenta que es broma, como en las películas.

  17. ¡Hello!
    Lo de la literatura es un mar, inmenso. Hasta yo escribo novelas. El mar ése que digo son todos y cada uno de los libros publicados; un libro es una gota, siguiendo mi metáfora. Y es un lío –un puto lío– saber lo qué merece la pena y lo que no. Si te lías a leerlo todo acabas chiflado o chiflada con toda la seguridad del mundo (literario), y si te asesora un mindunguis puedes aborrecer la lite antes de que acabe el primer asalto, corriendo el riesgo de vivir en plan antiliterato. Un lío, ya digo.
    Se me ocurre que, tras reunirse una vez al año, «gente» que realmente entienda, haga pública una lista de los libros que merece la pena leer. Gente altruista, no del negocio, porque la literatura no es un negocio. Ustedes que tienen blogs «sanos» colaboran bastante.
    Eso.

  18. Jesús Vega dijo:

    Hola, el cómo orientarse sobre qué leer es, como se ha dicho, un verdadero problema. Porque hay muchos tipos de lectura y lo primero sería seleccionar el que nos interesa. Después, está el determinar si dentro de ese género lo que prima para nosotros es la calidad literaria o el entretenimiento, es decir, si preferimos lo que nos aporte una visión enriquecida del mundo o las personas o si nos gusta simplemente evadirnos de la realidad y pasar el rato distraídos. Desgraciadamente, esta última opción parece ser la más demandada hoy, hasta el punto que un comentario crítico que se suele hacer de una novela es «que engancha», que te absorbe en su trama y te olvidas de todo.
    La crítica especializada ya queda claro que no hay que seguirla, porque ella sigue intereses comerciales ajenos al propio valor de la obra. La crítica amateur de los blogs literarios está condicionada por el amiguismo, cuando no por venta descarada al autor de reseñas favorables de sus libros. En cuanto a la crítica democrática de las redes sociales, única esperanza de crítica objetiva que cabría esperar (la virtud de los grandes números), desgraciadamente reponde al gusto general, que como hemos dicho está orientado en nuestros días al «entretenimiento», fruto de nuestra «civilización del espectáculo» que dice Vargas Llosa.
    Así que cada quién que se sitúe en el sector de crítica que le plazca y sufra las consecuencias. Pero si de literatura de calidad hablamos, dentro de cada género literario, tendría que aparecer una crítica especializada y amplia, sin ánimo de lucro, jaja, que actuara en espacios concretos de las redes sociales donde se generara debate y contraste de opiniones. Lo malo es que no hay mucha gente cultivada y altruista que esté dispuesta a regalar su tiempo a los lectores.

    • Jesús, pásate por mi blog. No es de crítica especializada (aunque tengo estudios de literatura), pero sí que intenta ser serio a la vez que entretenido. Intento sintetizar al máximo lo que me ha transmitido el libro para generar textos no demasiado extensos. Tampoco es plan de ponerse a analizar la obra académicamente, porque eso en el fondo resulta aburrido y no funciona como recomendación inmediata para los lectores. Aclaro que nadie me envía libros, ni tengo contactos en el mundillo, ni cobro. Altruista, sin amiguismos y sin ánimo de lucro. Pero, obviamente, también soy humano y tengo mis gustos y preferencias.

      Humildemente, en la columna de la derecha de mi blog hay unos asteriscos que quieren ser estrellas y que representan mis valoraciones personales sobre las mejores obras que he leído. Ahí están mis recomendaciones por si a alguien le interesa.

      Un saludo.

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