LA EXCEPCIÓN QUE CONFIRMA LA REGLA

Busco como una loca la excepción que confirme la regla. Pero ni eso encuentro. Anoche -Sí hija, sí, continuo, como una idiota, dando oportunidades a estos chicos- terminé de leer la última novela de un autor español joven en el que tenía puestas todas mis esperanzas. Y… gran decepción. No voy a escribir la reseña porque no me da la gana. No merece la pena.

Este libro, que se publica en estos días, adolece de los mismos defectos que los escritos por sus amigos/as. Pero hay uno en especial que clama al cielo, porque parece que se ha convertido, ese defecto, en marca de fábrica. Me refiero a la falta de consideración para con el lector.

Estos chicos, los zambrapronolmos, escriben para sus amiguetes y solo para ellos. Parece como si ya hubieran aceptado que solo van a vender –en el mejor de los casos- 500 ejemplares, y que se los van a comprar los que son como ellos, y los que –modernillos con 10 años menos- quieren ser como ellos. Total: 500.

Estos chicos, eso sí, se preocupan un poco por el estilo, no sea que sus amigotes les saquen los colores y se rían de ellos. Que en eso son antes escritores que amigos y no hay nada como despellejar al colega. Pero ¿pensar en el lector anónimo, en ese que no tiene nada que ver con ellos y que no conoce nada de su mundo, sus claves y sus cositas? No, a ese tipo de lector que le den. Así, claro, nunca saldrán del pozo de las 500 copias vendidas por ejemplar. Pero “no pasa nada” porque siempre habrá algún coleguilla que tiene una editorial independiente. Y en último extremo, pues lo editamos en digital y santas pascuas.

Recuerdo un caso sangrante que sí reseñamos aquí. Me refiero a la ¿novela? de Carlos Pardo, Vida de Pablo (Periférica 2011). El librito, insufrible, estaba plagado de bromas privadas, o eso deduje como única explicación a aquella sobredosis de prosa insulsa. Aquí nuestra reseña.

Arturo Pérez-Reverte, en su blog novelaenconstruccion.com, en un “post” que titulaba “Personajes crudos y personajes hervidos” (aquí), escribía:

    Hay un personaje de la tercera parte (capítulos décimo y undécimo) que debo revisar a fondo. Marco notas para volver a él con detalle en la próxima revisión. Ojo con este fulano. Lo tomé directamente de la realidad, pero no me satisface del todo. Quizá funcione para el lector en el marco general de la novela, pero no funciona bien para mí. Cada vez que llego a un pasaje determinado veo al personaje en el que me inspiré, al de carne y hueso, no al literario que quiero mostrar.  Está crudo, por decirlo de alguna manera. Y lo que nunca hago, o procuro evitar, es meter en una novela a un personaje entero, sin cocer, crudo. Porque eso es muy peligroso y no funciona bien. Ningún personaje de la vida real puesto en una novela funciona si no lo has hervido antes. Ese hervor significa trabajar con ellos y hacerlos literatura. Que el lector, ingenuamente convencido, piense: “Es real como la vida misma”. Es como el lenguaje: el de la calle, usual, casi nunca funciona por escrito. Nada real como la vida misma funciona bien en una novela.

Y dirán los perroflautas letraheridos que lo que quiere Pérez-Reverte, con eso de “personajes que funcionen”, es vender. Porque ellos, los perroflautas, consideran que pensar en el lector es ser comercial. Ellos, como son artistas…

Lo que explica Pérez-Reverte es una regla básica del manual para escribir novelas y no tiene nada que ver con hacer el libro vendible. De lo que habla don Arturo es de construir correctamente los personajes. Lo más curioso es que muchos de los autores que integran la zambrapronolmos (ya tenemos censados a 42) son profesores de talleres de escritura. Un día me voy a apuntar a uno de esos talleres. Seguro que son un cachondeo.

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38 respuestas a LA EXCEPCIÓN QUE CONFIRMA LA REGLA

  1. Palimp dijo:

    No sé qué decir, salvo que el señor Pérez-Reverte debe hacer con sus personajes lo que los ingleses con la comida: hervirlos tanto que pierden el gusto y la apariencia de tales.

  2. Antonia Kardigan dijo:

    Sargento, ¿podrías por favor enseñarnos a todos la lista completa con los 42 autores que hasta ahora integran la zambrapronolmos (y de los cuales dices que la mayoría son profesores de talleres de escritura)? Es por curiosidad insana, más que otra cosa. Gracias. Un saludo afectuoso.

    • No seas maaaaala, Antoooonia.

      • Amiguito dijo:

        Elvira Navarro_ Jorge Carrión_ Javier Moreno_ Claudia Apablaza_ Robert Juan-Cantavella por ejemplo___ Todos dan talleres___ Pero la culpa no es de ellos_ Es de los gilipollas que les pagan___

        _A Olmos también le gustaría pero todavía no pudo demostrarle a nadie que sepa escribir_

  3. Comeclavos dijo:

    ¿Pero los personajes estos no son sobre todo alter egos del propio autor? ¿ Auto-ficción? ¿Autobiofantasia? ¿CiFiografia?

    • yorch dijo:

      ¿Te suena Dickens?

      • Comeclavos dijo:

        No me digas que el señor Scrooge era el alter… ¡Ahora lo comprendo todo!!!
        Pero quien esta hablando de Dickens o Bukowski o de tantísimos otros a los que les han pasado cosas en la vida más allá de que nos les llegue el dinero para comprar un juego de la play station 3 o que, debido a la crisis, en vez de tener el seguro del coche a todo riesgo lo tengan a terceros. Los experimentos, con gaseosa y las comparaciones con lupa.

      • yorch dijo:

        Igual -torpe de mí- no entendí bien…

        ¿Quién puede y quién no puede usar alter egos entonces?

      • Comeclavos dijo:

        ¿He dicho que no puedan? Perdón si he dado a entender eso. Primero he señalado que estos autores curiosamente tienden poblar sus novelas con alter egos (algunos personajes son incluso escritores jóvenes que…) Luego ha sido mentado Dikens, como si mentar alguien famoso (y muerto) que escriba ¿autoficcion? justificase o rebatiera una de las criticas generalizadas a esta hornada de escritores, a saber: que no saben crear personajes con chispa, creíbles, que, como cita margarita, están crudos. Esto no es sino una muestra de lo que adolecen estos chicos, como la paciencia y la imaginación. Si les admiro su osadía… sin mas.

        Por poder pueden hasta autoeditarse, rascarse las partes pudendas y soplarse mutuamente la nuca… y hacer auto ficción, por supuesto.

      • yorch dijo:

        Entonces efectivamente no te entendí bien: pensaba que te referías al uso de alter egos sin más. Mea culpa!

  4. Anónimo dijo:

    No sea mala, Sargento, venga, una pista! ¿Sello?

  5. VD dijo:

    «Pero ¿pensar en el lector anónimo, en ese que no tiene nada que ver con ellos y que no conoce nada de su mundo, sus claves y sus cositas?».

    No lo he entendido, Margarete. ¿A qué te refieres? Pon un ejemplo para salir de dudas. ¿Te refieres al insulto tipo «sois unos analfabetos funcionales, dejad de joder la literatura» de Gaddis en Agape Agape o más al vacile «soy un puto genio y los demás sois retrasados mentales» de Papini en Un hombre acabado?

  6. Capertucita dijo:

    también hay jóvenes autores españoles que venden decenas de miles de ejemplares y que no tienen nada que ver con estos que copan los blogs de este tipo

  7. Reb dijo:

    Más de 500 lectores no es literatura; es serie, es La señora.

  8. jonan dijo:

    Hola. A mí me han quedado claras dos cosas después de leer este post: una, que el académico don Arturo escribe mucho mejor sobre cómo está escribiendo su novela que sus novelas en sí.
    dos- que el académico don Arturo no lee los libros que firma; perdón, quiero decir que escribe… porque esa afirmación de que el lenguaje de la calle no funciona en las novelas se la podía aplicar de vez en cuando, que a veces parece que´en vez de llerle, estás en la barra de un bareto oyendo al típico spanish con el palillo en la boca y que para arreglar el panorama, pondría a todo el mundo a cavar zanjas. A todos menos a él mismo, claro.
    En cuanto a los jóvenes narradores españoles que escriben parqa los amiguetes pues no veo dónde está el problema. Si no somos sus coleguis, no tenemos tampoco la obligación de leerlos, ¿cierto? (sí, ya sé que tampoco tengo la obligación de leer al académico don Arturo, pero es que comprobar el predicamento que tiene entre las apatrulladoras es una provocación, ¿o no?).
    Saludos to everybody.

  9. Pingback: La regla

  10. VD dijo:

    Ya estamos con el espíritu de manupulín, señores. Díganme ustedes quién es don Julián sino Goytisolo y quién es Montano sino Vila-Matas y quién es Hans Reiter sino Bolaño. Ya lo decía Unamuno: el realismo objetivo de la Emma de Flaubert es una estafa. La Bovary es Flaubert (el Romanticismo desencantado que decide emborracharse con arsénico). Me quedo con lo que ha dicho Comeclavos. El problema no son ni el narcisismo narrativo ni los alteregos. El problema es la imaginación en todos sus sentidos, tanto para crear vidas de personajes como para inventar interpretaciones del mundo. Habrá que leer la novela del señor pues. A estas alturas yo no me fío del criterio de los lectores tanto de este lado de la orilla como del otro.

    • Ire dijo:

      Creo que el post se refiere al abuso de la autoreferencialidad, Vincent. Como no sé de qué escritor está hablando la Maggie pues no puedo saber si está en lo cierto o no. Mme. Bovary seguramente era algún alterego de Flaubert, y Félicité otro, y tantos y tantos más. Versiones de uno mismo corregidas y mejoradas, porque el pobre Flaubert como persona era más bien insulso. Et donc, voilà.

      • VD dijo:

        Entiendo, Ire. Pero tendríamos que cargarnos por exceso de autoreferencialidad 8 de cada 10 autores consagrados actuales. Ya lo discutieron en su día Echevarría y Aramburu en uno de los mejores debates de los últimos años. Yo sigo pensando que es una cuestión de imaginación. Trópico de Cáncer era la novela referencial por excelencia hasta que llegó el loco de Ellis y se calcó Lunar Park con un par. Ambas son una maravilla. Entretenidas como pocas, delirantes a más no poder, con sexo del bueno y con un mensaje muy claro, preciso y muy fácil de interpretar. Vamos, que se nota que no eran unos jodidos burgueses a quienes en su puta vida se les ha ocurrido calcarse una cafrada padre. A eso vamos.

        Digamos que de lo que se queja Margarete aquí, o eso creo, y que es a lo que te refieres, es que a veces los jovenzuelos contamos nuestros batallitas como si en verdad le importasen a alguien: que si la facultad, que si el trabajo, que si mi piso, que si se ha muerto mi gato, que si el grupo que era buenísimo e íbamos a ser jodidas estrellas de rock, que si la chavalita que me follaba al salir de la disco, que si el coleguita del alma del que siempre he estado enamorado pero no me atreví a follármelo porque atentaba contra mi heterosexualidad, que si el día en que me metí unas rayitas de coca me acojoné, que si me flipaban los Ramones pero ahora no cago con el Witch House, que si la novela que estoy escribiendo va a ser la bomba a pesar de que sólo leo tebeos y como mucho las novelitas molonas de las que habla todos los asquerosos hipsters literarios de este país, que si me publican, que si voy de hotel en hotel, que si firmo libritos aquí, que si me lamen el culo allá, que si patatín, que si patatán, que si blablablá, blablablá, que si bla-bla-bla.

        Es lo que hay. La novela es el género burgués por excelencia. Lo demás es cosa de sturmundrugis puestos hasta las cejas de petazetas, cruzados matamoros cazanazis repartiendo hostias como putos animales y, como mucho, pícaros puteros con algo de talento entre los dedos para, además de hacer cosas muy guarras a las damiselas de la corte, escribir alguna otra novelita para el espíritu se corra de placer que no sólo de la carne mórbida se alimenta el hombre.

        En fin, es lo que hay.

      • Ire dijo:

        Claro Vincent, eso nos pasa a todos. La única diferencia es que algunos saben hacerlo interesante y otros no. Y para que un o una soso/a me cuente lo que nos pasa a todos pues para eso me escribo un diario, cosa que no he hecho en la vida ni pienso hacer. Puedes ser tan referencial como te dé la gana siempre y cuando tengas algo que contar. Las batallitas del abuelo son todas iguales.

  11. Fumungus dijo:

    En sigueleyendo.com no se enteran. ¿Una regla con excepciones no es una regla? Lo que no será es una ley. La RAE dice de excepción: Cosa que se aparta de la regla o condición general de las demás de su especie. O el propio titúlo, la excepción que confirma la regla. ¿Esta gente no reconoce una frase hecha, conocida y reconocida?

    • VD dijo:

      Mejor en el original latino, que es menos capcioso: «exceptio probat regulam in casibus non exceptis». De ahí que el día en que Margarete encuentre su excepción confirmará, precisamente, su peculiar regla de que todos los escritores de 40 son malos escritores por el hecho mismo de existir una excepción que confirme la falta de talento en los demás. Así que, esta vez, la cosa queda en tablas.

      • julian bluff dijo:

        Vicente

        Me hacen gracia tus comentarios. Pareces creerte el eterno escritor de menos de «cuarenta años». O el escritor eterno de menos de «cuarenta años». Ya cumplirás los «cuarenta» y, entonces, y sólo entones, podrás ser bueno. Es un puro asunto del «tao» y no hay que darle más vueltas de hoja. Piénsalo. 😉

      • VD dijo:

        Líbreme Dios de cumplir cuarenta, Bluff, que no quiero parecer Sean Penn en esa horrible película que he tenido la desgracia de ver este mes.

  12. Capitán Ruiditos dijo:

    Mr. Combate Reverte es el crisol en el que medir la buena literatura. Come on! Demasiadas drogas, patrulleras.

  13. johnny dijo:

    Dear margaret: es tal la desazón que me embarga cuando hago la cuenta de cuántos son los pseudointelectualoides enfermitos de las letras vacuas que te leen, que solo te digo «Adiós», volveremos a encontrarnos cuando tu público esté a la altura de las circunstancias y de tu gracia.

  14. Inspector Bermejo dijo:

    VD, eres tonto.

  15. Amiguito dijo:

    Carlos Fuentes fue el mejor ejemplo del escritor que escribe para agradar al poder___ obcecuente con todos los presidentes mexicanos de la historia_ intrigante_ manipulador_ autocelebratorio___ A él le daba lo mismo que el narcotráfico desangre mi país_ lo que le importaba era conseguir que el Estado mexicano pagase los fastos de su 80 cumpleaños___ Como escritor deja poco_ dos novelas y como hombre público le deja a México muchísimo menos_ El mal ejemplo_ como dice muy bien Faciolince___

    Que digan que estoy dormido
    Por: Héctor Abad Faciolince
    Muriera donde muriera, el mexicano Carlos Fuentes dejó instrucciones precisas de que lo enterraran en el cementerio de Montparnasse, «cerca de Jean-Paul Sartre y Simone de Beauvoir».
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    Mientras cargan para allá con sus restos, me acordé de la voz de Jorge Negrete cantando un corrido de su país: “México lindo y querido / si muero lejos de ti / que digan que estoy dormido / y que me traigan aquí”. Aquí lo pueden oír: http://bit.ly/rz5N1I y aprovechen para fijarse en la imagen de Jorge Negrete. Su estampa fue el modelo de belleza para los latin lovers: moreno, delgado, mero macho, peinadísimo, de corbata, con bigotico negro muy cuidado. ¿A quién se parece mucho? Pues nada menos que a Carlos Fuentes.

    Fuentes, desde hace decenios, se paseaba por el mundo entero como una especie de embajador de la literatura, perfectamente ataviado como Jorge Negrete, dando discursos en los que pontificaba sobre todo lo divino y humano: no solamente sobre quiénes eran sus herederos legítimos en la literatura latinoamericana, sino sobre cualquier tema de sociedad o política internacional. Al mismo tiempo, casi cada año presentaba nuevos libros, lo cual habla muy bien de su capacidad de trabajo, pero que comparados con sus grandes primeras obras (La muerte de Artemio Cruz, Aura, La región más transparente) parecían escritos por un aprendiz. Son ensayos y novelas descuidados, precipitados, como si hubieran sido escritos en hoteles y aeropuertos, cuando las recepciones y los agasajos dejan un espacio en la vida. Los libros de madurez de Fuentes eran dignos, aunque muy abundantes. Una vez Monsiváis declaró que si a Fuentes le habían dado una beca de dos años para escribir Terra Nostra, a él deberían darle otra para leerlo. Pero el personaje Fuentes acabó dándole un golpe de estado al escritor Fuentes. Cuanto más crecía el primero, menos bien escribía el segundo.

    En la ‘cultura del espectáculo’ de la que habla Vargas Llosa en su último libro, el escritor contemporáneo corre un grave riesgo: que su imagen se lleve por delante su obra. Que la permanente exposición al mundo aniquile su concentración como artista. Al conocer a Fuentes había algo que llamaba la atención y que José Saramago registró con agudeza: “No soy persona que pueda ser fácilmente intimidada, pero mis primeros contactos con Carlos Fuentes, en todo caso siempre cordiales (…), no fueron fáciles, no por su culpa, sino por una especie de resistencia que me impedía aceptar con naturalidad lo que en Carlos Fuentes era naturalísimo, y que no es otra cosa que su forma de vestir. Todos sabemos que Fuentes viste bien, con elegancia y buen gusto, la camisa sin una arruga, los pantalones con la raya perfecta, pero, por ignotas razones, pensaba yo que un escritor, especialmente si pertenecía a esa parte del mundo, no debería vestir así. Gran equivocación mía. Al final, Carlos Fuentes hizo compatible la mayor exigencia crítica, el mayor rigor ético, que son los suyos, con una corbata bien elegida. No es pequeña cosa, créanme”.

    Concuerdo con la primera observación de Saramago; menos con el matiz que luego le da. A Carlos Fuentes le gustaba hacer un permanente monumento de sí mismo, empezando por el exagerado atavío. Le gustaba oírse hablar, oírse caminar. Le gustaba su imagen de Negrete en los espejos. Se sentía cómodo en su papel de pontífice de las letras. Era tieso, solemne. Y su último acto fue prepararse la tumba en París, cerca de quienes él consideraba sus pares. Dijo en una de sus últimas entrevistas: “Tengo un monumento muy bonito esperándome; se acerca el momento de ir a ocuparlo”. Dentro de poco estará ahí, en su automonumento. Para algunos escritores este es “un modelo de intelectual”. Para otros, entre quienes me cuento, es el antimodelo: exactamente eso a lo que nunca quisiéramos parecernos. ¿Se imaginan a Coetzee, a Philip Roth o a García Márquez mandándose a hacer un monumento? No lo necesitan: su único y verdadero monumento son sus libros.

    *
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  16. Mr. Claudio dijo:

    La excepción que confirma la regla es ésta (por cortesía de Luna Miguel, la de la «regla número 1 del sindicato»): http://sangrantes.tumblr.com/

  17. Peli-Roja dijo:

    Por favor, dejad de nombrar a Pérez Reverte como si fuera un gran escritor, como si tuviera algo que enseñar !!!!!!

    No es mejor que todos esos niñatos o escritores modernillos que tanto criticáis, y con ese ejemplo estropeáis el sentido de tales críticas (con las que estoy completamente de acuerdo)

    ARTURO PEREZ REVERTE NO ES UN BUEN ESCRITOR y punto.

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