JAVIER MARÍAS, AQUEL JOVEN ESCRITOR

En el apartamento de Benidorm (46,7 m2 y quinta fila de playa) nos apiñamos en agosto mis cinco nietos, mi madre (96 años) y servidora. Este verano se nos ha unido mi hijo José, al que, siguiendo la moda (hoy todos los jóvenes matrimonios se separan), su mujer ha puesta las maletas en la puerta con el irrebatible -al tiempo que estúpido- argumento de  “se me ha acabado el amor”. Por ese motivo no me ha quedado más remedio que hacer limpieza y deshacerme de todos los botes de crema bronceadora vacíos que coleccionaba y de los periódicos y revistas antiguas que acumulaba (como hacía uno de los hermanos Collyer en la novela Homer y Langley de E. L. Doctorow, Miscelanea, 2010.) [¿Por qué no he tirado a la basura, durante los últimos treinta años, más de cincuenta envases de “after sun”? No lo sé. Me apunto que debo contárselo a mi psiquiatra en la próxima visita]. Durante el citado exterminio de plástico y papel no he podido evitar caer en la tentación de leer algunos artículos antiguos. Le recomiendo –en el caso de que a usted también les dé repelús alimentar el contenedor con papel- dicha lectura, se va a reír, seguro.

Lo más divertido que he encontrado ha sido un artículo de Javier Marías en el suplemento El Semanal del 4 de agosto de 1996. La columna se titula “Protoespañoles y antiespañoles” y en ella, con la excusa de criticar el españolismo y el patrioterismo (uno de esos temas con los que las marujas votantes del PSOE, que leen el suplemento y se creen muy progresistas, reciben su ración semanal de modernidad y pueden seguir actuando como las conservadoras que siempre han sido –igual que sus madres y abuelas- sin sentirse mal) se dedica, como es habitual, a hablar de sí mismo, a auto citarse y a hacernos ver lo valiente, lo independiente, lo librepensador y lo, en definitiva, chiripitiflautico (por resumir en una palabra lo que no hay forma de compendiar) que es él, el gran Marías. [Con cuarenta y tantos, Marías, ya era grande. Él lo sabía y eso bastaba]. El artículo no tiene el menor interés, pero hay un párrafo que quiero copiar aquí por lo que pueda pasar alguno de estos días:

Recuerdo que cuando José Luis Garci obtuvo el Oscar, un periódico nacional minimizó el hecho o incluso lo criticó. Estaba en su derecho, ya que ese diario no hace profesión de españolismo a ultranza ni cae de hinojos cada vez que un compatriota triunfa en el extranjero en cualquier campo, sino que tiende a ponderar la posible justicia y merecimiento de ese triunfo, independiente mente de su nacionalidad. Y yo mismo, cuando nuestro actual premio Nobel recibió el premio Nobel que lo ha convertido en premio Nobel, declaré que me parecía la peor noticia posible para la literatura española, ya que suponía la entronización anacrónica de la novela más folklórica, castiza y rancia, contra cuya dictadura los escritores más jóvenes veníamos luchando hacía tiempo. El señor Premio no ha perdonado la osadía de esos novelistas jóvenes que ya no lo somos, necesitado como parece el buen hombre de perpetua unanimidad en la adulación, lo cual hace pensar que tampoco anda muy seguro de su valor. Pero yo no soy nada patriotero, ni siquiera patriótico, y me trae sin cuidado que quien gane algo sea español si a mí me parece una patata el sujeto en cuestión.

Javier Marías

El Semanal 4/08/96

Javier Marías, como ahora Obama y Romney, está en plena campaña. Su objetivo no es político, o sí, según se mire. Marías aspira a ganar el premio Nobel y cuando los suyos, el PSOE, vuelvan al poder (en 1 o 2 años), va a hacer el “sprint” final  para llevarse el galardón e ingresar por la puerta grande en la gloria literaria.

Pura naturalidad

Hasta hoy no estaba realmente en las quinielas, a Marías no lo conocen (ni lo valoran) tanto fuera de España. En realidad lo ponían en esas ternas de posibles ganadores los medios del grupo PRISA y algún otro vocero que copia o bebe de ellos. Pero lo de Vargas Llosa le ha hecho aprender mucho. Ha descubierto un nuevo camino –por supuesto plagado, como todos, de enchufes, peloteos, abrazos y felaciones holográficas– para llegar a la cima, su cima. A lo que iba, que en 2 o 3 años podemos tener un nuevo premio Nobel español en la figura de Javier Marías. Cuando eso ocurra, querido Javier, no te olvides de lo que escribiste (y sigues escribiendo o diciendo a cada oportunidad que se te presenta, la última en Zurich, el 18 de marzo de 2012 aquí) sobre Camilo José Cela y su premio Nobel de 1989. Pero sobre todo recuerda cómo reaccionó Cela.

Cuando todos (muchos) los que pensamos que eres un escritor prefabricado (ahí me voy a quedar) manifestemos nuestro desacuerdo con que se te reconozca con el premio, no vale cabrearse, ¿OK?

¿Te convertirás tú también en el “señor Premio”, Javier? Mi respuesta es que no, porque ya lo eres.

NOTA

El periódico al que Javier Marías elogia en el comienzo del extracto copiado, el que “minimizó” el Oscar de Garci, no es otro que EL PAÍS, cual si no.

OTRA COSA

Si quieren saber quien está detrás de este blog y por qué nos dedicamos a esto, compren el último número de la revista Quimera (Agosto-Septiembre de 2012) y lean la entrevista que su director (nos negamos a hablar con cualquier subalterno), Jaime Rodríguez Z., hace a la sargento Margaret en las páginas 77 y siguientes.

Un extracto:

—¿Podrías darnos una definición más amplia de lo que es un zambrapronolmos?

—En abril de 2011 detectamos ciertas maniobras orquestales en la oscuridad encaminadas a aupar a un grupo de escritores a la categoría de generación literaria aprovechando la estela de aquel horrible y triste Granta en castellano que publicó Duomo en otoño de 2010. Un periodista joven tenía ya medio escrito un artículo al estilo del que Nuria Azancot publicó el 19/07/2007 en El Cultural y que sirvió de bautizo de la generación Nocilla. Con nuestras acciones conseguimos neutralizar aquel contubernio.

Dentro de zambrapronolmos están todos aquellos escritores que, unas veces por falta de aptitud, otras por pereza y en la mayoría de los casos por los dos motivos, son incapaces de escribir una novela. Pero ser malo escribiendo no basta para ser un zambrapronolmos. Porque lo peor no es la mala calidad, siempre ha habido malos escritores. Lo peor y lo que denunciamos es la desfachatez de inventarse una nueva forma de escribir narrativa para, de ese modo, ocultar sus carencias como escritores y de paso, maquillando de modernidad lo que hacen, vender su producto. Eso es lo que de verdad caracteriza a un zambrapronolmos. Debe quedar claro, por supuesto, que el grupo es muy amplio y no solo engloba a los tres “escritores” que le dan nombre.

—Me parece que en muchos de tus comentarios hay un trasfondo más moral que literario, como si condenaras cierta actitud de algunos escritores más que las propias obras literarias.

—En el mundo editorial hay una élite formada por personas que se creen bastante más inteligentes que los demás. Estos elementos han actuado a sus anchas hasta ahora. Esa superioridad desde la que observan al resto de los mortales les lleva a considerarse en el derecho –y en algunos casos, el deber- de engañar al resto. Esa actitud y los actos en los que se manifiesta constituyen claramente una inmoralidad. Pero no se preocupen, aquí estamos nosotras para denunciarla.

Esta entrada fue publicada en Escritores y etiquetada , , , , , , , , , , , , , . Guarda el enlace permanente.

13 respuestas a JAVIER MARÍAS, AQUEL JOVEN ESCRITOR

  1. Ire dijo:

    Marías es un ‘liberal’. Como tantos otros.

    ¿Entrevistas quiméricas? Si la montaña no va a Mahoma…
    Un beso

  2. jonan dijo:

    ¿Y qué pasa si a Javier Marías le dan el Nobel (no se lo cree ni él, pero en fin…)? El problema no será de los que piensen que Marías es un escritor mediocre (como un servidor, por cierto), sino de los que aún crean que el Premio Nobel es un premio serio y riguroso… o que lo ha sido alguna vez.

  3. jose dijo:

    Yo a Marías no lo he leido (estoy a la espera de que El País saque una de esas colecciones, en que te puedes pillar unos cuantos libros, bien encuadernados y a buen precio), pero comparto su opinión sobre Cela.
    Aun recuerdo los comentarios de Don Camilo sobre el aniversario de Lorca, mal sabía él, lo olvidado que iba a estar a los pocos años de su muerte (y suerte que se estudia en los institutos).

    En cuanto al premio Nobel, no se, a mí es que no es un premio que me lleve a comprarme la obra de un autor. El Pulitzer o el Booker, sí lo hacen, si el argumento de la novela en cuestión me parece interesante.

  4. Pez dijo:

    Qué verano tan largo se me ha hecho sin ustedes vosotras, patrulleras…
    por fin de vuelta… Y con las pilas cargadas, afortunadamente…

  5. Pingback: JAVIER MARÍAS, AQUEL JOVEN ESCRITOR | Literatura y otras cosas | Scoop.it

  6. Qwerty dijo:

    Qué pena que das, EL. ¿No te das cuenta que eres lo mismo que criticas?

  7. VD dijo:

    Lo del gran Marías no lo entiendo. No sé, si hasta gran Trapiello me suena excesivo. Habrá que ver cómo aguanta el tirón cuando palme.

    Por cierto, esta tarde me largo a la biblio a por esa entrevista. Te va a caer entrada sí o sí. Has ascendido un nivel en el rango megatrol. Aunque el odio es mutuo, de ser verdad, tendrá algo de épico, que lo sepas. Ahora bien, soy yo Zambra, Pron u Olmos y te destrozo viva.

    • El problema, querido Vicente, es que no hay huevos.
      La Margarette
      PD. No hay huevos ni argumentos, claro.

      • VD dijo:

        O ganas. También es cierto que si te pones a discutir con todos los que te machacan en internet no acabas. Pero en tu caso yo haría una excepción porque representas al lector que idealiza la literatura del pasado. Ni Fitzgerald es tan bueno como lo pintas -no te preocupes que Woody Allen hace lo mismo en Midnight in Paris- ni Olmos es tan malo como dices.

        A la hora de contratacar emplearía un contrargumento: la crítica impresionista. Y es que aunque no te des cuentas, que te publiquen una entrevista a ti en Quimera y no a los quinientos investigadores que este año han defendido sus tesis sobre crítica literaria seria en los departamentos de Filología, es más sangrante si cabe que los zambraprolmos, quienes nos guste o no, nos caigan mejor o peor, nos peleemos con ellos o no, escriben libros, mejores, peores, pero los escriben. Tu merito radica es que sin tener mucha idea de crítica te estás convirtiendo en una de las voces críticas más ortodoxos de la cultura 2.0, lo cual tiene mérito y por ello me quito el sombrero. Si cada cual reconociese los logros de los demás en vez de canibalizarnos constantemente, la literatura no estaría tan podrida. De ahí mi misantropía.

      • VD dijo:

        Perdón por las erratas.

      • No Vicente.
        Te equivocas.
        La literatura en castellano está podrida precisamente por un exceso de elogios y por una sobreabundancia de mentiras. Los anglosajones son bastante más sinceros que nosotros. Los ingleses y los americanos no tienen aversión a la crítica severa cuando es lo que corresponde. Las camarillas, las pandillitas y las putas generaciones prefabricadas de escritores en las que todos se hacen mimitos y caricias (peor ahora con twitter y facebook que facilita el piropo en el acto) son un cancer y la metástasis es de tal grado y lleva tanto tiempo dañando el tejido del mundo literario en español, que lo único que podemos hacer ya es enterrar el cadaver (sin extrema unción, no la merece) y empezar de nuevo.
        No vuelvas a elogiar mi trabajo. La próxima vez que lo hagas te doy dos hostias.
        La sargento Margaret

  8. Saulovitch dijo:

    LLego tarde a la polémica, mi sargento, ahí va mi opinión. La verdad es que hace unos pocos años me gustaba todo lo que escribía Marías, aún reconociendo su estilo tan alambicado, y que a veces se hace insoportable. Su mejor obra siempre me ha parecido «Negra espalda del tiempo». La decepción me llegó, de forma brutal, con el tercer libro de «Tu rostro mañana», que en mi opinión tira por la borda toda la novela (ya que se trata de una única novela publicada en tres entregas) y las multiples escenas que relata en ese tomo van contra «el principio de la verosimilitud», de pura irrealidad, todo el libro lleno de pedanterías con su gran conocimiento del inglés. Me dió la impresión de que Marías quería terminar la novela como fuera. El autor dijo repetidamente que había quedado agotado y que iba a estar un largo tiempo sin escribir, pero al poco tiempo nos largó el gran paquete de «Los enamoramientos», segundo gran fracaso. Me parece que ya no volverá a levantar cabeza, está acabado. Decidir si es digno del Nobel es imposible, hay algunos ganadores del Nobel que merece la pena leer y otros que no. Lo que es seguro es que viven no menos de diez
    escritores y escritoras, con una obra muy superior a la de Marías.

  9. carmen carr dijo:

    todas las novelas de Javier Marías que he leido (y son unas cuantas) se me han olvidado por completo. De verdad no se de que trataban. Es algo muy curioso que no me pasa con ningun otro escritor, aún con los mas «difíciles».

Los comentarios están cerrados.