SOBRE LA GLORIA Y LA SENCILLEZ (Y, de paso, una defensa del anonimato)

LA GLORIA

Existen el nombre y la cosa. El nombre es un sonido que representa y significa la cosa; el nombre no es una parte de la cosa ni de la sustancia, es un elemento extraño unido a la cosa y unido a la cosa y exterior a ella.(1) Dios, que es en sí absoluta plenitud y el súmmum de toda perfección, no puede experimentar aumento ni incremento interior; pero su nombre puede aumentarse e incrementarse por medio de la bendición y alabanza que dedicamos a sus obras exteriores. (2) Alabanza que, puesto que no podemos incorporársela a  Él, ya que en Él no puede darse aumento de bien, la atribuimos a su nombre, que es el elemento exterior a Él más próximo. (3) De este modo, gloria y honor pertenecen solo a Dios; (4) y nada se aleja tanto de la razón como perseguirla para nosotros. En efecto, siendo interiormente indigentes y necesitados, siendo nuestra esencia imperfecta y precisando continua mejora, debemos esforzarnos en esto. Somos del todo huecos y vacíos; no hemos de llenarnos de viento y de sonido;  necesitamos una sustancia más sólida para mejorar. (5) Un hombre hambriento sería muy necio si buscara proveerse antes de ropa hermosa que de buena comida. Hay que atender a lo más urgente. Como dicen nuestra oraciones habituales: “Gloria in excelsis Deo, et in terra pax hominibus” (6) [Gloria a Dios en las alturas y paz en la tierra a los hombres]. Sufrimos escasez de belleza, salud, sabiduría, virtud y demás cualidades esenciales;  los adornos externos se buscarán una vez que hayamos provisto a las cosas necesarias.  La teología trata de manera amplia, y más pertinente, este asunto, pero yo no estoy muy versado en ella.

   Crísipo y Diógenes fueron los primeros autores, y los más firmes, en desdeñar la gloria; (7) y, de todos los placeres, decían que ninguno era tan peligroso y más digno de ser evitado que el que procede de la aprobación ajena. Lo cierto es que la experiencia nos muestra muchas traiciones perniciosísimas producidas por ella. Nada hay que emponzoñe tanto a los príncipes como la adulación, y nada tampoco que permita a los malvados ganar crédito a su alrededor con mayor facilidad; ni rufianería tan apta y tan común para corromper la castidad de las mujeres como alimentarlas y cultivarlas con elogios. El primer encantamiento que las sirenas emplean para seducir a Ulises es de esta naturaleza:

“Ven aquí hacia nosotras, oh Ulises famosísimo y el mayor honor que florece en Grecia.” (8)

(1)    R. Sibiuda. Libro de las criaturas, 193.

(2)    Ibidem, 190

(3)    Ibidem, 192

(4)    Cfr. San Pablo, I Timoteo I, 17: “Soli Deo honor et gloria”; R. Sibiuda, Libro de las criaturas, 189.

(5)    R. Sibiuda, Libro de las criaturas, 189.

(6)    Lucas 2, 14; la frase inicial el gloria de la misa.

(7)    Cfr. Cicerón, El bien y el mal supremos, III, 17, 57.

(8)    Homero, Odisea, XII, 184-185.

Páginas 933 y 934, Cap. XVI, de Los ensayos de Michel de Montaigne

(según la edición de 1595 de Marie de Gournay)

Edición y traducción de J Bayod Brau. Acantilado, 2007.

 

Decálogo de la sencillez

I

   El primer mandamiento de la Sencillez es el Diálogo. Cualquier silencio prolongado se vuelve orgulloso, o bien estúpido; es decir, acaba por situarse por encima o por debajo del nivel de la sencillez. Yerra el estoico cuando, para llamarse sencillo, se envuelve en su manto de altanería. Como yerran el franciscano extremoso o el eslavo nihilista, al confundir simpleza con simplicidad… Pero el Diálogo mantiene siempre a flote nuestra conducta con la continuada disciplina del contraste. (…)

II

   El segundo mandamiento de la Sencillez es la risa. Purga la risa a la mente, y tal vez al cuerpo, de hinchazones y de tiesuras. (…)

   ¡Gloria a la risa que descabalga! Este señor se daba tono. Andaba a caballo a nuestra vera… Pero ya se rió. Ya se ha desmontado. Ahora andará honradamente a pié, el resto del camino.

III

  A pie, a pie conviene ir. En todo. En los paseos, en los oficios, en el amor, en el estudio. En el estudio sobre todo. Único modo de evitar que el saber, con envanecer, desvanezca. (…)

IV

   Entre dos explicaciones, elige la más clara. Entre dos formas, la más elemental. Entre dos palabras, la más breve.

V

   Nada de robinsonear. No estamos en una isla desierta, sino en una ciudad –dentro de otra ciudad, que es la Cultura- dentro de otra, a su vez, que es la Historia.

   Levantamos los párpados, y vemos inmediatamente compañía. Tendemos el meñique, y tocamos colaboración. Abrimos la boca, y respiramos tradición.

VI

   Te apoyarás en tus prejuicios, como el primer peldaño de una escalera. Acaso más tarde descanses en ellos. (…)

   Solo a precio de no querer empezar, podrás librarte de seguir. Mucho se ha hablado contra los rebaños de carneros. Pero, ¡qué decir de las desbandadas de carneros!

   ¿Y qué ganaras, si eres carnero, con ser un carnero original? No habrá para ti más originalidad posible que la miserable de tener cinco patas.

VII

   La miseria siempre es patética, contorsionada, sobrecargada… No seas miserable.

   Pero no seas tampoco demasiado rico. Antes pasará un camello por el ojo de una aguja, que un rico entre las columnas dóricas que contienen el templo de la Sencillez.

  Hay que evitar, sobre todo,  el “prosperar”, por lo menos el prosperar demasiado deprisa. (…) Solo a fuerza de años en una posición, te moverás dentro de ella con desembarazo.

   Y luego, que tu trabajo sea púdico. Sudar una fatiga en público significa siempre un acto de cinismo.

VIII

   Ne quid nimis. La exquisita sobriedad en todo. Ni de la nobleza conviene abusar. (…)

   Lo mismo cabe decir de otras complicaciones. Un triangulo, un cuadrado, cosa perfecta. Un pentágono está muy bien. Un hexágono (sin h en el original), un octágono, pasen aún. Pero lo mejor que se puede hacer, cuando uno empieza a volverse dodecágono, es inscribirse en un círculo.   

   Y lo peor, perder la cabeza… Pero también resulta bastante malo perder pie.

IX

   El noveno mandamiento de la Sencillez ordena no abusar de la llamada “vida interior”. No está el daño en tenerla, una vida interior. El daño está en sentirla. El pecado, en cultivarla.

   Quita, quita vida interior. Siempre te quedará demasiada. ¿No ves lo que ocurre con la salud del cuerpo? Quien ve perfectamente, no siente el existir de sus ojos, no se acuerda de ellos. (…)

   Así en lo espiritual, alma perfectamente sana sería, la que, al sobrevenir la hora de la muerte y dejar el cuerpo, se quedase completamente sorprendida, al ver que era inmortal.

X

   Haz por llegar a viejo, candidato a la Sencillez. La Sencillez acabada requiere tiempo, para estar de vuelta de muchas complicaciones.

Páginas 103-108 de Cuando ya esté tranquilo de Eugenio D’ors.

 Editorial Renacimiento, 1930.

Eugenio D’Ors

 

Notas de la sargento:

1.- Las negritas son mías.

2.- Soy poseedora de un ejemplar editado por Renacimiento (Madrid) en 1930 de Cuando ya esté tranquilo de Eugenio D’ors. Lo siento por usted.

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9 respuestas a SOBRE LA GLORIA Y LA SENCILLEZ (Y, de paso, una defensa del anonimato)

  1. kirieleison dijo:

    Margaret,
    Te he dejado dos comentarios en el post anterior sobre AMM. No me has respondido.Quiero creer que no ha sido adrede. Espero tu opinión y gracias.

  2. julian bluff dijo:

    Hola a todos!

    Completemos esos buenos consejos de Montaigne y D’Ors, que nos traen las patrulleras, con este brillante ensayo (como todos los suyos) de Alfonso Fernández Tresguerres. Es acerca de la «Vanidad»
    http://www.nodulo.org/ec/2006/n052p03.htm
    A mi juicio, el mejor escritor español que hoy existe. Si ya ha asomado por aquí, aprovecho la ocasión para volver a convocarlo. Y si no lo ha hecho, va siendo ya hora de que lo haga.

    Un abrazo!.

  3. EEM dijo:

    ¿Alguien sabe lo que es esto?

    JMª Moncasi ‏ @MoncasideAlvear :
    Ayer en Madrid @eugeniarico a las 19 horas perdió ordenador con novela y vida entera http://bit.ly/JiuVhK c/c @MelchorMiralles RT por favor

    • Don Cleofás dijo:

      No me extrañaría que fuera otra treta de Rico para llamar la atención y despertar la solidaridad tuitera. Conseguirá dar un poco de pena y al final dirá que lo ha encontrado. Por cierto, qué mal redacta la señora; parece una adolescente. Sus tuits dan vergüenza ajena.

      • Antonia Kardigan dijo:

        Juan Manuel de Prada ya se inventó la misma treta de perder un portatil con novela terminada dentro hace unos ocho y diez años y dijo que se la habían robado en la Estación Sur de Autobuses de Madrid.
        Mentira, no había escrito nada y así se justificaba ante el editor por no cumpliar los plazos que tenía acordados.

      • jose dijo:

        Es que es un poco absurdo guardar una novela completa en un portatil (que siempre es susceptible de ser robado) sin hacer copia alguna. Recuerdo una entrevista con Almudena Grandes en que decía que tenía copias de su novela por toda la casa, para poder salvar alguna en caso de incendio.
        Con lo que cuesta escribir una novela, lo lógico es que te molestes en hacer copias, por lo que pueda pasar

  4. xmpb dijo:

    Como siempre, volvemos a Montaigne, y a Pascal, y a Gracián y a Platón. Será que nos estamos haciendo mayores o que la sociedad cada vez se infantiliza más?

  5. Sol dijo:

    Rojas, marica, te hemos pillado

  6. VD dijo:

    Ves, si no es tan difícil. Hoy me has conquistado, Margarete.

    La edición que mencionas no es de las más difíciles de conseguir. La he visto en alguna feria a 30 eurillos. Las jodidas son las de Eduardo de Ory o Jacinto Grau.

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