Hoy no pensaba publicar nada. Preocupada por la evolución de los acontecimientos –que esto es un sin vivir-, he dedicado la mañana a leer artículos de opinión sobre la situación económica en la que nos encontramos ahora mismo. He encontrado en Jot-Down una pieza firmada por Enric Gonzalez (aquí) donde, con mucho acierto, nos cuenta que lo que vivimos/sufrimos es un nuevo efecto de una transición política mal hecha. Se refiere a la de los años 70. Termina Enric diciendo que la única buena consecuencia va a ser que: “por una temporada larga, muy larga, nos ahorraremos esas estupideces de nuevos ricos con las que abochornábamos al mundo.”
Luego salto al blog del siempre de fiar Ignacio Escolar y me encuentro con este (aquí) buen análisis en 10 puntos de lo que está ocurriendo en referencia al rescate europeo que inevitablemente se nos viene encima.
De ahí paso a EL PAÍS de hoy para leer un sensato artículo de tres catedráticos españoles (cercanos al PP, según Escolar), titulado No queremos volver a la España de los 50 (aquí), en el que piden sus autores que dejemos el populismo y la autocompasión, y que seamos honestos en nuestra negociación con Europa. La tesis principal es que fuera del euro nos va a ir mucho peor que dentro.
Todo muy interesante pero nada que merezca que yo me ponga a escribir este “post”. Pero sigo en las páginas de EL PAIS y me encuentro con un artículo de alguien llamado Luisgé Martín –que no sabía quién era y ahora, por desgracia, ya conozco- con un atractivo título, uno de esos títulos atrapamoscas: Elogio de la pereza (aquí).
Comienza Luis García Martín (perdonen, pero no puedo con lo de “Luisgé”) utilizando un ensayo de Bertrand Russell para hacernos ver que podemos acabar asistiendo al cumplimiento “de forma postmoderna” de las predicciones de Carlos Marx y Rosa Luxemburgo sobre «la lógica autodestructiva del capitalismo» . Hasta ahí, bien. Pero entonces pega un salto acrobático y se planta en el siguiente párrafo diciendo:
La única respuesta sensata a este panorama desolador es la pereza. El enaltecimiento social de la ociosidad y la holgazanería. Es posible que para competir hoy con China o con India tengamos que trabajar más, pero si es así es porque antes se hicieron las cosas mal, porque se abrieron las compuertas de la globalización torcidamente, no porque haya sido inexorable. Vivimos en sociedades ya lo suficientemente ricas y tecnificadas como para que pueda considerarse con seriedad el establecimiento de una renta básica universal, un salario que se cobre simplemente por ser ciudadano del país. Los suizos —que no son extraterrestres ni leninistas— acaban de tomarlo en consideración. Nos convertiríamos así en rentistas de la herencia de nuestros antepasados, y nos podríamos dedicar, como los aristócratas de antes, al diletantismo. Por supuesto, quien quisiera trabajar ganaría más dinero, podría comprarse coches de lujo y tener casas más grandes. Pero lo haría por propia elección, no por fatalidad.
Y remata, dos párrafos después, de este modo:
Ése debería ser a mi juicio el derrotero ideológico de la izquierda europea
CON DOS COJONES, EL TÍO.
Señor Luis García Martín, alias “Luisgé”:
1.- Ni Rosa Luxemburgo ni Marx sacaron como conclusión a sus análisis sociológicos y económicos que lo que debía hacer el trabajador es tumbarse a la bartola. Por eso me parece muy tramposo que use los nombres de tan respetados ideólogos de la izquierda (además de Bertrand Russell) para acto seguido decir que la única respuesta sensata es la pereza.
2.- Yo también soy de izquierdas. Cada día más. Pero me identifico con una izquierda digna, orgullosa y trabajadora, no con una izquierda holgazana y pedigüeña. Mi izquierda quiere justicia, no caridad. Mi izquierda quiere trabajo, no diversión.
3.- No se acaba con las desigualdades concediendo una “renta básica universal”, sino desarrollando al máximo el estado de Derecho que proclama el artículo 1.1 del título preliminar de la Constitución Española. Se acaba con las injusticias a base de Justicia.
4.- Que nadie piense que usted ha querido usar su fina ironía y, vaya por dios, los lectores –siempre más tontos- no lo hemos pillado. En su artículo no hay ironía. En su artículo solo hay demagogia. Usted [que ya me he enterado que es novelista (acabáramos) y que ahora, después de tres novelas en Alfaguara, publica en Anagrama] ha querido hacer un artículo simpático diciendo a los españoles –en su mayoría quemados, agobiados y asustados- lo que les apetece oir. Los mensajes subliminales de su escrito son: 1.- La culpa no es tuya, es de esos capitalistas explotadores que son todos unos ladrones. 2.- No te esfuerces, relájate y goza lo que puedas. Demagogia se llama eso, señor novelista.
5.- Si yo fuera uno de esos ministros alemanes que dentro del gabinete de Angela Merkel se oponen de forma tajante a seguir ayudando a las economías que dentro de la zona euro están pasando dificultades, cogería su artículo, lo traduciría y lo mandaría a todos los afiliados de mi partido y a los principales periódicos europeos para así demostrar y dejar claro, de una vez por todas, qué es lo que de verdad quieren los PIGS (Portugal-Italy-Grece-Spain). El hecho de que lo haya publicado EL PAÍS, el periódico más leído en España, reforzaría mis argumentos.
6.- Los españoles no pensamos como usted, y los españoles de izquierdas menos aun.
7.- Vuélvase a Alfaguara, lo primero.
8.- Y luego váyase usted y su estúpido nombrecito (“Luisgé”) a la mierda.
PD: ¿No hay ningún responsable en el periódico EL PAÍS para seleccionar qué artículos son serios, y por ello merecen su publicación, y cuáles no valen más que para una antología del disparate de la literatura en castellano?
Perdonen esta última frase, tan larga. Pero estoy de muy mala leche.
Señoras apatrulleras: no pretendo discutir sus objeciones al citado artículo de Luisgé, porque igual hasta estoy de acuerdo con ustedes, y todo. Pero, hombre, pretender «salvar la literatura en castellano» o «el mundo del libro en España» o lo que sea que hacen ustedes, y al tiempo ignorar quien es Luigé Martín (allá él con lo de su nombre… como dijo el inmortal Ray Loriga: ¿Qué mierda de vida es esta si ni siquiera puede elegir uno su propio nombre?…o algo así), quien, sea un buen o mal escritor, es un tipo que lleva tropecientos años publicando en una editorial poco conocida como es Alfaguara (y ahora en Anagrama, por lo visto, pues más a mi favor), no dice mucho de su celo y profesionalidad como apatrulleras, señoras mías.
Y pèrdónenme a mí también por la longitud escesiva de mi frase, pero es que servidor es tornero-fresador, y no literato…
Ahora, después de leer su artículo, he investigado y es cierto que ya tiene una experiencia. Pero de verdad te digo que no tenía ni idea de quién era este señor. No debe haber hecho mucho ruido, o que nos estamos quedando sordas, que también es posible. Lo que me fastidia es que me voy a tener que leer ahora sus novelas.
Un saludo
La sargento
Ray Loriga no es inmortal: utiliza terapia genética.
pues a mi me gusta el aire fresco, el romper barreras,sobretodo mentales: y sociales, que acaban siendo verdaderas tiranas de los seres humanos que sólo tienen una vida, finita, almenos, la de carne y hueso para vivir y no dedicar el 85% de ella prostituyendose por ora persona, a cambiode lo que tendría que ser un derecho, regalandole lo máss precioso que tiene: el tiempode su vida, además malpagado, soportando injustucias como las que nombra en el artículo y aguantar con buen humor como quieren ustedes, estoy segura que sus vidas son mucho más comodas y insolidarias que las de una mayoría, y eso que no creo en mayorías o minorías, y si son un esclavo más de esta «sociedad esclavizante, paralizante, idiotizante, es más grave porque los tienen donde les quieren tener, prou! pq podria continuar así demasiado tiempo, y el tiempo es oro
El desarrollo de Luisgé me parece idiota; sin ninguna concesión. Esto te lo digo porque así me pongo bien de tu lado y podemos conversar sin miedos. Mira, yo no sé qué hay que hacer; yo sólo sé que lo que siempre quise fue ser un poco feliz, pero como, ya ves, casi que hagas lo que hagas corres siempre hacia a la desdicha (que aquí ni derecha ni izquierda, sabes), pues, igual no estoy muy seguro de no estar de acuerdo con tener cada mes lo suficiente como para mantener vivo mi cuerpo.
Aún sin estar de acuerdo con este fulano, me sorprende, Maggie, que de todo lo que es posible elegir en el mundo para criticar, hayas elegido este artículo. ¿Es que no hay algo positivo que pueda uno ir haciendo o diciendo en esta situación? Me pregunto, ¿hay algún concepto en este artículo que pueda ser etiquetado como «rescatable y milagroso porque sólo un temerario del ridículo podía firmar y en ese sentido Luisgé nos hace un favor pues nos da qué rumiar»?
Lo que hace el señor García Martín es pasarnos un lengüetazo por las heridas. Lengüetazo disfrazado de argumento intelectual, pero lengüetazo al fin. A mí me hace pensar un artículo que, con argumentos bien fndamentados, contradiga mis prejuicios y me lleve a analizarlos. Pero esto de G. Martín es inconsistente y tramposo. Este artículo que ha publicado (incomprensiblemente) EL PAÍS no es más que una palmadita en la espalda, un «ánimo mujer, que ya verá como todo se arregla». Para que me digan esas cosa me voy a la parroquia de mi barrio, no a EL PAÍS.
Un saludo
La sargento Margaret
Si te resulta nefasto, lo que viene más al caso es no enlazar a estos traficantes de la tontería, gangrenarlos y que se pudran, y que los españolitos se queden sin su butifarra mediática; de ese modo contribuyes a que la estupidez deje de ser negocio y las acciones del grupo Tontisa bajen lo suficiente como para que sean compradas por gente como tú o yo que sólo quieren vivir y dejar vivir. Lo curioso es que haga tanto tiempo que vivimos en medio de estas circunstancias y ni siquiera los más doctos hacen hincapié en que las leyes del mercado no son para nada, pero que para nada, unilaterales.
pd: Maggie, las diéresis, porfi.
En estos tiempos me irrita especialmente la estupidez y la flojedad del discurso de la izquierda. Seguro que es porque «son los míos» y creo que se pierde terriblemente legitimidad.
Se precisa un rearme social, de valores, y que las cosas vuelvan a pesar: los libros, los artículos, los escritores, las universidades… Se precisa una regeneración absoluta, llamarle a las cosas por su nombre y non consentir insolencias. El otro día me encuentro en mi trabajo a un periodista y a un cámara que se hacen 60 kilómetros en taxi. Es inaceptable, en un país en donde la gente tiene que pagar los medicamentos semejantes frivolidades. Por todo eso y por todo aquello estamos en crisis…
xm Pacho
Hace tiempo leí que hay un país, en los Emiratos Árabes si no recuerdo mal, en el que todos sus ciudadanos son funcionarios solo por el hecho de haber nacido allí. Claro, que aquí no tenemos petróleo, así que difícil… Le recomiendo a este señor que se vaya a vivir a Cuba, por ejemplo, donde se supone que el Estado proporciona a los ciudadanos todo lo necesario, y donde la pereza no es una opción, sino casi una obligación… (Y por si el comentario genera dudas, yo también soy de izquierdas)
Sobre el «Estado de la Nación», recomiendo leer el artículo de Ana María Moix que publicó ayer EL PAÍS, titulado «Tirar la primera piedra». Da gusto escucharla y leerla: siempre tan sabia, tan sensata y, con todo, tan discreta.
http://elpais.com/elpais/2012/05/21/opinion/1337591162_883405.html
Escribes sobre Luisgé sin saber quién es. Por cierto, es un escritor notable. Su artículo no debe ser tomado en serio ya que es irónico. Tal vez trabajar tanto no haya servido de nada y ahora tengamos derecho a reivindicar el ocio. Te ha faltado sentido del humor. Y en cuanto al nombre, cada cual lleva el suyo. Tu post de hoy es una falta de respeto.
kirieleison:
No he escrito nada sobre el novelista Luisgé Martín. No he leído ninguna novela suya y por eso no puedo opinar sobre su narrativa. Estoy criticando al señor que hoy ha firmado un artículo en EL PAIS titulado «Elogio de la pereza». Y lo hago porque lo he leído (tres veces) y me ha parecido una payasada. Como yo sabía que había (en estos casos siempre es muy socorrida) una via de escape o una forma de escurrir el bulto utilizando eso de «era pura ironía», he metido el punto 4 para que dejar claro que no cuela. Luisgé Martín no usa la ironía. Usa la demagogia para hacerse un nombre como escritor, para caer bien. Muy triste lo que ha hecho hoy en EL PAIS Luisgé Martín.
Un saludo
Y gracias por pasarte
La sargento Margaret
«Un escritor notable» no deja de ser una apreciación subjetiva. El artículo no es irónico, es estúpido. La falta de respeto es la del señorito Luis G. con los millones de jóvenes que quisieran trabajar y no pueden hacerlo porque tontos holgazanes como els eñorito Luis G. crean tener su divino derecho a la holgazanería.
Me parecen penosos el tono de la entrada y la ignorancia de las patrulleras respecto a Luisgé Martín. Si el ruido es lo que les atrae de un libro me da por pensar que hay moscas que van al ruido como otras a la m.
Por cierto, no les vendría mal leer El derecho a la pereza, el lúcido panfleto de Paul Lafargue, yerno de Marx.
A Marx, su yerno, Lafargue, le parecía un imbecil:
Marx llegó a escribe a su hija Laura: “Ese maldito de Lafargue me está atormentando con sus ideas y modales, y no va a dejarme en paz hasta que no le siente bien el puño en su cabeza de criollo”.
http://apostillasnotas.blogspot.com/2008/02/paul-lafargue-y-laura-marx.html
Nada más que añadir
Buenas tardes,
Les invito a informarse sobre la propuesta de la renta básica, una idea que, banalizada por un escritor que pasa por ahí o torpemente enunciada por los tonto-flautas del 15-M, semeja una gran pavada, pero que no lo es. Se trata de una propuesta en torno a la cual existe una muy abundante producción teórica desde 1986, fecha en la que se fundó la Basic Income European Network (actualmente denominada Basic Income Earth Network). Comprendo el enorme escepticismo que suscita la sola mención de la propuesta, así como las ironías y los sarcasmos que provoca una inadecuada transmisión de la idea. Por motivos obvios, no puedo extenderme sobre este tema. Les dejo un link por si tienen interés. Saludos.
http://www.basicincome.org/bien/
Pues no me ha parecido mas estúpido que lo que pública ese mismo diario muchas semanas, por ejemplo Boris Izaguirre, que en una columna suya decía que Merkel y Sarkony le recordaban a superhéroes de Marvel. Sólo un imbécil o alguien que se cree inopinadamente listo puede escribir algo así.
A lo mejor es que es muy listo. De hecho lo afirmo.
Échale un ojo al ABC Cultural de la semana pasada. Tiene truco.
Para quienes no lo hayan visto, en ese ABC Cultural Luisgé recomienda la última novela de su amiga Marta Sanz y ella le devuelve el capote recomendando lo último de su amigo Luisgé. Qué bonita es la amistad.
Y ese suplemento se presta a ese juego endogámico. Se están ganando a pulso que la gente deje de comprar suplementos culturales, cuyo precio sube en la misma medida que baja la calidad.
Hay formas y formas de promocionar una obra. Sinceramente creo que ésta no es la manera.
«…y por lo tanto yo estoy dispuesto a levantarme y a abandonar la mesa porque yo he venido aquí a hablar de mi libro y no a hablar de lo que opine el personal, que me da lo mismo, porque para eso tengo mi columna y mi opinión diaria. […] Es que pasa el tiempo, se acaba el tiempo, entra la publicidad, entran unos vídeos absurdos que todos hemos visto ya, y no se habla de mi libro. Pues entonces, ¿a qué he venido yo aquí? » Paquito
Después de volver a leer el artículo de Luisgé y las observaciones al respecto de las apatrulleras, y de pensarmelo un ratito, que yo soy de metabolismo lento, he llegado a la conclusión de que a mí, lo que más me irrita de la proposición del citado Luisgé no es tanto lo que dice, que puede que sea en un tono irónico, sino que en última instancia no hace más que ahondar en dos prejuicios amp`liamente asentados en la sociedad actual, o al menos en una buena parte de ella:
1- Que la izquierda, en realidad, aspira a no trabajar, más que a mejorar las condiciones de trabajo y la vida de los trabajadores. de ahí, las variantes como que los sindicatos son sólo unos aprovetxateguis y unos funcionaros de la vagancia o que los que trabajan de verdad son los empresarios, actualmente conocidos como «emprendedores», o sea, la gente de derechas, como Dios manda.
2- Que los que trabajan son los países del «Norte», mientras que los del «Sur» se pasan el día de fiesta o tumbados a la bartola o chanchulleando, por lo que ahora, a los PIGS nos va cómo nos va, por culpa de nuestra mala cabeza… versión 2.0 de «La cigarra y la hormiga» (pòr cierto, al adscripción a ese supuesto Norte trabajador y responsable es muy variable, a gusto del consumidor: de ahí las declaracíones del Sr. Durán i Lleida, señalando que en España «hay lugares donde parece que están todo el día de fiesta». Sí, como el Congreso de los Diputados, se le podría replicar… pero en fin, el que no ara esporque no tiene campo).
Lo malo es que esta idea tan establecida es falsa. pprimero porque de la crisis actual no solo tienen o tenemos la culpa griegos, italianos, españoles, sino también alemanes, holandeses o británicos… simplemente, ellos han tenido la suerte de nacer entre la clase dirigente de la «Empresa», y nosotros, entre los cuadros medios o los operarios especializados… es una cuestión de pura potra, como bien nos podría explicar cualquier inmigrante africano que vende relojes y gafas de sol por los bares. Ahora bien, si una empresa se va al carajo, ¿de quién es la culpa, de los directivos o de los curritos? Por lo menos admitamos que todos tienen parte de ella, no sólo los pringaos de abajo…
Aparte de eso, yo no creo que en los países del Norte, léase Alemania, por ejemplo, haya un mayor espíritu de trabajo que aquí… otra cosa es que ese trabajo sea más eficaz y, sobre todo, más eficiente. Y sobre todo, encaminado a un objetivo común, y no sólo a tratar de colarse en la fila del supermercado. Como nunca me cansaré de repetir, España es un país de listos ( en todos los sentidos), pero no de inteligentes.
Así que, Luisgé Martin, no hace falta que te vayas a la mierda, pero para otra vez piénsatelo, que flaco favor le haces a la izquierda de este país.
Y perdón por enrollarme tanto, pero es que, con la que está cayendo, solo nos falta que nos vengan a rondar los mariachis…
Váyase a la mierda, éste es un estúpido, aquel es un imbécil, esto es penoso, aquello es una payasada, eres un ignorante, no sabes de lo que hablas, este hombre es idiota… Uf, qué nivel.
Este comentario no tiene nada que ver con la entrada. Lo dejo aquí porque es la última.
Sólo quería felicitaros por el blog. Porque es entretenido, porque es dinámico, y porque nadie se saca la chorra y empieza a citar autores sin ton ni son (cosa que suele fastidiarme mucho). Felicidades, muchas, y larga vida a esta página.
Gracias, guapa.
Un beso
La Margaret
Hablando de El País, acabo de leer un artículo sobre lo que está pasando en Italia con el fútbol (tema que tampoco me apasiona), entrevistan a Damiano Tommasi; en el título le llaman Tomassi, en el texto a veces Tommasi a veces Tomassi… Pregunto: ¿Cortar y pegar es muy complicado? ¿Averiguar cómo se escribe un nombre extranjero y tratar de escribirlo correctamente es mucho pedir?
Sé que es una tontería, y como italiano sé que las cartas de los restaurante italianos en el mundo están repletas de errores, pero de un periódico serio me esperaría algo más.
¿Un periódico serio, incapaz siquiera de corregir esto?Andrea, desengáñese.
Perdone, Sargento, por entrometerme:
El caballero Luis García confunde al yerno de Marx, Paul Lafargue -casado con Laura Marx-, que escribió El derecho a la pereza con las ociosidades pequeñoburguesas de Russell -según lo que Luis García dice, puesto que al segundo no lo he leído. Pero él no ha leído a Lafargue y le digo a usted por qué. Pues, porque el derecho a la pereza se ampara en un desarrollo tan amplio de las fuerzas y medios de producción que harían, en manos colectivas y no en manos de apandaores capitalistas, innecesarias las largas jornadas laborales. Según los cálculos de Lafargue a comienzos de siglo XX sólo eran necesarias tres o cuatro horas de trabajo al día. También dice el Eagleton, no recuerdo exactamente dónde, que no querer trabajar mucho es un buen motivo para ser socialista; pero no por ociosidad, sino por una mejor distribución de la producción dirigida al bienestar ciudadano y no a los benificios. Y eso sólo ocurriría si la empresas fueran comunitarias.
En fin, lo que indigna de medio analfabetos como éste -me arrepiento de haberme comprado su última novela en la Feria de Madrid- es que mezcle conceptos en un mortero hortera porque no ha entendido nada (clase, explñotación). Encubre un boutade, que lo retrata, detrás de grandes nombrajos.
Salud
Pues no sé por qué tanto enfado, señoras, yo estoy totalmente de acuerdo con «Luisgé». Todos seríamos más felices, más productivos y más todo si hiciéramos realidad sus teorías, y el mundo un lugar mucho mejor, estoy seguro.
El neocapitalismo es un engaño y el trabajo os hará libres también, de perogrullo, vamos. No se trata de no trabajar, se trata de vivir. ¿Es que por no creer en Dios me voy a convertir en un salvaje, a matar, a no tener moral? Pues no, y por eso el pensar que no hace falta trabajar (en el sentido capitalista) no me va a suponer quedarme parado, de brazos cruzados, al contrario, como los ateos que tienen una gran moral, de hecho mucho mejor, creo que la renta básica nos haría más libres, más creativos, más productivos.
Querida Marta:
«Falacia» significa: Argumento falso pero aparentemente verdadero para inducir a error o engaño.
Todo el artículo del «novelista» Luis García Martín es una falacia.
Nos guste o no -a ti y a mí no nos gusta- la situación económica está como está. Y va a seguir así por muchos años. Es una gran injusticia, ya lo sé. Pero seamos realistas y así sacaremos algo en claro. En un escenario como este reclamemos que la justicia actúe, que se cumplan las leyes y que el que ha robado vaya a la cárcel. Defendamos nuestros derechos, los que las leyes nos reconocen. Pongamos querellas, demandas, pleitos. Acusemos de estafa, corrupción y robo. Pero no juguemos a la utopía. Por ahí solo se van a reír de nosotros. Seamos serios, por favor.
Ahora que se está contrayendo el estado de bienestar en todo el mundo, pedir una renta básica es absurdo.
Lo que hace el «novelista» Luis García Martín con su artículo es lo mismo que hacen los curas y las monjas cuando les cuentas tus problemas, darte palmaditas en la espalda y «animo que no hay mal que mil años dure». Luchemos, coño, luchemos. Pero hagámoslo por aquello a lo que tenemos derecho, no por estupideces.
Un saludo
La sargento Margaret
La prepotencia de la sargento es insufrible.
Estará feliz de haberse conocido.
Es un artículo de opinión bastante inocuo. Creo que sólo intenta trasladar, con poco éxito, lo que intelectuales como Herbert Marcuse, Erich Fromm o Noam Chomsky vienen preconizando desde hace muchas décadas…La sociedad ha perdido el rumbo y, si queremos ver un verdadero progreso de la humanidad, las máquinas deben servir para liberar al ser humano y no para propiciar su explotación, como está ocurriendo. Claro que, si lo presentas simplemente como un elogio de la pereza, nuestra mentalidad, con siglos de condicionamiento, responde furibunda con una tremenda sensación de rechazo. Naturalmente hay que presentarlo dentro de los diversos condicionantes sociales, culturales y económicos, como hacen los autores antes mencionados, especialmente Marcuse.
Recordemos que son muchos los factores que han servido para crear la sociedad capitalista occidental, pero uno determinante fue la aparición del protestantismo que ensalzaba la individualidad, el esfuerzo y la adquisición de bienes materiales (para la tradición católica, la figura del usurero, la idea de la riqueza y la ostentosidad, en general, era mal vista; es un tema muy complejo y hay mucha literatura acerca de este y otros tantos factores).
Seamos conscientes de que, si tal artículo produce un cierto rechazo o disensión, no necesariamente implica que esté plagado de falacias; puede ocurrir que nuestros esquemas mentales hayan podido ser influenciados de una manera tan brutal por la educación y la socialización, desde la familia hasta los estudios, que no podemos siquiera contemplar tal posibilidad. No me inclino por ninguna ideología, puesto que toda ideología es peligrosa, pero sí defiendo el derecho a cualquiera a pergeñar las teorías que desee, y poder leer todo lo que caiga en mis manos, para después decidir por mí mismo si es útil o no.
Por poner un ejemplo, aunque un tanto extremo, ¿quemaríais todos los ejemplares de «Mein Kampf» de Hitler que existen en el mundo? O, antes bien, ¿lo dejarías como muestra de la barbarie a la que puede llegar el ser humano?…no promocionando su lectura, sino rodeándolo de otros muchos libros (Primo Levi, Viktor Frankl, Ana Frank, Wladyslaw Szpilman). Pues si abogamos por un conocimiento no sesgado de la realidad, todas las voces deben poder escucharse, incluso las de los locos y los megalómanos. Y recordemos que la tolerancia tiene un límite, que es donde empieza la acción (la acción violenta, por supuesto). Es peligroso quemar libros, como nos recordaba el maestro Bradbury en «Fahrenheit 451», porque siempre hay alguien que decide qué libros han de quemarse, cuando no se purgan todos.
Pero me estoy alejando del tema…la cultura del esfuerzo y la competitividad es una idea que se nos ha implantado a través de la socialización, en la escuela, en la familia, en nuestro grupo de amigos. Probad a decirle a un amigo que has rechazado un trabajo estando en el paro. O a vuestra pareja. Antes de cualquier consideración, pondrá mala cara, ¿no? A lo mejor tendréis que dar explicaciones. ¿Y por qué darlas? La sombra de la cultura imperante es muy alargada, y en ella estamos inmersos, en la oscuridad, atados de pies y manos y, lo peor de todo, con nuestras mentes amordazadas. De ahí el escándalo de un artículo que, aunque a mí me parece casi naïf, desmonta el tinglado de que hemos de esforzarnos, trabajar duro, y lamer la mano de quien nos da de comer. Pues no.
Todos tenemos derecho de disfrutar de nuestro tiempo libre, y de tenerlo para disfrutarlo. Es dificil saber cómo hacerlo si trabajas toda tu vida 12 horas al día, y, de un dia para otro estás en la calle. Debemos conocer algo más que en qué consiste nuestro trabajo, y eso no es ser un vago, significa tener recursos.
Estimados Pablosolla y Mary:
Se puede decir todo y no hay que quemar ningún libro. La libertad de expresión es incuestionable. Estoy de acuerdo. Lo que yo critico en el artículo de Luisgé Martín (como en el de Jordi Soler de hace 2 semanas) es la falta de seriedad y la falta de rigor en los argumentos. Las trampas en definitiva. Estos dos novelistas querían dar un mensaje: el primero que hay que poner la renta básica universal y el segundo que los ciudadanos de los paises «PIIGS» somos cojonudos. Y teniendo clara la conclusión que querían colocar al final de su artículo han metido con calzador 4 citas y cuatro reflexiones facilonas para que todo encaje. Pues los hemos pillado. No somos tan tontos. No es así como se escribe un artículo serio. No es eso lo que necesitamos en tiempos tan duros y tristes.
Les pongo un ejemplo de artículo serio (desde un punto de vista de izquierdas) también aparacecido en EL PAÍS hace dos días, el 4 de julio. Me refiero a «Capitalismo: desafíos a la democracia» firmado por Nicolás Sartorius.
Eso es lo que necesitamos. Eso es un intelectual. Así se avanza en el debate necesario para salir de este momento crítico.
http://elpais.com/elpais/2012/06/22/opinion/1340367005_827887.html
Un saludo
La sargento Margret
Sargento:
Creo que no has entendido bien lo que Luis García quiere decir con su artículo. Cuando se refiere al elogio de la holgazanería no se refiere a que todos estemos atados a la cama sin poder movernos ni hacer otra cosa que no sea comer y dormir. Con «no trabajar» se refiere a no tener que realizar una actividad que no nos gusta para tener que sobrevivir, por lo que aquí entraría realizar cualquier actividad que nos apeteciera, desde dormir a la bartola como aprender Física Cuántica o dar clase.
Como dice Luis en su artículo, la modernización en las técnicas de producción hace que se prescinda de trabajadores, estando el trabajo humano en directa competencia con los avances tecnológicos, algo que si nos paramos a pensarlo, es una absoluta barbaridad y un impedimento enorme al desarrollo humano.
Pues yo creo que está bastante claro. Es una crítica al trabajo, al ideal puritano del trabajo, al amor al trabajo y a la propia carrera por encima de todo, que da como resultado personas grises, amargadas y sociedades robotizadas. No está contra el trabajo, sino contra la ideología del trabajo ( que está bien asentada, no hay más que ver como la acepción de trabajo sólo se interpreta de esa manera por muchos de los que han leído el artículo).
Si la izquierda «moderna» está a favor de las sociedades donde se optimiza la justicia, la responsabilidad de todos en el trabajo, etc… decirles que de izquierdas modernas poco tienen, sino que son la versión moderna de la vieja rusia comunista ( hay que optimizar!).
No me extraña que no entendais nada de nada… Con la excusa de la burocracia, de la justicia, de la sociedad moderna y ordenada se han hecho las mayores barbaridades de la historia, las mayores masacres,… En el momento que te tragas en anzuelo del trabajo bien hecho, del miedo al futuro o al mundo ACTUAL, de la responsabilidad más alla de lo personal ( de que tienes que llevar la paz al mundo, o la justicia o lo que sea)…. estás volviendo a comerte el mismo cebo envenedado de hace un siglo.
España no va a ir mejor emulando a Alemania. España lo que tiene que aprender es a conocersa a sí misma, con sus defectos y virtudes, y vivir sin aspirar a algo que no tiene sentido aspirar.
El que quiera vivir como en Alemania no tiene más que coger un billete y dejarnos a los demás que nos apañemos. Dejadnos hundirnos en la miseria, por favor, mientras un portugues me canta un fado, un irlandes toca el violín y un italiano me canta una balada. Iros al norte a vivir la vida loca y dejadnos a los demás en paz.
No serás tú Jordi Soler, ¿verdad?
Yo creo que tiene un punto de sarcasmo y también de ensoñación pero positiva, me explico: es evidente que Luisgé Martín sabe que «tumbándonos en la bartola» (cómo tu dices) no se va arreglar nada, simplemente lo que hace es utilizar ese punto un poco provocativo para referirse al cambio de paradigma político que nos ha venido impuesto: de un modelo de ociosidad y consumo exacerbado a un ascetismo y un ora et labora sacralizadísimo. Ni tanto ni tan poco, es verdad que la «cultura del esfuerzo» es el camino, esforzarse siempre lo será, pero esforzarnos todos he ahí el problema! los que ahora adoptan la postura taciturna y se muestran preocupados por la crisis cuánta corrupción tienen entre manos? Es muy sarcástico que nos pidan esfuerzo, comprensión, en definitiva un estoicismo ante los recortes, y en cambio en los bancos y corruptelas varias sigan ahí… yo creo que Luisgé subraya esas contradicciones y pone de solución parar la cadena productiva y darse al ocio… es sarcástico, es una manera de decir: «esto no es serio, hay que hacer algo»… Aparte de todo eso, veo un tanto desagradable criticar tan duramente una persona pública desde el anonimato… ya sé que cada uno expresa lo que quiere pero no veo la necesidad de mandarlo a la mierda simplemente porque no te gusta su texto.. eh gustos, colores!
Lo que «luisgé» hizo con aquel artículo no tiene arreglo. No lo intentes, Esteve. Se podrán hacer todas las interpretaciones que se quieran pero el artículo era bastante claro. Ya está muy visto eso de escribir lo que la gente quiere oír. Me parece muy feo aprovecharse del cansancio, de la desesperación e, incluso, de la falta de cultura de muchos lectores.
Un saludo
La Margaret