Señor don Ignacio Echevarría:
Excusatio non petita, accusatio manifesta, y aquí me pide el cuerpo acabar este “post”. Del mismo modo que una vez leídas las primeras diez palabras de su artículo de hoy (aquí) en EL CULTURAL, me dieron ganas de no continuar “sufriendo” su columna. Pero como una se debe a la tarea de salvación del libro y usted, de un tiempo a esta parte, se ha convertido en un elemento cuando menos sospechoso, pues me lo tuve que tragar entero (todo él). Y ahora –en lugar de seguir disfrutando de Antigua luz, la última novela de John Banville- estoy aquí, encadenada a mi antigua Olivetti, ejerciendo de cancerbero para evitar que siga usted metiendo goles en propia puerta.
¿Las diez palabras? Estas:
Puede que lo que me propongo decir suele insufriblemente elitista.
Leído el artículo tres veces -¿seré masoquistica, como decía mi prima la de Lorca?-, no suena elitista, es elitista. Independientemente de todas las vueltas y juegos de palabras que usted con su buena pluma quiera trazar, echar la culpa al lector de la baja calidad de lo que hoy se publica, es creerse más listo que nadie y dar de comer a los que se consideran pertenecientes al club de iniciados que usted tiene intención de presidir.
Yo he “sufrido” tres lecturas de su texto; ahora le toca a usted soportar las cositas de la Patrulla de salvación. No tenga miedo, es sólo un pinchazo de nada:
1.- En cuanto a Kurt Vonnegut
La entrevista a la que usted se refiere apareció en The París Review, en el nº 69 -el de primavera- de 1977. Pinchando (aquí) se puede leer la entrevista al completo en inglés. Y comprando The París Review Entrevistas, (aquí) (el libro que usted editó en El Aleph en 2007 y en el que se recogían las más interesantes charlas con editores de la revista), se puede leer en español.
Lo que usted cita de Vonnegut está justo al final de la entrevista:
INTERVIEWER: Our last question. If you were Commissar of Publishing in the United States, what would you do to alleviate the present deplorable situation?
VONNEGUT: There is no shortage of wonderful writers. What we lack is a dependable mass of readers.
INTERVIEWER: So—?
VONNEGUT: I propose that every person out of work be required to submit a book report before he or she gets his or her welfare check.
INTERVIEWER: Thank you.
VONNEGUT: Thank you.
Usted traduce «dependable mass of readers» por una masa de lectores fiables, y no es eso. La traducción correcta es: una masa fiable de lectores. Es muy diferente. Vonnegut se queja de la cantidad, no de la calidad.
Lo que afirmo está apoyado por la segunda respuesta. Cuando los entrevistadores piden una explicación, Vonnegut dice: “Propongo que toda persona sin trabajo deberá presentar un informe de un libro [que haya leído] antes de que él o ella recibe su cheque del subsidio de paro.”
De lo que se queja Vonnegut es de que no se lee -o no se leía, en 1977, en los EEUU-, no de que los americanos sean malos lectores. Por eso, señor Echevarría, esto de Vonnegut, en su artículo, no viene al caso. Porque como bien dice usted luego, en España se lee mucho, cada día más. Muy mal, señor Echevarría. Y eso que usted, hace 5 años, se trabajó a fondo –ahora llego a dudarlo- esta entrevista para meterla en su libro. Qué mala memoria. Los años, ¿verdad?
2.- Los 25.000 lectores
Esa chorrada que trae usted luego de que Philip Roth dijo que en los USA solo había 25.000 lectores de buena literatura, es eso, una chorrada. Como lo que dicen algunos escritores en España: que solo hay 10.000 buenos lectores.
¿Quiere que le diga la verdad sobre esas cifras? Los autores que después de dos novelas son artificialmente encumbrados por la crítica oficial y por los “intelectuales” como usted; los escritores que, como ustedes dicen, hacen “literatura literaria” (me duele en hígado solo de escribirlo), cuando sacan su siguiente libro -el que debería ser el de su consagración-, se llevan una tremenda decepción al enterarse de que no han vendido más de 2.000 ejemplares. La conversación telefónica que se suele producir en ese momento es como sigue:
– Autor de literatura literaria (ALL): Hola guapa, ¿qué tal? ¿Viste la reseña que me hizo Sanz-Villanueva en El Cultural? Qué fuerte, ¿no? No está bien que yo lo diga, pero entre las siete críticas que cosechó mi libro, no hay ni una mala, ¿eh? Siete de siete. Y todas en suplementos importantes. Estaréis contentos.
– Editora: La verdad es que sí. Ha sido todo un éxito. Eres uno de nuestros mejores autores. Tu libro ha sido un bombazo. ¿Has empezado ya el siguiente?
– ALL: ¿Cómo? ¿Qué? ¿El siguiente? Ah, sí, claro, claro. Tengo un par de capítulos en borrador. Ya verás, te voy a mandar alguna cosa y vas a flipar. Oye, otro tema. Ya me he pulido el adelanto y no he recibido ningún cheque en los últimos meses. ¿Por qué no le das un toque a los de contabilidad?
– Editora: No, mira, es que por el camino que van las ventas… Si te parece esperamos un poco porque podría ser que los ejemplares vendidos no cubrieran el adelanto. Recuerda que en tu segunda novela pasó eso.
– ALL: ¿Hablas en serio? Pero si me acabas de decir que ha sido un bombazo; si durante los tres primeros meses solo se hablaba de mi libro; si todos los blogs estaban inundados de comentarios de frikies poniendo a parir mi novela. No me lo creo. Dime la cifra exacta de ejemplares vendidos.
– Editora: Espera, que lo miro. (…) Mira, aquí está: en el último Nielsen aparecen… 1.345 ventas.
– ALL: ¿Cómo? Y una mierda. Me escaneas ese informe y me lo mandas. Tenía que haber hecho caos a Luis y haber cogido un agente.
– Editora: No te lo tomes así, chico. Si quitamos los best sellers y los extranjeros, tú eres el segundo mejor vendedor de la casa.
– ALL: ¿Cuánto vende el primero?
– Editora: Pues depende. Unos libros llega a 5.000, otros a 4000. El record fueron 10.000, hace 4 años.
– ALL: No me lo puedo creer. ¿Me estás diciendo que ese pedazo de escritor solo llega a esas cifras?
– Editora: Es lo que hay, cariño, estamos en España. Pero tú tranquilo, tienes todo nuestro apoyo. Lo importante es que te centres en tu próximo libro. Tú olvídate de las ventas, deja eso para nosotros. Tú eres un artista.
– ALL: (bajando el tono de voz) Ya, pero a ver de dónde saco yo para pagar el alquiler de este mes.
– Editora: ¿Cómo dices?
– ALL: No, nada. Bueno, guapísima, que nos tenemos que emborrachar juntos un día, ¿eh? Pero pagas tú, claro.
– Editora: Sí, por supuesto. Pero… solo unas cañas ¿eh?
Nuestro autor se hace entonces la siguiente composición de lugar:
Si yo que soy una gran promesa de la literatura, no subo de 2.000 libros vendidos y mi maestro, que es un monstruo de las letras, solo alcanza los 10.000, entonces la culpa no es nuestra. Es de la sociedad, que prefiere leer libros malos, de “entretenimiento “, a enriquecerse con joyas literarias como las nuestras.
Si a esto añadimos el hecho de que creer que se pertenece a un club de autores malditos motiva mucho y que “intelectuales” como usted alimentan estas bobadas con artículos como el suyo de hoy, señor Echevarría, ya tenemos la explicación.
El artículo es elitista. Y la demostración está en el final, donde riza usted el rizo, señor Echevarría:
… uno lee esos libros y se encuentra con vulgares engendros de la cursilería y de la fatuidad. Repasa luego el lenguaje que emplea la mayor parte de los críticos y se lleva las manos a la cabeza. ¿Qué esperar, así, de los lectores comunes? ¿Cómo se forman los lectores de calidad?
Algo no termina de encajar.
Poner a parir a los demás críticos y a los escritores que aparecen en los suplementos culturales es una forma de ponerse usted el primero. El primero de la clasificación general de los “intelectuales” patrios seguido por…nadie.
Ya está usted en la cumbre, señor Echevarría. Tenga cuidado no sea que la cumbre se le acabe “clavando, por momentos, en el culo”, como cantaba Joaquín Sabina.
Actualización a 27 de octubre de 2012 (21,45h.)
He encontrado mi ejemplar de «The Paris Review Entrevistas», el libro que «editó» en 2007 Ignacio Echevarría seleccionando las mejores -según él- entrevistas de la revista literaria The París Review. En la entrevista con Kurt Vonnegut a la que se refiere Echevarría en el artículo, se puede leer (Pág. 212) el mismo error de traducción que más arriba hemos denunciado: «Lo que nos falta es una masa de lectores fiables». La traducción correcta es: Lo que nos falta es una masa fiable de lectores. Según dicen los «títulos de crédito» del volumen que publicó El Aleph, lo que aportó Echevarría fue la selección y el prólogo. La traducción fue de Raquel Herrera. El hecho de que la traducción no fuera obra de don Igancio, no disculpa su error. Si fue el «editor» del libro es responsable también de los errores.
Sobre estas palabras de Vonnegut dice Echevarría en dicho prólogo (Pág. 17):
Su cinismo [el de Vonnegut] le dota de una enorme lucidez, que le permite encuadrar muy bien algunas cuestiones peliagudas, como la relativa a la situación supuestamente deplorable a la que se aboca la literatura contemporanea: «No escasean los buenos escritores», afirma Vonnegut. «Lo que nos falta es una masa de lectores fiables.»
OTRA COSA (incluído el lunes 29 de oct. De 2012, a las 8:25h)
Cuando los profesionales dicen tonterías (ejemplo: Echevarría) y basan sus afirmaciones en citas mal traducidas (ejemplo: Echevarría), no nos queda otra que acudir a los aficionados (en el mejor sentido de la palabra). Lean La última carta de amor, artículo de ayer (aquí) en ABC. Lo firma Antonio Hernandez-Gil, decano del colegio de abogados de Madrid. Sobre las cartas (aquí) de Pedro Salinas a Katherine Withmore (relación en la que se inspiró Antonio Muñoz Molina para su maravillosa (en el mejor sentido de la palabra) novela La noche de los tiempos.
Antonio Hernandez-Gil cita a Antonio Machado (“amé cuanto ellas pueden tener de hospitalario”), entre otros, pero lo hace con la mejor intención, no como Echevarría.
Muy bien, Margaret. Sí, es un poco feo lo que ha hecho el señor Echevarría.
Pero algo de razón tiene. A los lectores se los carga, por otra parte, sin duda, antes Javier Marías que Ken Follet. De hecho hay que ser de esa selecta y elitista secta de diez mil o dos mil miembros para que te guste «Los enamoramientos». O sea, la élite está muy jodida.
Hay que pensar si existe en España un escritorazo, un genio de la novela, que sea capaz de enamorar a un millón de lectores con una pieza ante la que la élite también pudiese postrarse. ¿Existe esa persona? Yo no lo sé, pero es lo que necesitamos. Un autor que meta en la misma orgía a la masa que lee tochos ligeros y a los sibaritas de las letras.
Pero no te das cuenta, Antieditor, que estás jugando al juego de esos «elitistas». En España hay buenos escritores que venden mucho (por ejemplo, Almudena Grandes) y buenos escritores que venden poco (por ejemplo, Antonio Orejudo). Tambien hay malos escritores que venden mucho y malos escritores que venden poco. Es una estupidez (no va por tí) eso de que exista una élite que sea la que gustando de un libro le da el sello de calidad. Dar eso por supuesto es entrar en la trampa de esos que pretenden pertenecer al grupo de iniciados.
Un abrazo
No hard feelings, ¿eh?
ejem, a ver, la élite está ahí, son «los que se lo han creído». Da igual que lean a Orejudo o a Luis del Val, incluso a un súper-ventas. A esa «elite» (ya no sé si debemos ponerle tilde) no la hacen sus lecturas, sino el concepto que tiene de sí misma. Quizá son quince, y no dos mil. No son los dos mil lectores que leen a los muchos autores poco leídos. Son solo los quince tíos que se creen los gurús de la literatura patria. Pero de acuerdo: no les demos carta de naturaleza. No les hagamos el juego. ¿O podemos dejar que se expresen y crean que existen mientras no se lamenten de la calidad de los lectores ajenos a sus gustos?
Te faltan ejemplos de autores jóvenes, y no será porque no los haya. En España hay muchos escritores que doblan en calidad a los que suelen aparecer aquí y venden miles y miles de ejemplares (muchos más de esos diez mil que mencionáis), pero siempre buscáis en las editoriales equivocadas; allá van unos cuantos: Albert Sánchez Piñol, Félix J. Palma, Silvia Grijalba, Ignacio del Valle, Andrés Pérez Domínguez, Marta Rivera de la Cruz…
Hombre (o mujer), EEM, aún estando de acuerdo contigo, lo de proponer como «autores jóvenes» a Piñol, Félix J. Palma, Marta Rivera o Ignacio del Valle, por citar a los que yo conozco, me parece un poco al límite, ¿no? Pero bueno, si la frontera entre «escritor joven» y escritor senior» o maduro está en la cuerentena (y tantos), yo propongo también a Javier Calvo, Isaac Rosa, Pablo Gutiérrez o David Torres.
De todas maneras, por una vez saldré en defensa de las apatrulleras: no creo que lo que pretendan en este blog sea comentar sobre literatura: éste es bueno, éste es mejor, y tal, sino denunciar los chanchullos, pasteleos y gilipolleces varias que se dan en el mundo editorial y sus aledaños (estemos de acuerdo con su dictamen o no). Desde ese punto de vista, es más pertinente, entonces, comentar las andanzas de los fresysuis o nocillos que las de estos autores, que se van labrando una trayectoria literaria por el método tradicional y más o menos honesto. escribir , publicar, presentarse a premios, etc… pero sin las alharacas mediáticas ni interneteras de otros. Ni dedicarse más a tuitear que a pegar el culo a la silla, la mano al boli o al teclado y a meter horas, como debe ( o debería) ser.
Jonan, hombre, honesto será escribir, y publicar y presentarse incluso a premios. ¿Pero ganarlos? Ganarlos ya no es honesto. De modo que algunos de tu lista se caen de cabeza. Un abrazo.
Estimado Jonan, pretendía dar nombres de autores que no pertenecieran a la generación de Almudena Grandes, Muñoz Molina, Javier Marías, Juan José Millás, Rosa Montero, etc., que fueran de calidad y que vendieran con creces más de 10.000 ejemplares.
De los que nombras, ni Isaac Rosa ni Pablo Gutiérrez ni David Torres llegan a esa cifra. Y no sé si Javier Calvo conseguirá superarla con el premio Biblioteca Breve. No sirven por lo tanto como ejemplos de lo que quería mostrar, de hecho, los dos primeros me parecen más bien ejemplos de «literatura literaria».
Hablando de libros que se celebran como obras maestras y luego son vulgares engendros de la cursilería y de la fatuidad…
«Hilos de sangre es una novela verdaderamente extraordinaria, admirable, impresionante, destinada a constituir un hito en la literatura en castellano del siglo XXI […]. Por fin un verdadero acontecimiento en el escenario de la nueva narrativa española. Hay que remontarse muy atrás en el tiempo para encontrar un equivalente a la novela de Gonzalo Torné, que de buenas a primeras entra a jugar en la liga de los grandes, a la que todavía no ha accedido ninguno de su generación». Ignacio Echevarría
Sisi, por el amor de Dios, dime dónde aparece esa reseña.
No es posible. ¿Es verdad que Echevarría dijo eso de Hilos de sangre?
Porfa, porfa, ¿dónde? ¿dónde?
Please
Me parto
I can´t believe it!!!!!!
Maggie
Lo he encontrado:
Segun El Escorpión, (Alejandro Gandara), Echevarría dijo de Hilos Torné:
«Una novela verdaderamente extraordinaria, admirable, impresionante, destinada a constituir un hito en la literatura en castellano del siglo XXI, a la que aporta, personalísimamente combinadas en una ambición del todo inédita, las savias de autores tan diferentes como Juan Benet, Luis Goytisolo, Eduardo Mendoza, Javier Marías, Belén Gopegui, Luis Magrinyà o Roberto Bolaño. Por fin, un verdadero acontecimiento en el escenario de la nueva narrativa española. Hay que remontarse muy atrás en el tiempo para encontrar un equivalente a la novela de Gonzalo Torné, que de buenas a primeras entra a jugar en la liga de los grandes, a la que todavía no ha accedido ninguno de su generación.».
Pero -como tú bien apuntas, Sisi- ¿cómo se atreve luego a criticar a la mayoría de los críticos?
Qué fuerte, nena
La Maggie
Es justo lo que él hace, lo que critica: elogiar, inflar y pifiarla.
De hecho, ese párrafo lo pusieron como contra de la novela de Torné en Mondadori.
Nunca he acabado de entender eso de mearse en los clientes, es decir, los lectores. Son clientes. Y los clientes deciden qué leen y qué no. No se equivocan, se limitan a tomar decisiones, buenas y malas, como las de todo ser humano. Si un escritor quiere vivir de escribir o, al menos, ganarse una parte sustancial del sustento escribiendo libros, deberá escribir algo que muchos estén dispuestos a comprar. No es fácil. Si para eso hay que modificar la forma de escribir, o el tema, o yo qué sé, se hace.
Ningún fabricante de electrodomésticos tacha a los consumidores de imbéciles por no comprar sus productos. Al menos no lo hace en público. Les escritores que pretenden ser profesionales tampoco deben hacerlo.
Echevarría, 3 (Vonnegut, Valéry y Roth); Bruja piruja, 0.
No hace falta que te diga, querida, lo mucho que me ha alegrado la tarde nuestro Echevarría.
Confutatis maledictis, VD, secutor vusía los lectores de Cualitatis habent s’entre desta porfía de alfiles logologos, Tito Extzvarry fiço romanicas, etam su mendía goticas, y quo se fixo de ellos…? a do su real natura feneçió?, la vostra non surgite alora, ancoran mesmo la esperamos. Por sino la zulla del mesmo aquel, en bolañías airadas en villorríos de pa’alla, as tantas leguas non acábanse en la gloria del Tito cuualisque pullas renombradas quesque avieso sun todos, mas ergo quisque el princhipale. Toda mica nos’ mas qu’envidia, y la güerra de nabos, verduras pretas, artería y futilidade, nos parece, erramos como asinos semos.
Vicentico, majo …
El primero, con la mano. El segundo, de churro. Y el tercero, en un fuera de juego clamoroso. Y no, la sargento, tampoco ha marcado, que… últimamente… se ve que el mes que viene le toca entrar de «cocina», está de un populachero de no te meneés.
Así que ya lo sabéis, hermosos míos, los dos: «cero» «cero» y Julian Bluff de goalkeeper.
😉
Lo de «bruja piruja» me parece fuera de lugar. En todo caso, Bruja Avería, por aquello de «Viva el mal, viva el Capital» (que se le ve mucho el plumero).
De todos modos, hay literatura para masas y literatura para iniciados. Y la habrá para ambos tipos de lectores también, claro. ¿Acaso no entendemos por best-seller «ese libro que se lanzan a leer todos los que no leen habitualmente»? Simplemente los autores hacen, por voluntad o porque no saben hacer otra cosa, obras para el «gran público» u obras para «culturetas». Que los segundos arremetan contra los primeros, es de una ingenuidad enternecedora. Y que lo hagan los críticos, muy torpe.
Hay lectores que (casi) sólo leen best-seller y se los leen uno tras otro, ergo no son libros para los que no leen. Otra cosa es que el lector ocasional, por una vez que lee, no quiera hacer experimentos. Se decanta por aquello que «todo el mundo lee». Para eso están los autores epatantes y los premios, como el Planeta, comercialmente bien ajustados.
Hay un gradiente de dificultad desde los libros más facilones a los más sesudos. Hay obras de masas buenisimas y libros sesudos lamentables, en los que se confunde oscuridad con calidad. Y al fin, todos consumimos de todo en algún momento…
JA, JA, JA… muy güeno, sí señor!!! Esta vez me habéis gustado, apatrulleras. Un gallifante para vosotras. Lo de que le metieran no sé qué al señor Echevarria por el culo ha qudado un poco basto, pero vaya, no se puede ser siempre igual de exquisito, ¿verdad?
(Y eso que, siendo honrado, a ver quién no ha pensado alguna vez lo mismo que el bueno de Igancio…por lomenos yo sí. dejando aparte que en su artículo, él no se mete tanto con el gusto del gran público, como lamenta la desaparición,o incluso degradación, en su opinión, de un tipo de lector que es el que sustenta la edición de obras no destinadas, en principio,a ese gran público. O eso me ha parecido entender a mí. Pero qué sabré yo, que ni tengo blog ni nada…)
Otra cosa, con vuestro permiso: acabo de echar un vistazo a la lista de los 100 libros más vendidos ahora en España, de CEGAL (gracias mil por descubrirmela, apatrulleras: me lo paso pipa mirándola) y en el Top Ten tan sólo se encuentra un escritor de verdad, en el puesto nº 7: Albert Sánchez Piñol (bueno, vale, y Cercas en el 10…. pero sólo lo admito como animal de compañía por no liarla más). Lo demás es impagable: los tres de las 50 sombras (o sea, las 150 sombras, ¿no?), vuestra amada María Dueñas, el Ken Follett (con dos tes)… coño, si hasta está una encíclica de Benedicto XVI, el papa Benito…. (baratita, eso sí).
Eso es lo que lee la gente en España. Y luego, a meterse con el Echevarría, por elitista… Manda huevos, como dijo aquél.
A mí lo que me horroriza del artículo es que los llame «lectores de baja calidad». Me parece más correcto decir que todos somos lectores y que cada uno tiene sus preferencias. Quizá lo veo así porque yo me encuentro en un término medio -me gusta la «buena literatura», pero también disfruto con historias sencillas y entretenidas-, la cuestión es que considero muy feo menospreciar a un grupo de lectores que con sus compras permite que siga existiendo el mercado editorial. Porque con esos pocos (según el artículo) «lectores de calidad» no sobreviviría.
No niego que es cierto que las novelas que suelen triunfar son historias en las que prima la trama por delante del estilo (salvo excepciones como Almudena Grandes o Eduardo Mendoza). De hecho, yo misma lo veo en mi blog, porque las reseñas que más interesan son las de los libros más comerciales, y reconozco que a menudo me da rabia que se valore tanto el «que enganche» y no tanto el «cómo está contada». Pero creo que en el artículo falta algo: que una novela tenga pretensiones literarias no la hace buena por sistema. Dentro de lo «literario» hay libros buenos y mediocres, igual que dentro de la literatura para masas.
A la pregunta de cómo se forman los lectores de calidad, respondo con otra pregunta: ¿por qué hay que ser un «lector de calidad» por narices? Repito: a mí me gusta lo «literario», pero también me pongo en la piel de alguien que se pasa el día trabajando, que al llegar a casa tiene que hacer la comida, cuidar de los niños… Sinceramente, entiendo que le pueda apetecer más leer algo sencillo que adentrarse en una novela profunda, y pienso que es mejor leer literatura de entretenimiento que no leer nada en absoluto.
En fin, no le quito su parte de razón al señor Echevarría porque los hechos demuestran que en efecto este tipo de libros suelen ser para minorías, pero creo que tampoco es bueno encerrarse en ese círculo elitista. Lo único que consiguen es transmitir menos cercanía a los lectores, y lo que les hace falta es justo lo contrario.
Vale, pero que se argumente más y mejor. En su artículo, Echevarria argumenta apoyandose en citas de autores americanos mal traducidas (como he demostrado en mi post). Echevarría da la vuelta, por ejemplo, a lo que dice Vonnegut (hace 35 años!!) para arrimar el ascua a su sardina. Ese es el rigor intelectual del gran Echevarria.
Que a nadie se le olvide que la Patrulla de Salvación ha desenmascarado a Ignacio Echevarría.
¡¡NO PASARÁN!!
¡¡VENCEREMOS!!
La sargento Margaret
«Vonnegut se queja de la cantidad, no de la calidad». ¿Están ustedes seguras de que sólo se queja de la cantidad? ¿Están seguras de que no se queja también, de una forma implícita, de la calidad de esa cantidad? «Dependable» (trustworthy and reliable) también se puede traducir por responsable: una masa responsable de lectores. Es decir: una masa formal, fiable, digna de confianza, con crédito. A fin de cuentas, en la frase anterior, Vonnegut no se limita a decir «There is no shortage of writers». Añade «wonderful». «Wonderful writers».
«Que a nadie se le olvide que la Patrulla de Salvación ha desenmascarado a Ignacio Echevarría». Ojalá. Pero no, lástima. Que refuten el artículo de Echevarría es una cosa. Pero lo que es desenmascarar… se desenmascaran ustedes solas.
Carolo, rey:
Si hubiera querido decir lo que Echevarría pone en su artículo, hubiera escrito: «a mass of dependable readers» y no: «a dependable mass of readers.»
Además, si lees la siguiente respuesta (y última) de la entrevista,verás que pide que leer al menos un libro sea obligatorio. Está pidiendo lectores, no buenos lectores.
Lo que ocurre es que un elitista; un engreído; uno que se cree que solo él y 3 más saben de verdad de literatura, prefiere darle ese sentido a lo de Vonnegut. Porque él piensa que la gente es idiota por naturaleza y, por consiguiente, está convencido de que nadie sabe leer como él. Por aquí se empieza y se termina diciendo que el voto de los iletrados debería valer menos -en unas elecciones- que el de los cultos. Al tiempo.
La Margaret
«… me pongo en la piel de alguien que se pasa el día trabajando, que al llegar a casa tiene que hacer la comida, cuidar de los niños… Sinceramente, entiendo que le pueda apetecer más leer algo sencillo que adentrarse en una novela profunda, y pienso que es mejor leer literatura de entretenimiento que no leer nada en absoluto.» ERROR. Es preferible no leer a leer las mierdas de best sellers que tanto se publican y se venden, que atontan la mente y el alma y convierten a los lectores en esa masa aborregada y suplicante de lecturas fáciles y totalmente prescindibles de la que, bajo mi punto de vista, habla con tanta razón Echevarría. Y tu primer planteamiento también es muy fácil de desmontar: ¿entonces simplemente por venir cansados de trabajar y de las obligaciones diarias estamos disculpados para consumir basura? ¿Es que esa basura por fuerza tiene que enriquecer, entretener y divertir más que la buena literatura? Pues así nos va, claro. Doy de nuevo la razón al señor Echevarría. En este país (bueno, en este siglo, me atrevo a afirmar) no hay más que malos autores, pésimos editores y peores lectores.
«En este país (bueno, en este siglo, me atrevo a afirmar) no hay más que malos autores, pésimos editores y peores lectores.» Pero tu no ¿Verdad? Tus eres la esperanza blanca, la llama siempre encendida, luz de la cristiandad. En este siglo hay más autores, más editores y más lectores que todos los habidos en el planeta tierra en toda su historia. Buenos, malos y regulares.
Seguimos…»¿Es que esa basura por fuerza tiene que enriquecer, entretener y divertir más que la buena literatura? Pues así nos va, claro» Tu te lo guisas y tu te lo comes. Puede que si, puede que no. Puede que a ti si, puede que a mi no. Por favor, plantea preguntas que no tengan respuestas de Perogrullo y entraremos en un debate constructivo.
Escupes cuando hablas de best sellers como si fueran Satanás y Belphegor de la mano, siendo la única semejanza de un best seller con su hermano es que lo han vendido mucho. ¿Vamos a entrar en el debate sobre el sexo de los Ángeles, si es de calidad o no?
¿Lees incluso a pesar de los sinsabores de la vida moderna, cuidar de los niños, pagar la hipoteca, adecentar el hogar y un largo etcétera? ¿Te preocupas que tus lecturas sea literatura de calidad? Bien por ti, abre un blog.
Los críticos alaban al escritor que se merecen. Echevarría y Torné. La crítica y la literatura de hoy. La polémica está servida: ¿cuál de ambos representa la mayor estafa?
Entre pijos anda el juego
La maña del artículo de Igancio Echevarria estriba en que, el crítico, pretende hacer depender el talento de unos intelectos, los de los escritores, del entusiasmo de otros intelectos -el de quienes se deciden a leerlos- ante ese la exhibición de ese talento. Y esto no es verdad.
Fernando Llorente, el delantero centro del Athletic, no va a conseguir jamás hacerse ¡ya le gustaría! con las aptitudes físicas y habilidades técnicas de Cristiano Ronaldo gracias al aliento de su hinchada bilbaina. Y sí esto ocurre en un actividad cuyo ejercicio exige predominantemente de lo físico ¡que no habrá de suceder en otras cuyas exigencias sean puramente mentales!. Cabe, sí, que un autor consagrado, de los que sabe que le van a publicar de todas todas, y escriba lo que escriba, se esfuerce algo menos ante la desilusión de no contar apenas con seguidores, pero de ahí a poder especular -siquiera superficalmente- que de contar con una claque mayor, este escritor, escritora, podría convertirse en un autor de categoría ¡media un gran abismo!. INSALVABLE. Y eso es lo que creo. ¡Un abrazo!.
Je, yo también he puesto «Igancio»… se ve que los teclados los carga el diablo…
De todas formas, congratulations, Julian: menos mal que alguien se ha dado cuenta de donde está el verdadero intríngulis del artículo de Echevarria, y no en la oposición «literatura elitista» vs. «literatura popular», que no deja de ser un planteamiento puramente demagogo (y, por tanto, un pecado mucho peor que el del «elitismo», a mi modo de ver).
No a ciegas, pero casi.
Dear Sargent ha puesto de manifiesto uno de los vicios de esta economía del valor añadido que es la Cita. No sabemos ya qué valor le da uno mismo a lo que escribe, sino es con la apoyatura ineluctable de las palabras de Gran Escritor, pensador, o en su defecto, el Raro, dícese de quien cifra su valor como inversamente proporcional a la difusión de la obra y de sus ventas. Y por raro, como el oro, precioso.
Savater fue uno de los grandes difusores y defensores del uso de la cita, en tiempos donde ésta estaba recluida a la nota al pie de página, descubrió que lucía más en la caja de texto. Normal en quien necesita refrendo de grandes ideas, nadie sostendría que cada noche desvela los misterios de la Isis de la Ética, pero nada lo justifica en otros tramos del decir. Si la apoyatura sirve al recitativo, para preparar la emisión de una nota y dar así una sensación de agilidad, en el discurso normalito sirve a lo contrario. Es enojoso, depender de la emisión de autoridad ajena, recogida en su proadverbial forma, “como decía la virgen santa…” a lo largo de cada párrafo, y a cada recodo de la opinión, que no de los hechos. Si bien antes se citaban sentencias, esa manía de leguleyo que anida en todos nosotros, ahora ya se recuerda cada leve opinión, es decir, el reglamento, donde la trampa es norma.
Una vez más: tres escritores, para llegar a la conclusión de que el lamento es tal vez el milagro donde todos se uniforman, tan suyos ellos, y un crítico, no menos suyos fingiendo no serlo, que sabe, que nadie buscará la verdadera cita, o aquellas palabras, rara vez se desmienten estas, si lo dice él, que lo dijo aquel, será que lo dijo.
“Los escritores son como los curas, por muy bien que vaya el mundo, nunca están contentos”, perdón, no es una cita, y de serlo, búsquela, a quien le importe. No todo el mundo se pasa anotando lo que escriben o dicen los demás, simplemente lo incorpora o no, no hay nada de malo en ello, y por cierto, no hay una cita de Evangelio que no pueda ser refutada por otro evangelista, y si el Galileo a veces pareciera gentil, ¿no han de serlo los demás?
Cada vez hay más aspirantes al Tretamorfo, recogiendo de aquí y de allá, pero carecen de la verdadera fe, nunca, nunca se conforman con un sólo maestro. Y esto es un problema cuando se pretende llevar la buena nueva…vaya, eso de la verdad, como decía el otro.
Coda: “No me juzguéis” sigue siendo la mejor cita de todos los tiempos.
Amén
La sargento Margaret.
PD: Gracias, Peter
“Observador distraído, pero suspicaz de tendencias” Echavarría contado por él mismo.
Un apunte más sobre la incongruencia, que como la luz, viaja tan rápido que nunca se alcanza a sí misma:
Quien se pregunta cínicamente por la naturaleza de la crítica en Internet, tirando de la piedra que otro lanzaba, niega el pan y la sal a quien se atreva a tomar la palabra. Queremos lectores fiables, de calidad, pero aquí el certificado lo damos nosotros, no vaya a ser que abran blogs y para colmo, lean, y hagan eso que hacemos nosotros.
El Lector soñado es aquel que está mudo, no vaya a ser que el tengamos que vestir al Rey. “¿Cómo se forman los lectores de calidad?”, se pregunta el chambelán, “Hasta hoy mismo, leyendo”, respondió la más humilde de las doncellas.
No puedo estar más de acuerdo, Peter. La autoridad- supuesta- de la cita, que libera de la responsabilidad de la opinión y su argumentación. Bah.
Lo de las citas. El asunto este -que empieza a ser ya preocupante- de las citas, trae su causa de que mucha gente que escribe, y que no acredita autoridad literaria ni para hacer la lista de la compra, y se le entienda, pretende aparentar armas de versado a base de dejar patente ante los demás que se ha leído a una serie de autores en boga.
Y, sí, en esto, el señor Vila-Matas tiene también su parte de culpa ¿o acaso no se imaginaba que los muchachos iban a copiar su marrulla sin destilar su talento? Tiene que alucinar, don Enrique, con lo que hoy en día se anda escribiendo por estos pagos. Justo como yo. Venga… ¡un abrazo!.
Hola!
A cada uno, Sabater le podrá gustar más, o menos, pero escribe bien.
(Not. del comentarista: no hablo de Leticia)
Pues yo estoy de acuerdo con Echevarría y con «Lectora cabreada»: gran culpa de la falta de erudición lectora en este país la tienen los editores, cuanta más mierda le des a la gente haciéndola pasar por «literatura de calidad», más mierda demandará la gente, más mierda comerá y más inapetente se volverá para consumir lecturas verdaderamente dignas. Es un círculo que se retroalimenta.
Cierto, cierto, la responsabilidad es de los editores y mas aún de los propios lectores, dispuestos a tragar heces como puños. Teniendo a su alcance casi toda la literatura mundial solo leen libros de caballeros andantes, y claro, así nos va. Nos salen los lectores en masa a la calle, como setas, dispuestos a realizar hazañas gallardas como por ejemplo ir por hay dando tajos con una katana (perdón, eso esta relacionado con un videojuego) o tirarse por la ventana como Superman (perdón, este ejemplo se relaciona con el cine) o comerse ratones vivos (sorry, serie televisiva)
Yo voy por la calle con la secreta esperanza de cruzarme con mujeres que, arrebatas como Quijano, hayan leído la trilogía de 50 nudos de Grey y toda la saga de los rudos y vigorosos Highlanders de Karen Marie Moning, para que hagan con mi mente, saturada de Alta Literatura (AL), lo que sus perturbadas mentes les de a entender.
Dime por donde paseas, Comeclavos, que yo he leído «50 sombras de Grey» y sufro una irrefrenable tendencia a identificarme con los personajes de los libros que me trago.
Un saludo
Daphne
El director editorial propone, el lector dispone. La cuenta de resultados aprieta. Y hemos entregado las grandes editoriales a los directores financieros, la mayoria de los cuales sólo lee libros de balances. El editor edita lo que puede y le dejan, excepto en las editoriales medianas y pequeñas, aunque incluso estas deben hacer «concesiones» si tienen la exótica manía de cobrar un sueldo cada mes.
Hugo, la mierda es optativa, engullirla es cosa de cada cual. Por otro lado, la industria de la mierda permite que las obras «de calidad» (sea lo que eso sea) sean más asequibles de lo que serían sin «el complejo basuril-industrial». La «alta cultura» se paga gracias a los beneficios que genera la «cultura popular».
El que nunca haya consumido mierda en alguna de sus diferentes formas, que tire la primera piedra. Y si de veras hay alguien que nunca lo ha hecho, que salga al mundo real, se embarre un poco y se de cuenta de cómo viven sus congéneres.
Leo «erudición lectora» y me salen sarpullidos.
¡Pero si Echevarría piensa exactamente lo mismo que vosotras, chicas!
Buenas. Según EL PAIS de hoy, Bertelsmann anuncia la fusión de Random House con Penguin… ¿peligra el mundo fresysuiss? ¿Se acabó El sindicato o saldrá reforzado? ¿Nos la meterán dopblada, como siempre?