HACER UN MATIZ

Estimada señora Berasategui:

Me dirijo a usted, dada su condición de directora del suplemento EL CULTURAL, porque estoy desesperada. El cuartel de la Patrulla de Salvación se ha convertido en un infierno y creo que nos podría ayudar a recuperar el ambiente de paz y concordia que aquí reinaba hace unos meses. Al grano: la sargento Margaret, nuestra jefa, tiene diagnosticado un trastorno paranoide de la personalidad con el agravante de histrionismo. Si a ello le añadimos su dipsomanía crónica, una incipiente demencia senil y la lectura compulsiva de literatura española, el cuadro clínico, como se podrá usted hacer una idea, es, cuando menos, inquietante.

Nuestra Margaret, debido a las patologías anteriormente enumeradas, ha desarrollado una alarmante tendencia a la obsesión. Durante los años que vivió en los EEUU le cogió manía a George W. Bush –llegó a hacerle vudú, fíjese-, pero ahora lo que tiene entre ceja y ceja es EL CULTURAL, la publicación semanal que usted comanda.

Todos los viernes intentamos esconder su suplemento para que Margaret no lo devore –lo lee de cabo a rabo-, pero siempre encuentra la forma de hacerse con él. Es posible que tenga un “dealer”. Sospechamos del jardinero y de la señora de la limpieza.

La lectura de EL CULTURAL genera, de forma invariable, consecuencias desastrosas. Esta mañana, sin ir más lejos, hemos encontrado un espectáculo dantesco en la sala de oficiales de nuestro cuartel: las banderas, hechas jirones, se solapaban en el suelo con las páginas arrancadas y arrugadas de EL CULTURAL. Las mesas y las sillas habían sido volteadas; las metopas y cuadros, arrancados. Una botella de ginebra vacía descansaba al pie de la pared norte de la sala. En dicha pared, ocupando el espacio dejado por cuadros y metopas, la sargento había escrito con pintura roja (aún fresca) lo siguiente:

Acaso el único matiz que conviene hacerle al libro [no es correcto utilizar “hacer un matiz” cuando se trata de criticar un libro. “Hacer una matización”, aunque traído por los pelos, podría valer] sea producto de la maniática voluntad del autor de documentarlo todo. Creo que una poda ligera la hubiera hecho aún más intensa. [Si hablaba del libro, debería haber usado el masculino: “lo hubiera hecho aún más intenso”. Salvo que se refiera a la “maniática voluntad”, pero entonces no entiendo nada.] Aunque, sin duda, no se trata de nada que vaya en detrimento de la magnitud de la novela, que es indudable. [Eso está claro, la novela tiene 614 páginas. ¿O usa Care Santos eso de “magnitud” para referirse incorrectamente a la calidad de la obra? Sigo sin entender nada.] Esa misma obsesión por el detalle, por un rigor que parece más patrimonio del historiador que del novelista, [El rigor como algo impropio del novelista: cómo te patina el subconsciente, Care, chica.] hace que el autor haya querido insertar al final del libro una nota final [Siendo al final del libro, no iba a ser una “nota inicial”, claro.] que viene a dar in extremis [“in extremis” por si no había quedado claro que estamos en el final del libro] un giro sorprendente a la trama. Sea cierto o no, esa finta es magnífica.

Hemos reconstruido –quitando los comentarios que en negrita y entre corchetes hace la sargento- el párrafo, doña Blanca, y resulta que pertenece a la reseña que, en EL CULTURAL de hoy, Care Santos (aquí) hace de El anarquista que se llamaba como yo, de Pablo Martín Sánchez (Acantilado, 2012).

¿Le suena?:

Acaso el único matiz que conviene hacerle al libro sea producto de la maniática voluntad del autor de documentarlo todo. Creo que una poda ligera la hubiera hecho aún más intensa. Aunque, sin duda, no se trata de nada que vaya en detrimento de la magnitud de la novela, que es indudable. Esa misma obsesión por el detalle, por un rigor que parece más patrimonio del historiador que del novelista, hace que el autor haya querido insertar al final del libro una nota final que viene a dar in extremis un giro sorprendente a la trama. Sea cierto o no, esa finta es magnífica.

Ya que somos incapaces de evitar que la sargento Margaret lea su suplemento, le ruego, señora Berasategui –si es usted tan amable-, que, además de pasar el corrector de ortografía de Word por los textos de la señora Santos, alguien –Nuria, usted, quién sea-  lea sus reseñas de vez en cuando antes de publicarlas. Estoy segura de que de ese modo los ataques de furia de nuestra querida Margaret se espaciarán y su ingesta de bebidas espirituosas se atenuará.

Agradeciéndole de ante mano su colaboración, suya atentamente

Daphne Salvación.

Actualización a 7 de febrero de 2013

El día 2 de febrero, hace 5 días, Care Santos publicó en La tormenta en un vaso, su blog de «crítica positiva», esta otra (aquí) reseña de El anarquista que se llamaba como yo, de Pablo Martín Sánchez (Acantilado, 2012). En esta nueva versión ya no mete ese párrafo destacado por nosotras ni, por supuesto, escribe eso de “hacer un matiz”.

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12 respuestas a HACER UN MATIZ

  1. La obsesión por la ortografía, la sintaxis o la concordancia (o el exceso de redundancia) suena a un achaque asociado a la edad. Una especie de viejunismo anticipatorio de una chochez insoportable.

    Si ya es jodido leer, para qué empeñarse en hacerlo con reseñas que, por acomodaticias y acríticas, resultan sin interés. Y, según tengo entendido, lo de Santos se convierte en un acto más monótono que plantificarse a ver centrifugar a la lavadora.

    • Ire dijo:

      Ya, Alberto, pero creo que Santos estudió filología hispánica. No revisar los propios textos antes de enviarlos aumenta esa sensación de desidia característica de ciertas reseñas. Y supongo que le pagan por hacerlas.

    • ciudadanab612 dijo:

      Trabajar en un medio de comunicación, se sea periodista o no, implica una serie de responsabilidades. Una de ellas, histórica, es la de formar. Así que si hace mal su trabajo, lo hace mal y punto; lo que tiene su crimen.

  2. Ágrafodido dijo:

    Antes de nada aclarar que ni soy escritor y tampoco pienso en serlo, ni vivo de nada relacionado con la publicación, las editoriales, los massmedia o el cartonaje, ni conozco a ningún escritor vivo (sólo un día, de pequeñito, me tropecé con Corin Tellado en Pontevedra y me gritó «¡quita!», según mi madre; pero eso fue todo).
    Dicho esto, pregunto: ¿Es la Sargento Margaret la agente encubierta de Pron, Olmos, Mallo, Luna y adlátreres? Lo digo porque, si echáis un vistazo en cualquier buscador de intenet, un tanto por ciento muy alto de las entradas referidas a todos estos «escritores» parten de esta página.
    Es más, muchos lectores no habrían conocido en su vida a los zambrapronolmos sino fuera por la celebridad de este blog.
    Aprovechando estas fechas, toda esta pandilla (que no pasan de 100 visitas en sus respectivos promoblogs) deberían agradecérselo a estas cuatro encantadoras damas con una cesta bien surtida de botellas y polvorones.
    Sargento, en mi humilde opinión, las fijaciones personales acaban traicionándolo a uno y mucho me temo que le está saliendo el tiro por la culata. Con perdón.

    Suyo, afectadísimo.

    • Ire dijo:

      Tranquilo, que «conocerlos» tampoco «es quererlos».

    • Si fueran Ruiz-Zafón o Pérez-Reverte, les pediría un % de sus ingresos. Siendo los zambrapronolmos mejor no. No vaya a ser que lo que obtenga sea una parte de la deuda con la editorial por el adelanto no compensado con ventas.
      Un saludo
      Soy, en realidad, directora de una ONG.

      • Peter Folgier dijo:

        Solicito formalmente para La Patrulla de Salvación, en la persona de la Sargento Margaret, la Cruz Laureada de San Fernando

        Motivos:

        Es la más preciada condecoración militar española al valor heroico. Se otorga como recompensa a acciones, hechos o servicios militares, bien individuales o colectivos, con inminente riesgo de la propia vida y siempre en servicio y beneficio de la Patria o de la paz y seguridad de la Comunidad Internacional.

        Razones: me sobran, como los motivos.

        Excusa: Soy así de fatuo.

      • X dijo:

        Los números negativos de Pron, como los de Olmos y otros, los suelen generar los anticipos + gastos de la presentación + gastos de viajes (transporte , hoteles , comidas) en la promoción + extras.. Siempre pierden dinero, que tienen que compensar otros autores del grupo.

  3. EEM dijo:

    Esa misma novela fue elegida por El Cultural la mejor ópera prima de 2012 (aquí: http://www.elcultural.es/version_papel/LETRAS/32070/Primeros_seguros_pasos), sin ser ópera prima, pues el autor ya tenía publicado un libro de relatos (por lo visto, para este suplemento Borges nunca llegó siquiera a publicar una ópera prima), en una votación en la que sólo votaba Care Santos (aquí: http://www.elcultural.es/version_papel/LETRAS/32079/Las_votaciones_de_nuestros_criticos), que por entonces aún no había publicado la reseña (lo que demuestra que para la escritora lo mejor es lo último que ha leído).

    Una prueba en general del rigor de El Cultural, no sólo de Care Santos, sino también de Blanca Berasategui, Nuria Azancot, Daniel Arjona y todos los implicados en las dichosas y fiables listas.

  4. Gabriel dijo:

    Del DRAE: magnitud. (Del lat. magnitūdo).
    1. f. Tamaño de un cuerpo.
    2. f. Grandeza, excelencia o importancia de algo.
    En este caso patinas, sargento.
    Tus obsesiones empiezan a ser preocupantes. ¿Te pisó Care Santos algún callo o sólo ganó algún premio al que te presentaste?

  5. getulio roncesvalles dijo:

    pongan fotos de chicas ligeras de ropa

    gracias

    • En nuestro próximo «post» meteremos fotos nuestras ligerísimas de ropa. Avisamos de que solo una de las «chicas» de la patrulla baja de los 65 años. Quien avisa no es traidor.
      Usted, don Getulio, lo ha querido.
      Are you ready?
      Maggie «The sexy granny» Salvación

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