Hoy, considerando la gravedad del asunto que voy a tratar, no firma la sargento Margaret, sino yo, la que mueve los hilos de la Patrulla de Salvación. No quiero que nadie vea el más mínimo tono de broma o chanza en este «post». Nunca he escrito más en serio.
Si no he publicado nada en este blog durante los últimos tres días, no es porque el enemigo se haya rendido o bajado la intensidad de sus acciones bélicas. Todo lo contrario, están más crecidos que nunca (aquí). No he podido darle a la tecla porque he pasado el fin de semana leyendo toda la información que sobre los últimos casos de corrupción ha aparecido en los medios de comunicación. Dado el punto al que hemos llegado, se hace imprescindible una lectura comparada de cada escándalo. Un ejemplo: lo que cuenta EL PAÍS sobre los presuntos sobre sueldos del PP, EL MUNDO lo matiza sacando a Rajoy del grupo de los «sobrecogedores» y el ABC lo niega totalmente llegando a decir que peritos en caligrafía ven indicios de que lo que supuestamente fueron 18 años de anotaciones (en la presunta contabilidad B del PP), podría haber sido escrito de golpe. Anda que como EL PAÍS la haya vuelto a cagar…
Lo que hoy tengo aun más claro es que los políticos se han convertido en (y se han creído) una casta. La mayoría de los hombre y mujeres que dirigen los partidos políticos, afectados de un mesianismo agudo, se han colocado por encima del bien y del mal, nos consideran al resto de ciudadanos poco menos que subnormales, y tienen marcado a fuego en sus frentes aquello de que El fin justifica los medios. Las leyes son para los ciudadanos, ellos están en otra cosa.
Cuando los que nos gobiernan y los que están en la oposición han llegado a este extremo, la única solución está en las urnas. Por eso el buen periodismo, el realmente independiente (ninguno de los tres medios citados anteriormente lo es), es más necesario que nunca. Los medios de comunicación deben denunciar lo que está pasando para que el ciudadano, cuando llegue el momento de votar, lo haga sabiendo quién es quién y quién hace qué. Esto último lo escribo (aunque todos ya lo tenemos claro) porque, a pesar de todo, no está ocurriendo. Muchos medios y, sobre todo, los más reputados periodistas parecen más empeñados en influir en los que mandan que en informar a la sociedad. Informar es el primer deber del periodismo. Pero es que, hoy, además, intentar cambiar a los que mandan con noticias y artículos de opinión es, a la luz de los últimos casos de corrupción, misión imposible . El periodismo -repito- debe informar, exponer en la plaza pública lo que hacen los que mandan para que así la democracia -mediante el voto en conciencia- funcione.
Si ustedes están de acuerdo con lo anterior, entenderán que a una le den ganas de echarse a llorar cuando hoy lee un artículo como este (aquí). En esta pieza titulada «Piel de rinoceronte o desdén» Javier Marías hace balance de los diez años que lleva publicando en la última página del suplemento dominical de EL PAÍS y nos deja ver lo que pretende con sus escritos:
Pese a lo gentiles que son muchos lectores; pese a que no pocos me alienten a proseguir con estas columnas (y agradezco sobremanera esas palabras de ánimo), al cabo de diez años he de confesar que la sensación predominante es de inutilidad, para quien las escribe. Grosso modo, uno intenta llamar la atención sobre lo que le parece mal, injusto, indecente, de nuestra sociedad, y argumentarlo. Si se molesta en ello, es porque guarda un fondo de ingenuidad y vago optimismo, es decir, porque aspira a que las cosas mejoren un poco (desde su particular punto de vista, claro, tan discutible como el que más). Pero pasan los años y en conjunto ve que más bien todo empeora, y que quienes podrían enmendar algo (los políticos, sobre todo) parecen aplicarse a hacer lo contrario de cuanto uno solicita o propone, y a reincidir en lo que critica o condena. Lo más probable es que esos responsables ni se dignen leer lo que uno escribe, y están en su perfecto derecho, faltaría más, como cualquier otro individuo. Uno lo sabe y no se llama a engaño, pero hace unos días, coincidiendo con el aniversario, se me hizo en verdad patente la “inutilidad” de esta tarea.
(la negrita es mía)
Aquí se ve bien claro para quién escribe Javier Marías estos artículos. No los escribe para los lectores (a los que educadamente agradece las palabras de ánimo), no, los escribe para intentar influir en los poderosos, los únicos que le merecen consideración. Por eso le jode que -como cuenta más adelante- cuando se encuentra «hace unos días» en un restaurante con un político (Federico Trillo) al que en 2004 llamó «patán» y «zafio» en otro de estos artículos (aquí), el insultado lo trate como si nada hubiera sido escrito.
Termina Marías escribiendo:
Pero qué quieren: si ni siquiera los “damnificados” me tienen en cuenta la “damnificación”, ¿ustedes creen que vale la pena que siga con estas columnas, después de diez años? La pregunta es retórica, no hace falta que me la contesten.
Como los políticos no toman en cuenta lo que él escribe, no vale la pena seguir escribiendo. ¿Y los lectores? ¿Y las urnas?
Los artículos de Javier Marías son leídos por muchas personas . El País Semanal tiene una difusión (sólo en papel) de más de 1,5 millones de lectores. No todos leen «La zona fantasma», que es como se titula la sección de Marías, pero una buena cantidad seguro que lo hace. A todos esos hay que añadir los muchos que lo leen en digital (porque lo de don Javier siempre sale en abierto). Pero eso a Marías le da igual. Para Marías los lectores son importantes en cuanto posibles compradores de sus libros, nada más.
Marías ya ha dejado claro en varias ocasiones la opinión que el resto de españoles le merecemos. En noviembre de 2011, en una entrevista que las patrulleras glosaron (aquí), respondía de esta manera a la primera pregunta:
Es que estamos en una época en la cual los que escribimos artículos de prensa perdemos demasiado tiempo en decir cosas que nos parecen obvias, de cajón. Y eso te da una sensación de pérdida de tiempo. Qué época más mala, una en la que sucede eso. Claro que a muchos les parecerá lo contrario, que la época está muy bien y que el imbécil soy yo.
Está claro, ¿no? Si el imbécil no es él -que no lo es- , lo somos los demás. Más claro, agua. Ese desprecio hacia la masa suele ser un síntoma -por desgracia- de esa enfermedad llamada Éxito Literario.
Antes les hablaba de la casta de los políticos españoles. Los intelectuales patrios forman otra casta, otra élite. Del mismo modo que los políticos profesionales desprecian a los electores y solo buscan su voto, los intelectuales como Javier Marías consideran a sus lectores seres inferiores (y por lo tanto «una pérdida de tiempo» escribir para ellos) y solo procuran que sigan comprando sus libros. Los intelectuales como Javier Marías critican a los miembros de la otra casta, la de los políticos, con la única intención de fortalecer su nombre como intelectuales en la mente de los miembros de ambas castas, la de los políticos y la de los intelectuales.
Hoy más que nunca -como decía- es necesario un periodismo (de investigación y de opinión) que informe con independencia, no que intente influir en el poder para así ganar, a su vez, peso y poder. Por eso le pido a Javier María que, dado que no está dispuesto a cumplir con su deber para con la sociedad, abandone su puesto, que se marche. Le ruego que deje su tribuna a otro escritor honesto (que los hay) dispuesto a contar a los ciudadanos -no a los gobernantes- su opinión sobre lo que está ocurriendo.
¡¡MÁRCHESE, SEÑOR MARÍAS!!
Fdo.: la que mueve los hilos.
OTRA COSA MUCHO MÁS INTERESANTE
El 12 de febrero de 2010, a las tres de la tarde, dio comienzo otra de las rutinarias reuniones del departamento de biología de la Universidad de Alabama. Entre los trece profesores y demás empleados estaba Amy Bishop, 45 años, madre de cuatro hijos y neurobióloga licenciada en Harvard. Amy había solicitado que la hicieran profesora titular y se lo habían denegado en numerosas ocasiones. Por eso sabía que cuando el semestre acabara se quedaría sin trabajo. Amy se mantuvo en silencio durante los cincuenta minutos que duró la reunión. Pero al terminar, abrió su bolsa, sacó una Ruger semiautomática de 9 mm. y comenzó a disparar sobre sus compañeros… Así comienza el reportaje de más de 14.000 palabras (en inglés) que en el último número del The New Yorker (aquí) firma Patrick Radden Keefe.
La historia de Amy Bishop es real y su perfil (45 años, felizmente casada, madre, licenciada en Harvard) difiere del que tienen la mayoría de los “mass shooters”. Radden Keefe investiga la infancia y el pasado familiar de Bishop y nos lo cuenta. No se lo pierdan: periodismo del bueno.
El artículo se puede leer íntegro pinchando en el “link”.
Sí, tú pide por esa boca que el joven Marías ni tiene interné en casa…
La persona que ha escrito este post no ha entendido absolutamente nada de lo que ha querido decir el señor Marías, nada.
Querida amiga:
El señor Marías quiere denunciar con su artículo que a los políticos ya no les afectan las críticas, lo cual es muy grave, cierto. Pero, por el camino, deja claro su elitismo. Eso en los tiempos que corren es también muy grave. Necesitamos otro tipo de intelectual. Necesitamos intelectuales comprometidos de verdad con la sociedad, no divos que sólo quieren agrandar su nombre.
Un abrazo
La que mueve los hilos de la Patrulla de Salvación
No preocuparse. Gracias a Dios, entre la intelectualidad española sí que ha surgido un nuevo Duce:
http://www.huffingtonpost.es/2013/02/03/arturo-perez-reverte-espa_n_2611636.html?utm_hp_ref=spain#slide=2056088
Por lo menos Reverte sabe suscitar sentimientos más permanentes cuando llama gilipollas o mequetrefes a lumbreras nacionales.
¿No es una interpretación del artículo un poco forzada, por no decir desquiciada o descerebrada?
Pregunto.
Si Javier Marías fuera de verdad un intelectual comprometido con la sociedad, el hecho de que Federico Trillo, 8 años después de haberlo llamado patán y zafio, lo saludara amistosamente, deberia producirle a lo sumo perplejidad, pero no la sensación de que su tarea (la que realiza al escribir y publicar sus artículos) es inútil.
Un buen periodista siente que ha cumplido con su deber y que su trabajo es útil cuando los cuidadanos se enteran gracias a la noticia que él firma de que, por ejemplo, un árbitro de fútbol ha pitado a favor de un equipo a cambio de dinero. El hecho de que el árbitro se enfade con el periodista o no, no será el criterio que usará el periodista para medir la utilidad de su trabajo.
Pues eso
La de los hilos
matices que está vez la sargento ha sabido apuntar
El concepto de «sociedad civil» es desconocido para Marías.
Por eso me gusta cómo escribes… me haces ver todos los lados de lo que leo. Gracias 🙂
Un abrazo
Bien traído, Sargento. Sólo una cosa: Javier Marías, ¿intelectual?
Pues eso
Fdo: la hilandera
Lo que tenía que haber hecho Marías es pegarle dos hostias a Trillo.
(Sue Evans, jódete)
Con la de mierda que esta saliendo por las alcantarillas.
Con lo necesitados que estamos de que alguien con auténtica capacidad de análisis nos cuente lo que está (de verdad) pasando,
Pues va el señor Marías y dice (entre lineas, pero lo dice) que como los ofendidos por él no se dan por aludidos entonces su ego se siente herido y no le ve utilidad a lo que hace.
Hay que joderse.
Manda huevos, señor Marías, manda huevos.
¡¡MÁRCHESE, SEÑOR MARÍAS!!
¡Hola a todos!
Con el permiso de la jefa, voy a incurrir en una cosa que ella hace a veces, bien que el blog es suyo, y hablarles de algo que sólo colateralmente tiene que ver con el contenido del post.
Venía a currar en el metro, y leo en la página de atrás de La Vanguardia que iba leyendo otro de los pasajeros: «La ética no es una colección de normas, es una sensibilidad».
Lo dice una tal Victioria Camps, que no sé quien es, pero digo yo que alguien importante será si la entrevistan en la página del final de La Vanguardia.
Lo dice una tal Victioria Camps, y se queda tan ancha ¡Con la que está cayendo!.
La ética es un catálogo de preceptos morales, es la constitución misma del derecho natural y su quebrantamiento se castiga con la peor de las penas: la de la pérdida de la dignidad. La sensibilidad, señora Camps, quienquiera que sea usted, es otra cosa: que te gusten Tapies o el folklore galés o no te emocionen las puestas de sol o Bergaman (Ingmar) te parezca un coñazo.
Esto figura escrito desde Aristóteles (Etica a Nicomaco) y se conocía ya desde bastante antes. Los escolásticos lo aquilataron.
Si se empiezan proclamando ese tipo de afirmaciones uno puede terminar defendiendo que su sensibilidad le permite aceptar sobres con dinero negro de procedencia dudosa para compensar su abnegada dedicación en beneficio de la «polis». Y no.
Así nos luce el pelo -a unos más que a otros- en esta mierda de país. En esta sociedad de trincones y catetos en que a la ética se le otorga el mismo valor que a un cuarteto de cuerda.
Venga… lo dejo ya. Gracias ¡un abrazo!.
Me disculparé yo también por contestar con algo que poco tiene que ver con el tema de la entrada:
Victoria Camps es catedrática de Ética en la UAB —algo de esto debe saber, aunque no suela yo estar muy de acuerdo con ella—, y esa frase requiere mucha explicación, pero ni es tan desacertada ni quiere decir lo que tanto te ha enervado.
La moral sí es un conjunto de normas, pero no la ética. Es por este motivo que en las facultades de Filosofía tenemos departamentos de ‘Ética’, y no de ‘Moral»: la ética, en realidad, es la disciplina que se encarga de examinar la legitimidad de esas normas, el proceso de su constitución y la estructura de su ordenamiento. En el mejor de los casos —desde Aristóteles a Spinoza, desde Kant a Scheler—, lo deseado es que esa legitimidad sea de tipo racional, aunque ahí están Nietzsche y los suyos para decir otras cosas. Pero, como todas las disciplinas que tienen en su centro alguno de los aspectos fundamentales del ser (‘ser en cuanto ser’-ontología, ‘bien’-ética, ‘verdad’-lógica o ‘belleza’-estética), el primer paso de esta disciplina es vislumbrar cuál es su objeto de estudio, y para reconocer ‘el bien’ es para lo que hace falta el uso de esa sensibilidad de la que habla Camps.
Por poner un caso paradigmático y muy cercano a lo que dices del derecho natural —por más reservas que levante ese oxímoron, porque no hay nada en el mundo menos natural que el derecho—, en Kant tiene que ver con la sensibilidad hacia el respeto que la acción conforme al imperativo categórico demanda: la voz del tribunal de la razón puede desobedecerse, pero no desoírse. En esta posibilidad para desobediencia es donde se cifra la sensibilidad de la que habla Camps, y es lo que el lenguaje popular refleja bajo la expresión «fibra moral».
Digamos que esta fibra del reconocimiento del bien vibra en una frecuencia que puede resonar en mayor o menor medida con la sensibilidad particular de cada cual. Esto no tiene que ver con la obediencia a la norma, y es por eso que no todas las acciones conformes a la norma pueden tenerse por éticas (obrar por temor al castigo, por ejemplo, no es una repuesta que la ética pueda en general considerar «conforme al bien»).
Un conjunto de normas es solo un horizonte regulativo, un mero aspecto objetivo de la ética, pero la acción requiere también la determinación de la voluntad —si es que queremos plantear la cuestión en términos tan decimonónicos: hace ya mucho que en ética los términos de trabajo son otros—, y es en esta determinación en la que la sensibilidad de la que habla Camps también se pone en juego. No basta con saber las normas, han de sentirse como efectivas, han de ser capaces de mover a la acción: es el paso que va de conocer la ley a quebrantarla o respetarla. Así, que, desde el aspecto subjetivo, esta sensibilidad —que en un sentido filosófico quiere decir receptividad o apertura— es absolutamente necesaria para la acción recta. Sin esa sensibilidad no hay respuesta conforme a la ética.
De este modo, es absolutamente imposible justificar desde un punto de vista ético aceptar sobre con dinero negro: es precisamente una falta de sensibilidad con respecto al principio regulador lo que permite aceptarlos en primer lugar.
La necesidad de sulfurarse no era, después de todo, tanta.
Pero sí que era alguna, mi buen/a amigo/a. ¡Ja, ja…!.
No, en serio. Sin abusar del utilitarismo filológico.
EL DERECHO NATURAL El derecho natural es serio, muy serio, justo porque no es derecho, es solo naturalidad, esencialidad de la conducta humana positiva en el lugar y el tiempo en los que esta se está desarrollando. Por más que al tener que legitimar (loz hombrez zomoz azi de moztruitos) esa naturalidad desde el punto de vista normativo, se haya estimado conveniente aplicarle el epíteto «derecho».
LA DETERMINACION DE LA VOLUNTAD La terminología habrá podido modificarse (en los ámbitos de la abstracción llega cierto punto en el que las innovaciones sólo van a poder tener verdadera incidencia etimológica) pero lo cierto es que en el terreno de los hechos la pulsión de la voluntad, su maleabilidad mediante el razonamiento, va a ser tan irreductible como siempre, y, por mucho que pudiesen haber aumentado los factores de discrecionalidad, los resultados, los efectos a la hora de provocar acciones/desafecciones van a ser básicamente los mismos una vez tras otra. Se hace necesaria la ley. Y la ley será más apreciada -o, mejor, menos dsitorsionadora- en tanto más se asemeje al derecho natural de observancia.
Un abrazo para todos 😉
El sillón R que erre y un fondo de libros tras de mí.
Una torva mirada a la miríada de imágenes de Javier Marías, gracias sin duda a esa técnica inmediata que él tanto detesta, nos induciría a pensar que los libros, esos artefactos del pasado, se arremolinan tras de sí en cuanto aparece, convocados por las musas y dispuestos por los hados, mágico ensalmo que asombra y maravilla a doctos y necios en armonía liberal. Formando espesos muros a su espalda, casi se les puede advertir como escuchan en religioso silencio su sapiencia occipital. Una tácita como aguerrida falange muestra sus lomos recreando un inquebrantable farallón, sin otro propósito aparente que enmarcar la figura vacilante del otrora Rey de Redonda, aislándola en el marco exagerado de nuestra memoria inestable, y el conjunto no deja de ser admirablemente casual.
Con tales credenciales se presenta quien no evoca más padrinos que su infrecuente esfuerzo y natural genio, olvidando qué, éstos son frutos que sin el adecuado abono la bruta tierra se encarga de angostar, pues la bellota difiere de la encina, no sólo por el azar o la suerte, del cariño campesino como de la piedad del cerdo depende por igual.
Quien no rechaza honores ni sillones, recompensas por prebendas, aquel que se figura tras columnas enlucidas de apoyo al amparo de vigas heredadas sin vergüenza, concibe como poco que menos que divina, su meta en esta vida, educar edulcorando la forma y sagazmente la lengua afilar, para despotricar en el momento oportuno y esperar, que los vientos en boga de la chusma no derriben con común sentido sus alegatos, protestas caprichosas y mezquinas excusas, hueras larvas de capullos sin más hilo que su fatua vanidad.
Morirá su fama o mudará la moda de los tiempos, y en los anaqueles, otros libros a heredar su lugar y su nombre, cultivaran el aplomo del ácaro como todos los demás, antes de él y de su empeño, de la cuita eterna del espejo que nos hace brillar por el reflejo, que graciosamente, otros libros, otros nombres, nos dan. Míseramente ufano, veremos pues, a otro, sin tardar, delante de los libros, dando la negra espalda y el viejo cuento.
ZZZZZZzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzz ya?
Que Javier Marías piense que Federico Trillo puede haber leído alguno de sus artículos (y acordarse, además), resulta enternecedor, no me lo neguéis.
Lo mejor de lo mejor
¿Y quién sería el que no se rinde en sus diatribas, Pérez-Reverte?
Sí, la forma en la que este hombre no pisa el mundo real es muy tierna. Supongo que se debe a su educación de internado.
A lo mejor lo que Marías debería preguntarse en voz alta es cuál es en este momento -gracias a sus gestores- el público real del dominical en que publica sus columnas y que, en teoría, le leen. Con reportajes como el del principito de hace dos fines de semana, o como el típico y tópico de Juan Cruz y sus amiguetes, como mínimo, puede hacerse una idea de quiénes no lo leen.
Porque yo hojeo «El país semanal» y el tufo a pijerío buenroller que inunda casi todos sus contenidos me impide, generalmente, pasar de la gilipollada semanal de Millás.
Querido John:
Deben haber pasado muchos meses, puede que años, desde que miraste por última vez un EPS. Millás hace años que no tiene columna semanal en el suplemento de EL PAÍS.
Pero te comprendo, no creas.
Maggie
Para variar, me he explicado como el orto. Me refiero a esa sección en la que explica sus impresiones a partir de una fotografía.
Vamos, ahora esta usted dejando mi percepción de mi memoria al nivel de borracho de findedesemana el domingo por la mañana, pero el especial del principito de hacer dos weeks creo que llevaba . Creo. Quiero creer.
Acabamos de actualizar el «post» con esto:
OTRA COSA MUCHO MÁS INTERESANTE
El 12 de febrero de 2010, a las tres de la tarde, dio comienzo una de las rutinarias reuniones del departamento de biología de la Universidad de Alabama. Entre los trece profesores y demás empleados estaba Amy Bishop, 45 años, madre de cuatro hijos y neurobióloga licenciada en Harvard. Amy había solicitado que la hicieran profesora titular y se lo habían denegado en numerosas ocasiones. Por eso sabía que cuando el semestre acabara se quedaría sin trabajo. Amy se mantuvo en silencio durante los cincuenta minutos que duró la reunión. Pero al terminar abrió su bolsa y sacó una Ruger semiautomática de 9 mm. y comenzó a disparar sobre sus compañeros… Así comienza el reportaje de más de 14.000 palabras (en inglés) que en el último número del The New Yorker (aquí) firma Patrick Radden Keefe.
La historia de Amy Bishop es real y su perfil (45 años, felizmente casada, madre, licenciada en Harvard) difiere del que tienen la mayoría de los “mass shooters”. Radden Keefe investiga el pasado familiar de Bishop y nos lo cuenta. No se lo pierdan: periodismo del bueno.
El artículo se puede leer íntegro pinchando en el “link”.
¿Esta tenía algo que ver con Amy Martin? ¿Primas, quizás?
Sigo a la Patrulla desde hace tiempo, pero es la primera vez que comento. Me empuja a ello un post que encuentro necesario. Los intelectuales pegados al poder, pendientes de la reacción del poder, son los cómplices de la situación a la que hemos llegado. Así que si queremos sanear la política, la cultura y la sociedad, vamos a arrinconar a esa panda de listos, de expertos, de cabeza pensantes, de bocas agradecidas. Con un par de pasos para atrás puede que tomemos impulso para llegar a mejores sitios que a los que hemos llegado: vamos a hacernos más pobres, menos consumistas, menos fuertes, más sensibles. Y dejemónos de escriotres chorras, de críticos chorras y de lo chorra que hemos querido ser. Patrulla, muy bien.
http://www.eldiario.es/padres_e_hijos/fallado-intento-aprendieran-aleman-musica_0_96240607.html
La semana pasada el diario kafka publicó un bochornoso reportaje sobre padres e hijos que quedará muy bien en el álbum familiar de los susodichos, pero que en público sólo sirvió para que sus protagonistas quedaran en evidencia, cosa que el diario no sé si pretendía, me temo que no. He ahí un modelo de autocomplaciencia cultural y social, y de mal gusto, que deberíamos arrinconar.
Pues estoy de acuerdo con que Javier Marías llame imbéciles a sus lectores pues, me temo, tiene toda la razón del mundo. Escribe en un país donde el PP ha ganado con mayoría absoluta, donde telecinco es líder de audiencia y donde mientras el deporte vaya bien, la paz social estará asegurada. ¿Imbéciles? Se me ocurren adjetivos peores…
…¿no sería mejor dejar de leer a Marías, simplemente ignorarlo?
Gracias, Cristina Fallarás, por tu lección de ética periodística: http://www.revistadeletras.net/escuela-rdl-cristina-fallaras-no-molestar-me-parece-un-metodo-algo-imbecil/comment-page-1/#comment-28569.
Qué alambicadas argumentaciones, qué absurdas prospecciones entre líneas… Todo con el único objeto de seguir denostando a Marías, uno de los deportes favoritos de los asiduos a los blogs literarios.
Todos sabemos que el principal defecto de Marías es que sus novelas son abismalmente mejores que las novelas de cualquier otro novelista español en ejercicio (exceptúo a Marsé, naturalmente). Y eso, ya se ve, le molesta mucho a mucha gente. Admito que la personalidad del académico no ayuda mucho, con su ridículo reino de redonda y con sus soldaditos de plomo, pero ya resulta conmovedor comprobar cómo una legión de odiadores de Marías aclaman cualquier comentario que lo vitupere, por alambicado y absurdo que sea…
1. Alambicado no es sinónimo de absurdo, una cosa no conlleva otra. 2. Usted tampoco es que aporte mucho: Marías es «güeno» y sus novelas son mejores que las de cualquier novelista «en ejercicio» (discúlpeme pero, es que me descojono con su expresión, el concepto que tiene usted de un oficio artístico como el de escritor). Porque yo lo valgo. Unga. En los blogs literarios no se perdona la calidad de las obras de Javier Marías. Doble unga. Vamos a ver: si el dueño/autor del blog literario no es editor, no es escritor o lo es pero ni por asomo se le ha ocurrido hacerse con los derechos de publicación de Marías arrebatándoselos a Alfaguara, ¿a santo de qué va a tener envidia a Marías? Por cierto nadie está cuestionando su calidad literaria sino su compromiso ético en la rama del «¿periodismo?» que él cultiva. Es la misma canción que pían algunos cuando se critican las opiniones políticas de Pérez-Reverte, siempre salta el/la groupie de turno con «es que es buen novelista y le tenéis envidia». No sé, innove un poco y deje ese forofismo de taberna con pretensiones.
¿Por qué se la agarran con Gabriela Acher?
Javimari no considera a sus lectores idiotas pero éstos sí lo son: los unos por reírle cada gilipollez que escribe en El Semanal y los otros por entender mal los artículos y subirse por las paredes cuando creen que ha escrito algo que no les gusta.
Lo curioso es que un tipo tan grande como novelista escriba unos artículos tan previsibles y tan pésimos.
A ver si es que no va a ser tan grande…
O que una cosa y otra no tienen nada que ver. Qué cruz, Dios mío…
Cristina Fallarás/Sargento Margaret pontifica sobre la «ética periodística» en Revista de Letras mientras al mismo tiempo insulta y amenaza a colegas en este blog.
Bravo.
Más.
En Revista de Letras se permiten «pontificar» con la señora Fallarás sobre la ética periodística y no le pagan a colaboradores.
Bravo.
Revista de Letras está financiado por el Ministerio de Cultura pero no paga a colaboradores. ¿Dónde va ese dinero? ¿Por qué censuran comentarios? ¿Qué piensa el Ministerio de financiar un medio que practica la censura? ¿Por qué financian «eso» con mis impuestos?
Tal vez me lo pueda explicar la Sra. Fallarás/Sargento Margaret.
Háblame a mí de censura, que me prohibió poner más vídeos con un tono brusco/chulesco/mafioso. Y me quedé frustrado y jodido, compuesto y sin novio.
Claro, queridos, es que en Internet no todo vale. Las mismas normas del Código Penal también se aplican en la Red como buenamente se puede. No se pueden subir vídeos o publicar comentarios insultantes u obscenos porque uno lo vale. Tu libertad de expresión empieza donde termina la de otro. Lo de no pagar a sus colaboradores, si eso es verdad, no sería cosa de ética periodística sino de ética empresarial. Se puede practicar una ética periodística impecable en los contenidos pero, luego establecer un sistema de galeras, una cosa no quita la otra. Por último, cáspita, ya salió lo de las subvenciones. A ver si los lloros, duelos y quebrantos vienen porque eso escuece más que por el comportamiento del sitio en sí. En fin.
Permitidme una confesión. Por favor.
Necesitamos intelectuales, necesitamos políticos… La lista es extensa, sin lugar a dudas. Las necesidades pueden resultar más obvias para unos que para otros. Y ya puestos, ¿por qué no mirarnos un poco más (y por supuesto con más compasión que La Otra que Mueve los Hilos)? ¿Cómo hemos sido parte de todo esto? ¿O aquí en este caos nos separamos entre buenos y malos? No es una invitación a la flagelación, aunque si gustáis, a mí, plin.
Al fin y al cabo si aquí tantos participamos con nombre artístico es por el escenario. ¿En el medio editorial se puede dar una opinión diferente con libertad? ¿Y en otros medios? Personalmente tengo la sensación de que en nuestra cultura abunda el «conmigo o contra mí». ¿Cuándo se nos olvidó que quien opina diferente no está contra nosotros? Quienes mantenemos intercambio con otras culturas notamos más las diferencias en este aspecto.
Sobres… sobres, los hay por todas partes. Negar lo evidente…¡preciosa práctica habitual! Hemos tenido Marios Conde idolatrados que después de haber sido -quizás- destruídos resulta que tienen más vidas y se transforman en Urdangarines al pelo, «egominao» o no según la moda. ¿Cuál ha sido la última vez que te has opuesto a algo muy concreto y lo has dicho claramente en una reunión o a tu jefa sin que la cosa llegara a más? No sé si es la militarización de nuestra sociedad durante los magníficos años Paquiles pero la cuestión de la autoridad y que no se discute y que no te metas cala hondo con unas raíces como las de las malas hierbas.
Prefiero una intelectualidad variada, donde todos opinen y sean activos, unos más que otros y cada uno en su medida. Prefiero la variedad de una Fallarás junto a un Marías que todos de un color o de otro. Mientras que cada uno de ellos nos haga ver más allá de nosotros mismos en la forma que sea con visiones diferentes. Pero ante todo me pido una ciudadanía más abierta, más activa, que no se queje constantemente gozando del victimismo y que cada uno sea más abierto. Que nuestra ciudadanía fomente más libertad y más derechos.
La situación presente ya era desastrosa en 2008 para muchos pero hasta 2011 parecía que no pasaba nada. Los sobres , las Filesas, los Roldán, etc etc no surgen cual manantial milagroso, nacen de la ciénaga y de cierto clima. Y a veces no me extraña incluso ni eso, también lo confieso. Si alguno prueba en hacerse autónomo y capitalizar el paro, por ejemplo, no queda más remedio que ser un chorizo más. Y si no te llega para pagar el IVA, otro tanto. Ejemplos de pequeña corrupción, de juegos de intereses hay muchos, lamentablemente. ¿Y por qué en nuestro país hasta el presidente se ve involucrado? Menudo reflejo de nuestra sociedad. ¿Nace todo de los famosos 40 años o está más arraigado? Si la corrupción sucede es porque somos humanos, lo que no puede ser es que no haya mecanismos o periodistas de investigación para desencubrirla antes que explote por conveniencias particulares del villano de turno.
Yo me pido una ciudadanía con menos ganas de echar las culpas fuera y con capacidad para verse, dialogar y crear o con plataformas que lo posibiliten o lo que sea, leches, pero que las escobas se usen o los aspiradores o lo que sea.
Y nosotros aquí entre todos, ¿acaso no podríamos inventar algo? me quedaron las ganas desde el video de Dave Eggers en Ted y ahora me atrevo a sugerirlo.
Con la vista de guadaña de La otra que mueve los hilos seguro que vemos más, la aprecio con toda su amargura y su tristeza lúcida. Ella pasa el algodón de la prueba de la limpieza total y la necesitamos por más analmente que nos dé. También pido más voces, más intelectuales y sobretodo más acción y más libertad para ser diferentes. Y si cada uno, de paso, cada día podemos hacer algo por la transparencia a pesar de los continuos cabezazos en las paredes, a lo mejor entre todos creamos un hoyo por el que escapar. La otra, la Moriarty que mueve los hilos pues que sea la última, ya que sólo ella puede poner la bomba y escapar tan pancha ( si te hieres seré la primera en darte mimos que rechazarás de boquilla).
En fin, lo tenía aquí y tenía que soltarlo. Plof.
Ah, y un mensajito para Bravo: querido, con cariño te lo digo: no me quites la ilusión, sea quien sea la Gran Patrullera del Universo, ¿para qué desvelarla? Su misteriosa figura nos abraza a todos y unos y otros nos perdonamos los achaques dependiendo del día. Pues sí, no me digas que Papá Noel no vive en Laponia, que viene a ser lo mismo.
Muchos abrazos,
Sardi
Manda huevos que diría Trillo; este Javi te dice que uno nunca es capaz de saber las cosas con certeza (Corazón tan blanco), o que que realidad y ficción es lo mismo (Negra espalda del tiempo) o que al final todo son palabras huecas (Los enamoramientos). Si con este trasfondo nos quiere hacer pensar que sus sermones de El País pueden ser creíbles, la verdad es que sus pensares son más débiles de lo que pensaba. Me recuerda al pastor mentiroso del cuento, al que nadie creyó cuando el lobo vino de verdad. A ver si se da cuenta de que está fomentando las mismas ideas que ahora critica. Que alguien se lo haga llegar, por fa…
Y mientras tanto, Sigueleyendo le da coba a Patricio Pron aquí: http://www.sigueleyendo.es/tengo-poco-tiempo/
Así nos va.
Así les va y así se lo hemos contado:
Alberto Olmos y la Cultura Libre, de impuestos.
“…un tipo ve el modelo de negocio de nuestros días en sacar un medio digital en el que se ingresa dinero por publicidad y no se paga nada a los colaboradores, tan contentos de escribir en él sobre lo que les gusta (…) “En todo caso, lo único que se me ocurre es que las empresas culturales cobren por sus productos y paguen a sus colaboradores y empleados”.
Aquí: http://www.elcultural.es/version_papel/LETRAS/32248/El_debate_sobre_la_cultura_abierta
Que traducido: Diario Kafka debería cobrar y a su vez pagar a “sus colaboradores, puesto que ahora ingresan, al menos, por publicidad.”. Y en el Cultural, le han contestado: “Cuéntaselo a DK, donde estás tan contento”
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Javier Marías es escritor, no periodista. No todos los contenidos de El País Semanal son informaciones periodísticas de naturaleza combativa ni nacen con el propósito de denunciar una injusticia. Ahí están Maruja Torres y sus incesantes odas a la sandalia o al frescor primaveral de la mirada del frutero, semana sí y semana también, o los especiales de moda que tan bien ilustran el arte de vestir a tu hija de cinco años cual fulana universitaria de Venice. Con todo, el post ha estado interesante. A mí me gusta Marías. Por lo general cuenta obviedades, sí, pero las muy bien contadas, y creo que eso es elogiable: condensa en muy pocas palabras y forma y comprensible los quejidos de toda una sociedad. Los escribe con la mente más puesta en el ministro que en el frutero. ¿Y qué? Su arte, más que en hablarle al ciudadano, reside en la comprensión y traducción de los lamentos de éste y para esto la tarea de saber escuchar a una sociedad es indispensable, por lo que no considero que Marías viva de espaldas al hombre común.
Otra historia son sus libros, que, aunque buenos, a ratos parecen escritos para un tonto con tanta repetición y reiteración sentimentaloide de temas que, a su vez, también se repiten hasta el hartazgo.
Estoy de acuerdo contigo, querido Anthony, en que los artículos de Marías están muy bien escritos. De hecho, están -en mi opinión- mejor escritos que sus libros. Ahora, eso de que Marías escucha al ciudadano y traduce sus lamentos para contarselo al poderoso me parece una forma muy hábil buscar una defensa para quien no la tiene, pero no cuela. ¿Eres abogado?
Javier Marías no escucha al ciudadano desde hace mucho tiempo, 20 años al menos. Y eso se nota en sus novelas. Javier Marías, en su torre de marfil, ya solo escribe para ganar el Nobel y obtener el aplauso de sus iguales. Y me parece muy bien que lo haga. Puede que para ser un buen escritor (el hecho de que a mí no me guste no significa que sea un mal novelista) haya que encerrarse y aislarse del mundo. Perfecto. Pero que deje, como decimos en el «post», su puesto de columnista a otro que esté dispuesto a trabajar de verdad para mejorar la sociedad.
Solo eso.
Maggie
OK, pero…¿tampoco me admitís que esto es un post? Indignación.
El problema está en que todos escriben con un pie fuera del charco, porque nadie se fia de acabar mojándose demasiado o de salpicar en exceso; con las malas consecuencias que eso supondría para su nivel de vida (y no me refiero sólo al económico).
A esta práctica, tan antigua como el mundo, se la llama sobrevivir en la Corte. Y, de una manera u otra, y pese a quien le pese, en este reino sólo publicas si eres Cortesano.
Que Javier Marías se olvide del Pueblo es tan criticable como que Maruja Torres escriba contra la Corrupción con un carísimo portatil que se compró cuando «ganó» el Planeta; o que un joven poeta le ponga ojitos a una reconocida directora cultural para que le conceda esa beca de medio año en el extranjero. Cada uno a su nivel y en su burdel.
Javier Marias y Perez Reverte ambos amigos intimos y ambos grandes escritores siempre tiene a su costados a gente como la que escribe el presente articulo que, a parte del muy definitorio apodo del que lo escribe (sargento), el articulo en sí , es un compendio de ignorancia , solamente le hubiera quedado una frase final al mismo para estar completo con un «con Franco viviamos mejor»
El titulo del articulo..lo dice todo..una famosa frase de D. Jose Maria Aznar a Felipe Gonzalez. Es obvio decir a quien admira usted si añadimos su «apodo» militar..yavno queda nada mas que añadir. Entre la prepotencia fascista de ser que la inspiro la frasecita y sy titulo militar permitame que no opine nada y deje a gente de su batallon que la ensalce. Hail!!