Me mandan un correo -que conste que yo nunca pedí recibir información de editorial alguna- de Cabaret Voltaire en el que para presentar un libro, titulado La Sal («novedad septiembre»), de un escritor joven desconocido ponen:
Bajo la enseña de Virginia Woolf, Jean-Baptiste Del Amo, dueño de una prosa virtuosa, exaltada y estremecedora, narra la historia de una familia marcada por el carácter perecedero del amor y la omnipotencia de la muerte.
En la nota de prensa que sin querer recibir he recibido también se pueden leer cosas como:
(Escritura) «majestuosa y rebelde«; (una novela) «netamente existencial a la vez que lírica«; «maestro formidable«; «convierte (el francés) en una lengua tremendamente resbaladiza, contundente, serpenteante y expresiva.»; «intensidad, elegancia, profundidad» del autor.
Se trata de la segunda novela de un chico medio español medio francés que tiene 32 años. No he leído la obra, pero…
Cómo -me pregunto yo- queremos que la carrera de chicos como éste transcurra por cauces normales y, a la larga, fructíferos si de entrada hacemos que se emborrachen (aun diría más: se droguen) con este banquete de elogios que -por otro lado- por repetidos y machacados -si los leen ustedes dos veces, se darán cuenta- han perdido su efecto y significado para los posibles compradores. Me pregunto yo. El chico será bueno, pero…
La novela puede ser aceptable, pero… A lo mejor es hasta buena, pero…
Yo sé que las editoriales independientes necesitan vender, pero…
También soy consciente de que ver cómo Planeta, Anagrama, Alfaguara y cía. usan -con malas artes– todos los trucos a su alcance para vender debe
reconcomer por dentro, pero…
Nada más que añadir.
Es que es eso: estas fórmulas se han repetido tanto que no nos producen ningún efecto (o eso quiero creer, porque me temo que aún hay gente que pica cuando le venden un autor como «el heredero de X»). El día que de verdad aparezca un escritor que merezca todos estos calificativos no nos lo vamos a creer por pura saturación. Entiendo que las editoriales tienen que vender y que no van a decir nada malo de sus libros, pero quizá un poco más de realismo en los comentarios promocionales no vendría mal.
Si no es muy tonto, el autor es el primero en ser consciente de que esos elogios no valen gran cosa y son pura fanfarria, y por lo tanto no le producen ningún efecto. Pero me ha hecho pensar en el comentario de Sting sobre Justin Bieber, aunque desde luego no es lo mismo.
Ahí le has dado. Los ditirambos afectan a quienes en vez de emplearse en hacer literatura se obsesionan en imitar fórmulas de éxito. Por lo demás, cualquiera en su sano juicio se libraría por sí mismo de tanta pastelosidad.
Sí, Josep, pero hay una cosa llamada «EGO» que generalmente se lleva mal con la inteligencia. ¿A cuántos escritores inteligentísimos hemos visto perder los pepeles (nunca mejor dicho) por culpa de un ego demasiado alimentado, o mejor engordado artificialmente?
Eso
Un abrazo
Maggie
Los de Cabaret Voltaire se han salido con la suya, Maggie. Menuda publicidad -¿gratuita?- que acabas de hacer a la editorial y a la novela.
Cualquier acción bélica genera irremediablemente daños colaterales no deseados. Pero en la guerra el fin justifica los medios-
Margaret
Sois los mejores PR de Mondadori y afines. (Y aquí tampoco nadie se acuerda de Alberto Olmos.)
«Una familia marcada por el carácter perecedero del amor y la omnipotencia de la muerte.»
¿Qué significará? ¿qué querrán decir?
1.- ¿Que papá y mamá se divorciaron y al poco se murió el abuelo?
2.- ¿Que por alguna razón la familia dejó de practicar incesto?
3.- ¿Que tenían una funeraria?
4.- ¿Que los chicos estaban en la edad del pavo y picoteaban la naranja?
5.- ¿Que papá era banderillero y le cogió un toro y en la plaza no había enfermería?
O que la madre regentaba un burdel y el padre un matadero de aves
O que el hijo de ambos, mitad francés mitad español, con su serpenteante y contundente lengua resbaladiza y marcado acento francés, se había montado un negocio paralelo en el que cobraba entrada por ver desplumar vivos a los mejores ejemplares de la granja, que una vez muertos lanzaba al río para que se los comieran los peces, que no le gustaba el pollo. Según él, era costumbre de su tatarabuelo.
Es que hablar de «Una familia marcada por el desamor y la muerte» es, quizá, demasiado sencillo, hasta pelín áspero queda, fíjate. A mí me gusta cuando dice que convierte el francés en una lengua «resbaladiza, contundente, serpenteante…». (¿Se refieren al idioma? ¿De verdad?).
Por cierto, no viene mucho al caso, pero creo que es imprescindible la lectura de este artículo de Franzen sobre Amazon:
http://www.theguardian.com/books/2013/sep/13/jonathan-franzen-wrong-modern-world
Si viene al caso. El artículo de Franzen critica, entre otras muchas cosas, que Amazon está potenciando un tipo de escritor cuya principal virtud no es escribir bien, sino promocionarse mejor. Considera a Amazon una máquina que encumbra a escritores que mueven mucho y bien las redes sociales, que sumen infinidad de cinco estrellas, sean éstas ciertas o generadas por boots. Mano de obra barata que les haga el trabajo publicitario independientemente de la calidad de la escritura.
Algo semejante es lo que señala Patrulla en esta entrada: el autobombo, algo que apenas hace una década se consideraba no sólo de mal gusto sino vergonzoso y hasta contraproducente para la carrera de un escritor.
La corrupción de la palabra que conduce a la desconfianza.
Es que además las estrellitas de amazon son altamente subjetivas. Aunque todo reseña tiene un componente subjetivo las de amazon dependen muchísimo de los lectores potenciales de la novela.
Podemos coger como ejemplo al propio Franzen, cuyas novelas siempre van a tener menos estrellitas que las de autores de bestsellers románticos, por poner un ejemplo.
La razón es simple, un autor «serio» (entendamos por serio a alguien que busca ir un poquito más allá del mero entretenimiento) va a tener críticas negativas de gente que se ha acercado a la obra simplemente para pasar el rato (o debido a un premio recibido, o a una reseña en un periódico), mientras que la novela rosa recibirá siempre críticas de lectores que se han acercado a ella buscando exactamente lo que ofrece.
Volviendo al artículo principal. Este tipo de reseñas son tremendamente perjudiciales para el autor, puede que no en el corto plazo, ya que sin duda pueden atraer a gente a la lectura de la novela en cuestión (aunque también pueden alejar lectores potenciales), pero sí a la larga, ya que raramente se va a cumplir lo prometido.
Este año hemos tenido al menos un par de ejemplos de esto con Intemperie y La verdad sobre el caso Harry Quebert. Aunque la mayoría de los comentarios que he leido de Intemperie son positivos, casi todo el mundo se pregunta a que venía la comparativa con Delibes. En el caso de Dicker, las reseñas son directamente absurdas, ya que hacen que el lector al que va dirigido y que puede disfrutar de la novela, no se acerque, mientras que quien lo hace se pregunta a que venía comparar este bestseller mediocre con Phillip Roth y Vladimir Nabokov (entre muchos otros). Una reseña más atinada probablemente habría conseguido reacciones menos desfavorables de los lectores, ya que se la habrían tomado como lo que realmente es (una novela entretenida para pasar el rato en la playa) y no como lo que nos han querido vender
Intemperie me pareció un libro magnífico. Compararlo con Delibes y Cormac… Bueno, a algunos lectores puede servirles para hacerse una idea del paisaje, de lo crudo, de lo rural…
Lo verdaderamente peligroso es el algoritmo de Amazon… Un libro, Vida de una mosca, o un título así, llegó a valer en Amazon 26 millones de dólares… Los algoritmos que marcan los precios luchando entre ellos sin que ningún humano les supervisara….
«Narra la historia de una familia marcada por el carácter perecedero del amor y la omnipotencia de la muerte». A mí esto me remite a «porque las estirpes condenadas a cien años de soledad no tienen una segunda oportunidad en la tierra». No sé nada del libro del joven escritor francés, pero reconozco que tanta adulación podría echarle a perder. Espero que no sea así. De todos modos, me ha picado la curiosidad sobre la novela en cuestión… Me acercaré a la biblio a ver si lo tienen o, si no, para pedir que lo adquieran (derecho que tenemos los lectores y que debemos ejercer y valorar en su justa medida).
Estoy de acuerdo con Ginebra, pero en cualquier caso, aun habiendo visto la entrevista en eso de Arte y no cayéndome mal el fulano, creo que al Juan Bautista lo va a leer, con todos mis respetos, su puta madre.
(Aparte de eso, ¿por qué no le dais caña a «escritores» que realmente lo merecen, como Espido Freire o Susana Fortes?, por citar tan sólo un par de engendros.)