El siempre inteligente Isaac Rosa, cuando le mandé la encuesta, me sugirió añadir una pregunta: «¿Qué libro importante no has leído y sin embargo lo has citado, recomendado o incluso reseñado en alguna ocasión?». Le respondí que ya me parecía demasiado pedir; que si preguntaba eso, me estaba arriesgando a que nadie respondiera, ni esa ni las otras preguntas, o a que mintieran abiertamente. Con lo mal que lo han pasado algunos con las tres preguntitas –“¿Es una encuesta anónima o con nombre?”, me preguntó una editora antes de responder-, como para añadir ron a la ginebra…
He pasado unos días –con esto de la encuesta- simplemente deliciosos. Ellas, casi siempre más inseguras, y algunos de ellos sudaron tinta antes de responder. Del otro lado del ordenador se podía oler el miedo. Si ustedes leen detenidamente las respuestas y conocen al personaje, o al menos saben de su trayectoria, pueden ver claramente quién miente. Reconocer que no se ha leído nada de Hemingway tiene más mérito que contar que te gusta Stephen King (que hoy es –dentro de lo comercial- políticamente correcto). Los jóvenes y los viejos, como era de esperar, han sido los más sinceros. Pero debo decir –yo que he leído las respuestas completas y sentido los miedos e inseguridades de los encuestados- que un 75% ha dicho la verdad, o casi.
Por eso quiero dar la enhorabuena a todos y prometer que hasta dentro de 3 meses no volveremos a hacer algo así. Tranquilos.
A continuación algunos comentarios (textuales) de los encuestados:
Sergio Vila-Sanjuán: “David Foster Wallace. Me he acercado varias veces a sus libros y siempre hay algo indefinible que me disuade de leerlos en el último momento. Además debo confesar que tengo un a priori absurdo contra los hombres que se ponen pañuelos en la cabeza o llevan la gorra de beisbol al revés.”
Daniel Jándula: 2ª. “Me gustó muchísimo «La sombra del viento». Leí el libro como un adolescente, y detecté lo mismo que en «El club Dumas», por ejemplo; o en «Los pilares de la tierra», que también me gustó, aunque menos que el primero: a este tío le da igual lo que piensen de él, está escribiendo sobre lo que realmente le interesa.”
Sánchez- Dragó: 1ª ¿De qué autor no has leído nada y te produce cierto reparo reconocerlo? “Proust. ¡Hombre! ¡Tanto como nada! Leí a los dieciocho años una veintena de páginas de «A la sombra de las muchachas en flor», y hasta ahora.” 2º ¿Qué libro has leído, te ha gustado mucho y no te atreves a contarlo? “Ninguno. ¿Cree Ud. que un hombre tan políticamente incorrecto como yo va a esconder sus preferencias literarias, sean las que sean?” 3º ¿Qué libro importante no has podido terminar (has dejado a medias) de ninguna de las maneras? Debe ser un libro cuya no lectura suponga para ti una laguna intelectual. No vale decir el Ulises de Joyce. ”¡Vaya! Pues iba a decir precisamente ése, al que considero el libro más dañino (sólo para la narrativa) de la historia universal. Bueno… Diré otro. «El capital», por ejemplo. Pero abandonar su lectura en la tercera página no supone una laguna cultural, sino un acto de sensatez. Por cierto: detesto los libros de Bernhard e incluso añadiría que lo detesto a él. Descanse en paz, pero caiga sobre su obra el piadoso telón del olvido.”
Isaac Rosa: 1ª ¿De qué autor no has leído nada y te produce cierto reparo reconocerlo? “Si me hubieras preguntado hace años mi respuesta habría sido escandalosa, pero llevo tiempo aplicado en tapar los agujeros de mi deficiente educación lectora. Hoy no encuentro tantos autores de los que no haya leído nada, nada, y que además los considere tan importantes como para darme reparo. Entiendo que hablamos de narrativa, en poesía o ensayo tal vez habría más que contar. Confieso una autora bien reciente y hoy destacada: Alice Munro, la última Nobel, de la que todavía no tengo el gusto. Y toda una literatura nacional, la china, de la que tengo un desconocimiento absoluto.” 3ª “Que recuerde ahora mismo, y que pueda considerar como laguna intelectual por ser habituales de toda lista de “novelas imprescindibles de todos los tiempos”, se me ocurren La conciencia de Zeno, de Svevo, y Herzog de Saul Bellow. No incluyo novelas que otros considerarán fundamentales pero yo no. Por ejemplo del idolatrado David Foster Wallace, o el no menos idolatrado Murakami.”
La nota cómica la puso Juan Cruz (periodista de EL PAÍS y antiguo director editorial de Alfaguara). Me respondió que sólo cuando revelara mi nombre respondería a mis emails.
Así fue el intercambio de correos con Juan Cruz:
Juan Cruz: “Me parece estupendo el cuestionario. Qué pena que no te lo pueda responder. El día que digas quien eres seré un buen corresponsal.”
La sargento Margaret: Querido Juan, cuando ganemos la guerra -y en el caso de que los nuevos tribunales revolucionarios no te hayan condenado a trabajos forzados en Siberia- tú serás en primero en conocer mi identidad. Y te invitaré yo a un cafelito.
Juan Cruz: “Cafelito. Qué horror de palabra en una persona culta. Cómo se ve que no leíste.”
La sargento Margaret: “Juan…. que como me hagan -en el nuevo régimen literario, tras la victoria- Presidenta del Tribunal Supremo, te condeno a leerte todo Vizcaíno Casas, ¿eh? Mira que yo soy…
Ya no quiso, el amigo Juan, seguir jugando conmigo. Una pena.
Las nuevas enfermeras de Patrulla de Salvación
LA ENCUESTA
Lo de Antonio Muñoz Molina (aquí) reconociendo que no había leído aún a Thomas Bernhard me pareció muy sano y aleccionador. Creo que gestos como ese contribuyen a que el sector editorial se baje del pedestal y se acerque al lector. Responde, por favor, a estas tres preguntas. Se puede contestar con tres nombres o tres títulos simplemente, o explicando, además, los motivos. A gusto del consumidor.
1ª ¿De qué autor no has leído nada y te produce cierto reparo reconocerlo?
2º ¿Qué libro has leído, te ha gustado mucho y no te atreves a contarlo?
3º ¿Qué libro importante no has podido terminar (has dejado a medias) de ninguna de las maneras? Debe ser un libro cuya no lectura suponga para ti una laguna intelectual. No vale decir el Ulises de Joyce.
Para que nadie diga, voy a comenzar dando ejemplo. Las respuestas de la sargento Margaret son:
1ª: William Faulkner
2º: «El tiempo entre costuras» de María Dueñas.
3º: «Conversación en la Catedral» de Mario Vargas Llosa.
LOS RESULTADOS (2ª parte)
Pinche para ampliar la 2ª parte de
los resultados de la encuesta.
ACTUALIZACIÓN a las 19:35h del día 4/11/13
Nos han llegado las respuestas de uno de los encuestados fuera de tiempo. Pero tratándose de don Manuel Borrás, editor de Pre-Textos y uno de los mejores profesionales del asunto, vamos a hacer una excepción y las copiamos a continuación:
1º.- Anthony Trollope, y no me produce ningún reparo confesarlo. Conste que con ello me estoy obligando a decir que tengo que leerlo.
2º.- Jamás leí un libro que me gustase mucho y no me atreviese a contarlo. Al revés, siempre que me gustó un libro lo voceé a los cuatro vientos. La lista sería infinita. Y conste que no me estoy saliendo de parva.
3º.- Siempre termino la lectura de todo libro que comienzo salvo los que se me caen de las manos ya en sus primerísimas páginas. Es un vicio que tengo. Lo que sí me ha ocurrido es que, aun habiendo concluido la relectura de un libro antaño estimado, me ha podido no gustar en esa segunda lectura, como, por ejemplo: Los diarios de André Gide.
ACTUALIZACIÓN a las 12:05 del día 8 de noviembre de 2013
Las respuestas del escritor Vicente Molina Foix, que estaba de viaje:
1ª Emile Zola. Creo que me gustará cuando lo lea.
2ª Recientemente: ‘Servicio completo. La secreta vida sexual de las estrellas de Hollywood’ de Scotty Bowers. Pero me he atrevido.
3ª ‘Crimen y castigo’. Dos intentos. ¿Habrá un tercero?
Yo también juego
1-La tira de «imprescindibles», casi todos los irlandeses, Dante, Calvino, Oneti, y no sé cuantos más.
2-Cualquiera de Arturo Pérez Reverte, aunque en realidad no me avergüenzo. Me lo he pasado en grande leyendo sus novelas
3-«Cien años de soledad» de GGM
Definitivamente, regular.
Se olvida Maggie -obviando a Jobim y mal hace ya que de don Antonio no hay que olvidarse jamás- que «os desafinados tamben tem um coraçao». Y lo que podía haber sido un post bien simpático haciéndole esas preguntas a sus fans, a los que aparecemos por aquí día a día dando el callo, se transforma, por mor del compadreo, del canapeismo virtual, en un pequeño sobeteo (transgender) entre un montón de gente del establishment («B» ¡e incluso «A»!) Excepto en el caso de García Viñó, que, lógicamente, va y… se cabrea, el buen hombre. ¡Ah! y Carlitos Tongoy que es colegón. Bien está. La Maggie nos ha resultado ser un poquitillo elitista, pero como las dos chinorris que ha colgado en el post están las tías de puta madre y yo de rencoroso bien, bien, poco tengo. Voy a responder a la encuesta.
Uno. Marian Keyes. La paso putas con las chatis cuando las tengo que confesar que no la he leído.
Dos. Las actas de algunas comunidades de vecinos.
Tres. Tres: El Principito, la Enciclopedía Británica y el Deuteronomio.
Mis respuesta podría parecer de broma pero son rigurosamente ciertas. ¡Un fuerte abrazo para todas (y todos)!.
Pues usted conocerá a los encuestados mejor que una servidora, sargento, pero yo veo mucho miedito e hipocresía en las respuestas. ¿De verdad alguien se avergüenza de disfrutar con la lectura de Tolkien o de Stephen King? Los que contestan así, o son lo más cutre-pedante que ha parío madre, o va a ser que con lo que han disfrutado es con crepúsculo y las sombras de grey y no se atreven a decirlo…
Dollatella? Esas erratas, Margaret… 🙂
Me ha traicionado el subconsciente. Es por «Mrs. Dalloway» de Virginia Woolf. Yo a Donatella Iannuzzi la identifico siempre con lo mejor.
Un saludo
Maggie
Sánchez-Dragó pidiendo que se olvide la obra de Bernhard, me pinchan y no sangro. ¿Alguien puede citar el nombre de un libro de Sánchez-Dragó? No vale decir «ese en el que cuenta que se triscó a las colegialas japonesas», no, tiene que ser el título.
Me apunto, me apunto…
🙂
1. Muchos de filosofía («EL Capital» de Marx, etc.)
2. «El código da Vinci» 😦 (aunque, en mi descargo, alegaré que según avanza, flojea)
3. Muchos otros de filosofía (p.ej,, «Palabra y objeto» de Quine, las «Investigaciones filosóficas» de Wittgenstein… ¡es que es duro, eh!)
Al final resultará que lo único que lee todo el mundo son porquerías, pero nadie se atrevía a reconocerlo (o al revés, queda guay decir que te gusta leer esas mierdas). En todo caso, POSTUREO, que se dice hoy en día
La palabra ‘postureo’ es lo mejor que le ha pasado al castellano en décadas.
Y «viejuno». Pero es una palabra que ya se ha quedado viejuna, ¿no?
Cierto, pero no deja de ser una gran incorporación al idioma. No es viejo, no es antiguo, no es pasado de moda, es viejuno. Lo dice todo.
Este juego viene del libro de David Lodge, Changing Places, una novela de campus universitario. Un académico puede sentirse pillado entre la vergüenza de parecer ignorante y la de no parecer sincero, pues se supone que debe ser conocedor del campo, aunque por supuesto, aparte de los pocos clásicos mundiales «imprescindibles», los académicos se suelen especializar en una parcelita para adquirir cierta autoridad, por que no hay tiempo en la vida para leerlo todo, y aunque lo hubiera sería absurdo. Un escritor, por supuesto, puede y debe leer lo que le salga de los cojones, sin más: lo que debe leer y releer (mucho mejor releer que pasear la vista por todo lo que salga, ese zapping propio de pajero) es la propia vida.
Por cierto, las estampitas para rijosos le dan a este blog un toque muy Rafa Reig.
Menuda panda de gilipollas hay en El País. Ojalá quiebre el chiringuito de una puta vez.
Hemos actualizado el «post» para incluir las respuestas de Vicente Molina Foix.