En algunos círculos se afirma que es fácil para un escritor experimentado escribir un libro superventas. Algunos escritores dan a entender que si dejaran a un lado su estilo y las reglas que debe respetar todo autor que quiere hacer “literatura seria”, y utilizaran los “trucos” que usan los creadores de libros comerciales, no tendrían dificultad en fabricar una de esas obras que venden cientos de miles de ejemplares.
Por culpa de la crisis la administración central ha cortado las subvenciones; las editoriales han reducido los anticipos; las cajas de ahorro no sueltan un duro porque ya ni existen; las fundaciones privadas cada día están más tacañas; los periódicos y revistas han reducido la cuantía del pago de colaboraciones y las consejerías de cultura autonómicas no tiene dinero ni para comprar bolígrafos. Además de todo esto, cada informe anual del mercado que se publica, se puede constatar que se vende menos literatura en España. Esta es la situación. Así de secas están las antiguas fuentes de ingresos de nuestros escritores. Hay autores –tenemos constancia de ello, no exageramos- que están pasando hambre. Y no hablamos de jóvenes recién llegados. Podríamos citar los nombres y contar la historia reciente de algunos de esos escritores y ustedes se sorprenderían al saber en qué situación económica se encuentran.
La llamada literatura literaria no vende, eso está claro. Sin embargo, los best sellers cada día suponen un tanto por ciento más alto en la facturación de la editoriales. ¿Por qué algunos de nuestros escritores “de culto” se empeñan en continuar comiéndose los mocos –como único alimento- en lugar de modificar su estilo un poquito (o un muchito) para hacer un buen libro comercial que los saque de pobres? ¿Un escritor de “literatura seria” no puede hacer un best seller? ¿Se le condenará al infierno de los malos autores –donde descansan Vizcaíno Casas y Gironella- solo con intentarlo? ¿Tiene obligatoriamente que cambiar de nombre para hacerlo? ¿Tan importante es la posteridad para los escritores? ¿Tener tu nombre grabado en piedra en la ladera del monte Parnaso compensa el hambre que algunos pasan en vida?
¿Se diluye la calidad de un libro según asciende en la lista de los más vendidos? ¿Son calidad y ventas magnitudes inversamente proporcionales? Todos ustedes responderían con un rotundo «NO» a estas dos preguntas. Entonces ¿por qué de forma automática se desprecia entre los entendidos todo libro que alcanza el nº 1 de las listas?
¿Hay una lista de trucos y técnicas, a disposición de quien tiene un poco de buena mano con la pluma, para fabricar un best seller? ¿Me la puede pasar alguien aunque sea de tapadillo?
Esta mañana temprano hemos lanzado una investigación. Hemos preguntado sobre el asunto a los enterados y enteradas. Tenemos ya las respuestas de María Dueñas, Lorenzo Silva, Isaac Rosa, José Mª Guelbenzu, Flavia Company-escritores-; de Antonia Kerrigan, Guillermo Schavelzon –agentes- y de Jordi Corominas i Julian y Milo Krmpotic – periodistas. Nos han prometido su colaboración Sergio Vila-Sanjuan, Matilde Asensi y Fernando Clemot. Y hay otros y otras que aún no han dado señales de vida. ¿Se habrán muerto de hambre?
Vamos a trabajar todo el fin de semana y el domingo esperamos haber sido capaces de redactar el reportaje completo y publicarlo. Le hemos escondido la botella de ginebra a la sargento y colocado un cinturón de castidad a Daphne.
Nota: aprovechamos para meter un poco de prisa a los que, siguiendo con vida, aún no han mandado su respuesta.
Tengo cuatro ebooks sobre este tema en amazon, ayer se vendieron 11 ejemplares en total, antes de ayer 4, y el jueves 10. La media diaria es de 5 desde octubre del año pasado. No existe la fórmula magistral. Pero sí una suma de factores controlables que incidan en el éxito. Aunque el factor principal siempre será el mismo: Suerte.
Explico lo que sé y lo que he aprendido, y mezclo la comunicación el marketing y la literatura.
Por otro lado, he reunido a 15 escritores, publicados unos, emergentes otros, para un proyecto editorial de bestseller corto de consumo masivo en amazon como fuente de ingresos adicional. Ya la iré informando. 🙂
Y sí, conozco y he conocido escritores de gran talento morirse de hambre, y dejarse morir, literalmente.
Yo creo que el tema da para mucho. Para empezar muchos de los escritores serios que dicen que podrían escribir un bestseller si les diera la gana, ni siquiera son buenos escritores. Que tus cuatro colegas te hagan promo en internet, no significa que seas un gran escritor. Es una suerte que ni siquiera haya una crítica seria que establezca al menos ciertos parámetros como base.
Segundo, podemos tomar como ejemplo al gran Dan Brown para darnos cuenta que escribir un bestseller no es tan fácil. Vale que Brown lo consiguió a la cuarta (ni siqueira tuvo que intentarlo 11 veces como Follet) pero resulta que para entonces ya había publicado Ángeles y Demonios, que cumple exactamente los mismos parámetros que El código da Vinci, y que sin embargo fue totalmente ignorado cuando se publicó (aunque se vendiera luego como rosquillas al amparo del éxito de El código da Vinci).
Vamos, que era una novela que tenía todos los elementos para venderse como churros fue ignorada totalmente en el momento de su publicación.
Luego hay casos de escritores de bestsellers (aquí el apelativo es usado a discrección, porque son autores de género y por tanto hay menos miramientos) como John Connolly o John Le Carré que son directamente muy buenos. Estilísticamente son mejores que la gran mayoría de escritores «serios».
Y también están gente como Donna Tartt o John Irving que directamente han sido despreciados ni siquiera por estar asociados a la narrativa de género, si no directamente por vender mucho. A Tartt le ha caido el Pulitzer este año, e Irving tiene una obra lo bastante sólida como para ser reinvindicado.
Hay autores como Franzen, Chabon o Eugenides que venden muy bien. También vende muy bien David Mitchell, a pesar de que sus primeras novelas tienen estructuras no convencionales.
También venden libros Lionel Shriver o Herman Koch.
¿Qué tienen en común? pues que todos cuentan historias. Puede que el estilo más complejo que el del habitual bestseller eche para atrás a algún lector, pero en general si te cuentan algo interesante el que te lo cuenten con un estilo que requiera más esfuerzo no hará que te alejes de la obra.
En españa parece que hay mucho aspirante a escritor maldito y en algunos hasta se aprecia cierto desprecio por los lectores. Hay gente que se maravillará con la forma, pero si no está al servicio de un fondo es poco probable que la obra cale en el lector, aunque sea alguien con pocos prejuicios a la hora de buscar sus lecturas.
El problema no está tanto en vender como churros si no en alcanzar a tus lectores potenciales. Un ejemplo de esto es Alan Hollinhurst, que por temática y estilo nunca va a ser un escritor de masas, pero incluso antes de recibir en Booker contaba con una considerable base de lectores.
La fórmula del bestseller no existe. A toro pasado es muy fácil hacer predicciones, pero quien iba a imaginarse que una novela rosa con tema sadomaso se iba a vender como churros (por más que llevaran años proliferando versiones con portadas porno sobre el asunto con notable éxito aunque totalmente alejadas del mainstream).
Sin ir más lejos es difícil de explicar por qué una novelita ñoña como El alquimista se vende como churros en países muy diferentes (si no me equivoco sólo los daneses son totalmente inmunes al embrujo de Coelho).
Otras sí que son más fáciles de explicar como La verdad sobre el caso Harry Quebert, cuyo márketing fue excelente (lástima que la novela no lo fuera)
Hay determinados trucos que hacen que la lectura de una novela fluya y absorba al lector pero a esto hay que sumarle una historia interesante, unos personajes creíbles, una ambientación perfecta… Demasiados ingredientes para atinar con la dosis exacta. Además de algo que puede parece secundario pero no lo es: si no hay marketing detrás para venderlo, ya puede ser perfecto que se perderá entre los miles de libros que se publican cada día.
Totalmente de acuerdo con Jose. Añadiré que creo que nos faltan conceptos adecuados para categorizar las novelas. «Literatura comercial» frente a «literatura de calidad» (o «literaria», valga la redundancia) no sirve, porque no son términos incompatibles. Por otro lado, entre la «literatura literaria» hay bodrios infumables (la mayoría), como también hay en la «literatura comercial» obras que no se comen una rosca (la mía, p.ej.; también son una mayoría en este caso, por supuesto); ¿qué términos aplicaríamos para designar a las novelas «aspirantes» a «literatura literaria», o a «best seller», pero que no consiguen alcanzar su objetivo, aunque las primeras se vendan y las segundas no sean un asco?
También insisto, como los otros comentaristas, en el factor suerte (o azar), pero ojo, no sólo en el ámbito de la «literatura comercial», sino también en el de la «alta literatura». La calidad de una obra no deja de ser una «construcción social», una cierta percepción, y hay montones de ejemplos de autores que en su día fueron consagrados casi como los mismísimos proxenetas de las Musas, pero que ahora nos parecen infumables (y en general, los ignoramos olímpicamente), como ejemplos de lo contrario, y la diferencia entre uno y otro viene a depender de la suerte de haber sido capaz de sintonizar con el gusto de un suficiente número de lectores y críticos en un contexto dado.
Suscribo, de pe a pa, cuanto dice José. No es fácil escribir un superventas. De hecho, lo intentan miles cada día y lo consiguen cuatro al año. Pese a ello, creo también que en un momento dado todo escritor serio se enfrenta al gran dilema: ¿Arte o comercio? ¿Escribo para enriquecerme o para enriquecer al lector? Y elegida una opción, la otra se esfuma. Así lo veo yo.
Yo también estoy de acuerdo con José. No es fácil escribir un bestseller. O como mínimo no es fácil escribir un bestseller que tenga éxito. El porqué del éxito de algunos de estos libros es un misterio, pero seguramente tiene más que ver con aspectos sociológicos que literarios.
Y por otro lado también es cierto que la frontera entre «literatura comercial» y «alta literatura» no siempre está clara, o como mínimo es cambiante según la perspectiva. Dostoievski, Miller o Balzac, por ejemplo, entre muchos otros, fueron aclamados en su momento por un público no siempre erudito y gozaron de unas ventas más que notables. Yo diría que la calidad no es incompatible con la comercialidad, o al menos no por definición.
Todas estas preguntas obedecen a que muchos ignoran qué, es en realidad, la literatura;
– No es un escaparate para la vanidad ególatra,
– No es un lucimiento personal,
– No es un piruetear vano con las palabras.
Es, ante todo, COMUNICACIÓN.
Pero muchos lo olvidan y pretenden fabricar artefactos pedantes que no llegan al corazón de las personas. Porque, efectivamente, sin una historia que contar no hay literatura. Tampoco habrá literatura si sólo hay historia, porque faltará una seducción personal y una creatividad poco común que sólo tienen los artistas.
Como contraposición, el best seller es un milagro, una anormalidad comercial ajena tal vez a la literatura pero aceptemos que, quien lo logra, posee una antena que sintoniza con lo que sus coetáneos quieren y, eso, no es una virtud generalizada.
Si ya lo hemos discutido tantas veces que da hasta pereza. El debate en términos de bestseller sí/bestseller no es estéril y aburrido. La categoría de «bestseller» es enorme. Ni siquiera tengo claro, Margaret, que cuando usas el término lo hagas en sentido muy propio: un bestseller es un súper ventas. Punto. El Quijote lo es.
Hablabais antes de Le Carré. Pues bien, precisamente me acabo de leer El espía que surgió del frío y la conclusión es que poco más se le puede pedir a una novela. ¿Es una cumbre literaria? NO. Es una novela de espías con una trama trabajada, unos personajes creíbles, y además por el camino el autor es suficientemente hábil para reflexionar sobre esos personajes y esa trama: plantear las preguntas que cualquier ser humano normal se plantearía en tales circunstancias, procurar responderlas (o no) aportando una visión no-obvia y alejándose de lo que por aquel entonces –el año de publicación del libro, que no me voy a levantar a mirar cuál es–era lo trillado. ¿Todos los bestsellers son así? Claro que no. Hay bazofias que sólo leen subnormales y que parecen –probablemente, sólo parecen–escritas por subnormales. Algún titulo de ésos se ha mencionado (encima, en términos encomiásticos) más arriba también.
Ahora me vais a pedir que justifique por qué yo no me considero subnormal por el solo hecho de leer a De Carré, pero sí considero que otros lo son por leer otras cosas, que quién me creo y que de qué voy. Pues es que me vuelve a dar mucha pereza, oiga. Usted lea lo que le de la gana, y yo pensaré lo que me parezca.
Pero los medios no deberían hacer pasar ciertas cosas por «cultura». Just saying.
Si te resulta cansino: ¿paque dices nada? ¿No te sabes otro tema?
¿Para cuándo formarte? ¿Paluego Paluego? Anda qué….
Venga, fenómeno. No te metas tanto en blogs que se acumulan las facturas en SAP.