Claire Tomalin tiene 81 años. Nació en Londres y es reconocida en el ambiente literario británico por ser la autora de las magníficamente documentadas biografías de Katherine Mansfield, Jane Austen, Samuel Pepys, Charles Dickens y Thomas Hardy. Tomalin ha sido miembro del jurado del Premio Booker de ficción y ahora lo es del Samuel Johnson de ensayo cuya edición de 2014 se falla en breve.
Los británicos se toman muy en serio los premios literarios. Si un libro gana el Booker o el Samuel Jackson, todos los buenos lectores tiene la garantía de que un grupo independiente de reputado expertos (el jurado) se leyó todos los libros y después de muchas discusiones decidieron cuál era el mejor. En los premios literarios ingleses no hay amaños. Por eso una mujer como Tomalin puede publicar un artículo como el que hoy se puede leer en The Guardian:
Actualmente los premios venden más libros que las reseñas, eso es lo que los libreros me dicen. Influyen en los expositores de novedades de las librerías y sobre los compradores indecisos. Ahora que las “listas largas” (libros preseleccionados) se han puesto de moda, son más los escritores que se sienten felices, al menos por algunas semanas, y se permite a los miembros del jurado dar un impulso a su lista de favoritos en particular – que puede incluir títulos que generen mucha antipatía en algunos de los otros jueces-.
Pero la lista corta (última criba previa a la elección del ganador) es lo que realmente tiene relevancia. Cuando yo era jurado en el Booker hace muchos años (en 1980), para mí era más importante que Alice Munro estuviera en la lista corta que el hecho de que Anthony Burgess o William Golding ganaran el premio. Nunca he olvidado lo mucho (y agriamente) que discutí con mis compañeros jueces para asegurarme de que The Beggar Maid (cuentos) fuera incluido en el grupo finalista. Durante los años transcurridos desde entonces me he alegrado siempre que Munro ha sido reconocida como la gran escritora que es.
Este año estamos considerando más de 150 títulos de no ficción para el premio Samuel Johnson. Ha sido una experiencia mucho más agradable de lo que esperaba. Curiosamente, uno de los primeros libros que leí, The Mighty Dead: Why Homer Matters de Adam Nicholson me impactó muy directamente sorprendiéndome página tras página hasta que llegué a sentirme rebosando de admiración y placer. Más tarde, por supuesto, me topé con otro, y luego un tercero, que me deleitaron con sus muy diferentes tipos de brillantez.
El artículo sigue AQUÍ en inglés.
Aquí la “long list” del premio de este año 2014
Llama la atención el entusiasmo y la tranquilidad de conciencia con que redacta Tomalin. Es envidiable el amor a su labor como jurado que se puede percibir entre las líneas de su artículo.
¿Para cuándo un artículo semejante sobre la experiencia de los jurados del Premio Planeta o del Premio Nadal?
Señoras y señores Ángeles Caso, Juan Eslava Galán, Pere Gimferrer, Germán Gullón, Lorenzo Silva, Andrés Trapiello, Ángela Vallvey, Carmen Posadas, Rosa Regàs y Emili Rosales: ¿Estaría alguno de ustedes dispuesto a contarnos en algún periódico de tirada nacional la magnífica experiencia (intelectual y moral) que supuso formar parte del jurado del Premio Planeta de 2013 o del Nadal 2014?
No se precipiten, no corran. Me vale con uno.
Os doy toda la razón. Pero también me entra la sospecha de que la calidad media de las obras presentadas a los concursos anglosajones debe de ser un pelín más alta que la de las de aquí. No sé, es una sospecha.
Estamos de acuerdo, la calidad de lo anglosajón es muy superior.
Pero pienso yo -y esto es sólo la idea de una vieja que chochea- que si dejáramos entrar un poquito de aire puro; si impusiéramos una pizca de justicia, transparencia y limpieza en el sistema -y se podría comenzar por los premios- y si dejáramos de mirar a corto plazo -€€€€€€- por unos años, a lo mejor la calidad de lo que publicamos en castellano mejoraría.
Pero ya digo, no me hagan caso, lo mismo es una idea producto de los tres gintonics que me acabo de pimplar.
Margaret
Yo, con mis respetos a la Sargento -tan solo llegué a cabo y ya se sabe lo que se dice en ambientes castrenses (de los alférez, no tengo una idea concisa aunque sí lo que la rumorología apunta)-, no sé de calidad.
Aunque he de agradecer tal sinceridad;
«I suspect other judges have hoped, as I did, that the winning poem would hit me like a revelation on the first reading, announce itself as the one and only? This didn’t happen. Not for me. Not this time».
.- Sincero pero común entre determinados jurados. Veamos otro punto de la suculenta entrada;
«I decided that for now, in this first sift, I’d simply weed out the definitely-nots, the ones I could get nowhere with at all, the ones that baffled, the ones that didn’t seem to me to be poems as I knew them, and, if they were inventing new tricks with language or form, failed to clue me in on what these could possibly be. Everything else, even if I suspected that there were actually too many startling images too close together killing each other off, even if they irritatingly omitted punctuation and were written in compulsory lowercase in an attempt to be poetic that (to me) merely confused, or were inconsistent in pronouns and/or tenses of verbs in a way that I couldn’t but think unintended»
.- Clara posición, ¿no cree la Sargento? aunque, «nevertheless, if I was able to convince myself it just might have some possible merit or life about it, any at all – then it would go through to the next round. For now», un halo de esperanza alumbra a todo/a aquel/lla que no se sienta incluido.
«They worried me, this pile. What if there was a hard but brilliant diamond among them?»
.- Y si hiciéramos, como la Sargento, una de esas concesiones… «They worried me, this pile (of shit)»
«Can it be that those I was deaf to somehow spread around them, beyond their own borders, an infection of dullness and imprecision, or a miasma of artiness and archness that made the whole game, this poetry business, seem just not worth the candle?»
.- Negocio, negocio… bueno, eso lo dictaminará Sargento en cuanto le dé más brillo a su faceta poética y a los premios que existan a tal efecto (españoles o británicos o franceses…).
Un saludo
para más info aquí; https://www.bridportprize.org.uk/content/2014-winners
Si no estoy equivocado, hay una diferencia esencial entre los premios Booker i Johnson i los Planeta i Nadal. Los primeros son premios a obra publicada; los segundos son premios a obra por publicar.
Es decir, los primeros ya han pasado por el filtro de un editor y los segundos son una operación de márketing).
Por lo que veo, son premios que se dan a libros ya publicados y no a libros inéditos, como es costumbre en España. Quizás eso tenga también algo que ver, porque el jurado se juega a cara descubierta su prestigio si pone en su lista un libro que no dé la talla.
En España también tenemos premios para obra ya publicada, y el mamoneo es el mismo
Margaret
Seguro que todo eso tiene que ver
Y digo más: Un Trapiello o un Lorenzo Silva ¿no se juegan su prestigio participando en convolutos como el Nadal de los últimos años o el Planeta de toda la vida?
Margaret
Pues también es verdad. Pero como todo el mundo sabe que están amañados, nadie se toma en serio la participación de nadie como jurado de nada.
Hubo un tiempo en el que el Nadal tenía mucho prestigio, se descubrió «Nada» de Carmen Laforet, «El Jarama» de Sanchez Ferlosio, hasta lo ganó Millás cuando molaba. Ahora ya no se descubre a nadie. Es muy triste.
Cierto
El Nadal era un premio con prestigio porque sí que buscaba nuevas voces, ahora no lo hace y el prestigio se ha ido.
El Booker (igual que el National Book Award que publica su longlist en breve) es un premio con una estructura que tiene en cuenta todo, calidad literaria y promoción.
Primero se publica una longlist, que generalmente viene precidida por un montón de artículos en los periódicos sobre los favoritos. Tras esa publicación empiezan a funcionar las casas de apuestas (sí, los británicos hacen apuestas hasta en sus premios literarios) y los artículos sobre los nominados y los que sorprendentemente se han quedado fuera (éste año por ejemplo Sarah Waters que había estado en la lista con sus últimas tres novelas o Christos Tsiolkas que lo había conseguido con la anterior y cuya última novela había tenido buenas críticas).
Luego llega la shortlist y finalmente el premio.
Para cuando se falla, las novelas de la longlist y especialmente de la shortlist han tenido una exposición mediática que les ha permitido en muchos casos multiplicar las ventas (muy especialmente en el caso de autores desconocidos y editoriales pequeñas), y por supuesto el ganador suele alcanzar una ventas más que considerables.
Eso sí, a mí el Booker de este año me da un pelín de miedo, porque la presidenta del jurado es la misma del año que ganó Vida de Pi, que es el peor Booker (ganador o finalista) que he leido, con muchísima diferencia
«Vida de Pi» es un adefesio literario. He leído tres o cuatro ganadores del Booker de este siglo y la decepción es mayúscula. Tú fíjate, en 1999 ganó «Disgrace» de Coetzee que es un señor libro.
El capitalismo está matando a la literatura y al arte en general. Sólo interesa que salgan a la luz las obras que potencialmente pueden producir dinero. Pero para qué vamos a recalcar esto, si ya lo sabe todo el mundo. En el fondo, los premios literarios (y la mayoría de editoriales) mienten al lector, y éste, en su ignorancia (que más que lector es consumidor), se come con patatas todo lo que le ponen en el plato. Lo preocupante es que los de más arriba permiten que la literatura de nuestro país se estanque para que cuatro mamarrachos se llenen los bolsillos. Creo que sólo hay dos opciones: o se educa al lector para que entienda que lo que le están dando es mierda, o se castiga a aquellos que prostituyen a la literatura.
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