Como saben los visitantes asiduos de este blog, nos encantan las infografías. Más que el resultado, admiramos el trabajo que hay detrás. Lo que termina apareciendo es una imagen bien diseñada y que puede acabar siendo un poster (somos de los 60´s, se nota ¿verdad?) muy original para colocar en la pared. Pero lo relevante es el esfuerzo empleado en recopilar la información y, lo más difícil, condensarla en un solo gráfico.
En Epic Reads, una página dedicada a lo que los americanos llaman “YA”, acrónimo de “Young Adults fiction” o lo que por estas tierras entendemos por “literatura juvenil”, han creado esta infografía para ofrecer información a sus lectores de los mejores 365 libros –recientemente publicados- del género y así, si hay tiempo y ganas, poder leer una novela cada día.
Inciso: Aquellos que conviven con adolescentes aficionados a la lectura se habrán percatado de que cuando se ponen a leer un libro -y éste les gusta- se lo despachan en tres días. Y eso que la mayoría de las novelas fantásticas que lee mi nieto, el Josep, que tiene 14 años, no bajan de las 400 págs. La velocidad de lectura (capacidad de concentración) de los adolescentes es hoy el doble o el triple que la de un adulto. Este es un tema a estudiar, pero lo que está claro es que, por regla general, la literatura juvenil que ahora se publica está consiguiendo mayores niveles de satisfacción -y por ello de fidelidad- entre sus lectores que la ficción para adultos.
Esta infografía también ofrece recomendaciones para los que sólo pretenden leer un libro cada estación, cada mes o cada semana (en este caso se centra en las series) estableciendo una jerarquía basada en el criterio de lo imprescindible si se quiere estar al día.
Si pinchan (aquí) pueden ver cómo usar esta infografía. Y si pinchan sobre la foto de abajo, podrán ver la infigrafía en detalle.
Disfruten, que la vida es corta.
¿Leer rápido es sinónimo de leer concentrado, de leer bien, de entender lo que se lee, de conocer a fondo a los personajes, de hallar tesoros entre líneas y en lo profundo de las frases?
(No solamente literatura para adolescentes. Literatura, así, en general )
Querido Pobrecito:
Eso que dices está muy bien y todos los que leemos comentarios en este blog (todos unos culturetas de mierda, yo la primera) estaremos de acuerdo contigo. Yo también voy buscando esos «tesoros entre lineas» cuando leo libros de autores consagrados o de aquellos en los que confío. Pero debo reconocer que ya estoy un poco hasta las narices. Y lo estoy porque me he sentido defraudada ya en muchas ocasiones. Y te voy a poner un ejemplo: «Lionel Asbo. El estado de Inglaterra» de Martin Amis. http://www.anagrama-ed.es/titulo/PN_850
Los primeros libros de Amis me parecen cojonudos y siempre lo he leído con cuidado, atención y detenimiento. Tengo sus novelas anotadas, subrayadas y manoseadas. Los últimos libros de este chico ya empezaron a mosquearme. Pero este último es ya un truño del carajo a la vela.
Cada día envidio más la forma desprejuiciada que tienen los adolescentes de enfrentarse a los libros. Nuestros teenagers leen para disfrutar, para gozar, para divertirse. Y no van buscando sentidos escondidos a las frases y segundas o terceras intenciones en los párrafos. Que a veces las encuentran, perfecto. Pero como no son esos «culturetas de mierda» que decía antes de nosotros, estoy segura de que lo pasan mejor con la lectura que tú y que yo. De aquí a Lima. Me juego la dentadura postiza.
Te dejo que tengo cita en el neurólogo: he quedado con él para que me haga un vaciado de cerebro a ver si consigo alcanzar la virginidad intelectual. En el último chequeo me salió que el índice de porquería mental (prejuicios, presunción, arrogancia y, sobre todo, EGO desmesurado) en mi cerebro está llegando a límites intolerables. El neurólogo tiene -según dice- un método infalible. Ya te contaré, puede que te interese.
Maggie
El placer de la velocidad versus el placer de la calma.
Creo que lo que dices en tu comentario es un poco contradictorio en relación a los objetivos de vuestro blog. Optas por tachar de culturetas a quienes buscan algo más que una historia y un final apoteósico en una novela y, por otro lado, ensalzas al lector superficial y de consumo con la supuesta virtud de la virginidad. Todo, en definitva, un tanto demagógico Así, dificilmente vamos a ganar la guerra, queridas.
Además, qué tendrá que ver que uno esté harto de malos libros con leer bien o leer mal. ¿recuerdas tu primer polvo?: Fatal, a que sí, ¿a que con el tiempo has disfrutado más y mejor follando? ¿a que con la experiencia le has sacado todo el partido a tu cuerpo y al de tus rollos?. Pues eso, vírgenes las/los justas/os, y en el santoral
Un abrazo, sargento (si se lo permiten las ordenanzas 😉 )
Lo que echo de menos es leer sin prejuicios, solo eso. Echo de menos esa ilusión con la que una -a sus 13 años- se adentraba en un libro con la esperanza de que iba a descubrir nuevos mundos, mundos exteriores e interiores. Eso es lo que decía, nada más.
Y respecto a mi primer polvo… Hijo mío: soy ya tan mayor que ni me acuerdo. De todos modos te pido que te pongas en mi lugar. La época en la que yo echaba polvos (o mejor dicho: me los echaban) va de 1955 a 1983, año arriba año abajo (soy del 1934 y me estrené, si mal no recuerdo en 1955 o 1956). Los hombres de aquella época no sabían follar, por eso la comparación no me vale. Ahora, dicen, se hace el amor y eso parece que es mejor -al menos para las mujeres- que «follar».
Un abrazo, las ordenanzas lo permiten, tranquilo.
Maggie
¡Guau, vaya preciosidad..! Y me refiero en especial, sí, al trabajo bien hecho que produjo el fruto redondo. En lo que respecta a la velocidad de lectura de los chavales te doy el truco, mi sargento: los ojos, los mismos que teníamos, ¿o no te acuerdas ya? Y su capacidad de concentración también, la nuestra, aunque en este caso no depende de la vista, sino de tener el cerebro que te va a dejar el neurólogo, virgen, ¡Dios, quién lo pillara! Así que hay una sola diferencia, pero a nuestro favor, aunque algunos, muy poquitos, siguen en ello: nadie nos decía qué leer, la frase hecha ‘cuanto caía en nuestras manos ‘ es exacta cuantificación de lo que se leía, y por mil razones lo considero un método excelente, nadie puede decirle al chaval qué le conviene leer y qué no, y eso acostumbra a marcar la diferencia entre un libro para adolescentes y literatura sin más.
Esa concentración en la lectura supone una capacidad de inmersión que se da, en la adolescencia, cuando el mundo es muy nuevo y, cada día, le pones nombres a las cosas. Vargas Llosa lo llama suspensión de la verosimilitud y es una persuasión capaz de hacerte creer que lo que te cuentan constituye un mundo paralelo, real para ti mientras lo recorres. Se trata, por tanto, de una concentración inducida, no de una capacidad que pueda perderse o recuperarse como se cose un himen.
Sargento, no es que hayas perdido la inocencia a base de tanto de acostarte, libro en mano, con Martin Amis, ¡no se os rompió el amor de tanto usarlo!; es que Martin se ha prostituido y, al profesionalizarse y forzarse a hacerlo para ganar dinero lo hace sin gusto y, por lo tanto, ya no es capaz de hacerte orgasmar. No es de extrañar, ya que las editoriales sólo buscan putas y no aficionadas cañeras.
En realidad esa «suspensión de la verosimilitud» que cita Vargas Llosa viene de la «willing suspension of disbelief» de Coleridge, poeta inglés nacido en 1772. Que como concepto romántico (en cuanto al Romanticismo inglés) está muy bien pero que se escapa un poco de los principios con los que funciona una mente humana.
Sobre lo que dice la Sargento, estoy más de acuerdo en las palabras de su comentario que no en las del propio artículo. No creo que los jóvenes tengan mayor capacidad de atención en la actualidad (de hecho, diría que vamos hacia el lado opuesto), simplemente se lo pasan bien leyendo porque leen libros con historias divertidísimas y escritas de forma que el texto es casi transparente (lo que dice Margaret con «Nuestros teenagers leen para disfrutar, para gozar, para divertirse. Y no van buscando sentidos escondidos a las frases y segundas o terceras intenciones en los párrafos.»).
Saludos.
Bueno, la literatura Young adult es la que está dando de comer a las editoriales en estados unidos (eso sí está bajo constante ataque de los snobs, que en el mundillo abundan como plagas de langostas).
El fenómeno curioso es que muchos adultos leen Young adult, y digo curioso no porque lean algún título de vez en cuando (los hay muy bien escritos y entre los lectores adultos algunos tenemos más bien pocos prejuicios) si no porque es lo que único que leen.
Y ya se sabe que cuando algo pasa en los states, entre seis meses y dos años nos cae a nosotros con los consabidos análisis periodísticos que conllevan.
Excelente post, queridas. Yo tengo uno similar en el tintero. De verdad, desde que me encargo del catálogo de Balmes 129 bis, me he reconciliado con la literatura juvenil. Es una de las secciones más emocionantes de la librería, siempre cosas nuevas, siempre hay que estar al día. Y también tiene uno de los públicos más agradecidos, se oyen gritos de pura emoción frente a la estantería de juvenil y cualquier día nos vamos a empezar a sentir estrellas de rock. Me repasaré bien este gráfico, aunque quizá se me caiga un ojo XD ¡Un saludo!
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Siendo adolescentes, creo que la mayoría que comenzábamos a desarrollar o ya teníamos un cierto gusto por la lectura, cuando nos topábamos con un texto que nos gustaba podíamos acabar con él en un tiempo relativamente corto. Sí, es una cuestión neurológica quizá adicionada al hecho de que no se poseen muchas lecturas, y hablo sobre todo de lecturas de calado, no las que ahora tienen esa marca de literatura juvenil. Mi punto es que los libros de la así llamada literatura juvenil actual no son tampoco grandes desafíos literarios para la mente, la mayoría si no es que todas siguen la fórmula de bestseller´que ya todos conocemos. Así que tampoco creo que sea tan sorprendente. Es decir, cuando un teenager de hoy se enfrenta ante un autor como Mishima o Bernhard, ¿se despachará sus libros con la misma velocidad? No lo creo, y menos aún cuando estoy seguro que este tipo de literatura les interesa un pepino. Es más fácil y cuesta menos digerir un patata frita que un filete mignon. Sí, me disculpo por la comparación tan chabacana, pero creo que ilustra el punto.
Pero como dije, es la edad en donde se van construyendo los atajos neurológicos necesarios para eventualmente llegar a textos de más enjundia. Y al llegar ahí, si uno los lee en tres días o tres años es irrelevante; eso dependerá ya de lo que ese lector que ya ha madurado en nuestro interior juzgue como conveniente. Y para que lo anterior no parezca pedante aclaro lo obvio, lo que como lectores curtidos sabemos: la calidad no está peleada con el entretenimiento, pero el entretenimiento al que me refiero es, por supuesto, también de otro calado: para darse se exige más del lector.
Pero sí que es cierto, yo también extraño esos días virginales donde uno leía con un placer más puro y sencillo, sin estarse deteniendo cada dos por tres frases para preguntarse acerca de los significados o imágenes de lo leído, etc., y sin ponerse a juzgar demasiado con cada paso de página. Pero supongo -creo- que es como dice el lugar común: es el precio que hay que pagar por desarrollar una lectura más atenta y crítica, más madura, más gozosa. Y que exige el tiempo que sea necesario para completar una lectura.
Por cierto, estupendo blog. Una gozada de lectura en la red.
Gracias, rey
Un beso
Maggie