¡¡NO NOS COGERÁN VIVAS!!

Ni en el sentido argentino de «coger» ni en el castellano.

La «MIT technology Review» de enero/febrero, una de las mejores revistas científicas del mundo, publica un artículo, «No habrá paz para los trolls» -«Trolls hunter»-, sobre la  campaña de acoso y persecución contra el anonimato en la red. (Aquí) la versión en castellano. (Aquí) en inglés. El imperio del mal nos quiere derrotar como sea, pero ¡¡no nos cogerán vivas!! Tenemos las cápsulas de cianuro a mano, no se preocupen.

¡¡NO PASARÁN!!

¡¡EL LIBRO Y LA BUENA LITERATURA VENCERÁN!!

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La portada, de fábula, no me digan.

UN REGALO que nada tiene que ver con lo anterior (aquí):

El dolor de cabeza que me protege cada noche,
que nubla la vista y me quita las ganas de beber,
de beber fantasías y recuerdos excitantes,
y nada más excitante que trabajar en tus caricias.

Por amor al comercio
voy a cruzar ese puente,
por amor al comercio
voy a cuidar ese dolor.

De palabras tabaco, teléfono y alcohol,
alcohol que me han prohibido mil veces en un mes,
un mes en el que te has olvidado de que existo
y más que existir lo que hago es campar por ahí.

De nada

 

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22 respuestas a ¡¡NO NOS COGERÁN VIVAS!!

  1. Hanna dijo:

    Lo he leído, y allá unos y otros, no sé cómo decirlo… Quizá que me molestan tanto los liberadores de odio bajo anonimato -pobriños- como los puritanos que se llevan las manos a la cabeza al leerlos, una especie de maripilis de lo políticamente correcto y de no sé qué éticas… -perdón, los/las maripilis, siempre se me pasa la ortodoxia en el uso de estooo… ¿géneros?, ¿sexo? ¿coños y coñas?- asustadizos perseguidores de los primeros, ganas de jodernos a todos, mediocres los unos y mediocres los otros. «Vulgaridad, vulgaridad me acosa./ Ah, me han comprado la ciudad y el hombre./ Hazme tener tu cólera sin nombre:/ Ya me fatiga esta misión de rosa»:-), que decía la Storni, por cierto:-)

    Lo que me asusta de verdad, y hablo muy en serio, son cosas de este tipo, deux points: «UN HOMBRE MATA A TRES JÓVENES MUSULMANES EN ESTADOS UNIDOS». «El tirador había difundido mensajes antirreligiosos». Lo que me asusta de verdad, tranquis, ahora mismo: El País, pág. 7 del pasado 12 de febrero, y noticia pequeñita que a muchos les habrá pasado desapercibida. ¿Cómo habría sido esa noticia si los tres jóvenes hubiesen sido católicos o judíos, y el asesino musulmán? Oh, mon Dieu, je ne veux pas y penser… on dit, n’est-ce pas? Pues eso.

    • jose dijo:

      Ya pero es que el asesino no era cristiano, con lo que le quitas el conflicto religioso que haría que la noticia saltase a primera plana.
      El colega era un chalado que como la segunda enmienda es sagrada tenía permiso de armas e iba con ellas a todos lados.
      Tampoco parece que tuviera una animadversión especial por sus vecinos musulmanes, si no que los odiaba tanto como al resto de sus vecinos (el año pasado incluso tuvieron una junta vecinal para ver como lidiaban con él), aunque hasta la fecha lo único que hacía era protestar continuamente cada vez que consideraba que había demasiado ruido, Eso sí, tenía la costumbre de ir a protestar armado, y aunque eso de mal rollo una denuncia lo único que conseguiría es que no le permitieran llevar el arma por la calle pero ni siquiera perdería la licencia, así que obviamente nadie lo denuncio (ya que lo único que habrían conseguido sería cabrearlo)
      Básicamente lo que pasó (a menos eso es lo que parece a priori) es que al impresentable se le cruzaron los cables llevaba el arma encima y ellos eran los vecinos que estaban más a mano

  2. Patidifusa dijo:

    ¿Ahora habéis descubierto a Esclarecidos?

  3. jose dijo:

    Yo creo que el anonimato en la red es fundamental, y para mucha gente en países poco democráticos es más que fundamental.
    Ahora bien, el fenómeno troll es increiblemente molesto y desde luego digno de estudio psicológico porque a mí me puede entrar en la cabeza que un día te levantes de malas y te dediques a hacer el chorra, pero no puedo entender que una persona mentalmente sana se dedique a eso continuamente.
    Y una cosa es la sección de comentarios de una página web, al fin y al cabo mucha gente ya pasa de leerlas porque para leer chorradas ajenas se queda uno con las propias, y otra la gente que se dedica a trollear en foros y hasta que no consigue que la gente que solía estar ahí deje de entrar no se quedan satisfechos.
    También me parece distinto el trolleo en redes sociales, que en muchas ocasiones es delictivo y tiene consecuencias, acabo de ver un caso de un tío que se dedicaba a acosar a otros en twitter acusándolos de pederastas y que ha sido condenado.
    Hay gente que parece que se transforma cuando está en internet, y una cosa es que uno tenga un poco más de libertad por el anonimato y otra que te puedas dedicar a faltar al respeto a todo el mundo.

    Y volviendo a los libros, las críticas a Anagrama cada vez me parecen más fundamentadas. Si hace unos días no entendía como estando listas para emitir las series sobre Jonathan Strange y el señor Norell y La bofetada, Salamandra y RBA respectivamente tenían las novelas descatalogadas, y ahora lo que no entiendo es como Anagrama que pretende ser una editorial serie le cambia el título a Tampa de Alissa Nutting (novela que dio mucho que hablar en su publicación por su tema escabroso) por Las lecciones peligrosas, que parece más el título de una película de las que se compran al kilo para emitir a las tres y media de un domingo (el diseño de la portada también dista mucho de la calidad del original, aunque eso también puede ser un impedimento propio de los diseños de Anagrama)

  4. Ire dijo:

    Bueno, es un hecho que el anonimato en internet molesta. A quién, no está tan claro. A mí me parece fundamental para expresarse con total libertad. Además, ningún anónimo pretende sentar ningún tipo de cátedra con respecto a nada. Si no estás de acuerdo con sus opiniones las rebates y punto. O te callas. Quien siga argumentando que la opinión de un anónimo no cuenta porque es ‘anónima’ es porque, por lo general, no está de acuerdo o no le gusta lo que se dice. Para eso hay un remedio tan fácil como rebatir esas opiniones. O pasar, precisamente por la poca importancia que se les atribuyen. Cuestión de lógica. Otra cosa son los trololols, a menudo los primeros interesados en acabar con el anonimato de los comentaristas, sobre todo cuando son contrarios a sus intereses, porque la mayoría de trolles tienen una vida paralela muy pública en internet, curiosamente.

  5. Ire dijo:

    Y por supuesto, esto no tiene nada que ver con el acoso a compañeros de clase, el fomento del odio hacia cualquier colectivo o cualquier otro acto delictivo de abuso o coercitivo. Ante eso hay que actuar de inmediato, simplemente porque es un delito, ya sea por parte de un anónimo, de alguien con foto, nombre y apellidos o del vecino de tu escalera.

  6. Hanna dijo:

    De los pocos artículos que le hace justicia a Morán, al menos me lo pareció, y después de haber leído varias otras crónicas. Solo con ese, tan familiar a mis oídos: “Esta noche he rezado mucho por usted”, y el cambio de ‘género’ gramatical en la traducción de Les mandarins, de Beauvoir, si fue tal cual, ilustra a la perfección el ambientazo intelectual de aquellos años… Bueno, y de estos.

    Y ahora que lo pienso, no sé si este comentario debiera dejarlo en su sitio, en lugar de aquí, en cuyo caso me llamáis al orden y ya está.

    http://elpais.com/elpais/2015/02/11/opinion/1423683965_679104.html

  7. Hanna -copia, correspondiente a la sargento-, el otro día escribí un post sobre Morán y «El cura…» y lo borré. Me impone un poco que todo el mundo -Empezando por la Patrulla he querido entender- defiende a Morán y a mi me parece que está lleno de mala prosa, datos mal gestionados y pobreza intelectual… Supongo que debo de estar loco y -además, esto ya no lo supongo-soy muy ignorante, inculto y poco preparado… Pero creo que sí tengo un espíritu crítico, y creo en la discusión de las opiniones con argumentos y datos. He tenido a través de mi trabajo, y fuera de él, conversaciones con personas que respeto mucho, como Anne Leibovitz, la propia Sontag, Carmen Giménez, críticos de Village Voice, o del New York Times, biógrafos como el de Herb Ritts -más de 200 entrevistas- y, a pesar de mis carencias siempre he escuchado y me ha parecido ser escuchado. Y nunca me he sentido ridículo ni he sentido la necesidad de autocensurarme. Pero con el tema de Morán lo he hecho, supongo -bueno, tengo la certeza- que porque este no es mi «muro»… pero comparto la pasión por el talento y la literatura y lo el libro. Cada una de las páginas de mi copia de «El cura… » está llena de expresiones como «¿De dónde saca esta conclusión», «sesgado», «bad editing», «¿esto a que viene?», «ficha, repetido lo mismo en pg. X y Y», «300 páginas y el Cura ha salidos mencionado someramente tres o cuatro veces y sin información relevante», «pésima redacción», «pésima redacción», -lo que tu apuntaste como «problemas de sintaxis»- «muy bueno» -casi siempre critica literaria sin contexto político». Algunas cosas me parecen tan obvias como que la capital de Argentina no es Bogotá». Pero la Sargento guarda silencio sobre el tema, y me desconcierta. Ella, que sangra ginebra por la herida de la más mínima importación. ¿Qué hacer?, ¿Qué hacer?, ¿Qué hacer? Como tecleaba el fotógrafo mínimo -Linda Hunt- en «El año que vivimos peligrosamente» frente a las paradojas éticas del régimen de Sukarno. ¿Cabe el debate? Sobre frases concretas, sobre exabruptos concretos, sobre errores concretos, sobre manipulaciones -o no- de hechos concretos, sobre si un libro que se inició sobre Ortega -si no he leído mal- y se terminó sobre un encargo con Jesús Aguirre como «tema» consigue desdibuja lo recopilado y quizá escrito -al menos en notas-, tiene éxito o fracasa estrepitosamente. Sufro. Como sufren las patrulleras y su tropa ante la perpetración del silencio crítico y cómplice ante el abandono en el campo de batalla de «El libro», de la literatura como secreción profunda del alma humana y su conexión con la belleza y la latencia del misterio de sus emociones… el mismo que se supone que denuncia Morán. La modestia no es una de mis virtudes, me impediría «mojarme» y prefiero la honestidad aunque venga pegada al riesgo del error. En fin… estoy hundido hasta la cintura en el fango gélido del campo de batalla y miro a un lado y otro y no veo a ningún camarada y sujeto el dedo lejos del gatillo asustado por la posibilidad del cometer fuego amigo de mano de in soldado sonado. Ale, ya solté la llorera. Supongo que con tanta guerra he manchado el calzoncillo. Merde. (Eso sí, no corrijo… estoy el la tableta y hasta los mismísimos del teclado.)

    • Hanna dijo:

      Nicanor… o Nic, que es más cortito. Querría responderte como mereces, pero no puedo ahora, y bien que lo siento. Si me permites un par de observaciones, cargadas de buena intención como mínimo, puede que alguna luz te ayude a estar del lado de Morán. Una, dime sinceramente si crees que ‘con prosa de periodista’ y a base de casi solo nombres propios, se podría al menos pergeñar maravillosamente la historia y la ‘idiosincrasia’ de un país, tal que hace él. Dos, creo que no debes leer ese libro como lo haces, aunque es posible que seas demasiado joven para intentarlo de otra, esta: tal que si, en una cena entre viejos colegas, con conocidos, conocimientos y experiencias comunes, se hablara de ello en plan cómplice, guiñando el ojo, ¿sabes?, dado que todos, o casi todos, están al cabo de la calle de una u otra cuestión. Por ser muy simple yo, y en una palabra: Morán ratifica lo que sabemos. Mira, si no, qué bien lo deja reflejado Juan Goytisolo.

      Ah, otra cosa. He intentado entrar en tu ¿blog? por aproximarme a tu ser, pero tiene colgado el reservado el derecho de admisión, no fue posible.

      • Hanna… Te contesté hace 2 días con una auténtica epístola para los hispalensis… que, quedó perdida en el ciber espacio. Sencillamente, no me lo puedo creer, me había dejado el alma en el tema que tiene enjundia. Perdido todo e incapaz de reescribir, sólo dos cositas. Una… no, no me sirven las explicaciones -y ya me gustaría que sí-, para una mala prosa y un mal ejercicio de investigación. Mi opinión. Pero la puedo argumentar si a alguien le interesara o interesase que, me temo, no es el caso. Hay un profundo silencio sobre el tema. Dos… mi «blog» no existe. Tenía uno llamado (65XCT!) el porcentaje de portátiles que en USA son comprados por mujeres… es decir 65 por ciento Tecnología. Ya… absurdo. 🙂 De todas formas, si hay algo generacional. Yo soy de la generación, diría, posterior a Felipe González, es decir, la Transición me llegó sin apriorismos políticos -si, es algo posible-. La viví sin prejuicios y sin tener nada pensado para ella cuando llegara. Lo explicaba todo… pero «Lo que el bit se llevó». Te diré, porque ayuda más que mil palabras, que estuve en la manifestación anti Otan, voté a FG en el 82 y a Rajoy en las últimas elecciones. Y que me encantaría votar al PSOE en las próximas o en las siguientes o a cualquier otro que me parezca bueno para España ya sabemos, aunque Morán lo ponga a parir aquello de Ortega, de «si no las salvo a ellas no me salvo yo». Las circunstancias, digo. Se que haber votado en España es para muchos españoles motivo de lesa descalificación. Espero que me des alguna oportunidad, puedo estar equivocado, pero ni soy «el mal», ni me mueven intereses crematísticos. Mi pensamiento es propio -ergo torpe-, pero me concedo como aquella obra estupenda de Gala «el beneficio de la duda» (Al completo incluía a Séneca… cosa que yo evito en la comparación) Abrazo. Espero que me sigas hablando… honestamente me importa porque me importan matizaciones como la de «un problema de sintaxis» afinación de la que yo no me veo capaz. De otras sí.

      • Ire dijo:

        Leyendo vuestras dos intervenciones, creo que el problema es que los que somos hijos de la transición vivimos en una especie de distopía, no solo en cuanto a lo que explica Morán y a cómo lo explica, sino en absolutamente todo. Hemos crecido en una sociedad llena de apriorismos – ahí no estoy de acuerdo contigo, Nicanor- heredados de las experiencias de nuestros familiares, pero haciéndonos creer que por fin todo eso había quedado superado y que, de repente, nos habíamos convertido en una sociedad moderna y democrática, o eso hemos creído hasta hace un tiempo los herederos de todo aquello.
        Pero entonces llega la mayoría absoluta del PP, y nos lanza a la cara la verdad de nuestra sociedad, nos hace saber día sí y otro también que nada ha cambiado en realidad. Y necesitamos saber por qué. Pero con rigor, con datos. Necesitamos saber por qué nada ha cambiado después de tanto tiempo, necesitamos saber por qué no somos todavía una sociedad democrática europea, cuando muchos estábamos convencidos de que podíamos equipararnos a cualquier otro país europeo.
        Es muy descorazonador comprobar que no, y necesitamos saber qué ha pasado para que eso no sea así. No tiene sentido. Pero no con chismorreos sino con estudios rigurosos, fiables y serios.

      • Fijate Ire que yo lo veo justamente al revés. Y sí, es una cuestión generacional y biográfica. Voy a hacer un intento de reescribir, lo que el «bit» se llevó en una respuesta a Hanna… puede sonar a egotryp, no lo es sino, como mucho un particularismo que no lo es tanto. No tienes que leer, claro, pero esta es mi visión honesta -y quizá errónea de las cosas-. Yo nacía al franquismo justo el día que se murió franco. Tenía 14 años y un amigo me vino a buscar para ir al colegio y lo primero que le dije fue «¿sabes que se ha muerto Franco? y me contestó «sí, por fin la palmó ese hijo de puta». Me quedé de piedra. Para mí franco era la persona que gobernaba España… una España que para mí, con ciertas dificultades, era un país normal. Se pudiera pensar que esa forma de pensar implicaría que mi familia era una familia de derechas o, mejor, una familia franquista. Pero no es así, mi familia era -sí existían ese tipo de familias- apolítica es decir, una de esas familias donde había triunfado plenamente la propaganda del régimen de que la política era algo malo. Curiosamente, sí había estado expuesto de niño a las ideas republicanas. Una tía mía -a la que adoraba- había sido miliciana y había estado en la cárcel -con su niña, mi adorada prima Violeta-. Luego salió y hacía una vida normal. Mi prima emigró -¿economía o libertad?- a París y mi tía la siguió. Y luego mi hermana mayor que me llevaba 13 años. Paris era para mí toneladas de rimmel en el espejo de la cocina, y juguetes que en España no existían. Para ellos era la conexión del exilio, vivían primero en Rue Du Bac y, luego, en Cherche Midi. Amigos de Roman Garí y Jean Seaberg. Luego, un día, en un viaje a Ibiza fui introducido a la «República» de la mano de Paco Ibáñez -tendría unos 7 años-. No prendió en mi la «idea» pero sí aquellas letras descubrí algo que cambiaría mi vida por completo: la literatura. Es decir, yo cuando en mi inocencia me presentaron política y literatura, me decidí instintivamente por literatura. A los 14 años, como no había recursos económicos y mi hermana menor ya estaba en el bachillerato, y no había dinero para dos carretas -ni discriminación por sexos, yo era de largo mejor estudiante- me «derivaron» a FP en un colegio de salesianos. El catolicismo ya estaba en mi y se mantuvo y se mantiene. Se que ser católico en el siglo XXI es para muchísimos españoles -la inmensa mayoría de los jóvenes- algo incomprensible. Para mí y otras mil millones de personas no lo es. En mi caso tampoco entra en colisión con mi razón…, pero esto es otro tema. El caso es que Franco murió, y apareció en mi horizonte vital la Transición, los partidos políticos, los mítines de todos los partidos a los que -hasta donde yo recuerdo- iban todos a escuchar las propuestas ¡que cosas!. Oí en uno de esos mítines por primera vez la palabra «Constitución» y «Cortes Constituyentes». En ese momento yo me inclinaba hacia el partido democristiano de Ruiz Jimenez, me parecía moderado, acorde con mis creencias y… bueno, los curas me llevaron a un mitin. Tengo que decir que en FP los curas me dieron clases de religión en las que te explicaban lo que era el Budismo, el Induismo, el Islam… con pocos prejuicios. Se separaba religión de «religiones». La religión era algo que se practicaba, las religiones algo que se estudiaba y de lo que te examinabas. Suena raro, pero para mí -no se si seré el único en España- fue así. También recuerdo clases de educación sexual -siempre vinculadas al amor, es cierto, pero yo me confesaba y nunca le dieron ninguna importancia a eso del sexo. De nuevo, mi experiencia. Quizá algún «Aguirre» había por allí que hoy no será cura precisamente. En el salón de actos nos ponían Jesucristo Superstar y lo analizábamos. Dejé mi pueblo, la Robla, el mismo de Josefína Rodríguez Aldecoa, como supe años después, cuando el jardín de mi infancia fue sustituido por una calle con su nombre. En León tuve profesores como Vallepuga con el que nos teníamos que levantar cuando entraba y otros que me introdujeron a «el cadáver exquisito» y a Rimbaud. Otra profesora con un pariente que había estudiado con Machado nos contaba la anécdota de cómo un día en clase se le había caído la ceniza del cigarro en la solapa y ante la advertencia de uno de sus alumnos, palmeo sobre los restos implantándolos en la tela diciendo «no se preocupe, aquí ya no cae otra mancha». Aprendí que la tuberculosis era para él «un ejercito de hormigas que corren por él y en sus entrañas tejen sus telas grises las arañas». ¿Es así? Lo recuerdo de aquellos días de Formación Profesional. Dirigía una revista que se llamaba «Alcantarilla» y a pesar de las críticas por una cierta visión «pesimista» de las cosas, Vallepuga publicó -consagrando la oficialidad de la publicación- un poema… bastante cursi perro eh! libertad de expresión. Un viaje rápido a Madrid lleno de ardor con los amigos -y 5 en el coche- para ir a la manifestación contra la OTAN y en el 82 voto a Felipe González y llega primero la ilusión -que duró años- y un día el desencanto. Luego 4 años -desde los 19 dando clases de FP, dibujo y taller en electricidad- y un día dando una clase sobre perspectiva isotrópica, isométrica? -creo que se llama así- explicaba a los alumnos que la representación más «realista» de la realidad era la más falsa, y que aquella que se entendía con dificultad, era la más real, en la que, de hecho se podían tomar medidas y ver lo que era y no lo que el engañoso ojo nos mostraba. Ese día descubrí la filosofía. En un examen, leía a Valle -Lueces de Bohemia- sin que hoy recuerde como aquel libro había llegado a mis manos y me tatué en la aorta cava lo de «qué dirá mañana esa prensa canalla». Recuerdo ir de viaje a Francia y hablar de como se vivía en España y alguien me dijo, es imposible que esas cosas -libertad de expresión, retirada paulatina de la religión de la vida social y política- estuvieran pasando al otro lado de los pirineos. Por fín, unos ahorros y mi llegada a Madrid para estudiar Periodismo. Recuerdo que el primer año -más de 300 en mi curso- no tuvimos delegado de curso, y el segund, alguien se presentó y yo intuí que su intención no era favorecer nuestros intereses, sino hacer carrera política. Lo que me molestó. Me presenté yo y les dije a todos porque me presentaba. Salí elegido y jamás ejercí salvo para pedir algún cambio de fechas del un examen. Me dio clase el hisoriador marxista Gil Novales y descubrí esa otra forma imprescindible de mirar el pasado. En el último minuto de su última clase nos dijo «No olviden nunca que el poder tiende a convertirse en poder absoluto y la única forma de evitar que eso ocurra es que ustedes piensen». Abandonó el aula en medio de una ovación generalizada -que no buscaba, por supuesto-. Me dio clase de literatura Piar Palomo -que me enseño que Bécquer de romántico nada-, Seco Serrano, con otra visión de la historia no menos rigurosa, estudié economía, macro -un año- y micro -otro-, estadística, sociología, estructura del periodismo, lingüística, introducción al derecho, historia del pensamiento político, derecho a la información, historia del periodismo, relaciones internacionales -Feelipe Sahagú- y un día me enteré de que el director de mi periódico preferido creaba algo llamado «Master de El País» que equiparaba en un año la titulación con lo que yo estaba estudiando. ¿Cómo era posible un hecho semejante? Ese día me encontré -sin yo saberlo con el Mandarinato- una muralla con la que me estampé una y otra vez porque resulta que de algunas cosas nadie hablaba claro si no estabas en la «manteca» y yo no era -no soy- lo suficientemente inteligente para descubrir algo así por mi cuenta. Un día, en una fiesta de un amigo, me presentaron a Pepe Rivas de Ajo Blanco… no sabía ni quien era él ni qué era la revista. Vivía la calle Regueros, en el barrio de Chueca, un pequeño paraíso vital de travestis, camellos, yonquies -no es así ¿verdad?- y vecinos. Era un micromundo sobre el que escribí mi primer reportaje para ellos. Lo puse en el correo y me olvidé. Al día siguiente -o a los dos días- recibí una llamada «esto es buenísimo, estamos alucinados». Me encargaron otro trabajo, me «volaron» a Barcelona, Pepe Rivas me hizo reescribir el reportaje diciendo «mójate» y salió en portada con el título de «Barnamadrid». Loles León y Loquillo comiéndose el mismo chicle era la foto. Yo las pasaba canutas entre la Universidad y la necesidad de ganar dinero. Pero el periodismo -los medios- se me seguían cerrando. Aprobé un examen para prácticas en la SER, pero pagaban menos de lo que valía una habitación y no tenía dinero y no pude hacer coger «la beca». Almodovar estrenaba «El Deseo», mis amigos eran, la mayoría actores, incluidos la «hoy» Antonia San Juan -cuantas horas de depilación horripilante en un sitio cutre de la calle Fuencarral-. Luego un día, decidí irme a Nueva York… empecé vendiendo rosas en una tienda en el Village -tras muchos meses de pasarlo bastante mal-, y me bebí Nueva York como se bebe una botella de buen tequila. Más importante, descubrí otro paradigma social, político y económico que no tenía conciencia de que existía. Y descubrí que el «nuevo periodismo» era mucho más que «a sangre fría» o «lo que hay que tener». También descubrí el periodismo de «hechos» anglosajón. Y mi visión cambió para siempre. Colaboré con El País y fui corresponsal sustituto con La Cope. Jamás supe lo que fue una instrucción sobre lo que tenía que decir o no. Y volví. Pero los medios siguieron cerrados para mí. Entonces ya me resultaba claro que había un «lobby» de izquierdas que comenzaba a unirse a uno que surgía con fuerza, el lobby gay. Amigos míos que trabajaban en cargos de responsabilidad en El País, me negaban que existieran ninguna de las dos cosas. Pero, aún siendo amigos, eso eran cosas que no se contaban si no eras gay -que yo era-, anticatólico -que yo no era-, y sectariamente de izquierda, que yo tampoco era. Mi vuelta coincidió con la última época de Aznar y había cosas que no entendía, una cierta repulsa del personaje que iba más allá de la lógica. Llegaron las manifestaciones contra la guerra de Irak y fui a ellas, más por principios que por sintonía con lo que estaba pasando. Había algo con lo que no me identificaba. Luego los atentados del 11-M. Mi Madrid herido, como mi Nueva York. En ambos casos pensé que los terroristas se habían equivocado profundamente de ciudad. Las dos eran ciudades de acogida y tolerancia. Entonces me llegó el trabajo en Yo Dona con Charo Izquierdo -quien respetó mi no pertencia ni de lejos al Mandarinato- y me permitió vivir mi profesión hasta lugares que nunca soñé. Y me permitió profundizar en uno de los aspectos más importantes del mundo en el que vivo, la lenta asunción de la mujer a los cargos directivos y al poder en distintos ámbitos sociales. Cumplí muchos sueños, pisé algunos cayos, y ida Charo, una noche, antes de un viaje a Nueva York, me anunciaron que no volvería «a publicar en la revista». Todo esto como free-lance… yo siempre he sido de clase baja de verdad. En las últimas elecciones voté al PP. Se que a ti como a Hanna, como a muchísimos-as aquí les resulta incomprensible. La verdad es que no se Irene, en que se diferencia el PP de la CDU alemana o cualquier otro partido liberal-conservador de Europa. Por liberal entiendo -salvo error, que todo puede ser-, la ideología responsable de la creación de los estados de bienestar en el mundo. Me gustaría votar al PSOE o a otro partido en las próximas elecciones, aún no se lo que haré. No votaré a Podemos… creo que sus dirigentes defienden ideas que para mí alumbraron algunos de los totalitarismos más feroces que el hombre ha conocido -Hittler, nacionalsocialismo, Stalin, lo más conectado con España, y Mao-. Y de, pronto, un día me encuentro con «Patrulla» que es un «medio» porque para mí aquí se hace periodismo y del bueno, y, ortro día con un ñlibro que, supuestamente, por fin, desvela eaa muralla contra la que me había golpeado una y otra vez en el ejercicio de una profesión que amaba y amo profundamente. Y, resulta, que me encuentro con el libro que habla mucho de la CIA pero nada de Moscú… pero que reconoce la penetración del comunismo y el PCE en las estructuras mismas del Franquismo. Mucho adjetivo y casi ningún dato relevante. Del «cura», supuesto protagonista, en las 300 primeras pgs. nada. Todo es caos y mala prosa. Alguna opinión literaria excelente y, lo demás falta de rigor y pereza intelectual. No se si sobreviviré como digno tertuliano o argumentador considerado a esta declaración de principios que no son sino mi propia vida. Mi experiencia. España es un país moderno, europeo, sin complejos… con alguna cosa rara, como que los jóvenes de 15 años sean antifranquistas e, incluso, independentistas por serlo. Si has llegado hasta aquí , que casi espero que no, este soy yo y sigo pensando cada día «que dirá mañana esa prensa canalla» porque donde creo que no ha habido transición de verdad no es en la política, sino en la Cultura y, sobre todo, en el Periodismo. El talento, el trabajo y la excelencia, siguen siendo proscritos en este país. Salvo en la guerra patrullera, donde he encontrado todas esas virtudes. Y seguiré buscándolas porque con ellas he crecido. Un abrazo.

  8. Pingback: ¡¡NO NOS COGERÁN VIVAS!! (Patrulla de salvación) | Libréame

  9. Hanna dijo:

    Por fin, Nic, entiendo las razones por las que no te llega una palabra de lo que escribe Morán: sería como querer leer la Biblia en arameo un campesino chino. Debieras hacer limpieza a fondo en casa y ordenar las cosas del desván un pelín, no digo con la paranoia de ama de casa, ni hablar, un mínimo orden saludable para empezar a trabajar en condiciones. Porque, tal como andas, criatura, seguirás sufriendo el no entender, pero de ti mismo, de los demás, de este país, de USA y del o de lo que me digas. No sé qué pensarán otros voyeurs de tus vomitonas, yo agradezco y admiro tu capacidad para el striptease, tan completo como inocente, y cuentas con mi simpatía y mi ternura, a pesar de lo desaliñado que escribes, cabrón.

  10. Juaaa, gracias Anna por no retirarme el saludo. Créeme, es muchíiiisimo, más de lo que generalmente me he encontrado en mi vida -lo digo con una sonrisa-. En España me refiero, en Estados Unidos -Nueva York y en otros lugares- de pronto todo era «friction-free». Sencillamente, es otro paradigma. En cuanto a lo de Moran… tengo algunos párrafos concretos en goodreads que sustentan lo que digo. he visto las críticas y el nº de lectores y… bueno ¡España! Pero… ¿300 pg. sobre el «cura» y no hay cura salvo en 3 irrelevantes menciones que pretenden demostrarnos lo «relevante» -o con más precisión- lo «omnipresente» de su persona? No. Los muebles están en su sitio la mayoría de ellos pero claro que sigo ordenando. Difícil refutar opiniones críticas sobre algo general… e ir a lo concreto en el caso de mi texto haría una versión siglo XXI de las obras del Marqués de Sade. Morán dice que escribía un libro sobre Ortega pero no le salió porque lo empírico no demostraba su premisa sino que la refutaba. Bien. Digo, fatal… Haberlo escrito con más razón. Me da un poco de apuro frente al rigor que siempre muestra la Sargento con sus (aquí) y (aquí)… pero el libro no lo tengo en digital, 😦 Aún así, mentira y manipulación no son buenas maletas para un «periodista». No es opinión, hecho. (Obviamente no hay ninguna animadversión personal hacia el autor o la persona… he tenido el gusto con este libro. Si en otros está brillante, me quito el sombrero. No problem.). Pero no contextualizar Europa, España y el mundo con la existencia en el mismo periodo temporal de esa «nimiedad histórica» que fueron la Unión Soviética y el Pacto de Varsovia es… Porque existir existió ¿no?. Yo tampoco se que pensarán los voyeurs -si se hubieren molestado- de mis «vomitonas». Yo siento un poco de «apuro», la verdad, pero la honestidad y coherencia -y pereza, mea culpa.. máxima-, me llevan a hacer sin duda un pasmoso ridículo. Lejos, eso sí, del que en mi opinión hace Morán con sus numerosas calificaciones a lo «porque me sale del higo». Pero con maldad (esto si es opinión, nadie sabe la intención de nadie, aunque M. lo ignore o nos haga creer que lo ignora). El único pensamiento brillante -bueno, alguno más hay- es el de que la historia de la «pandilla» la escribe el que vive más. Me descubro. Había oído la versión de la Historia la escriben… pero lo de la supervivencia «añil» me ha regocijado no sabes en que medida. Me encanta contar con tu simpatía y ternura. Tu, con cuatro frases, te ganaste mi respeto. Como tanta gente que pulula por aquí. Ojo, no pienses que confundo erudición con conocimiento. Este me parece discutible, que no discutido. Lo que me duele en el alma es lo de «lo desaliñado que escribes», porque tienes toda la razón. Es lo que tienen los vómitos, que están llenos de tropezones… y lo manchan todo sin haber sido editados al contrario que la mierda. Por eso soy generoso y digo que el libro de nuestro querido M está sin editar o fatal editado. Y perdona el «moranismo» que me ha salido, Abrazo!

  11. Hanna dijo:

    Nic, he de salir a comprar nespresso al Corte. Bebo café, no por litros como mi adorado Camilleri, por montañas y montañas de cápsulas, y a saber cómo las reciclarán. Pero quiero añadir un par de cositas a lo dicho y en vista de lo que dices. Una, no busques al cura con tanto afán, bobiño, has estado con él y sus mandarines desde la primera página: son España, ¿pillas? Pues sí, señor, esta España triste, arribista, ladrona, ineducada, tramposa, hipócrita, cómplice, sumisa, cínica, impresentable, chapucera y comecirios. Dos, he sido profe de Instituto una vida, no te confíes nunca conmigo, doy y exijo, me dan y exijo más 🙂 Lo que se dice una fiera. Bicos e inda unha aperta de muller da terra meiga.

  12. Ah!!! Que bien de vez en cuando una pelea dialéctica a rottweiler… A ver si estoy a la altura: La España alegre, laboriosa, honesta, estudiosa, desprendida, frontal, cómplice – 😉 -, orgullosa, franca, admirada, perfeccionista y reformista. ¿Galicia? ¿No fue ahí donde cogisteis a una reina leonesa y la dejasteis en pelota picada y se salvó por la intervención de un misales? Justo, justito unos años antes de que en, 1188, el rey Alfonso IX convocara, por primera vez en la historia, a los ‘Tres Estados’ a su Curia Regia constituyéndose -según la UNESCO- en «cuna del parlamentarismo»-. ¿o no estamos aquí porque no nos resignamos? ¡Quijotes!, ese invento chino. A ver si ahora resulta también que Cervantes era inglés. Vamos a hacerlo mejor, incluido Mr. M.

  13. Ire dijo:

    Te agradezco la sinceridad, Nicanor. Y seguramente si vemos las cosas de manera diferente es porque venimos de experiencias diferentes. Contra eso es difícil hacer algo.
    Yo nazco con Franco ya muerto. Mi padre entonces había ayudado a remontar el taller de su padre, mi abuelo, que se había arruinado con el caso Matesa, que le estafó hasta la camisa que llevaba puesta, y trabajando más horas que un reloj los dos consiguen ir saliendo poco a poco de las deudas, los embargos y la ruina. Hasta ahora, que está a punto de jubilarse, por suerte, porque hace ya unos cuantos años que todo son pérdidas y no cierra por no dejar a sus trabajadores en la calle.
    Y por otro lado está mi madre, que conoció a mi padre en una feria, se enamoraron y se casaron. La familia de mi madre tiene unas historias de la Segunda Guerra Mundial que ponen los pelos de punta.
    Y yo soy un poco el resultado de todo eso. No me considero parte de un país que no me ha dado prácticamente nada. He recibido una educación diferente gracias a la nacionalidad de mi madre, y tengo pocos vínculos sentimentales fuera de Cataluña. Bueno, sí, un novio madrileño que tuve muy majete.
    Supongo que somos el resultado nuestras experiencias y las de nuestros antepasados, nos guste o no. Abrazos.

  14. Good morning darling… por que asumo que estás de vuelta de El Corte Inglés que, por cierto, espero hayas encontraste abierto y abastecido. Me han levantado militante y patriota y proclamo -al hilo de ayer-, que no tenemos un problema de país -la Sargento en el fondo quiere ganar la guerra-, tenemos un problema de mala prensa. España siempre ha tenido un problema de mala prensa -no en vano ingleses, holandeses, judíos, estos con razón, y Mr. M, se lo han currado desde el SXV hasta este mismo segundo. Aquí tienes el dato empírico -me ha entrado muy temprano en esta mañana de domingo por el laborioso email: http://www.enriquedans.com/2015/02/doce-anos.html . Hay millones de españoles así en la sanidad, en las escuelas, conduciendo las máquinas que asfaltan las carreteras, cuidando nuestros bosques, haciendo menús riquísimos en los polígonos industriales, rescatando animales que se quedan atrapados por una riada, cuidando de los -menos- que pasan necesidades gracias a la generosidad de los -más-, España, vamos, la generosa, este país admirable y admirado con sus luces y sus sombras. El problema, es que los «periodistas» no miran a España, sino a los defectos de algunos -muchos- de los poderosos, porque es ese el espejo en el que ellos reflejan en su malentendida idea de «cuarto poder». Puro esperpento. A Mr. M. nos lo vamos a llevar una semana a Yemen para que coja un poco de perspectiva. Ya sabes, yo soy muy de Celaya y Paco Ibáñez, -mediocres, puede, pero voz del pueblo- «Adelante que ya es hora / de pasearnos a cuerpo / y mostrar que pues vivimos / anunciamos algo nuevo. / Ni vivimos del pasado / ni damos cuerda al recuerdo / somos fresca y clara un agua / que atropella sus comienzos. Enrique Dans 1 / Mr. M 0 patatero. (El fraseado se lo ha inventado mi memoria.) Mi dislexia y yo hemos editado -nobleza obliga- el texto. Espero que llegue ligeramente mejor aliñado a paladar tan fino. ¡Viva España! (Que somos nosotros coño). Ooooviamente no tienes que contestar. Ni lo espero -que soy muy cansino- pero, en todo caso, quedo a la disposición de tu más afinado mordisco.

  15. Ire… gracias por contestar. De verdad. Por entrar… con esta honestidad. Entiendo todo lo que dices y creo que puedo imaginarme el mundo visto desde tus ojos -a eso le llamaba Lieberman, el que se presentó a vice con Al Gore- el principio de la tolerancia. No es que contigo necesite echar mano de la tolerancia, porque me identifico con casi todo lo que cuentas. La literatura nos salva -mucho-, el humor -bastante- y la militancia no crematística nos echa gasolina al motor. Yo no tengo cerrado mi esquema vital -y del mundo, que es lo mismo-, sino que voy desdiciéndome al vivir, así, en plan ese Ortega que -según Mr. Moran, creo que falsamente, tanto despreciaba Martín Santos-. Mi forma de «acertar» es equivocarme. Encuentro una convicción… la defiendo de forma cazurra -en su acepción de cabezona que el diccionario de la RAE no recoge por muchos leoneses que haya en ella-, porque tengo que defender de forma absoluta lo que creo de forma absoluta sabiendo que… estoy equivocado. Pero hasta que no descubra por mí mismo o me descubran en qué, sería deshonesto no militar en mis convicciones. Pero siempre hay una apertura al otro… el debate es a veces engañoso, porque debatimos sobre el desacuerdo, no sobre el acuerdo. El Dalai Lama decía que si habláramos de aquello en lo que estamos de acuerdo la humanidad sería un remanso de paz. (Repartos de comida y agua aparte pienso yo.) En fin… te deseo un feliz domingo. Seguiré disfrutando de tus comentarios desde tu punto de vista. Toma por favor los míos de la misma forma, pueden ser erróneos, pero son honestos. Abrazo.

  16. Hanna dijo:

    Me he tomado los dos primeros nespressos del día a tu salud, Nic, y es que ya no recordaba el último good morning, darling, del desayuno, mil gracias.

    Te haces trampa decantándote por Celaya, hubo voces del pueblo, y silbos y rayos, más altas y ambiciosas -tuvo suerte en relación con la generación anterior, y no tan anterior, por cierto, diez años en algún caso, muchos casi de su edad-, ni de coña a la altura de un Hernández, un Lorca, un Cernuda al menos, pero para quien, con todo, España era «un país donde todo nace muerto, vive muerto y muere muerto», y eso que su exilio fue asimismo algo menos brutal que el de los despachados al infierno sin mayor trámite. No me negarás que, algunos al menos, trabajaron por labrar otra tierra para todos, pero el cura y los mandarines no permiten, por definición, que se juegue o que se vuele tan alto, hay que descender a su altura, y al propio Celaya, pese al premio, lo dejaron morir, no en la indigencia, pero casi.

    Te dirás que toda esa España negra es del pasado, pero la tuya, tu España, siguió empujando fuera a los mejores, por mejores en casos, por incompetente el país que heredaron y que mantuvieron tal cual sus mandarines -¿Felipe Glez., ese pobriño, ¿fue un mandarín? ni eso, era poquito, observa su labor en estas cosechas-, y así, por ejemplo, por la incompetencia de este país en ciencia, en investigación, mi hijo, astrofísico, y con él cientos de hijos, solo por ese capítulo, bastante más jóvenes que tú, salieron por pies de España. ¿Cuánto tiempo llevamos dándole vueltas al ‘problema’ España, dime? ¿Y cual es el problema en su cogollo? La indigencia educativa y cultural, la zafiedad y la indecencia nacionalcatolicista de sus mandarines. Rascas en la superficie de cualquiera de ellos, y encuentras falange, iglesia, campesinado ágrafo y conservador, envidia y cortedad de miras. Y así no es extraño que los que no pertenecemos al gremio, este blog, nos salvemos por la burla, por la ironía, por el humor en el mejor de los casos. Pero tú, sigue con el florete en la mano, rapaz deslenguado e impertinente, a mí me basta la tiza y una pizarra. Ah, y un beso a Ire, por cierto. ¿No has notado que suena diferente? Pues ella misma te explica el porqué de su sinrazón… educativa.

  17. Contesto a vuelta de correo en este frente paralelo que hemos abierto en la defensa del libro, pero con otras armas. Yo soy profundamente inculto, pero eso no me impide opinar, porque sabiendo que «tengo estos mimbres», se que puedo hacer este cesto crítico. ¿Cómo lo se? Porque lo he contrastado a base de un cierto sudor. (Como muchísimos otros, por supuesto) Hanna, sentado esto, decir sólo que Lorca es una cumbre en mi opinión, y M. Hernández -quizá menor- pero otra. Celaya es otra cosa. Como Blas de Otero. Creo que hay algo en lo que no me he explicado bien, o que tu has interpretado mal. Por supuesto que no pienso que toda España negra es del pasado, al contrario, está aquí, presente, hoy. Por todos lados. Es también, eso, España. Cuando dices «la tuya», obviamente te confundes, porque la mía, si la tengo, es la del talento, la de la excelencia, la del trabajo cotidiano y sordo que hace surco. Yo siempre quise tener a quien admirar a mi alrededor, pero he encontrado pocos. ¿Astrofísico? Esa es mi España también. No se es astrofísico sin esfuerzo. En cuanto salir de nuestro país es lo mejor que le puede estar pasando a los jóvenes en mi opinión. Aire, aire fresco. Y dolor, pero en la juventud el dolor viene con analgésico de fábrica. Obviamente Cernuda yerra sobre nuestro país. ¿Muerta España?, es para partirse de risa… que ponga la MTV. O que vea, sin ir más lejos Birdman -obra maestra en opinión de la autoridad- ¿es alemán González Iñárritu? ¿es acaso ruso? No, es hispano -latinoamericano, en esa forma que ha tomado el último ataque de los viejos enemigos contra lo español-. Cuando te refieres a mí España ¿a qué te refieres? Políticamente, no tengo una -salvo la real en su mejor versión-. Culturalmente, ya te digo, la del talento, la de la sargento, la tuya en muchas cosas. No desde luego la de Mr. M. Nunca la de alguien que escribe, piensa, e investiga tan mal y cuyos fines intelectuales me parecen dudosos. Esto, ya digo, es pura exégesis, zumo de libro, ni conozco al citado autor, ni su biografía ni su trayectoria. Sincerly yours, Nic, el incontinente. (Nota. Creo que no es fácil ponerme una etiqueta -ya quisiera mía la pertenencia-, y que bajo la sombra de una puedo volverme ininteligible. No es que yo tenga la más mínima importancia, sí la tiene el espíritu crítico sin prejuicios. Lo he cuestionado -y lo cuestiono- todo. El precio es la soledad… pero uno no hace lo placentero o cómodo, sino lo que debe.) 😉

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