OPERACION PREMIO NOBEL DE LITERATURA 2014. 1º capítulo

1º capítulo

Cuando un presidente del Gobierno llamó a su ministro de Educación (y cultura) para encomendarle una difícil y peligrosa misión.

– Perdona, José Ignacio. ¿Has esperado mucho?

-Nada, presidente. Me llamas en tan pocas ocasiones que para mí es un placer estar aquí, aunque sea aguardando a que me recibas.

José Ignacio y Mariano entraron en el despacho. El segundo mantenía la mano sobre el hombro del primero y de esa forma dirigía sus pasos.

– Hola Soraya, ¿cómo estás? -dijo José Ignacio-.

– Estoy perfectamente, ¿acaso doy otra impresión? ¿Parezco cansada? ¿Tengo ojeras?

– No, vicepresidenta. Era solo un simple saludo -respondió, casi disculpándose, el ministro-.

– Ah, en ese caso está bien. Buenas tardes, José Ignacio.

El ministro se había hecho la ilusión de que aquella iba a ser una charla privada con el presidente del Gobierno. Cuando al entrar en el despacho se encontró con la vicepresidenta se le puso el estómago de punta. No la tragaba. Le parecía una mujer arrogante e intransigente. Su perenne actitud crispada e irritada lo sacaba de quicio. Era como si siempre estuviera con el periodo, reflexionó. Tenía claro, además, que a él, a diferencia de otros miembros del gabinete, lo menospreciaba, lo consideraba poco más que un estúpido. Recordó su teoría de que en un país machista -y España, por desgracia, lo es- para llegar arriba, sea en la empresa privada o en la administración, una mujer tiene que dar tantos codazos y tantas patadas en los cojones, que no le queda otro remedio que volverse una auténtica bruja.

– Siéntate, José Ignacio, por favor. ¿Quieres un café? Sarkozy, que como sabes está de vuelta y haciendo amigos, me ha hecho llegar esta mañana estos croissants recién hechos desde París. ¿Te apetece probarlos?

Se notaba que el presidente estaba acostumbrado al poder. La buena educación le salía por los poros y su talante siempre sosegado era de agradecer. El ministro había visto a su jefe en situaciones muy difíciles y siempre había admirado la presencia de ánimo con que había encarado los momentos más duros.

– Será un placer, presidente. Cuéntame qué deseas de este tu humilde servidor.

El ministro se dio cuenta de que había metido la pata por la mirada que la vicepresidenta cruzó con el presidente. Estaba claro que ella no había entendido su frase como una broma sino como peloteo y servilismo. Y también quedaba patente que antes de entrar en el despacho habían hablado sobre él y que ella, como poco, lo había criticado. Era el ministro menos popular en los rankings de opinión.

– La vicepresidenta te lo va a contar, José Ignacio. Procede, Soraya -dijo el presidente al tiempo que sacaba el iPhone del bolsillo de su chaqueta azul marino-.

– Queremos que nos consigas el Premio Nobel de Literatura.

El trozo de croissant parisino que el ministro movía con la lengua para que, dentro de su boca, se empapara de café con leche antes de engullirlo se le atragantó y a punto estuvo de echarlo fuera. A duras penas pudo mantener los labios cerrados, pero aún así un hilillo marrón claro le salió por la comisura y corrió por su barbilla recién afeitada.

– ¿Cómo? Perdón, ¿te he entendido bien?

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– Déjame que te explique José Ignacio, ya sabes cómo es Soraya -intervino el presidente-. Te hago un breve preámbulo: Hemos conseguido reducir el paro, la prima de riesgo está a unos niveles tan bajos que ya ni se habla de ella, la economía está comenzando a remontar y la inversión extranjera vuelve a confiar en nuestro país.

– Si, señor -interrumpió el ministro-, pero la deuda pública sigue creciendo y está a punto de superar el 100% del PIB, yo pienso que…- el ministro, consciente de su nueva salida de tono, interrumpió su crítica cuando percibió que la vicepresidenta miraba otra vez al jefe del gobierno como diciendo: ¿ves cómo tengo razón? Aquella mujer iba a por él, concluyó-.

– Déjame que termine, José Ignacio -dijo el presidente relajando el ambiente con su tono bajo y pausado-. En lo referente a la política Monedero e iglesias están cumpliendo con creces con la misión que les encargué y lo de Cataluña se va a desinflar en breve. Ya verás qué risa cuando llegado el momento salga en los medios lo que tiene que salir. Pedro Arriola tiene encuestas secretas que nos dan ganadores en las elecciones locales y nos auguran una nueva mayoría absoluta si hoy se celebraran las generales. Y todo gracias a nuestra labor, a nuestro liderazgo. Solo tengo una espinita, la cultura. Por eso quiero el Nobel.

Los tres ocupantes del despacho mantuvieron silencio durante unos segundos mientras se miraban a los ojos. En ese espacio de tiempo, el ministro pensó en el premio Nobel de Literatura que en 1953 fue concedido a Winston Churchill y recordó la admiración que Mariano tenía desde siempre por el estadista británico.

– Pero, Mariano, con todos los respetos, tu obra literaria se reduce a un libro, aquel llamado En confianza (Planeta, 2011). Y recuerda que precisamente no fuiste tú el que lo escribió. La verdad -continuó atropelladamente el ministro- es que también Churchill tenía sus negros, je, je, pero al menos se preocupó por juntar una obra ingente y…

El ministro se calló cuando de nuevo vio que la vicepresidenta miraba con aquella cara -con el ceño fruncido y la boca medio abierta- al jefe supremo. Le sobrevino entonces uno de sus olvidados brotes de ansiedad y comenzó, sin darse cuenta, a morderse las uñas.

– José Ignacio, vamos a ver, no sé qué parte de «tienes que conseguir el Nobel de Literatura para España» no has entendido -la frase fue pronunciada con innecesarias pausas entre las palabras y tono profesoral, como si estuviera dirigida a un niño, a un retrasado mental o a un extranjero con dificultades para comprender el castellano-.

El ministro se mordió tan a conciencia la uña del dedo índice de la mano derecha que se hizo sangre.

– Lo que te queríamos pedir -intervino el presidente antes que su segunda de a bordo se comiera vivo al ministro- es que hagas lo imposible por conseguir el premio para un escritor español.

– ¡Huy, qué susto, Mariano! Pensé que se te había subido el poder a la cabeza. Bueno…, que te habías emborrachado con tanta gloria y eso… que, no sé, que querías pasar a la historia fuera como fuera, je, je -dijo el ministro totalmente fuera de control, preso de la incontinencia verbal, mientras con un pañuelo moquero intentaba secar la sangre que brotaba de su uña-.

La vicepresidenta, esta vez, clavó su mirada en la punta de sus zapatos rojos de tacón mientras, sin decir nada, movía imperceptiblemente la cabeza de un lado a otro.

– Lo que te estamos ordenando – de repente la vicepresidenta saltó de su asiento y le clavó la mirada para hacerle entender que no estaba dispuesta a aguantarle un nuevo error o despiste- es que muevas los hilos que sean necesarios para que este año se conceda el Nobel de literatura a un escritor patrio. ¿Está claro? ¿Me hice entender? ¿Quieres que te lo escriba también? ¡Joder!

– Bueno, la verdad sea dicha, -el ministro intentó recomponerse ayudado por un tono de voz más firme y pegando el trasero al respaldo de su asiento- podría ser que este mismo año nos lo concedieran: Los escritores Javier Marías y Enrique Vila-Matas salen en las quinielas desde hace tiempo y han sido nominados por la RAE.

– Mira Mariano: yo lo siento mucho, pero creo que estamos perdiendo el tiempo -dijo la vicepresidenta con cara de desesperación al tiempo que se ponía en pie-. Con este no hay nada que hacer.

Cuando Soraya comprobó que el presidente, sin prestar atención a su gesto de hartazgo, seguía respondiendo wassaps al tiempo que se sonreía por algo que había leído en su iPhone se volvió a sentar y acercando la silla a su ministro le dijo elevando el tono, casi chillando:

– Mira tío, pareces idiota. Se trata de que lo gane uno de los nuestros. Vila-Matas es catalán. Lo que les faltaba a estos precisamente ahora. ¿No lo entiendes? Y a Marías que se lo consiga Pedrito Sánchez, el guapo, si es que alguna vez llega a algún sitio. Queremos que lo gane Juan Manuel de Prada. ¡Ju-an-ma-nu-el-de-pra-da!

-Pero…

-Lo que te quiere decir Soraya, querido José Ignacio -se volvió a meter en la conversación el presidente mientras encendía un puro y cruzaba una pierna sobre la otra- , es que somos conscientes de que existe el peligro de que lo gane Vila-Matas o Marías. Es una posibilidad remota, pero podría ser. Ninguno de los dos nos interesan como premio Nobel. El primero por catalán y el segundo por rojo. Con Juan Manuel de Prada matamos dos pájaros de un tiro, nunca mejor dicho. De Prada -católico practicante y de derechas- como premio Nobel es una forma de demostrar al mundo que en España hay una nueva cultura diferente a la que apoyó el PSOE, que no todo es Barceló, Almodovar y otros rojos del montón. Ya está bien de masones y modernos. Queremos un premio que reivindique la España de verdad. Y consiguiéndolo para De Prada les cerramos la puerta a los otros dos por lo menos durante diez años.

– Además -añadió la vicepresidenta- más del 70% de los habitantes del mundo que son aficionados a la lectura son conservadores. ¿Por qué, en ese caso, tenemos que soportar que todos los premios se los lleven esos progres de mierda?

– Lo comprendo, lo comprendo, pero os hago saber que el premio se comunica en menos de una semana. El pasado galardón, el que se concedió a Alice Munro, se dio a conocer el 11 de octubre. Se concede siempre un jueves. Tenemos seis días, en el mejor de los casos, y puede que solo cuatro.

– Tienes seis días, José Ignacio -dijo con rotundidad la vicepresidente-. Mariano y yo estamos en otras cosas más importantes como podrás imaginar. Te pones las pilas ya mismo. Ya estás tardando.

– Si, no, si ya me voy. Pero permitirme que os diga que se trata de una misión imposible, la academia sueca es muy suya- el ministro, caminando de espaldas, se dirigía hacia la puerta del despacho mientras sus interlocutores lo acompañaban-. No se puede hacer nada por influir. Ni con dinero se conseguiría, los académicos son incorruptibles.

– ¿No ves, Mariano, cómo teníamos que haber encargado esta misión al de Exteriores? Este es un cagao -dijo la vicepresidenta levantando las manos-. Me vas a decir ahora que el mundo de la cultura está más limpio que una patena -espetó furiosa mirando fijamente al ministro que ya tenía la mano en el pomo de la puerta-. ¡¿Cómo se concede el premio Planeta?! ¡¿Y el Nadal?! ¿Es que no te acuerdas de cómo le consiguieron José María Aznar y Pedro J. Ramírez el Cervantes a Umbral? ¿Me estás diciendo que el presidente con más poder de la democracia española, aquí presente, y uno de los dos líderes -con Merkel – más importantes de la Unión Europea no puede influir sobre un simple premio cultural? ¿Para qué sirve entonces la cultura?

– Es por una buena causa, José Ignacio, quédate tranquilo -dijo el presidente con su tono sosegado al tiempo que despedía al ministro y le cerraba la puerta en las narices-.

En la segunda parte de esta edificante historia -si se me ocurre cómo continuarla- podrán asistir a las tribulaciones de un ministro que, temeroso de perder su puesto, moverá Roma con Estocolmo para conseguir el premio Nobel de Literatura para el gran escritor ESPAÑOL Juan Manuel de Prada. Y sólo le quedan ¡6 días! No se pierdan el siguiente capítulo de esta trepidante serie que, a diferencia de todas la series de hoy en día, no tiene nada que ver ni con Shakespeare ni con Dickens.

Nota importante: tengo una leve idea de cómo me gustaría que siguiera esta escalofriante aventura. Sí tengo decidido el final, pero me falta definir los capítulos intermedios. Agradeceré, por lo tanto, la colaboración ajena. Perroflautas letraheridos abstenerse.

Mandar sugerencias a:

margaret.salvacion@gmail.com

2º capítulo

3º capítulo

4º capítulo

5º capítulo

OTRO ASUNTO

La simpática Sardiflor he hecho una entrevista a nuestra jefa, la sargento Margaret, y se la han publicado en EL ASOMBRARIO & Co (página de cultura de el diario.es). Título: El ‘South Park’ español de los libros: La Patrulla Salvación.

Pinche en el enlace si quiere conocer las intimidades -todas, hasta esas- del cuartel de la Patrulla de Salvación. Cuatro mujeres solas -ni un solo hombre cerca- en un establecimiento militar. Sangre, esfuerzo, lágrimas, sudor y bragas y sujetadores tendidos al sol.

 

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11 respuestas a OPERACION PREMIO NOBEL DE LITERATURA 2014. 1º capítulo

  1. jose dijo:

    Hombre, ahora suena a coña, pero yo recuerdo cuando Juan Manuel presentaba sus primeras novelas que en los artículos dedicados a él poco menos que se decía que sería un futuro aspirante al Nobel.
    Yo no puedo juzgarlo como escritor, sólo he leido La tempestad y es bastante mala, imagino que el resto de sus novelas serán mejores (por darle el beneficio de la duda).
    A día de hoy es más conocido como tertuliano (y espero que sea mejor escritor, porque como tertuliano bordea lo patético) y también como presentador de programas culturales en cadenas que no ve nadie (donde resulta bastante más agradable que como tertuliano).
    De todos modos Wert sólo tendría que conseguir que estuviera en la terna final con Phillip Roth, Cormac McCarthy y Thomas Pynchon y el premio estaría en el bote, porque la academia sueca le da el premio al primero que pase por allí antes de dárselo a un escritor estadounidense.
    Además este año vuelve a ser favorito Haruki Murakami, y si realmente ese es el nivel necesario, el premio le puede caer a cualquiera (no creo que Murakami sea mal escritor, pero desde luego no es lo que yo esperaría de un premio Nobel, claro que también se lo han dado a gente que ahora sólo recuerdan en su casa a la hora de comer)

  2. Sardiflor dijo:

    La salvación está en secuestrar a algún directivo de Ikea. Amén.

  3. Pedro Clamavi dijo:

    José Ignacio por si solo no puede hacer nada, de ahí que lo pusiesen en Cultura, no tiene amigos en el gobierno y mucho menos en el partido, lo tiene dificil, pero si alguien que conozca a alguien que sea cuñado de alguien, ya sabes la importancia de los cuñados y los primos del PP, que una vez se acostó con una muchacha o muchacho, cercano a los que hacen los recursos para que sean o no viables los premios, hiciese desaparecer o desacreditar a los demás participantes, pues no se pueden jugar el puesto con dinero que está todo muy sucio al respecto, no se puede arriesgar a meter al gobierno en otro follón de estos, joder, no sé a donde quiero ir a parar, pero en todo esto ese cuñado tendría que hacer que le salpicase a Soraya por cabrona. ¿ Que te parece? Si ya lo sé es divagar.

  4. ¡Oh !¿Es que Wert sabe lo que es un premio Nobel?

  5. nelygarcia dijo:

    Divertida en efecto la parodia sobre nuestros gobernantes y los premios literarios. Solo se me ocurre un final feliz: que una ola de vapor se introduzca en todos los parlamentos europeos, con los gobiernos al completo, arrastrando a los tradicionales y que solo quedaran en ellos, nuevas sabias capaces de explorar otros campos.

  6. Ire dijo:

    Si no fuera porque es demasiado real sería divertido.

  7. Juanma de Prada me parece un buen escritor y un mal novelista ¿por qué esto último? Porque se empeña en embutir todo su verbo –que es mucho, muchísimo- a martillazos en cada novela. Ocurre así que ahoga los personajes en metáforas, que abruma el argumento en sinónimos, que martiriza el argumento oprimiéndolo con su saber enciclopédico Jaja (sí, jaja, pero algo de verdad hay en esto, puesto que Juanma es listísimo, sin duda es el mas listo de la clase). Pero a Juanma, en vez de un empollón, le habría gustado ser un maldito, un artista semi oculto de luz tenebrosa, un creador que sólo las generaciones venideras descubrirían. Me temo que se ha quedado en señor burgués que va de televisión en televisión -de periódico en periódico- con la lengua fuera para mantener un nivel de vida afín a su ideología.
    Juanma, de una vez por todas: estás demasiado centrado y sabes demasiadas cosas para crear algo serio. Limítate a lo de siempre: a ganar premios literarios (los jurados son tontos) o al periodismo.
    Juanma habría podido hacerse notario o registrador sin despeinarse, con una mano en los temas y la otra… donde quisiera… Pero esto de la novela…

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