PATRICIO PRON Y UNOS GINTONICS

Hace años viví durante una temporada en Brasil. Por motivos profesionales me acercaba constantemente a Argentina. Tengo buenísimos amigos en uno y otro país y llegué a conocer muy bien sus formas de ser y pensar. Lo que más me fastidia de los argentinos (generalizo, claro) es que la culpa de todo lo que les ocurre, según ellos, la tiene siempre otro. Cuando no es culpa de los “milicos”, es culpa de los EEUU y en último extremo, siempre tenemos a mano la colonización española. Mis amigos inteligentes de allí corroboran mi opinión. Este defecto ha pasado a incorporarse al carácter del argentino medio.

Los brasileños son diferentes. Su historia política, económica y social ha sufrido desgracias parecidas a las ocurridas en el país vecino, pero los brasileños no caen tan fácilmente en la autocompasión. En Brasil hay una expresión, “vou dar um jeito”, que tiene difícil traducción literal al castellano, pero significa: Voy a encontrar una solución. Cuando usan la palabra “jeitinho” se refieren a un soborno. No confundir.

Pues los brasileños no se suelen quedar cruzados de brazos culpando a otros. Se levantan y “dan un jeito”. Puede que el camino que tomen sea el criminal y su forma de solucionar el hambre de sus hijos sea asaltando el primer coche que vean parado en un semáforo, pero no se quedan quietos.

Si es usted argentino, no se enfade conmigo y lea lo que viene a continuación.

En España nos hemos vuelto argentinos. Durante la dura crisis económica que estamos viviendo  no paro de leer y escuchar a españoles (políticos, periodistas, empresarios y gente de la calle) echando la culpa de lo que nos ocurre a todos menos a los propios españoles: Que si los mercados financieros, que si los bancos, que si Ángela Merkel, que si ZP, que si el PP, que si Standard & Poors

Y todos estos lo son -culpables, digo- y algunos mucho, pero nosotros, los españoles de a pie, tenemos también mucha culpa: En este país hemos vivido por encima de nuestras posibilidades y fuera de nuestra realidad durante muchos años. Todos, menos los más pobres, nos hemos beneficiado de la corrupción (hay muchas formas de corromperse). Por ello hemos aprendido a disculpar la deshonestidad con la que convivimos a diario.

En España nadie hace nada para salir del pozo.  Y lo peor,  no hay líderes que nos digan de una p… vez: Dejad de llorar y pongámonos a  cambiar el país. Así nos va y nos irá peor. Ojalá me equivoque.

Cabrearse es bueno porque te lleva a la acción. La autocompasión es un cáncer porque te paraliza.

–          Margaret, te estás yendo del asunto.

–          ……….

–          ¡Margaret! ¿estás ahí?

–          Si Josephine, si. ¿de qué íbamos a escribir hoy?

–          De la novela de Patricio Pron.

–          Sí, es verdad.

Pues lo anterior viene a que la novela de Patricio Pron, El espíritu de mis padres sigue subiendo en la lluvia, es puramente argentina. Por eso es buena y por eso es mala. Es buena porque está impregnada hasta las comas del derrotismo  típicamente argentino, lo cuenta muy bien. Y es mala porque no sale de esa autocompasión que, oiga, ya cansa.

Un ejemplo:

Pág. 39

Nadie ha peleado, todos hemos perdido y casi nadie se ha mantenido fiel a lo que creía, cualquier cosa que eso fuera, pensé; la generación de mi padre sí que había sido diferente, pero una vez más, había algo en esa diferencia que era asimismo un punto de encuentro, un hilo que atravesaba las épocas y nos y nos unía a pesar de todo y era espantosamente argentino: la sensación de estar unidos en la derrota, padres e hijos.

Es mala por otras cosas más: Por las repeticiones, las descripciones innecesarias y lo pesado de la transcripción de alguno de los contenidos de la carpeta, la dichosa carpeta (¿a quién le interesan esas encuestas? por ejemplo).

Las pruebas del delito:

En las Pág. 35 y 36 (no se lo pierdan), cuando nos enumera los libros de la biblioteca de los padres, nos repite hasta cinco veces de forma sucesiva  los que no han leído. Su intención es dejar clara la ideología y lo politizados que estaban sus progenitores, pero hay otras formas, Patri. Al final he aprendido como se escribe Silvina Bullrich de tanto leerlo.

Pág. 41

El médico dijo: Puede que pase cualquier cosa. Y en mi cabeza esas cuatro palabras quedaron dando vueltas hasta que dejaron de tener sentido: Puede que pase cualquier cosa, puede que pase cualquier cosa, puede que pase cualquier cosa, puede que pase cualquier cosa, puede que pase cualquier cosa, puede que pase cualquier cosa, puede que pase cualquier cosa, puede que pase cualquier cosa…

–          Margaret lo has escrito dos veces más.

–          Es verdad, Daphne. Pron solo lo repite 6 veces.

Pág. 57

El tamaño de la carpeta era de treinta por veintidós centímetros y estaba confeccionada con un cartón de escaso gramaje y de color amarillo pálido. Tenía una altura de unos dos centímetros y estaba cerrada por dos cintas elásticas….

¡Narices! ¿Y no era más fácil escribir “la carpeta de cartón…”? He medido mis carpetas y todas miden 30 por 22 centímetros y todas son de cartón.

Las páginas que van de la 69 a la 98, se las pueden saltar. Pron nos cuenta el contenido de la carpeta, la dichosa carpeta: Un montón de recortes de periódico en los que una vez más se repite información y el autor, fiel a su estilo, nos regala las repeticiones. Léanse –si les sigue interesando este libro- las páginas de la 99 a la 102. En ellas está la historia de la desaparición de Burdisso sin rollos.

Lo de los sueños de la página 146 a 154 nunca debió salir del diario de Pron o de la consulta de su psicoanalista. Y lo digo yo, que soy freudiana.

Estos jóvenes escritores predican la concisión y luego se enrollan y repiten  donde no es necesario. Una, que ya viene con la escopeta cargada (lo reconozco), tiende a pensar que deben rellenar porque si presentan solo 70 páginas, la editorial les va a decir que por eso solo no pueden pedir 16,90€. Pero luego lo pienso dos veces y concluyo que no es ese el motivo. La razón, me juego mi botella de Vega Sicilia, es dar un barniz de modernidad a sus novelas.

¿El argumento? Simple: Un hijo, que vuelve de Alemania porque su padre se muere, encuentra una carpeta en la que hay información sobre la reciente desaparición de un compañero de colegio de su progenitor. El hijo quiere saber quién es él mismo, quien fue su padre y, más importante, qué del uno define al otro. Si realmente hubo esa influencia mutua.

Hay cosas buenas:

1.- El final de la novela (pág. 165 a 192) Esto sí vale la pena leerlo. No lo destripo.

2.- Cómo el hijo ve a su padre y su relación con él:

Pág. 21

Yo pensaba que todo era un engaño de mi padre [su mala memoria], que era su forma de librarse de cosas que por alguna razón eran demasiado para él, y entre ellas me incluía a mí y a mis hermanos pero también a un pasado del que yo apenas sabía dos o tres cosas –infancia en un pueblo, carrera de políticas interrumpida, años de periódicos que eran como esos boxeadores que pasan más tiempo tirados en la lona que de pie y dando pelea, un pasado político del que yo no creía saber nada y del que tal vez yo no quisiera saber- que no hacían sospechar quién fue mi padre realmente, el abismo al que se asomó y como salió de él con la lengua fuera y pidiendo la hora.

Pág. 52

Me senté en la silla de mi padre y me puse a mirar el jardín, preguntándome cuántas horas había pasado allí y si había pensado en mí alguna vez en ese sitio.

En el libro de Pron sí tenemos una novela, aunque mala. No como en el caso de Alejandro Zambra: Mala también, pero no novela.

En la novela de Pron Lo malo pesa bastante más que lo bueno por eso, de 0 a 10, cuando a Zambra le pongo un 0, a Pron le doy un 3.

Patricio: Perdona que te compare con Alejandro Zambra.  De todos modos empezó Echevarría. Además a vosotros os gusta jugar a los grupitos, a las generaciones. Lo fomentáis. Pues tu novela, siendo menos mala que lo de Zambra, irá siempre –me temo- de la mano del “artefacto” del chileno. Por jugar a las pandillitas.

sssssssssssssssssssssssss

Perdónenme ustedes. Soy Josephine. La sargento acaba de quedarse dormida encima del teclado. Me temo que lleva una curda como un piano y la duerme. A la botella de ginebra le falta la mitad de su contenido y hay 5 latas de tónica abiertas encima de la mesa. Un consejo: quiten un 30% a los elogios y a los reproches. Yo no he leído el libro, pero pienso que Patricio es un chico tan majo que…

  • Te estoy oyendo, bruja. Sí, me he tomado unas copas. ¿Qué pasa?
  • Pero Margaret, el doctor dijo…
  • ¡Cállate! No me veía con fuerzas para meterme otro libro de estos chicos así, a palo seco. Además la Highsmith también escribía colocada y…
  • Margaret sigues borracha. Anda que compararte con la gran Patricia. Qué valor.

Viendo que la sargento ha vuelto a beber, les proponemos un coctel argentino.

COCTEL DE YERBA MATE

INGREDIENTES
▪ 1 litro de mate cocido.
▪ 2 vasos de vermouth seco.
▪ 1/2 vaso de coñac
▪ 8 cucharadas de azúcar.
▪ 1 vaso de jugo de naranja o limón.
▪ hielo granizado.
▪ limón en rodajas.

PREPARACIÓN
Filtrar el Mate Cocido y dejarlo enfriar en la heladera.
Una vez frío, batirlo ligeramente con el azúcar.
Mezclar con el vermouth, el coñac, y el jugo de naranja o de limón.
Servirlo con hielo granizado y rodajas de limón.

Nota para la editorial: Por error de imprenta o de ordenador, en la novela de Patricio Pron, la palabra “Rosario” siempre, a lo largo de todo el texto, aparece como “*osario”. En una improbable segunda edición del libro, por favor corríjanlo.

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12 respuestas a PATRICIO PRON Y UNOS GINTONICS

  1. blumm dijo:

    Sergeant!
    Tengo ansias, verdaderas, de cocer con juliana una reseña sobre Nada es crucial, de Pablo Gutiérrez y otra sobre Padres, hijos (casi de puta) y primates, de Jon Bilbao.
    Avise usted, por favor.

    • No cuentes conmigo, amigo blumm. Los libros de Zambra y Pron (dicen que lo mejor de la «generación Granta») me han dejado tan hecha unos zorros que no vuelvo a leer algo de jovencitos pretenciosos y modernos (en castellano, claro).
      Un abrazo con resaca
      La sargento

  2. blumm dijo:

    ¡Qué putada, Sergeant!

  3. Pingback: El espíritu de un gintónic | sigueleyendo.es

  4. Carlos dijo:

    No me puedo creer que haya alguien que coincida en que tanto la novela de Pron como la de Zambra son dos basuras disfrazadas de buena literatura (por la crítica). De hecho la de Zambra ni me molesté en reseñarla, pero sería algo así:

    Me meto a mi como protagonista (que está muy de moda), cuento algo de la dictadura (que toca la fibra), algo fragmentario, un opositor al régimen, una historia de amor de niñez no resuelta… Mira, si lo junto tengo una novela!!!!
    Saludos.
    Carlos.

    • Me alegro, estimado Carlos, de que estemos de acuerdo. A mi, como a ti, me pasa lo que escribes en tu «post» sobre «Alma» de Javier Moreno. Será que no me entero, que soy una inculta. Si todos ven una gran novela en esos libro puede que la equivocada sea yo. Y una vuelve a leer y mete la cabeza en la ducha (por si una no está despejada para apreciar el supuesto arte) y vuelve a leer y al final una piensa que total no pierde nada diciendo la verdad. Y la dice.
      Por eso me alegro de que alguien más vea que el rey está desnudo
      Un saludo
      La sargento Margaret

  5. Anna Torrent dijo:

    Menos mal que no sois editores -y seguramente nunca seréis escritores-, porque con lo calamitosos que sois para juzgar. Eso sí, muy de ordeno y mando, como toca a antiguos ex de todo…

    • Estimada Anna:
      Sentimos mucho no coincidir en la opinión sobre el libro de Pron. Solo hemos hecho una reseña contando lo que nos ha parecido este libro. Entendemos que después de pagar su precio tenemos, cuando menos, derecho a expresar nuestro parecer.
      Un saludo
      Vuelve cuando quieras. Serás bienvenida
      la sargento Margaret

  6. Claudia dijo:

    Querida Sargento, me alegra comprobar que en el caso de Pron coincidamos. Personalmente, estoy hasta las narices de lo deshonesto, mentiroso y repugnante que es el mercado editorial, que trata de vender constantemente basura disfrazada de literatura y vive de engañar a ineptos que no han leído en su vida y que precisamente por eso creen que la basura que consumen es verdaderamente literatura. Eso es lo triste, que ahora mismo las editoriales de lo último que se preocupan es de publicar buenas obras. La literatura ya no existe en el mercado editorial. Me da muchísima rabia que vendan como «Literatura», que son palabras mayores, algo que no pasa de ser un mero reclamo para captar a jóvenes lectores sin formación literaria ninguna y por tanto fácilmente impresionables (caso, en mi opinión, de Pilar Adón) o consagrar para el futuro mercado al pseudointelectual gafapastoso de turno, como es el caso de Patricio Pron.
    Y no quiero sonar presuntuosa ni soberbia ni pedante, pero a mis alturas ya no me hace falta más que leer unas páginas para saber si algo es bueno o no, te lo aseguro. Así que es la última vez que le doy una oportunidad a un autor contemporáneo. A partir de ahora, como he hecho siempre, no leeré nada publicado después de 1962 (fecha en la que murió Faulkner). No creo que me pierda nada 🙂

  7. natala dijo:

    Pron censura. Diga lo que diga Boomerang y su editor jefe ,tengo su e-mail para demostrarlo, quien tiene la cara de decir que el filtro lo tienen todos cuando el de Pron sólo apareció después de ponre a caldo a Olmos. Viniendo de Argentina, si es que de verdad ha pasdo allí algo que no sean vacaciones…!¿NO LE DA VERGÜENZA?. CENSURAR COMENTARIOS…Infantiloide es lo que se diría como poco.

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