Las cartas de Saul Bellow fueron editadas (en sentido anglosajón) en 2010 por Benjamin Taylor. Recientemente, con traducción de Daniel Gascón, Alfabia las ha publicado en castellano.
En el último número de la revista Letras Libres (ya disponible en versión digital) se pueden leer algunas de las cartas del escritor norteaméricano y premio Nobel de 1976 a algunos amigos/as como Martin Amis, Philip Roth, Werner Dannhauser, Cynthia Ozick, John Cheever y Midge Decter.
El 30 de diciembre de 1990, desde Schomberg, Ontario (Canada) donde está situada la granja de los padres de Janis, su mujer, cuenta Bellow, en una carta a su buen amigo el escritor británico Martin Amís -después de comentar asuntos políticos (Perestroika, KGB…)- que ha tenido tres sueños:
La gente como nosotros debería abandonar la política y centrarse en los sueños. Me produce placer saber que aparecí recientemente en un sueño tuyo, positivamente. Recientemente he soñado:
Sueño 1: Identifico a Tolstói como conductor de una furgoneta blanca destartalada en la autopista. Pregunto al tipo al volante de su desmoronada furgoneta qué puede hacer para que su puerta floja deje de golpear el extremo de mi coche. Cuando se inclina hacia la derecha veo que no es otro que León Tolstói, con barba y todo. Me invita a seguirle, salir de la autopista e ir a una taberna y dice: “Quiero darte este frasco de arenque escabechado.” Añade: “Conocí a tu hermano.” Ante la mención de mi difunto hermano rompo en lágrimas.
Sueño 2: Un remedio secreto para una enfermedad mortal está inscrito en caracteres chinos en mi pene. Por esa razón mi vida está en peligro. Mi hijo Greg me oculta en un escondite californiano de los agentes de una compañía farmacéutica, etc.
Sueño 3: Me descubro en una biblioteca llena de obras maestras desconocidas de Henry James, Joseph Conrad y otros. Títulos que nunca he visto mencionados en ningún sitio. Conmocionado y alegre abro unvolumen de Conrad y leo varias páginas, frase tras frase tras frase en el mejor estilo del viejo, más brillante que nunca. “¿Por qué demonios nunca me han hablado de esto?”, pregunto. Algunos grupos nos lo han ocultado. Estoy indignado.
Dependo de estos acontecimientos-sueño para estabilizarme. O quizá para documentar mi desorden de una manera más completa.