Hace una semana escribía Antonio Muñoz Molina, con su maestría habitual, sobre la nueva religión:
Una parecida prisa iconoclasta advierte uno a veces en los adoradores de Steve Jobs, en los conversos incondicionales a la religión digital. No basta con que usemos portátiles Mac y lectores de libros electrónicos. Abrazar la nueva fe no vale nada si no se abjura radicalmente y en público de las convicciones anteriores, de la adhesión decrépita a la tinta y al papel.
Así termina Juan Cruz su artículo de 28 de febrero en EL PAIS sobre el futuro del libro:
Lo cierto, y esto lo tendría que decir otro Lamartine de esta época, es que al libro lo han estado matando, en cualquiera de sus formas, y siempre se ha sostenido. Porque el único libro posible es el libro, y libro se quedará, en las manos de Gütenberg o en las manos de Steve Jobs, por citar a dos de sus inventores muertos.
Ante la avalancha de libros sobre Jobs, estoy empezando a considerar seriamente volver a creer en,… ¿qué?
De verdad: qué cansancio.
PLANETA
27 de octubre de 2011
24 de febrero de 2009
3 de abril de 2012
MONDADORI
28 de octubre de 2011
ALBA
2011
LID editorial
Diciembre 2011
AGUILAR
25 de mayo de 2011
LA ESFERA DE LOS LIBROS
17 de enero de 2012
Otra cosa totalmente diferente:
Ana María Moix (escritora, editora y hermana de Terenci Moix) sobre premios literarios y Carlos Ruiz Zafón, en ABC, ayer domingo: «¿Tú sabes cómo se publicó “La sombra del viento”, el gran éxito de Carlos Ruiz Zafón? Pues fue por mi hermano, Terenci. Él era miembro del jurado del premio Fernando Lara. Aquel año él ya se encontraba mal y nos llamábamos cada día. ¿Quién va a ganar?, le pregunté. Y él me dijo: Ángeles Caso, pero hay una primera novela que me gusta mucho, no sé ni de quién es, es un chico con apellido compuesto que vive en Estados Unidos». Cuenta Ana María que su hermano no cejó hasta convencer a Planeta de publicar la obra. «Yo creo que accedieron pensando que Zafón era novio de Terenci o algo así», se parte de la risa, «hasta que empezó a funcionar el boca-oreja y entonces todos se quisieron colgar la medalla, claro…».
La negrita es de ABC.
Otra cosa (en inglés): segundo artículo (de hoy) de Mike Shatzkin en su blog (aquí) intentando dar respuesta a dos preguntas:
1.- Hasta donde va llegar Amazon en su crecimiento en % (“market share”) del mercado del libro.
2.- Quien va a quedar en el mercado cuando ese crecimiento se estabilice.
La cosa se pone seria y, en España, los editores: que si son galgos (Libranda), que si son podencos (Booquo). Qué risa.
Nuevo Dogma: http://wp.me/p1JWX8-c6
Hola!
Cuando salieron las cámaras digitales sentencié (ejeeeem, perdón por la petulancia) que ahora, ya, todos eramos Mapplethorpe. Y al día de hoy con el imparable desarrollo de la maquetación (¿cuela el simil? yo creo que puede valer) de los «blogs/tipo» mantengo que todos somos «mondadori» y -según nuestras capacidades, estilo e inspiración- uno u otro de sus autores. Y, ya saben, quien dice Mondadori dice Anagrama, y quien dice Mapplethorpe dice Annie Leibovitz. Lo que quiero significar con esto es que la publicación de la literatura por, llamémosles, profesionales, se ha convertido en una simple alternativa, que en ningún caso habrá de representar para los «elegidos» el viaje a un luminoso Parnaso ni nada que se le parezca. Si acaso disfrutar de la oportunidad de tomarse un canapé y un vino del país al lado de un señor sin afeitar y de una señora ligeramente desgreñada. Y, según las circunstancias (y la edad), eso te puede apetecer. O no.
No hay que mosquerase, entonces, de que las editoriales publiquen lo que publican. Y los críticos critiquen lo que critican. Se trata, en el fondo, de un asunto generacional. Los de «treinta» van incorporándose al negocio y, también, colándose entre la clase crítica. Son españoles, son treintañeros y defienden lo de aquí y lo de ahora. Lo suyo.
Mientras que Galaxia Gutenberg siga, dale que te pego, publicando bombazos de los 50’s. Mientas que El Acantilado, PRE-TEXTOS, incluso Salamandra, sigan centrados en lo que están. Mientras continúen apareciendo nuevos editores como Libros del Asteroide o, más recientemente, Libros de Silencio ¡nosotros tan panchos!.
Además, siempre nos quedará Baroja. Vas a la biblioteca y pides:»…La Feria de los Discretos». Y van, y si la tienen, te la dan ¡Qué cosas! 😉
Me alegro mucho, querido Julián, de que lo veas todo tan color de rosa. Seguro que vivirás muchos años sin que la úlcera te fastidie la digestión y el sueño. Pero nosotras tenemos nietos de edades muy cortas. En Libros del Asteroide o en Acantilado (aprovecho para pedir un apaluso para el señor Vallcorba) hay editores de 40 o 50 años que ya tienen un criterio formado sobre lo que es literatura y lo que no. Mi miedo está en que si nosotras (y otros) no denunciamos la impostura de estos chicos de 30 años que intentan darnos gato por liebre y para ello utilizan portadas en revistas a todo color y blogs con chicas desnudas, entonces mis nietos y los de su edad crecerán pensando que eso es lo bueno. Y en ese futuro tan feo que se nos pinta ya nadie reeditará los libros de Tolstoi, o los de Flaubert porque un tramposo dijo que los personajes y el argumento son cosas anticuadas. Si nadie dice nada, la nueva narrativa triunfará. Y eso sí que es la muerte del libro.
Un abrazo con el cuchillo entre los dientes.
La sargento Margaret
¡Pero claro que los reeditarán! En Argentina o Perú. ¡Y ya va siendo hora de que los españoles utilizemos un castellano un poquito menos encorsetado, no tan sanguinariamente estepario!. Que lees por encima a todas/os estas/os muchachas/os, de los que venimos comentando, y parece que ladran.
Y si no, lo que es bien probable es que exista una herramienta informática de uso corriente que nos permita -si el formato digital se nos queda corto- enjaretarnos un Anna Karenina de caprichito.
Otra cosa es que a tipos como tú y como yo no vayan a publicarnos las major. Vale…. ¡qué se jodan!.
Cito a Orejudo, en un artículo en Público (http://blogs.publico.es/ruidodefondo/241/steven-jobs-ruega-por-nosotros/) dias después de la muerte de Jobs:
«Los avances alcanzados en el campo de la informática y de la telefonía móvil por la Casa Apple, siendo como son enormes, resultan insignificantes al lado de sus logros en el campo de la publicidad y la mercadotecnia. El gran acierto de Steven Jobs fue la canalización con fines comerciales de ese impulso religioso, latente pero huérfano, que flota en el imaginario las sociedades laicas desarrolladas.»
Entre tanto lameculos, en su momento no supe encontrar un obituario más acertado.