Carta abierta a todos los editores de España.
Estimado editor:
Mi auténtico nombre es Ramona Martínez. Lo de sargento Margaret era un seudónimo. Digo esto último para alguno de ustedes que no es muy espabilado. Durante 15 años estuve trabajando en el sector editorial español. Luego me casé y me marche a vivir a México con mi primer marido. Durante los últimos treinta años he desempeñado diferentes empleos, todos ajenos al mundo del libro. Hace un año me jubilé y, casi al mismo tiempo, me quedé viuda de mi tercer marido. No tenía nada que hacer y decidí, con tres amigas, montar este blog para pasar el rato. Al volver a tomar contacto con la vida literaria española me han sorprendido muchas cosas. Lo que más, lo mucho que ha bajado el listón en lo referente a seriedad y honestidad. Precisamente por eso pienso que alguno de ustedes puede estar interesado en lo que voy a proponerles.
Como le he contado más arriba, en los años 70 trabajé en una editorial, en una con sede en Barcelona. Aquella empresa publicaba los libros del escritor Camilo José Cela. Y yo, por suerte o por desgracia, tuve entonces un breve, pero intenso, contacto con el premio Nobel. Le cuento.
Para que usted se sitúe, le anticipo que me he acordado de aquel día y, sobre todo, de aquella noche, cuando esta mañana he leído en TELVA, mi revista de cabecera, lo que Marina Castaño ha contado de él, de Cela (aquí). ¡Qué fuerte! ¿Eh?
El ínclito escritor acudió a Barcelona aquél día para hacer promoción de su último libro, y mi jefa me ordenó que estuviera desde primera hora en el hotel donde se hospedaba don Camilo -y donde se realizarían las entrevistas- para ocuparme de cualquier cosa que el autor, entonces el más prestigioso de la casa, pudiera necesitar. “No lo dejes ni a sol ni a sombra”, me dijo mi jefa (una borde). Yo era algo así como una becaria y me lo tomé muy en serio.
El día fue muy largo. Después de los periodistas llegaron los amigotes del escritor. No pensaba yo en aquella época que hubiera gente tan estrambótica en Barcelona. Comenzó a correr el alcohol y la fiesta se alargó hasta las cuatro de la mañana. Esther Tusquets estaba por allí, aunque se marcho pronto a casa. En su libro Confesiones de una escritora poco mentirosa (RqueR, 2005), páginas 46 y 47, cuenta lo que eran aquellas visitas de don Camilo a la Ciudad Condal. Pregúntele a Esther por mí, es posible que me recuerde.
A eso de las cuatro de la madrugada se desplomó don Camilo. Había comido mucho y bebido más. Aún no me explico cómo me las arreglé yo sola –ninguno de los que aún se arrastraban por la habitación estaba en condiciones- para subirlo a la cama. El sofá de la entrada lo ocupaba un famoso actor de teatro, famoso y muy borracho. En aquellos años era difícil conseguir un taxi en plena madrugada y yo vivía en la otra punta de la ciudad. Además me acordaba de las palabras de mi jefa (esa sí que era una auténtica sargento). Así que me tumbé en el poco espacio libre que don Camilo dejó en el colchón a ver si podía dormir un ratito, al menos. Cómo roncaba. Cuando había cogido yo el sueño, me despertó un tremendo rugido del escritor. Lo miré alarmada. Aún dormía pero sudaba copiosamente y respiraba con mucha dificultad. Estaba muy gordo y pensé que debía, al menos, quitarle la camisa y los pantalones. De ese modo podría dormir más tranquilo. Así lo hice. No ocurrió nada, que quede claro. Que una es muy decente. A la mañana siguiente, a las siete, me levanté sin hacer ruido y cogí el autobús municipal para llegar a casa. Aun me duele la torta que mi padre me dio cuando abrió la puerta.
No tuve ningún tipo de contacto sexual o sentimental con don Camilo, pero técnicamente me acosté con él. Eso no lo puede negar nadie. Por eso le quería, señor editor, proponer un negocio (hablemos claro):
Me presto a firmar un libro con mi nombre en el que se cuente mi falsa aventura sentimental con el escritor. Yo he leído mucha novela romántica y alguno de esos libros que ustedes llaman “Chick-lit”. Me gustó mucho El tiempo entre costuras, de hecho lo he leído dos veces. Si le parece, y para empezar, le mando una historia inventada por mí -con mucho romance y eso-, y luego usted y sus ayudantes me lo corrigen. Si se pasean por este blog comprobaran que escribir no es lo mío.
Tengo datos que harán que mis fabulaciones parezcan verosímiles: 1.- El autor se tiró tres pedos mientras compartíamos lecho. 2.- Recuerdo el olor de su aliento a la perfección, -como para olvidarlo-. 3.- Soy conocedora del tipo de calzoncillo (y marca) que el Nobel usaba. Y 4.- Lo más importante: cuando le quité los pantalones, dichos calzoncillos se bajaron un poco y pude ver una marca de nacimiento en su bajo vientre. Dicha marca solo los que han tratado al escritor en la intimidad han podido verla. Podemos añadir que el nombre de Ramona, el personaje de Mazurca para dos muertos, -sí hombre, aquella solterona a la que le gustaba mucho la poesía- estaba inspirado en el mío. Ya sé que en la novela hay 150 personajes, pero es por apuntalar un poco más mi historia.
También se me han ocurrido, así, a bote pronto, algunas ideas para la promoción: Mis padres son bellísimas personas, pero podemos contar en el libro, y luego en las entrevistas con la prensa, que me quitaron el dinero (aquí), que la empresa de fontanería de mi padre era una tapadera para un negocio de trapicheo de hachís (aquí), o que mi madre me mandaba a pillarle pegamento para esnifar (aquí). Y que como resultas de todos aquellos traumas me eché en brazos del escritor sin pensármelo dos veces. Eso funciona –usted lo sabe mejor que yo-. Y ya verá: nos vamos a hinchar a vender libros.
Lo de hablar con los críticos lo dejo de su parte, que usted es todo un profesional. Si nos damos prisa, al tiempo que se publica el libro de memorias de Marina Castaño –que a usted no hace falta que le cuente que eso que dice ella de que no lo va a editar (aquí) es solo una forma de promoción-, que habiendo salido lo de Telva y hoy lo de La otra crónica (suplemento de EL MUNDO), seguro que edita La Esfera de los Libros, podemos tener lo nuestro en la mesa de novedades y así nos aprovechamos del tirón de lo de la Castaño. ¿Qué me dice?
Si está usted de acuerdo escríbame a este correo:
Con lo del adelanto no se preocupe. Seguro que nos ponemos de acuerdo, no tengo agente.
Un respetuoso saludo
Ramona Martínez
PD: Le adjunto una foto de joven para la contraportada.
Pues yo me acosté con Marina Castaño mientras ella estaba con don Camilo. ¡Lo que es la vida!
Yo también me acosté con CJC, pero tal como está el mercado de valores literarios, creo que haré todo lo posible para olvidarlo (y Dios sabe que que me costará).
¿Qué hace aquí Jordi Soler con Antonio J. Rodríguez (Ibrahim Berlin) y Pablo Muñoz (Alvy Singer)?
¿No sabe que quien se acuesta con niños acaba meado?
http://elsindicato.megustaescribir.com/
Comentario aparecido en el Facebook de Eugenia Rico:
Paloma Barrientos
Este es el blog de libros en español de New York Times, mirad los créditos abajo, la llama la Virginia Woolf española y la escritora más importante del momento en España, a Eugenia Rico y a su intachable editor le sobran citas,pero al mundo no le sobran autores como ella. Lo importante son los libros. Lo importante es que en el futuro alguién se comparará con ella y dirá que es la Eugenia Rico de un tiempo que aún no hemos leído. Gracias por tus libros Eugenia.http://libros.about.com/od/entrevistas/a/Eugenia-Rico.htm
“Había algo verdadero y han montado un bulo”, comentó ayer Eugenia Rico tras aludir a un blog About.com Libros , dedicado a publicaciones en castellano y vinculado a The New York Times company . En el artículo firmado por Marcela Álvarez, y que Eugenia Rico recoge en su facebook, se alude a la escritora asturiana como “la nueva Virginia Woolf, versión española”. Pero nada más. Ahí se acaban las comparaciones. Eugenia Rico asegura que después alguien “falsificó” la noticia, la hizo pasar por una información real “y nos engañó a todos”, comentó en alusión al supuesto artículo que llevó a su editor a incluir los falsos elogios de la crítica Michiko Kakutani en la faja promocional de su libro.
http://www.lavozdeasturias.es/asturias/Eugenia-Rico-teme-Virginia-Woolf_0_669533194.html
Puntualización:
En «lıbros.About.com» se escribe: «De ella se ha dicho que es la nueva Virginia Wolf, versión española». Es decır se refıere a otra fuente que no se cıta.
De todos modos «libros. About.com» pertenece al grupo empresarial del The New York Tımes» pero no es el The New York Tımes»
Un saludo
La sargento Margaret
Puede decir lo que quiera Eugenia Rico, ya nadie le va a quitar la etiqueta de escritora mamarracha, de falsaria y de mentirosa.