La reseña de Hablar solos (próxima novela de Andrés Neuman) que ayer publicamos (aquí) es falsa. Algunos de ustedes ya se han dado cuenta. Cogimos la famosa y legendaria crítica (aquí) que en 2004 Ignacio Echevarría publicó en Babelia sobre El hijo del acordeonista de Bernardo Atxaga (Alfaguara, 2012), le cambiamos cuatro cosas (David por Lito; Obaba por Buenos Aires; País Vasco por Argentina; lucha armada por mundo del tango y un acento, el que aparece en la palabra “psicológico” sobre la primera “o” en lugar de sobre la segunda.) y la hemos editado firmada por la sargento Margaret.
Nuestra intención era administrar al escritor Andrés Neuman una cucharada de su propia medicina.
No hemos conseguido las galeradas de la novela de Neuman y, por supuesto, ningún empleado de imprenta ha puesto las manos encima a la sargento Margaret. Que una es muy decente, oiga. Y, lo más importante, no hemos leído la novela del escritor hispano-argentino.
Lo que si hemos hecho es escribir sobre un libro sin haberlo leído. Eso es lo mismo que Andrés Neuman hizo el 29 de noviembre de 2011 cuando en revista Ñ (aquí), suplemento cultural del diario Clarín, puso a parir, con muy poca clase y menos gracia, “El Prisionero del Cielo” (y a su autor) última novela de Carlos Ruiz-Zafón.
Neuman, sin leer la novela de Ruiz-Zafón, escribió:
Ruiz Zafón, o Zafón Ruiz, que tanto monta, y viceversa, acaba de ensayar una ejemplar tesis comparativa con su obra precedente. Siempre atento a las teorías de la recepción, nuestro ventoso autor reflexionó en Barcelona, durante el lanzamiento de El prisionero del cielo: “Es una novela más luminosa, menos oscura y ambigua que la anterior, El juego del ángel. Sabía que los lectores se iban a enfadar conmigo por liarles, pero estaba previsto”.
Carlos, osado Carlos, ¿pero cómo se te pasó siquiera por la hipófisis intentar ser ligeramente ambiguo, polisémico, cuando uno puede ser para siempre transparente, unívoco? ¿Para qué buscar los claroscuros, tantear cierta penumbra, si se puede encender un foco de mil quinientos vatios? Y sobre todo, Carlos, luminaria nuestra, ¿cómo consideraste, ni por un solo párrafo, la posibilidad atroz de liar a tus lectores? ¿No ves que entonces nos perdemos enseguida? ¿No te das cuenta de que ya bastante lío hay en nuestra propia vida, tan necesitada de tus ángeles y cielos? ¿Cómo no vamos a enfadarnos, hombre, dime, un pelín, que en dialecto sureño se diría un cachito, si no nos das exactamente lo que estamos esperando? En esta providencial tercera entrega de la serie, por fortuna, tienes a bien revelarnos “las claves para interpretar el libro anterior”. No te imaginas cuánto alivio nos proporciona semejante generosidad hermenéutica. Llevábamos unos cuantos años haciéndonos preguntas. Y ya sabes que, a la larga, eso resulta pernicioso. “Los hilos se van atando”, nos explicas, “y eso generará una lectura más acelerada”. A mí, en principio, lo de acelerar su lectura me parece fantástico. Hay cosas que es mejor terminar cuanto antes.
La única duda que me queda flotando, leve, imperceptible casi, es la siguiente: ¿cómo harás para desliarnos si te has puesto a atar hilos? Parece que, fatalmente, las complejidades nos persiguen. Seguro que todo se aclara en la cuarta entrega.
Muy feo, Andrés, muy feo. Un escritor tiene todo el derecho -e incluso el deber- de criticar duramente la obra de un compañero. Lo que no puede hacer es, sin haber leído la novela, intentar mofarse de otro autor solo por el hecho de vender mucho. Digo mofarse porque Neuman, como ustedes acaban de leer, no esgrime argumentos literarios para criticar la obra de Ruiz-Zafón. En el texto de Neuman solo hay inquina y animosidad, en definitiva: envidia.
También se percibe otra intención oculta en el escrito de Andrés Neuman. Me refiero a la pretensión de quedar bien delante del resto de escritores. Neuman sabe que en la profesión lo que está bien visto es despreciar a los grandes vendedores. (Fíjense qué profesión esta, la de escritor español). Por eso, con este artículo, quiere ganarse una buen imagen ante sus compañeros, la mayoría de los cuales venden tan poco como él y sienten tanta envidia de los que se ganan el pan con el sudor de su frente.
Les dejo con una cita encontrada en Libros & Bitios, el gran blog de José Antonio Millán:
Una buena editorial es la que publica libros que le dan el dinero suficiente para publicar otros que no le darán demasiado. Una vez, en Buenos Aires, alguien me hizo una pregunta malintencionada sobre Pérez-Reverte. Iba completamente equivocado. Nunca haré críticas de Pérez-Reverte ni de nadie similar. Estaría bueno que el parásito criticara el cuerpo que parasita.
(Juan Goytisolo, 1999)
Recopilación de José Antonio Sánchez Paso.
Actualización a las 17:45 del día 20 de julio de 2012:
Perdonen, pero me había dejado una cosa en el tintero. Y si no la suelto reviento: ¡¡PERO QUIÉN COÑO SE HA CREÍDO ANDRÉS NEUMAN!!
Ya estoy más relejada, gracias.
No es tan parásito el Goyti, que algo venderá.
Pero el Neuman seguro que sí lo es XDDDD
Lo que es realmente repulsivo es el tono condescendiente de la crítica. Denota un ego superlativo, cosa que parece habitual en escritores en español de esa generación, cosa que no deja de ser sorprendente ya que ninguno es que haya destacado gran cosa (salvo record de tuits o chorradas similares).
Cuando se recurre a la crítica personal (aparte de denotar cierta envidia o como mínimo exponer desencuentros personales que al lector de la crítica le traen sin cuidado) pierdes inmediatamente puntos. Claro que para hacer una crítica literaria hay que leerse antes la novela, y eso cansa mucho
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A ver, a mí el texto de Neumann la verdad es que me parece divertido. Bastante bien escrito, en general. Y no «condescendiente», como comentaba el compañero de antes, sino más bien sarcástico, humorístico. Y, en cualquier caso, el autor no lo presenta en absoluto como una «reseña» de la novela de Zafón (ni tampoco finge haberla leído, como hizo nuestra querida Sargento). Lo que hace Neumann en ese texto, nos guste o no, es simplemente opinar sobre una postura pública de otro autor, y sobre su idea del lector, ¿no? No sé, no me parece para tanto. Opiniones, en fin…
No, estimada Marta, no es solo eso.
Neuman está intentando reírse de la forma de escribir de Ruiz-Zafón sin haber leído su libro. Y eso está muy feo. Eso es lo que denunciamos.
Un saludo
La sargento Margaret
Venga_ bonica_ que tú haces lo mismo___ Jordi Corominas tiene más ética que tú: http://www.revistadeletras.net/superar-el-reto-de-la-segunda-novela-el-duelo-y-la-fiesta-de-jenn-diaz/___
No, lo que hace es ridiculizar a otro escritor, sacándole punta a cada cosa que dijo éste en una rueda de prensa. Usando para ello un tono paternalista, que francamente, no está en posición de usar. Cualquiera diría que es un escritor consagrado corrigiendo a un advenedizo que ha vendido mucho.
A mí esta nueva hornada de escritores hispanoamericanos me desconcierta mucho. No se de que van. Dictan sentencias desde sus blogs como si realmente su palabra tuviera un peso específico del que carecen. Viendo las sinopsis de algunas de sus novelas, parece como si pusieran todo su empeño en no vender un ejemplar, pero luego ponles delante un escritor que sí vende y les sale la bilis.
¡¿Bien escrito?!
Usted lo ha dicho. Si de lo que se ríe es de la forma de escribir, puede hacerlo sin haber leído esa novela en caso de que ya haya sufrido con otras anteriores. O acaso de cada autor que ya conocemos y nos disgusta debemos esperar que en su nueva novela se produzca una especie de milagro redentor. ¿Debo leer entero cada nuevo libro de Juan Manuel de Prada para poder opinar sobre el escritor Juan Manuel de Prada?
Además, yo también creo que Neuman se ríe del personaje Zafón y de su manía obsesiva por considerar sus novelas de consumo masivo como alta literatura.
«¿Debo leer entero cada nuevo libro de Juan Manuel de Prada para poder opinar sobre el escritor Juan Manuel de Prada?» Por supuesto_ si no te conviertes en la Margaret_ que no lee los libros que «reseña»___
Si Andrés Neuman bebe, querida Margaret, eso ya es grande. Ahora vamos a por que folle. Y, si se tercia, que se drogue. Zafón… bueno.
Este tipo estaba en mi instituto. Y luego en mi facultad. En COU ganó un concurso de relatos y se puso a firmar en la biblioteca -no sé si firmaría algún ejemplar-. Le publicaba el relato Alfaguara, era el premio Alfaguara Joven o algo así. Después en la universidad, siendo él un año mayor que yo, me dio varias clases. Era mi compañero,él era alumno de la asignatura, pero daba algunas clases a sus compañeros cuando el profesor pasaba del tema, y el mismo era Luis García Montero. Desde entonces le cogí manía. No he leído nada suyo, sólo el relato del insti, que iba sobre una relación epistolar en la que la sorpresa final consistía en que una de las dos chicas era lesbiana. Soy una jodida maruja. Ja, ja. Me parto.
Es usted el retrato robot de la frustración, señorito
Frustrado es el que se calla.
No, Viñó, cariño, frustrado es el que lleva veinte años arrastrándose sin éxito, exhibiendo su impotencia, y recordando que una vez, Juan Goytisolo, dijo media cosa bien, y por pena y favor, de uno de tus tochos. Ahora bien, estás en tu sitio, que no te lo discuta nadie.
¿Vinó? ¿Has dicho Viñó? ¿El Gaddis español? ¿El de la novela metafísica? ¿El único escritor vivo español que se acuerda de Cózar? ¿El único literato de nuestras letras más enterrado que Oroza? Demasiado bueno para ser verdad.
Hombre, hay que reconocer que si algunos hemos publicado antes de los treinta nuestros experimentos con gaseosa sin padrinos ha sido gracias a ciertos pelotazos publicados por nuestras editoriales de segunda. Ante todo honestidad.
Pero también hay que decir que rara vez las editoriales poderosas invierten sus beneficios en publicaciones suicidas. Eso sí, no dudan en arrebatar a las editoriales pequeñas sus jóvenes talentos cuando éstos despegan. Lo que está claro es que esto es un negocio a estas alturas. De todas formas ya lo decían los antiguos: instruir sí, pero divertir también. El problema es que hoy sólo se instruye o sólo se divierte, y los que creen divertir aburren a las masas y quienes pretenden instruir destruyen más que construyen.
El claro ejemplo de un best-seller de calidad es Easton Ellis. De España me quedo con Mendoza. El mérito de Zafón consiste en conseguir que mucha gente que no lee se interese por los libros. Cumple su función. El problema no son los best-seller. El problema son los intelectuales de plástico y los literatos de los chinos.
De todas formas, todas estas opiniones, la de mi queridísimo Goytisolo incluso, son inútiles cuando hablamos de poesía o teatro. Ahí, hagas lo que hagas, o tragas mierda o tragas mierda. Y es que olvidamos siempre que la novela es una tercera parte de la literatura.
Amén.
Estas zarandajas me recuerdan a la prensa deportiva. Solo se habla de fichajes, quien dijo que, cuanto se cobra por temporada y lo buenerrima que esta la esposa de tal jugador. No se habla apenas de técnicas, estrategias, evolución, todo ello regado de ejemplos edificantes.
Se da demasiado valor a lo rebuznos del asno.
Lamentablemente, querido amigo, tu rigor literario es punible y casi infantil. Neuman posee ese saber hacer con la pluma al que escritores mediomediocres, como Ruiz Zafón, sólo pueden poder aspirar. Con El viajero del siglo, Andrés Neuman, hizo más por la literatura en este idioma de lo que todos los ‘zafones’ podrán hacer en su vida. Neuman perdurará en las bibliotecas, mis hijos leerán Neuman como yo leo a Borges. Zafón estará al lado, plasmado en su literatura devaluada, esperando las ansiosas manos de un lector que, quizá lleguen, pero seguramente no.