¿¡¡Quién se cree J.J. Armas Marcelo para ir por ahí repartiendo licenciaturas de «gabólogía»!!?
-¿Hablas sola, Márgaret?
– Estoy hasta los mismísimos, Daphne. No se respeta ni lo más sagrado cuando se trata de ganar notoriedad.
– Desahógate conmigo, sargento.
– Mira lo que escribe en EL CULTURAL de ayer J. J. Armas Marcelo. (Aquí)
-¿Quién es ese señor?
-Bueno, eso además. Para que te enteres, hace dos años le hicimos (a él y a Sánchez-Dragó) una entrevista trampa para calibrar -y mostrarlo desnudo a los lectores- el tamaño de su ego. (aquí).
-¿Y qué ha hecho ahora, Margaret?
-Pues en su artículo, que titula «Gabólogos», con la excusa de revelarnos quiénes son los que realmente saben sobre Gabriel Gª Márquez, critica a todos los que en estos días han escrito en los medios sobre el recientemente fallecido premio Nobel y, agárrate, se pone él a la cabeza de los entendidos sobre el genio colombiano. Afirma, entre otras cosas, que habló «más de 3 horas seguidas con Gerald Martin», el biólogo más reciente de GGM.
-¡Qué me estás contando!
-Lo que oyes, reina. Fíjate en lo que escribe al final:
Durante una larga temporada de mi juventud, me convertí en gabólogo en Barcelona. Un par de veces por semana, cuando Gabriel no estaba escribiendo, salíamos a hablar y a beber ron, y él fue el primero que me habló del «Tres esquinas», entonces un trago mitológico en Colombia, aunque hoy está muy venido a menos.
-Desde luego…
-Unas frases más adelante aprovecha para recordarnos -yo no tenía ni idea- que él, J.J., se sienta en la Academia Panameña de la Lengua. ¡La panameña, Daphne! ¡Te cagas en las bragas! Y el BOE sin sacar la noticia en portada.
-Si es que no valoramos lo que tenemos en casa.
-Pero no te pierdas el cierre del artículo:
Tuvo sus tentaciones y sus fijaciones [se refiere a GGM], le gustaba más el poder y los poderosos que la libertad y los libertarios. Este punto, en fin, lo podemos discutir con cualquiera con criterio en la gabología, pero desde ahora anuncio que con diletantes que se adhieren al discurso limpito de cualquier escritor, por muy genio que sea, no voy a discutir ni una palabra. Ni por escrito ni por ningún otro medio. La cilindrada es esencial a la hora de medir las armas, si hay que hacerlo, en un torneo del que incluso cuando perdemos lo hemos hecho, lo sabemos, con alguien que sepa, como dicen en el Caribe, dónde está parado. Lo demás es legión de gabólogos recién llegados y si experiencia en la guerra. Bienvenidos al club y a ver si aprenden.
(Nota: las negritas son mías.)
-Alucina, vecina. El disgusto que se deben haber llevado todos los medios de comunicación. Con la cola de editores de suplementos culturales que había a la puerta de J. J. ¡Daba la vuelta a la manzana! Lo tristes que deben estar en el The New Yorker y en Times Literary Suplement -ellos que deseaban contar con su enciclopédica sabiduría- ahora que saben que Juancho no está dispuesto a contar lo que sabe.
-Es como lo que hacía Marpili Rocamora ¿te acuerdas Daphne? Sí, aquella chica tan fea de nuestra pandilla de juventud que al comenzar el baile decía en voz alta, para que todos la escucharan, que ella no pensaba bailar con ningún chico porque tenía un novio de muy buena familia en Madrid que era muy celoso.
-Sí, ya me acuerdo de Maripili. ¡Qué fea era! ¿Qué fue de ella?
-Continua, a sus setenta años, soltera y sin perro que le ladre. Tiene cinco gatos.
-La pobre.
– Pero no he terminado, Daphne, que lo del artículo de Armas Marcelo tiene mucha miga. Unos párrafos antes, al comienzo, ya había puesto el caramelito en la lengua de los lectores. En esas primeras frases, con más cara que espalda, da a entender que conoce cosas de la «vida secreta» de GGM. Para luego no contar nada, claro. Armas Marcelo -tonto no es- apuntala de esa forma artificial pero efectiva su imagen de sabelotodo en el asunto de la literatura latinoamericana de los 70´s. Es lo que ha hecho toda su vida.
No hay que ser tan suspicaz como yo para captar entre líneas la intención de Juancho:
El hombre [se refiere a GGM] también tenía sus sombras, escondidas en la vida que él mismo llamó secreta. Tres vidas tiene el ser humano, dijo, una pública, una privada y una secreta. De la secreta no le gustaba hablar ni escribir ni una sola palabra, entraba en mutis cuando se le preguntaba lo que no quería. Una vez alguna gabóloga de confianza le preguntó en un programa de televisión que si a lo largo de su vida había perdido algún amigo de verdad. «Uno», dijo luego de pensar con calma qué iba a decir y dedicar un pensamiento lleno de añoranza a aquel amigo perdido. Sé que ansiaba, en su fuero interno, rescatar la confianza de aquel amigo que perdió a mediados de la década del 70, pero fue imposible. ciertas circunstancias de la vida secreta se lo impidieron.
-Déjame, Margaret, que lea otra vez ese párrafo.
-No, tranquila, ya te lo desmenuzo yo: La trampa está muy clara. 1º habla de la vida secreta de GGM. y 2º utilizando el desencuentro entre Vargas Llosa y GGM (aquello del puñetazo), da a entender que él, J. J., conoce esa vida secreta que GGM no contaba a nadie. Con esa expresión » Sé que ansiaba, en su fuero interno» nos intenta vender que él era confidente privilegiado del autor colombiano.
-Ya lo pillo, sargento. Qué jeta tiene este tío, ¿no? Menos mal que estás tú aquí, querida y respetada Margaret, para quitar la careta a los impostores.
-De nada, Daphne. Solo espero morirme antes de que lo haga el escritor Mario Vargas Llosa. Si Juancho Armas Marcelo ha hecho esto con García Márquez, no me quiero imaginar lo que será capaz de escribir cuando fallezca el nobel peruano/español del que presume de conocer hasta la talla de los calzoncillos.
Lo que pasa, patrulleras de mi amol, es que la envidia os corroe: daríais vuestro blog por tener un morro del tamaño del de Juanchete, o sea, más o menos como el del Jable. Lleva años, el genio, sin pegar ni chapa, cazando un «Torrevieja» por aquí, o un ministro dadivoso por allá, mientras se fuma un puro. O se fuma a la Regàs, que es más indigesto. El puto amo.
En eso tienes razón. Armas Marcelo es un gran ejemplo (Sánchez-Dragó es otro, aunque este tiene 2 libros buenos, bien currados) de cómo algunos «literatos» han vivido del cuento echándole un morro acojonante al asunto.
Lo que además es de coña es que se lo crean y terminen sus carreras con más ego que Camilo José Cela. Este al menos sí hizo méritos.
Bien apuntado, desarrapado
Un saludo
Maggie
A Ignacio Echevarría, que cada vez demuestra más sus carencias y falta de formación, le han encargado hacer un artículo sobre el humor y ha elaborado la siguiente lista de autores:
Cela, Benet, Álvaro Pombo, Luis Goytisolo, Juan Marsé, Ramón Buenaventura, Javier Marías, Luis Magrinyá, Ray Loriga y Gonzalo Torné.
Se ve que estaba puesto el hombre. La lista, por otra parte, le podría haber valido para cualquiera de sus artículos.
Lo de Echeverría diciendo que Gonzalo Torné hace humor demuestra que ni sus íntimos se toman en serio lo que escribe el tío. Armas Marcelo trabaja de hacerle la pelota a escritores y después fardar. Dirige la fundación Vargas Llosa a base de obcecuencia. Sólo una vieja gagá como Nuria Azancot puede darle una tribuna por la cara.
Ya quisierais en esta web estar a su altura
Quien os conoce a vosotros?
La envidia es muy jodida
Venga, a seguir escribiendo para los amiguetes, que son los únicos que os leen
Este blog lo lee todo el mundo/mundillo. La causa es, precisamente, la envidia. No hay nada que nos guste más que leer cómo nos ponemos a parir los unos a los otros. Es mucho más divertido -y en el fondo más higiénico- que ir por ahí lamiendo culos.