En una nota de prensa, que fue remitida a los medios el día 26 de octubre, la editorial Anagrama decía que este año se había batido el récord de manuscritos –con 1.462 novelas presentadas- que optaban al Premio Herralde de novela y anunciaba que casi una treintena de ellas estaban entre las preelegidas.
Una semana después, el día tres de noviembre, el primer lunes de noviembre (como es costumbre), antes de ayer, se hizo público que el jurado compuesto por Salvador Clotas, Paloma Díaz-Mas, Marcos Giralt Torrente, Vicente Molina Foix y Jorge Herralde habían decidido entregar el premio a la mexicana Nettel, con su novela Después del invierno, y que el finalista había sido el español Manuel Moyano con El imperio de Yegorov. También se comunicó -en la página web de la editorial (aquí) se puede leer- que eran 11 las novelas que habían pasado a la última fase. Además se citaban los títulos de las novelas y los nombres (o los seudónimos) de los autores. Pásmense: Guadalupe Nettel, según la web de Anagrama, se presentó con seudónimo: “B. Parker”. Y en aquel periodo de clandestinidad, su novela no se llamaba Después del Invierno, sino “Spleen”.
Hoy, día 5 de noviembre, tres días después de que se hiciera público el veredicto del jurado y ocho días después de que se comunicara a los medios que eran casi una treintena las novelas que estaban luchando a brazo partido en el último tramo de deliberaciones del jurado, se han subido a la web de Anagrama las sinopsis y las portadas de la novela ganadora y de la finalista (aquí) y (aquí). Imaginamos que en un par de días ustedes podrán adquirir estos dos libros en su librería de confianza. El premio Herralde ha batido otro récord, el de rapidez en la publicación de las novelas galardonadas. El pasado 23 de octubre (aquí) resaltábamos los ¡sólo 20 días! que había demorado la edición de los ganadores del último premio Planeta. Herralde, más chulo que nadie, ha pulverizado el record: ¡¡6 días!! en el peor de los casos.
Guadalupe Nettel ya había publicado 3 novelas con Anagrama, la editorial que entrega el premio. Nettel ya quedó finalista de este premio en 2005. Se puede afirmar, para que nos entendamos, que Nettel es de la cuadra del señor Herralde.
Nettel se lleva 18.000 €.
A continuación los invitamos a leer un reportaje que ya hemos enviado a los Estados Unidos para concurrir al premio Pulitzer de periodismo. Nos ha salido buenísimo y muy profesional. Merecemos el premio. Lean.
Nos encontramos, Daphne Salvación y la sargento Margaret, en medio de la selva de Chiapas (México); “In the middle of nowhere”. Los mosquitos nos abrasan y el sudor nos resbala por el canalillo y entre las piernas. Daphne va la primera, abriendo camino con su machete, la vegetación es exuberante y hace ya dos horas que abandonamos el sendero que usan los indígenas para sus desplazamientos. Selva a través seguimos las indicaciones del plano que la jefa de prensa de Anagrama nos entregó en Barcelona. Ya se está haciendo de noche y entre las grandes hojas de los plátanos ¡gracias a Dios! avistamos una lucecita a lo lejos.
B. Parker
No hemos venido hasta aquí para entrevistar al subcomandante Marcos, sino para levantar acta sobre la nueva vida de una escritora vanguardista llamada “B. Parker”. Guárdenos el secreto, pero en realidad se trata de la famosa escritora mexicana que firma sus libros con el nombre de Guadalupe Nettel (la flamante y reciente ganadora del premio Herralde). Lo que ocurre es que la chica se ha echado al monte y en su recién estrenada clandestinidad de escritora francotiradora y rebelde se ha puesto el nombre de guerra de “B. Parker”. Pero el nombre es lo de menos, lo importante es que esta mujer ha decidido abandonar la civilización, su vida cómoda y confortable, su nombre ya conocido y rentable para venirse a residir a una humilde cabaña construida con rastrojos, palos y cañas y desde aquí, provista de una vieja máquina de escribir, de un buen paquete de folios en blanco y sin conexión a internet, lanzar a la corrupta sociedad capitalista –de la que ahora aborrece- sus dardos de autenticidad, lucha armada y denuncia. Para ello firmará, a partir de ahora, como “B. Parker”. Ese nombre, en palabras de la autora, “será conocido en breve a nivel mundial como sinónimo de sublevación, insurrección, indignación y denuncia”. La cabaña no tiene luz eléctrica ni agua corriente. Una vela alumbra nuestra charla y a duras penas permite a Daphne anotar las interesantes y rompedoras declaraciones de esta joven airada.
- No era esto lo pactado, no señora –dice enfadada “ B. Parker”-.
- ¿?
- Me presenté al premio Herralde con mi nuevo nombre y así quería que saliera publicada mi novela. Lo de “B. Parker” no es un seudónimo, es un cambio radical en mi vida, en mi prosa y en mi carrera.
- Pero eso de B. Parker no es nada comercial –apunta Daphne- y debes entender que los premios literarios…
- ¡Y una mierda!- grita contundente la escritora vanguardista-. ¡A tomar por la chingada lo comercial! Debéis entender todos que desde que me mudé a este zulo ya no quiero vender. Ahora quiero cambiar el mundo. Esos chingones pendejos…
- Y ¿qué vas a hacer ahora? –pregunta la sargento Margaret-.
- Pues estoy reflexionando sobre si decirle al editor que se meta el premio y los 18.000 € por donde le quepan. No quiero dinero ni reconocimiento. ¡¡Ahora soy B. Parker, una revolucionaria, güey!! ¡¡Que se vayan todos a jalársela!!
No se preocupen por nosotras, pudimos volver a la civilización. De hecho, estamos redactando el contenido de este trabajo periodístico de alta calidad en el bar de un hotel del paseo de la Reforma (Mexico city). Nos hemos duchado y mientras degustamos los segundos gintonics (la sargento se bebió el primero de penalti) escribimos con placer nuestra crónica. Vayan a ver –si tienen cojones- a B. Parker a su choza. Como entendemos que ningún otro periodista cultural se atreverá a adentrarse en la selva para hablar con B. Parker, podemos considerar que esta entrevista quedará para los anales de la historia del periodismo como exclusiva mundial pa siempre.
Estimada sargento Margaret, una serie de datos sobre el tema Nettel que sería interesante verificar y que estos días circulan por algunos foros:
Se habla de un curioso tandem siempre ganador Nettel/Giralt o Giralt/Nettel con presencia, por ahora, en dos premios importantes, el Ribera del Duero y el Herralde. Se ha dicho que el libro de cuentos de Nettel era muy inferior a otros de los presentados (como casi toda su obra, light de estética superficial). No se ha dicho nada, sin embargo, de la mala calidad del libro con el que el propio Giralt había ganado la edición anterior del Ribera del Duero, también pasando por encima de otros libros mucho mejores (aunque Nettel no estaba en ese jurado, sin embargo sí que aparece un personaje singular al que habría que instalar un detector y rastrear cuidadosamente). Sería interesante también estudiar la trayectoria de Giralt, que apunta maneras muy similares a las que denuncia Morán de otros “intelectuales” españoles. Amigo y conocido de todos los escritores, periodistas, pseudo intelectuales (me resisto a decir “intelectuales” porque eso es algo que en este país se ha extinguido) desde su más tierna infancia. Protegido por varios individuos que le consiguen la codiciada beca en la Academia de España en Roma (¿quizá M.O? Aunque de esa beca se podrían contar cosas casi peores que las del Premio Planeta, el PP de los premios), en Inglaterra (¿quizá F.S?), etc…
Hay mucho hilo y mucha madeja…
Sólo una vez, que yo sepa, un escritor reputadísimo se levantó de un jurado y le dijo “no” a la editora que le había señalado a quién debía votar. Y se marchó.
En esta calamidad de los premios literarios, a los que dais caña por arriba, por abajo y por los lados, me parece a mí que hay dos «frentes» distintos: los premios comerciales (editoriales o entidades privadas) y los institucionales (me refiero a esos premios tipo «Ciudad de Melilla» donde el patrocinador es un ayuntamiento, una diputación provincial, etc).
Respecto a los primeros, si en España funcionase la sociedad civil como en Estados Unidos (por poner el ejemplo más imposible de todos), ya habrían aparecido unos cuantos despachos de abogados listos como el hambre y caníbales como Hannibal Lecter, dispuestos a meter a las editoriales unas denuncias colectivas o acciones civiles punitivas que crujirían las cuadernas del navío. El planteamiento es simple: Los «premios» son amañados y están concedidos de antemano, pero para que funcionen comercialmente se precisa la participación de muchos incautos que gastan su tiempo y su dinero (fotocopias, envíos postales), sin sospechar que están siendo engañados. O sea, son los colaboradores necesarios, una figura típica en el delito de estafa. Una estafa multitudinaria en la que durante años y años se ha hecho invertir cantidades modestas de dinero a miles de personas, por no hablar de la indemnización por el tiempo empleado y perdido. Por otra parte, hay que considerar que para la comisión de este delito se utiliza el Servicio Estatal de Correos, lo que agrava muchísimo el dolo de estos farsantes. Imaginen las negociaciones: «O te enfrentas a una acción judicial que puede suponer millones de euros en indemnizaciones, aparte del delito de «estafa masa», o pasas por el aro y llegamos a un acuerdo en estos términos… (Dejo libre el espacio para suposiciones, de sueños también se vive).
En el caso de los premios patrocinados por instituciones públicas, tan tramposos como los comerciales, entramos ya en el terreno de la prevaricación (maquinación para alterar el precio de las cosas), la malversación de caudales públicos, la apropiación indebida y, seguramente, la falsedad documental (esas actas de los jurados autorizadas y legalizadas con la firma de interventores, secretarios y cargos públicos…).
El día que un abogado español le eche lo que echar y tenga tiempo y ganas de meterse en este fregado, se acaban los mamoneos con los impresentables galardones literarios de nuestro impresentable panorama.
Es que en Estados Unidos que yo sepa (que oye con lo grande que es igual me equivoco) no hay un solo premio literario de prestigio (y me da que hasta los más cutres de allá tienen más prestigio que el Planeta o el Primavera) que funcione como concurso.
Para empezar los escritores primerizos los tienen más fácil para publicar. No es que lo tengan fácil, pero si eres bueno no es raro que consigas que alguna revista publique (pagando oiga) alguno de tus relatos, y una vez has publicado relatos (y si estos han gustado) no es raro que se cree cierta expectación alrededor de la persona del escritor novel. Por no hablar que algunos premios (tan serios como el National Book Award) tienen una sección (5 under 35) donde escritores que han ganado o han sido nominados al NBA recomiendan autores primerizos.
Por lo demás, el panorama de premios varia sustancialmente de uno a otro (algunos están abiertos a novelas traducidas como en premio de los críticos americanos) pero por norma las novelas han sido publicadas de antemano. Es decir, ya han estado expuestas al público y por tanto este puede opinar (y si no estaban, como pasó con las últimas de Marylynne Robinson y Jane Smiley cuando se publicó la longlist del NBA, lo van a estar en cuestión de semanas), por ello hasta hay apuestas (aunque eso es más típico del Booker) y porras (generalmente publicadas por periódicos cuando se acerca el Pulitzer).
Lo de las longlist y shortlist tampoco es una chorrada, ya que de paso se da más visibilidad al premio y además se promocionan novelas y autores que no acabarán ganando.
Aunque claro el mercado norteamericano es otra cosa, y basta ver la lista de bestsellers del New York Times para ver que allí conviven en perfecta armonía desde bestsellers simplones de Grisham o Sparks, hasta novelas literarias (las citadas Robinson y Smiley llevan un par de semanas en el top 15 de la lista de más vendidos)
Me refería a cómo funciona (sic) «la sociedad civil» en uno y otro país, no intentaba comparar los mercados editoriales, Jose. Saludos.
Pero es que es muy probable que ambas cosas estén íntimamente relacionadas. En estados unidos está muy mal visto copiar, aquí si no copias es que eres un idiota que pierde el tiempo estudiando. Corruptos también hay, pero su carrera política se acaba en el momento en que los pillan (aparte de devolver el dinero e ir a la cárcel), aquí los reelegimos por mayoría absoluta.
Que nuestros premios literarios estén manipulados no es ninguna sorpresa
Por supuesto que no es una sorpresa para nadie. Ni siquiera para los lectores (o mejor dicho, compradores) de las obras «premiadas». Y como todo el mundo está en el secreto y todos participan de la farsa con absoluta naturalidad, cuando alguien aparece diciendo que el rey está desnudo, pues no es que lo tachen de loco… Es que no hacen ni caso.
En el fondo hay elementos que hacen comprensible esta situación. Para la mayoría de los lectores, el mundo editorial, el panorama literario, La Literatura, no es más que una parte (prestigiosa pero no la única) de su tiempo de ocio. Es entretenimiento. En consecuencia, los entresijos de ese mundo les importan muy poco, igual que a mí me resbala si leo por ahí que el cantante de U-2 plagió una canción de Cat Stevens. Sobre «lo otro», lo verdaderamente importante, cómo se ha ido imponiendo en las últimas décadas un paradigma literario adocenado, torpe, lábil en sus planteamientos, pequeño burgués en su cursilísima épica urbana (o rural), plana de ambición y rematadamente mala desde la portada a la última página, es algo que responde al primer condicionante. «Cuestión de mercado, lo que vende, vende», dirán los editores. «Cuestión de gustos», dirán los lectores. Y ahora vamos y convencemos al pobre lector que se ha embuchado las tropecientas mil páginas de la última bobada de Follet, que en realidad ha perdido el tiempo, que ha leído un bodrio infumable cuando podía haberse dado el lujo de cultivarse y pulir su gusto y criterio con algún autor/a/obra que merezcan la pena. ¡Los lectores nos comen! La gente suele satisfacerse de los libros que leen; me refiero a la gente normal, no a los que van de críticos indie, con sus blogs y su facebook y sus cosas de ellos.
Causa perdida, aunque se monte no una Patrulla sino un Ejército de Salvación. Lo siento, venerada sargento, pero hoy tengo el día pesimista con suaves arrechuchos de realismo.
no sé si las patrulleras han investigado esto que oí por ahí: que la nettel es (o era) la agente de ventas de anagrama en méxico desde hace años. se entiende que…
Decepción, ¿hay algún premio literario al que no tengamos que boicotear, no enviando nuestros manuscritos? ¿hay alguna parcela limpia en el país?