LOS HÉROES LITERARIOS DE LA TRANSICIÓN ATACAN DE NUEVO

Les propongo un juego, vamos a meternos en la máquina del tiempo y vamos a viajar al futuro. No nos trasladaremos muy lejos, iremos aquí cerca, a septiembre de 2016; a la sargento, la pobre, a sus años, le producen vértigo viajes más largos. Preparados, listos, ¡YA! Estamos en Madrid, después del verano. Nueve meses antes, en enero de 2016, Pablo Iglesias y sus chicos de Podemos han ganado las elecciones y, con el apoyo de 23 de los 60 diputados obtenidos por el PSOE y los 7 de ERC, han formado una coalición de progreso que tiene mayoría suficiente para gobernar.  Sólo son 23 los parlamentarios socialistas que apoyan a Iglesias porque el PSOE, después del fracaso electoral, se ha escindido en dos nuevos partidos; los legitimistas, bautizados como «PSOE s.a.» (con «s» de socialistas y «a» de auténticos), se niegan a seguir a Podemos. Pedro Sánchez es hoy ministro de Cultura.

El bipartidismo ha sucumbido y la casta ha sido desalojada de sus canonjías y prebendas perdiendo sus privilegios. España ha entrado en una nueva era, el Tratado de Maastricht ha sido denunciado y ya se acuñan nuevas pesetas en la Casa de Moneda y Timbre. Por las calles de las grandes ciudades se respiran aires de libertad y de justicia; el pesimismo y la apatía han dado paso a la ilusión, la esperanza y la Felicidad (con F mayúscula). Los ciudadanos, como en las comedias musicales, se comunican con canciones; los más cultos hablan entre sí en verso.

En un ambiente tan excitante e inspirador, un joven escritor -digamos, por poner un ejemplo, que Alberto Olmos- publica su nueva novela. Su título es Nuevo Amanecer. Otro escritor también joven, aunque no tanto, – digamos, por poner un ejemplo, que Agustín Fernández Mallo-  escribe una reseña de ese libro y dice:

Nuevo Amanecer trae un aire nuevo a la manera de escribir y de leer novelas en España. (…) Una obra original es a la vez síntoma y causa: revela estados de sensibilidad que ya estaban actuando pero aún no se advertían, y al mismo tiempo, por el hecho de existir, acelera esos cambios, al irradiar influencias fecundas, al despertar vocaciones estimuladas por lo nuevo, otras obras de originalidad semejante.

Con Nuevo Amanecer irrumpe definitivamente en la literatura española no solo un nuevo escritor, sino también un linaje nuevo de lectores, sorprendente por su número, y también por su disposición, y hasta su avidez, por elegir novelas nuevas, que no vienen firmadas por los nombres habituales, novelas de casi desconocidos escritas con una intensa voluntad literaria.

La Casta ha muerto y los límites penitenciarios de la vida española se han derrumbado, desbordados por el estallido de una vitalidad que llevaba en ebullición mucho tiempo, y que había empezado a manifestarse con irreverencia magnífica mucho antes de que comenzaran los cambios políticos.

Ustedes, que gracias a que leen con frecuencia Patrulla de Salvación son muy listos y ya están avisados, si leyeran esto, se darían cuenta en seguida de que el crítico está intentando metérnosla doblada, se está aprovechando del cambio político y los nuevos aires de libertad y justicia para imponer una nueva generación literaria a la que, bajo la jefatura de Olmos, se subirían («novelas nuevas, que no vienen firmadas por los nombres habituales» recuerden) todos los jóvenes escritores muertos de hambre que ya no saben qué hacer para colocar sus novelas. Repitan conmigo las expresiones que yo he destacado en negrita: «Aire nuevo»; «estados de sensibilidad que ya estaban actuando pero aún no se advertían»; «cambios»; » vocaciones estimuladas por lo nuevo»; «originalidad»; «linaje nuevo de lectores»; » novelas nuevas»; «el estallido de una vitalidad»; «ebullición»; » irreverencia magnífica»; «cambios políticos».

¿Lo ven claro, verdad? : «nuevo», «cambio político»….. y por el culo te la hinco.

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Pero no toda España se enriquece intelectualmente visitando nuestro blog. En nuestro país aún hay mucho borrego. Muchos de esos ciudadanos, bobamente ilusionados por los nuevos y refrescantes aires políticos, se lo creerían, caerían en la trampa y comprarían la novela de Olmos, Nuevo Amanecer, y luego las de todos sus coetáneos compinches. La nueva generación literaria, por desgracia, acabaría tomando cuerpo.

El juego ha terminado. Salgan ahora mismo de la máquina del tiempo, ¡es una orden! Volvemos a estar en enero de 2015, concretamente en el día 17. La falsa reseña de Fernández Mallo sobre la imposible novela de Olmos -¡presten atención, coño, y vuelvan al presente!- ha sido copiada literalmente del artículo que hoy firma Antonio Muñoz Molina en Babelia y que se titula Aquel comienzo. Sólo hemos cambiado el título de la novela, el tiempo de algún verbo y «Franco» por «La Casta». Muñoz Molina, con su diestro manejo de la pluma, rinde homenaje a La verdad sobre el caso Savolta, la novela de Eduardo Mendoza, de cuya publicación se cumplen 40 años y que ahora se empeñan en convertir en mito fundacional de la generación literaria de la Transición. Muñoz Molina, si se fijan, más que elogiar la novela de Mendoza, intenta afianzar los méritos de la generación de autores que, como él, publicaron sus primeras novelas en los 70 y los 80.

011-El Jabato nº 1- edicion 1958-portada

Recuerdo muy bien aquella época y en la literatura española de 1975 a 1985 no hubo nada parecido a «nuevos lectores», a » estados de sensibilidad que ya estaban actuando» y mucho menos a «irreverencias magníficas» y en «ebullición». Lo que ocurrió fue que se murió Franco y a los españoles -influidos por hábiles medios de comunicación como EL PAÍS- todo lo nuevo nos parecía bueno. Y de esa inocente sensibilidad manipulada se aprovecharon muchos listillos que nos dieron gato por liebre. Pero cuando se enfriaron los ánimos y se nos terminó la borrachera de libertad (libertad que luego no era tal), caímos en la cuenta de que de todos aquellos autores y libros sólo un 1% valía la pena. Eso fue lo que sucedió. Así que menos lobos, Caperucita.

Últimamente -de 2008 hasta hoy- son numerosas y reiteradas las críticas que la literatura facturada por esos autores de los 70 y los 80 está recibiendo. Por ese motivo se ha organizado una campaña de defensa de aquellas novelas, de aquella literatura. La campaña de contraataque -cómo no- tiene lugar en las páginas de EL PAÍS.

Primero, y que yo recuerde, fue el artículo de Winston Manrique Sabogal en El PAÍS de 14/11/14 que se tituló La exitosa cosecha literaria de los ochenta inunda las librerías. En este blog lo comentamos (aquí). Luego vino la celebración de una fiesta de cumpleaños en Babelia. Con portada incluida y despliegue de lujo, Juan Cruz (quién si no) entrevistó a Eduardo Mendoza la samana pasada con motivo del cuarenta aniversario de la publicación de su novela, La verdad sobre el caso Savolta. EL PAÍS que no se acuerda del 25 aniversario del fallecimiento de Carlos Barral, sin embargo conmemora por todo lo alto los 40 años de una novela mediocre. ¿No les parece significativo? La tercera y la cuarta acciones bélicas de contraataque se han producido hoy mismo. Me refiero al artículo que acabamos de comentar de Muñoz Molina y a este de Jordi Gracia que también se publica hoy en la páginas de Cultura de EL PAÍS.

021-El Hombre Enmascarado Vol 1 no1- Ediciones Vertice-portada

El artículo de Jordi Gracia se titula Contrafábula sobre la novela de la transición y pretende, como dice el subtítulo, defender» la relevancia, últimamente puesta en duda, de la literatura en la transición». Gracia ya dio inútilmente la cara por los escritores de la transición en este artículo, «Guerra de mitos», de 17 de abril de 2013. Entonces cuestionaba lo argumentado por el propio Antonio Muñoz Molina en su ensayo Todo lo que era sólido, que ponía negro sobre blanco la falta de compromiso (por omisión) con la verdad de los intelectuales españoles durante los años en que se construyó el gran edificio de corrupción que nos llevó como país a la crisis económica y de valores de la que aún no hemos salido. En aquel libro, Muñoz Molina sí que estuvo bien. La Patrulla de Salvación -como era de justicia- abofeteó a Gracia por aquello con este «post». Hoy, Gracia, en su nuevo artículo, no dice nada nuevo. Se contenta con citar nombres de autores de entonces, Mendoza, Umbral, Vázquez Montalban, Benet, Goytisolo… y esgrime como único argumento que como se ha puesto de moda atacar a la Transición como proceso político y se la acusa de fraudulenta, pues de paso también se critica gratuitamente la literatura producida en aquel periodo temporal. Pero nada más. Sí acusa, eso sí, a Gregorio Morán de ser » el último heraldo de la trola». Pero no entra a decir por qué, como tampoco se molesta en demostrar por qué las novelas publicadas en la primera década de la democracia merecen ser salvadas del fuego. Gregorio Morán, queremos recordarle a Jordi Gracia y a los lectores de este blog, dedica 315 páginas (de la 477 a la 792) de su último libro El cura y los Mandarines a analizar la cultura española -especialmente la Literatura- de los años que van de 1974 a 1996. Morán se pasa con los calificativos, es verdad, pero aporta pruebas de las acusaciones que realiza. Moran, en su juicio a la literatura de la Transición, es un fiscal diligente y trabajador. Jordi Gracia es, sin embargo, un abogado perezoso y arrogante. Gracia viene a decir que Benet es cojonudo porque es Benet. Y punto.

La verdad es que los escritores de aquella época se aprovecharon del cambio de la dictadura a la democracia y del nuevo clima social que aquello trajo consigo. El problema actual de las editoriales es que, dada la inutilidad de los nuevos autores (los jóvenes) a la hora de facturar algo que venda más de 1.000 ejemplares, no les queda otra que seguir exprimiendo el limón de los autores de la Transición. Por eso siguen intentando engañarnos. Jordi Gracia, Juan Cruz y, esta vez, Antonio Muñoz Molina no son más que esbirros que son usados por sus amos, las editoriales, como carne de cañón. Pero nuestro deber es denunciarlo. Caiga quien caiga.

Sobre Muñoz Molina, en breve, podrán leer en este blog un «post» sobre su última novela, Como la sombra que se va. Hemos defendido siempre a Muñoz Molina, pero esta vez -y juro que hemos intentado ser benévolas con su último trabajo- no tiene ni perdón de Dios. «No hard feelings», Antonio.

ACTULIZACIÓN A 2 DE FEBRERO DE 2015

Ignacio Echevarría, a rebufo de la Patrulla de Salvación, escribe sobre el asunto en EL CULTURAL del 30 de enero de 2015 (aquí).

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44 respuestas a LOS HÉROES LITERARIOS DE LA TRANSICIÓN ATACAN DE NUEVO

  1. Allau dijo:

    La verdad es que ni Muñoz Molina ni Javier Cercas tienen la menor puta idea sobre lo que han de escribir, como se deduce de sus últimos trabajos. Pobretes.

  2. Hanna dijo:

    Llevaba unos días sin reírme con tantas ganas, pero me habéis pillado desprevenida, he picado con tan apasionante introducción o futurible 😦 ¡Maldita sea, pedazo de entrada, enhorabuena! Yo ya acostumbraba a reírme motu proprio, por así decir, con lo que escribe Muñoz Molina, pero gracias a vuestra gracias, más la mención de Gracia y Cruz, dos de mis chicos prefes, me he partido el culo (una vez compré un libro de Jordi Gracia, confundiéndolo con otro que voy a callarme, pero os lo presto, ¿vale? aunque, eso sí, no recuerdo el título y conste que, en principio, incluso creí que era algo…). «A grain of stupidity», que dice Muñoz que decía O’Connor, me obligará a seguir asistiendo a esta clase sí o sí. Sweet dreams, patrulla.

  3. EEM dijo:

    Y no olvidemos los tres monográficos consecutivos que, haciendo todo tipo de piruetas, Babelia ha dedicado a los últimos libros de Muñoz Molina y de Javier Cercas (que se subió tarde al carro, pero no está dispuesto a bajarse).

  4. Peli-Roja dijo:

    Iba a leer el post cuando la palabra PABLEMOS me ha echado para atrás. Que empacho, que atracón, que harta estoy de verla hasta en la sopa!!! (Y menos mal que hace tiempo que suprimí la televisión).

    El artículo sin embargo tiene muy buena pinta…

  5. Marcelo dijo:

    Para crear una generación así sus miembros tendrían que ser……….
    A) Escritores mediocres
    B) Defensores de la literatura social
    C) Críticos con el sistema (que no les beneficia)
    D) Críticos con la literatura (que no sea la suya)
    E) Escritores realistas,
    F) Escritores sin imaginación
    G) Frustrados
    H) Arribistas
    I) Intrigantes (en la maquinaria del sistema, no en sus novelas)
    J) Ambiciosos (por supuesto no en sus novelas)
    K) Cucarachas (guiño, guiño)

    Así que al culo de Alberto Olmos podrían arrimarse sin pensárselo un segundo Elvira Navarro, Lara Moreno, Gonzalo Torné, Sergio del Molino , Daniel Gascón, Aloma Rodríguez, Cristina Morales, Elena Medel, Mercedes Cebrián, Pablo Gutiérrez, Alvy Singer, Antonio J. Rodríguez….. y cuando vieran que el negocio convenía , también Patricio Pron, Andrés Barba, Marta Sanz, Julián Rodríguez y (la joven promesa) Juan Francisco Ferré. Los apadrinarían sin reparos Belén Gopegui, Contantino Bértolo y el insigne crítico Ignacio Echevarría. El funcionario gris o Juan Cruz de esta comandita, buscando la forma de ganarse unas perrillas, sería Sergi Bellver.

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  7. Hanna dijo:

    El mundo ‘literario’ es tan mediocre y está tan corrompido como el político, motor de todos los demás: idéntico enchufismo y compadreo, la misma torpe complicidad, la tan escandalosa imposición de ‘lo mío’, o de ‘lo nuestro’, toda esa pasta que corre alegre y descaradamente en forma de premios y loas serviles, o el premio de publicarle a cualquiera de los suyos productos indigeribles o bazofia, los mismos palos en las ruedas a cualquier ‘lobo solitario’, por interesante y aun extraordinario que parezca, qué decir si olfatean literatura auténtica, ¡ojo, peligro! En fin, como decía un paisano mío, verano tras verano, sentado frente a la tele de un bar de Arousa, a modo de estribillo que no se le caía de la boca: ¡o de sempre! Pero en realidad esto ocurre por muy parecida razón por lo que se votó PP vez tras vez y como si de verdad fuera una opción política, y aún veremos qué pasa este año. Como decía Unamuno: «Esto es una miseria, una completa miseria. A nadie le importa nada de nada. Y cuando alguno trata de agitar aisladamente este o aquel problema, una u otra cuestión, se lo atribuyen o a negocio o a afán de notoriedad y ansia de singularizarse». Más adelante aun dice: «Han llegado a preguntarse estúpidamente para qué hizo Dios el mundo, y se han contestado a sí mismos: ¡para su gloria!, y se han quedado tan orondos y satisfechos, como si los muy majaderos supieran qué es eso de la gloria de Dios». Las editoriales y sus siervos, igual de majaderos tontiastutos, dirían: todo esto fue creado para gloria nuestra gracias a todos vosotros, lectores de pacotilla.

  8. Muriel dijo:

    Por favor, un minuto de silencio por José Luis Alvite. Ha fallecido un genio. ¿Un genio? Sí, un genio. Como lo escribo lo pienso. Si alguien aún tiene dudas de la genialidad de Alvite, lea sus artículos. 500 palabras bastan para asombrar al más duro de pelar. Qué envidia (sana) de imaginación y de puesta en escena. Qué humildad la de este hombre, por eso era (es) un genio. Toda esa morralla que circula por ahí sacando pecho y dándoselas de «literatos» palidece en la comparación con Alvite. Si aún se está buscando sustituto para Umbral (¡Ay, aquel «Mortal y rosa», plagado de endecasílabos y esdrújulas), tampoco habrá quien supla al gran Alvite. Lo dicho, un minuto de silencio y mi eterno recuerdo a un genio. ¿Qué piensas al respecto, Sargento?

  9. Antonio Muñoz Molina es uno de las grandes escritores en lengua española de los últimos 40 años. Este es un hecho indiscutible. Su obra tiene un recorrido coherente y honesto. Su trabajo con el lenguje es minucioso. Su estilo podrá gustar más o menos, pero reto a cualquiera a encontrar un autor con un respeto tan reverencial por la palabra escrita y un compromiso casi monacal con la belleza. Además, es un extraordinario narrador/creador de historias.
    Antonio Muñoz Molina es sinónimo de literatura. Pocos escritores españoles pueden avalar una trayectoria como la suya. ¡Pues anda que no le queda sopa que tomar a Cercas para acercarese mínimamente a él!
    No sé por donde van a ir los tiros de vuestra reseña sobre su última novela. En mi opinión es una novela extraordinaria. Solamente por las cuatro primeras páginas vale la pena. La estructura es arriesgada, audaz. Atoficción, historia, ficción, metaliteratura, cruce de narradores, descripciones bellísimas, y pasaje brillantes. Una gozada. Yo con «Como la sombra que se va» me he reconciliado con este autor, que me defraudó con su novela anterior, «La noche de los tiempos».
    …Y, finalmente, Muñoz Molina le ha pasado por encima a Mendoza desde hace ya muchas obras.

    Otrosí. Mendoza y Benet son los polos opuestos de entender la narrativa. Parece que, sin ellos pretenderlo, se disputan la paternidad del inicio de la nueva narrativa española a partir de los 60. Pero en realidad esta es una cuestión artificial creada por los críticos, muy interesados en etiquetarlo todo para facilitar su labor y compartimentarlo todo. Creo que «Las ciegas hormigas» o «Seno» de Ramiro Pinilla aportaron más a la renovación de la narrativa española que ninguno de estos dos autores.

    Me da en la nariz que la aparición de los artículos que referenciais aquí tiene la intención de luchar contra la potencia de los argumentos del libro de Moran, que evidencian con pocas posibilidades de discusión muchas de las figuras que nos vendieron durante los 80 y por tanto ponen en peligro el fondo de armario sobre todo de Alfaguara y de Planeta.

    Por cierto, Moran dice de AMM que escribe como un viejo -opinión con la que estoy absolutamente en desacuerdo- pero a Benet le hace un traje.
    No recuerdo en «El cura…» ninguna referencia clara sobre Mendoza. Si lo nombra, lo hace de pasada.

  10. Violeta dijo:

    Mirad esto chicas el superpremiocutrede 500 leuros en pago de premio por una primera edición, eso sí los diez ejemplares que te dan también no los tienes que pagar… tiene un post esta editorial por lo menos por vuestra parte no? y encima para participar tiene que estar suscrito a su editorial ¡la virgen santa! como andan las cosas…me recuerda a los post de la página Insultarte donde escriben acerca de este tipo de cuestiones….

    http://playadeakaba.com/?q=revista-digital-playa-de-akaba%2Fii-premio-literario-de-novela-y-ii-premio-literario-de-poes%C3%ADa-playa

  11. Ire dijo:

    Bueno, gente como Arrabal o Gómez Arcos prefirieron quedarse donde estaban. Es posible que el lector español de entonces tampoco estuviera preparado o dispuesto para mucho más. De Mendoza solo he leído El laberinto de las aceitunas y me pareció divertidísima, porque representaba, a su peculiar manera, una sociedad concreta de forma muy gráfica.

  12. Hanna dijo:

    Los gustos, tiene que ser eso, Pobrecito, porque ese «un respeto tan reverencial por la palabra escrita y un compromiso casi monacal con la belleza» siempre me pareció idolatría por una originalidad que, en las más de las ocasiones, ronda el ridículo por osadía y desconocimiento del uso del lenguaje ¿literario?, o del cómo causar extrañeza -literaria- sin hacer el primo, o aun por desconocimiento del novelar, así como de los ambientes, paisajes y demás, que utiliza con un desparpajo digno de mejor causa. Y esto también es un hecho indiscutible, pero para mis entresijos. De otra manera, prefiero a los autores que dan la impresión de tutearse, si no con la belleza, que es la aspiración, con las palabras que usan y en especial con lo que cuentan. De todas maneras, seré sincera, abandoné la lectura de MM hace lustros, y no solo, qué va, después de varios intentos frustrantes o de sentirme estafada. Pero no busco sangre, apenas dejar otra valoración, una distinta.

    • Pocos conocen el lenguaje como AMM,Hanna, y pocos conocen como él el arte de novelar. La calidad de la obra de este autor es incontestable a pesar de alguna novela fallida.
      Dime por favor cómo se tutea uno con el lenguaje. Me ha gustado la imagen pero no entiendo qué quiere decir. Quiero decir que uno tutea a alguien (o en sentido figurado a algo) con el lenguaje, pero al añadir el reflexivo me despistas. ¿tutearse con lo que cuentan? ¿y como diablos se hace eso? ¿Quieres decir que el autor habla de tu a tu con la historia y con los personajes, e incluso con su estilo? Sin ironía, Hanna, explícamelo, por favor.
      AMM puede no gustarte, faltaría más, pero estafar no. Creo que su honestidad a la hora de trabajar está fuera de toda duda

      • Pobrecito, ¿estás de broma? Uno se tutea -o no- con todo, con la vida -a veces-, con la muerte -raramente si es posible-, con los sueños, con la naturaleza, con el silencio… También puede uno tratarlos a todos ellos de usted, desde la distancia o desde el respeto. O incluso, no tratarlos en absoluto, vivir en el autismo de las cosas y de los otros. Y del lenguaje, que es lo que en mi opinión, le pasa a los malos escritores con independencia de las historias que cuenten. Yo soy un analfabeto literario, con propósito de enmienda, que he leído lo justo en comparación con quienes pululáis por aquí -la intensidad hace que un buen libro me acompañe años-, pero pienso -acertadamente o no- que tengo «oído» para el idioma, para su música y para sus rincones. Y en mi desvergüenza, sí, me atrevo a tutearle -al lenguaje- más desde el instinto que desde la gramática -todo llegará-. Puedo editar bien, pero no soy editor… a la americana. Como dice Stephen King en «On Writting», «el escritor es un mago, pero el editor es dios».

      • Ameba dijo:

        Pues mira, qué quieres que te diga, a mi las novelas de AMM no me dejan ni tibia. Por otra parte (y lo digo sin ningún ánimo de joder la marrana), a mi no me parece que el aporte de AMM a las letras españolas sea tan grande, es decir, no creo que sume, cambie o modifique nada en las letras españolas. Su obra puede ser honesta, que no lo niego, sus esfuerzos considerable y hasta bellos en algunos casos, sus novelas y su estilo te pueden gustar más o menos…pero que sume, reste, modifique o cambie con su obra las letras españolas…permíteme discrepar.

      • Ameba dijo:

        Debería agregar además que su novela «Como la sombra que se va», es espeluznante…

  13. Socorrooooooo. Si, aquí, yo, uno de tropa pura y dura. Tengo un ataque de crisis vocacional y necesito ayuda de la superioridad. (O una hostia.) Voy por la pg. 188 del libro del Sr. Morán «El cura…», cada página me cuesta la vida, cada párrafo me resulta insufrible, sesgado, tendencioso, carente del menor rigor y, lo peor de todo, escrito en una prosa digna de un auténtico macarra analfabeto -cosa que el sr. Moran obviamente no es-. ¿Se me ha ido la olla? ¿He cruzado las líneas enemigas sin darme cuenta y estoy disparando contra uno de los nuestros? ¿Soy realmente un obtuso absoluto al buen hacer literario y periodístico? ¿Por qué le sigo dando vueltas a Donna Tartt un año después de haberlo leído día tras día sin poder dejarlo y este libro me resulta -a pesar de que me apasiona y necesito conocer el tema que trata-, un viaje al infierno? Desde el barrizal del campo de batalla, me pongo -una vez más- a las ordenes de la superioridad, eso sí, dejando a un lado toda pretensión de entender de que va esta guerra en ausencia de crítica de fondo y forma ante lo que a mis -supongo- escasas luces, yo sólo puedo ver como una perpetración contra el castellano, contra la verdad y, sobre todo, contra la inteligencia. La guerra no es bonita y hay que confiar en el mando, aunque el soldado raso, a veces, no entienda «What is going on» en el campo de batalla. A sus ordenes!! (Me veo más listo para proseguir con el «mandarinato» -a estas alturas «0» relevante de Jesús Aguirre- del que aprendo a pesar de lo difícil que en mi opinión -de la que siempre dudo- me lo ha puesto el autor.)

  14. Hanna dijo:

    Es sencillísimo lo que quise decir, o lo que intenté, Pobrecito. Tutearse con el lenguaje es desde luego tratarlo de tú, más exacto, tutearse con la lengua concreta en la que se escribe es conocerla con precisión y en profundidad para servirse de ella y cada vez mejor, en la medida que se crece en todo sentido (aunque te confío algo: creo que quien no escribe, pongamos, a los veinte o veintitantos, no escribe nunca, y la excepción confirma la regla). Es saber qué se puede decir y qué de ninguna manera, en el sentido en que se sabe utilizar, ajustándola con precisión a lo que se quiere decir, jamás al revés, uso esta palabra, creo esta imagen, me sirvo de esta comparación, tomo este lugar común -sobre lo que ignoro, encima, y eso se nota a la legua-, no evito decir esta bobería que quiere cobrar vida, no amarro la pluma si veo que coge carrerilla para generalizar y banalizar, de manera que, entre unas y otras zarandajas, el lector no logra creerse lo que lee -no podrás negarme que es de lo que se trata-, ya que no resulta verosímil, creíble y, lo peor, a veces incluso se le escapa la risa. Y todo esto que te digo conviene a lo que leí hace tiempo de Muñoz Molina, no el único, pero, con todo, seguí, más que leyendo, ojeando -cada vez que un alumno, mal aconsejado por otro profesor del dpto., me sugería que quería leer tal cual libro suyo, o de Cercas o de tantos otros-, durante el tiempo ocioso de un examen o un ejercicio escrito. Hasta que me dije: prou, fins aquí hem arribat.

    Nicanor, creo recordar que en algún comentario dejé dicho en este blog que la sintaxis en especial.. pero bueno, sí, el castellano de Morán es zafio; ignoro si su lengua materna es el catalán. Respecto a los mandarines, pues qué quieres… A pesar de que leerlo no es exactamente sumergirse en un relato hermoso y apasionante -tampoco es su aspiración, supongo-, más aun, de que cuesta leerlo, me interesa mucho y sigo en ello, pero leo a ratitos cortos, no podría de otra manera. Y aunque también es verdad que pudiera decirse que muchas de las valoraciones de los personajes las hace sin referencia concreta o datos que aportar, se establece fácil una complicidad obvia y complaciente con lo que dice. Si hubiera tenido que acompañar pruebas a cada una de sus descalificaciones, el libro no le hubiera consumido diez años, sino un cuarto de centuria; en términos generales, ratifica lo que sabíamos o sospechábamos. Y qué duda cabe: está informado y, en la medida en que se puede en un libro de esas características y extensión, es justo con todos. ‘Es lo que pasa siempre con Morán’, me comentaba gente para mí más que fiable. Pero ahora recuerdo que al menos Ire contaba con una valoración bastante diferente.

    • Ire dijo:

      Bueno, la valoración de quien lo leyó era más o menos ‘¿tanto revuelo para tan poco?’. Lo cierto es que tampoco me animó a leerlo, más allá de como lectura de entretenimiento. Él concretamente buscaba más datos, más referencias, y menos cotilleos, sospechas y descalificaciones algo gratuitas si no van acompañadas de datos que puedan confirmar los hechos, porque además parece ser que no descubre nada nuevo, o nada que sorprenda demasiado. Eso sí, me dijo que se rió bastante con lo bestia que es el asturiano.

    • Bueno Hannah, Nicanor ( qué nombres tan sugerentes teneis. Ahora leo la antología poética de Nicanor Parra «Chistes para despistar a la policía (poesía), Qué curioso, porque la poética de este autor precisamente propone perderle el respeto a la poesía, humillarla, ofenderla, para que no meura).
      Bueno, al grano, que me despisto: Digo que si lo que decís es tutearse con el lenguaje, entonces Antonio Muñoz Molina es un maestro. Cercas ya es harina de otro costal. Está a años luz.
      En cuanto a Gregorio Morán, en mi opinión, está inconmensurable en «El cura…». Pocos ensayistas y/o periodistas tienen la palabra tan afilada y atrevida, el adjetivo tan certero, y son tam refresecantemente incorrectos. Yo he gozado con «El cura…» (Bueno, con el libro titulado «El cura… 😉 ) Eso sí, uno se siente estúpido, engañado, manipulado, más si cabe de lo que podemos llegar a saber o imaginar: lo digo por el capítulo en el que se explica la historia de «El País», ese intelectual colectivo… de la transición y de la década y media felipista

      • Hanna dijo:

        Pobrecito, así a vuelapluma, una observación; regresaré cuando disponga de más tiempo porque, o te cuesta terminar de entender lo del tuteo, o no quieres hacerlo, y digo esto por tu «Qué curioso, porque la poética de este autor precisamente propone perderle el respeto a la poesía, humillarla, ofenderla, para que no muera». ¡Pues, claro, hombre, no faltaría más! Pero no sé si te has parado a pensar en que, para humillar u ofender a alguien (algo en este caso), hay que conocerlo muy a fondo, tratarlo de tú, en otro caso, no pasas de hacer el ridículo, que viene a ser justo en lo que cae MM en su afán de ofrecer una suerte de ¿preciosismo provocador? Allá él, no estoy ya para zarandajas, como te dije en la anterior intervención.

        Nicanor, cuando me sale de las vísceras, piropeo incluso a los caballeros, y resulta que, no exactamente tú, no te conozco, tu decir, me gusta mucho, es fresco, distinto y huele a honesto, se lee con interés. Y hay algo que no sé si sabes: en esto de la lengua al servicio de la literatura -muy en especial en poesía, pero incluso en narrativa-, el saber teórico no te hace poeta, literato; incluso, con una frecuencia sospechosa, incide en el fracaso. Los mejores poetas, o los que lo son sin más, no fueron precisamente filólogos, gramáticos, expertos conocedores lingüísticos, pero saben un rato tutearla, vapulearla, utilizarla y ponerla de rodillas para que diga exactamente lo que ellos desean. De otra manera, adelante, sé listo; si es para hacer literatura, desprecia cuanta teoría saben los que, en este justo momento, son poetas o narradores de pacotilla, pero dan el pego a los más por pedantes ‘académicos’ -nada que ver con estar en la RAE, al menos no en exclusiva-, sabedores de nada que tenga que ver con escribir. Si un poeta es filólogo, lo es por mera coincidencia, no porque sus saberes se lo hayan permitido. Otro día me explayo:-), lo prometo.

        Ire, exactamente, recuerdo ahora lo que nos decías, y me gusta lo que añades sobre lo que piensa ese familiar sobre el libro de Morán. He vivido en Asturias medio bachillerato y la facultad, lo que me permitió tratar a ‘asturianos de braveza’ muy en la línea de Morán, leales bestias de la amistad, por cierto.

    • Ameba dijo:

      Eso, eso Hanna que a veces da la impresión de que a este señor (Muñoz Molina)…le falta dominio de la lengua, en otras palabras, que le falta lectura vamos…

  15. Hanna, ¡gracias por contestar!. Estoy de acuerdo contigo, pero me sobra instinto y me falta formación. Estudie periodismo y no filología, así que siempre dudo de mis seguridades. Para ser sincero, siempre dudo de mis certezas en general mientras estoy en ellas con absoluta convicción… hasta que son reemplazadas por otras. Totalmente de acuerdo -yo no hubiera sabido expresar así- respecto al problema de Morán con la sintaxis. Obviamente conoce el lenguaje, incluso hay algún momento bello, pero en general se repite, pierde el hilo a mitad de un ´párrafo y cambia el sujeto… en fin. Naturalmente que le reconozco un enorme esfuerzo y que este es interesantísimo, pero la falta de rigor lo hace mediocre. Estoy con lo que dice Ire. A veces le pierde el prejuicio, a veces la ramplonería, como cuando califica a El Escorial de «símbolo de la crueldad y del poder». Hombre, símbolo no, no más que las pirámides o la gran muralla china. Símbolo de la crueldad es la Torre de Londres. No, El Escorial es símbolo del catolicismo como forma de estado. Como me atrevería a decir que lo es el Valle de los Caídos. La prueba de lo que digo -que podría ser sólo una opinión- es el tamaño del «palacio» -que sólo ocupa el «asa» de la parrilla- frente a Iglesia y Monasterio. Frente a la grandiosidad del monasterio, hay que agachar la cabeza para pasar por la puerta de entrada a el palacio, y la habitación del monarca más poderoso del Mundo… bueno, pues una estancia con poco sitio para más que la cama. Eso si, con ventana directa al altar. Terminaré de leer el «Cura…» y habré aprendido mucho. Pero me temo que alguien menos crítico y con menos formación -en esto sí-, para descubrir la manipulación pueda entender los periodos de nuestra historia que describe de forma errónea o no entenderlo «at all».

    • Hanna, no te das cuenta y por querer romper con algo que no concretas y pretender cierta originalidad o renovación caes en el mayor de los tópicos. No hay mayor conservadurismo en cualquier arte que en las vanguardias Lee a Juan de Mairena. Te ayudará a disfrutar de la literatura sin prejuicios.

      • Hanna dijo:

        Caray, pues tendré que darme cuenta y romper con lo que sea y no caer en los tópicos, joder, y al precio que sea, pero ¿leer Juan de Mairena otra vez? Me la sé de memorieta, Pobrecito, es cosa muy de maestros leer a los consagrados. Y sí, claro, las vanguardias no lo serían si no conservaran lo que deben; una vez, lo recuerdo bien, dejé en este lugar del ejército de liberación una Capilla Sixtina que era y que no era la de Miguel Ángel, por ejemplo. Y es lo que tienen las vanguardias, que se van quedando solo cuando juegan en serio; lo que sí voy a leer, en cambio, porque se me está cruzando de continuo, tiene que ser una señal, es a Donna Tartt, a la que no le leí una palabra, creo que la citó Nicanor. Anímame, dime que no debo perderme ¿El Jilguero? de ninguna manera.

  16. Pobrecito… mi opción de nombre sería -para mí digo- «pobrecito bocazas». Me van los jardines. No comparto tu opinión sobre lo del Moran y el lenguaje -sí la de Ire y en general la de Hanna- ni su supuesto «rigor» frente a los hechos -a veces sí, claro-. Pero a partir de aquí -estamos en la opinión y el gusto- así que… nada que decir. Podría… concretar digo, con ejemplos, pero creo que no es TAN importante. Sí lo es el tema… algo con lo que yo, que soy MUY, muy inocente, siempre me había encontrado en la vida real pero, como me parecía imposible que periodistas y escritores de un periódico que respetaba y con el que colaboré, pudieran tener una catadura moral tan baja, pues caminaba por el error. Sí me di cuenta por mi mismo, que El País no era un periódico Orteguiano -liberal e independiente como decía su mancheta- a pesar de que lo fundara el hijo del filósofo y gente como Julian Marías, sino un periódico socialista. Y no sólo socialista, sino un no-periódico que era en realidad un órgano de propaganda. Esto lo descubrí yo solito con gran disgusto. Lo malo del periodismo no es tener una orientación ideológica, sino ocultarla y, peor aún, tenerla por encima de la verdad. Que su editor lo fuera de libros de texto -no otra cosa menor- en el franquismo, era algo que desconocíamos los que en aquellos tiempos amanecíamos a la democracia sin conjuras -de necios- previas. Respeto a la lucha antifranquista aparte. No he leído a Nicanor Parra -shame on me-, a pesar de que me lo recomendó ¡Susan Sontag! en NY un día que vino con un amigo común a ver ¡Misión Imposible! (le encantaba la cultura pop -popular-). Me quería morir de vergüenza cuando me dijo al confesarle que no lo había leído «pues es muy bueno». Uff «trágame tierra». Y sigo sin leerlo… Entre otras cosas porque el señor Moran me retiene con nuestra personal batalla por el lenguaje narrativo. Y periodístico. Ganas de terminarlo… por cierto, su despacho de Ortega a partir de la famosa manzana de Martin Santos es un ejemplo de la insoportable levedad de sus opiniones: sigo yo sin entender aún hoy en día, el tema del tiempo sin tener en cuenta la biología. Pero vamos, que Ser y Tiempo, de Heidegger, colega y conocido de Ortega, le debe parecer también un retrasado mental. Aun así, despachar la ingente obra -en contenido en el caso de Heidegger-, de ambos filósofos -despachar a uno es despachar a otro- con un chiste es… frívolo cuando menos. Pretender ignorar hoy que la realidad no incluye la perspectiva del «observador» sea cosa o bicho, sería una asunción fundamentada en ¿quien?. Se me escapa. No lo dice Morán, de eso estoy seguro. Pasearse por las tortura y crímenes del franquismo contra los miembros del PCE y que no aparezca -apenas- la URSS como parte de la ecuación¿no es tendenciosillo? Lo digo porque sí habla de una Europa «dominada por Estados Unidos». ¿Lo estaba el PC por Stalin? Media verdad, es una mentira. Ves ya me he metido en jardines: no tengo remedio.

  17. Moran fue militante del PCE hasta un año después de la legalización
    Creo que es conocido su «Miserias y gandezas del PCE». libor de referencia sobre el tema. Este libro ha sido muy utilizado por los fachas para argumentar contra los comunistas españoles. Quiero decir que a este tipo ya no se le van a caer los anillos por explicar más oscuridades del partido en el que militó. Lástima que el libro sea practicamente inaccesible. Solament se encuentra en librerías de viejo a precios que rondan los 160€. A ver si algún valiente se atreve a reeditarlo, porque si no el valiente voy a tener que ser yo para pedirlo en una biblioteca y perder el resguardo
    Creo que en «El cura…» enmarca perfectamente el papel de uno y otro bando de la guerra fría, con el contubernio de Múnich y el congreso sobre realidad y literatura que tuvo lugar en Madrid.
    Josep Fontana repasa y da cuenta pormenorizada de la campaña cultural en Europa por parte de los EE.UU para hacer frente a los intelctuales de la órbita soviética en su libro «Por el bien del Imperio». Este es un episodio fundamental en la historia contemporánea occidental.
    Y otra cosa: un ensayo es bilis y opinión personal. No se trata exclusivamente de desemenuzar e informnar sobre una serie de hechos. Se trata también de que el autor se implique con su punto de vista personal, tan subjetivo como quiera, tan valioso como pueda, con su estilo y modo de ver las cosas sobre las que ha trabajado. Y a mi, la mala leche de Morán me pone, qué le voy a hacer
    ¡Salud!

    • Ire dijo:

      Bueno, no, un ensayo puede ser bilis y opinión personal, pero básicamente son argumentos, de los diferentes tipos que existen, desde el de autoridad hasta el de la analogía, pero argumentos al fin y al cabo. Si no es simplemente una diatriba. Pero eso no quita que estés en todo el derecho del mundo a que ‘te ponga’.

      • En un ensayo se debe reconocer al autor, en toda su personalidad, si no, no es un ensayo, es un estudio, o un informe, o una noticia… Cuando digo bilis digo persona.

      • Ire dijo:

        Por supuesto que en un ensayo debe reconocerse al autor. Pero ese autor debe convencer al lector, al mejor predispuesto y al menos. Solo entonces se logran sus objetivos. Un ensayo es un híbrido. Es opinión, cierto, pero opinión «blindada», cuanto mejor más efectiva, pese a saber, o sospechar, muchas veces que los argumentos del autor puedan ser falsos o no totalmente ciertos. La cuestión es si se pueden rebatir con comodidad o no, si se ve el armazón desde el exterior o no. El ensayista que logra esconder ese armazón es un escritor y un pensador hábil. El que no, pues no.

      • Ire dijo:

        El ejemplo de ensayista perfecto es Montaigne. Muchas cosas que defiende son a todas luces cuestionables. Pero hazlo. Cuestiónalo, digo.

      • Ire dijo:

        Sí, pero siempre y cuando ‘parezca’ objetiva y cueste demostrar que no lo es.

      • Mujer… una subjetividad que parezca objetiva es un sofisma. Eso es algo digno de publicistas, manilpuladores, propio de San Agustín… 😉

      • Ire dijo:

        Jaja, no creas. Es la diferencia entre desahogo, lícito pero que no va a ninguna parte, y persuasión, efectivo o no según la capacidad crítica del lector. No todos los ensayos tienen que contener argumentos falaces, hombre, pero si los contienen al menos que no se note ; )

  18. Seguramente no merezca la pena insistir sobre el tema, pero como buen leonés me caracterizo por ser cazurro -en su acepción de cabezón que no recoge la RAE a pesar de los leoneses allí presentes-. En realidad creo que este el quid de la cuestión. A mí la mala leche de Morán también me pone y respeto su esfuerzo. No su falta de honestidad y rigor -una mentira a sabiendas descalificaría el libro, y objetivamente hay muchas-. El denostado -en un una frase- Ortega decía que «España es el único país donde los hechos son opinables-. Bueno, lo es. Pero no lo son. Todo lo que dices es cierto, salvo que, creo, un ensayo, tiene que ser honesto. Y riguroso. Creo que del que hablamos no lo es. Por ejemplo «Quizá Freud se habría atrevido a construir artificios analíticos sobre la Tamborada de San Sebastian». ¿Y esta especulación? ¿a qué viene? Especulación es. ¿Sirve al libro en algo? No. ¿Cómo puedo probarlo? Porque el autor califica de «artificio» la especulativa posibilidad de que Freud hubiera hecho algo que no hizo. Es puro empirismo propagandístico marxista -o nazi, que lo mismo me da hablando de esta disciplina del conocimiento a la que ambas ideologías políticas aportaron tanto-: Se menta algo que no existe e, inmediatamente, se pasa a descalificarlo. La España actual ES la utilización del periodismo como propaganda algo que los Mandarines ¿moranianos? se encargaron en construir dando continuidad a la prensa del franquismo y -supongo- que del Frente Popular. La ausencia de periodismo riguroso en España -del que Morán viene a ser muestra- una ausencia no combatida al haber sido cubierta con eficacia por el velo de la propaganda, y es la razón -y no hay otra tan importante-, del mal estado de la democracia española. El mundo es lo que los periodistas contamos -en los periódicos y en los libros de no-ficción. Si el periodismo es ocupado por propagandistas, el resultado es una Opinión Pública deficiente; y sin Opinión Pública, no hay democracia liberal. Sí democracia al estilo de la RDA que es en la que sigue creyendo según se deduce -de forma legítima, creo- Gregorio Morán. Hablo sin prejuicios, le he descubierto con este libro ¡¡¡!!!. Me confieso crítico, no culto. No hay democracia sin prensa libre y en España no hay prensa libre. Ojo, esto no este problema de no-democracia, no es consecuencia de los políticos o de la Constitución, es consecuencia de la corrupción periodística que denuncia el propio autor. Hay propaganda libre, eso sí: para ello se creó el Master de El País dinamitando la necesidad de formación universitaria del periodismo -y su colegiación- con el fin de evitar el elemento esencial de control -junto con las urnas- en un sistema democrático. Lo que Morán obvia -y le descalifica, al menos en este libro- es que la opinión periodística -siempre subjetiva como todo periodismo-, aún siendo opinión, ha de excluir la mentira y la manipulación intencional. Es la línea sutil que le separa de la propaganda. Insisto: Yo no me atrevería a decir sin más que el trabajo de Sigmund Freud esté compuesto de «artificios» -pero es una afirmación que se puede defender intelectualmente-, pero lo que no se puede hacer es descalificar algo sobre lo que Freud no escribió una línea -artificial o no-. Esta es la gran herida de España, el desprecio por la ciencia, por los datos empíricos. Este es el «sistema» que Morán critica pero del que participa plenamente. ¿Por pasta? Seguramente. ¿Por qué si no? ¿Por falta de capacidad intelectual? Me cuesta creerlo. Yo no conozco a Morán y no leo la Vanguardia, no me llega la pasta no hay otro motivo. Soy mucho más ignorante e inculto que él y con menor capacidad de trabajo. Pero se que como periodista me he equivocado a menudo. Pero no he manipulado ni he mentido de forma voluntaria -o mercenaria-. Repito, no hay prejuicio posible: no conocía de nada a este «periodista», me aproximé al libro con auténtica pasión, y ha sido el libro y el autor los únicos, los únicos, que me han proporcionado la información que manejo y de la que saco las conclusiones que saco de forma acertada o no, pero razonada y honesta. Y sé que me meto en estos «jardines» avisado por los copiosos ladridos de los mastines. Llamémosle, irresponsabilidad responsable. Creo que este es el espíritu de la Patrulla de Salvación, creo que es imposible separar desde hace décadas, arte y periodismo, literatura y periodismo. La nueva «cultura» se hizo primero con la prensa y luego creó a sus lectores: comprometiendo la salud de la literatura misma. (En España y quizá en español.) Por eso identifico en «Patrulla» un hacer periodístico, con sus (aquí) y (aquí) tan no-españoles ellos refiriendo al lector a los hechos, a los datos. Y ese hacer periodístico critica al mundo editorial, pero no pone a los periodistas como protagonistas del acoso y derribo al talento -o como lacayos-, y eso, es dejar de lado el esencial arsenal nuclear del enemigo. En mi humilde opinión de soldado de tropa, siempre respetuoso con el mando. (Cierto, no cuento con el talento de la síntesis -tampoco Morán by the way- y reconozco mi miedo a que lo bueno, si breve, se convierta en malo.)

  19. Por cierto, la palabra «masón» -Llopis- no aparece hasta la pg. 187 -si no me equivoco-. ¿De verdad? Puede, pero resulta sorprendente. ¿Le creo o no le creo? Falangistas, católicos, catolicismo obrero, PSOE, castrismo, PSOE, comunistas, el Felipe, la CIA, los americanos, los judíos, carlistas, nacionalistas, nazis, PCE, catolicismo otra vez, franquismo, ah, y hasta mención a la bestia negra del liberalismo (Madariaga). Vale. ¿Real? Oro parece plata-no es.

  20. Susana E. dijo:

    Muy de acuerdo con muchas de las cosas que planteáis pero, por favor, no os dejéis llevar… El País sí se acordó de Carlos Barral en el 25º aniversario de su fallecimiento: http://cultura.elpais.com/cultura/2014/12/17/actualidad/1418845152_238170.html

    • Vamos a ver:
      Carlos Barral muere el 12 de diciembre de 1989 y ese artículo se publica el 18 de diciembre. Además no me extrañaría nada que la iniciativa para redactar ese texto hubiera salido del autor Malcolm Otero Barral, nieto de don Carlos, y no de EL PAÍS.
      Sólo te pido, además, que compares la relevancia que EL PAÍS ha dado a este aniversario (un unico artícul oy a destiempo) con los festejos que monta en otros «cumpleaños».
      Sólo eso
      Un abrazo
      Maggie

  21. Hanna dijo:

    Y por cierto, hablando de héroes, ¿habéis visto el documental Ciutat Morta? Gregorio Morán tiene alguna intervención, me ha encantado verlo allí. Se puede encontrar en youtube, los 5 minutos censurados por el juez, incluidos, y aunque es posible que el que regala eldiario.es resulte de mayor calidad, no es cosa de verlo una segunda vez.

  22. Hanna dijo:

    Pido disculpas si alguien ha comenzado a verlo, porque es aquí donde se ve mejor

  23. Ando acojonao porque la Sargento me pille de guardia sin las órdenes preceptivas. Pero a veces un poco de guerra de guerrillas puede venir muy bien, siempre y cuando estés en el mismo bando -y yo juraría que lo estoy si no he caído en una operación de contrapropaganda-. Así que informo del estado de cosas en mi frente: «El cura…» Pues nada, que acabo de terminar la Primera Parte -había olvidado que estaba en una «Primera Parte»- titulada, por cierto, «El descubrimiento del mundo hacia 1962»-. Resumen: después de todos los sapos que he soltado, pues termina muy bonito, la verdad, con un texto sobre «Tiempo de destrucción» el libro en el que trabajaba Martín Santos en el momento de su muerte dos años después de la fecha de referencia citada. En toda esta primera parte he encontrado dos párrafos bien escritos, y una crítica fundamentada y terriblemente mordaz sobre «un tal» -expresión mía- Salvador Clotas: «»La pedantería filistea de la selección de las prosas -«el orden de los apólogos no tiene otra justificación que un oscuro instinto que me ha dado su repetida lectura»-. Razón por la que los separó en «apólogos breves» y «apólogos largos». El resultado ronda el crimen»». Por lo demás, el supuesto protagonista -hilo conductor- del libro, «el cura Jesús Aguirre», es caracterizado -aprox.- por ser capaz de estar en Misa y repicando. Pero, en realidad, es el gran ausente a pesar de contar con capítulo propio (¡sí, si, y tanto que es posible!). Su «rol» en el libro de Morán, en esta primera parte al menos -como la crónica de un desequilibrio anunciado-, es Luís Martín Santos y lo es, por la impresión que su obra -publicada y por publicar-, causó en su día en el autor. A pesar de la pretendida intención de describir una relación entre política y cultura, de lo que va esta primera parte es, única y exclusivamente, de literatura pura y dura, y el «dato» que Morán aporta es él mismo, conmocionado y tocado por poco más -nada menos- que un libro… y medio. Lo demás, hasta aquí, fichas de notas mal manejadas. Ergo.

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