Somos muy de irnos a los extremos: o blanco o negro. Hace cuatro años, acuérdense, el libro en papel iba a desaparecer y el futuro de la edición sería totalmente digital. Hoy, con los numerosos fracasos –el más grave el de Nook de Barnes &Noble– acontecidos en el mundo de la edición digital y con los datos de ralentización del crecimiento de este tipo de publicación de contenidos, tendemos a pensar que el papel es indestructible y los ebooks una mariconada.
“Wishful Thinking” es la expresión que usan los anglosajones para describir el proceso que lleva a emitir opiniones y tomar decisiones con base en lo que nos resulta emocionalmente más placentero en lugar de utilizando los datos que arroja un análisis serio y objetivo.
A la industria editorial tradicional la edición digital –con la desintermediación que trae anexa – le pone los pelos de punta, le produce escalofríos y le genera urticaria. Por ese motivo, que cuatro años después de su muerte anunciada el libro en papel se mantenga en pie y, contra pronóstico, conserve buena salud es una noticia que se tiende a agrandar, minimizando al tiempo cualquier información que tenga que ver con el desarrollo sano y esperanzador de los ebooks y eso. Por eso nadie, ningún periódico español, informó –salvo (aquí) nosotras- de la Digital Book World Conference que se celebró en New York en enero de 2015.
Pues, ya saben, en esto de la edición digital: ni tanto ni tan calvo.
No se fíen de los medios de comunicación. Vengan a beber de esta fuente de información independiente y rigurosa que es Patrulla de Salvación.
Thad McIlroy es un profesional de más de 30 años de experiencia en el mercado editorial norteamericano. Ahora regenta una página llamada The Future of Publishing y se ha especializado en analizar las tendencias, las nuevas maneras de hacer las cosas que ya se están poniendo en práctica y lo que ocurrirá -si no se equivoca- en un futuro cercano. Un ejemplo: esto sobre el futuro de los blogs. McIlroy ha escrito 18 libros sobre edición.
El amigo Thad tiene un largo artículo, “Eleven Trends and Opportunities for Digital Publishers in 2015”, que fue publicado en la página de Digital Book World (aquí). Arantxa Mellado, una de nuestras más dedicadas estudiosas del mundo de la edición digital, se ha tomado la molestia de traducirlo y lo está publicando por entregas en su página web: Actualidad Editorial.
Si pinchan en el enlace que he metido sobre la página de Arantxa accederán a su traducción y una a una podrán leer las 11 tendencias (solo le falta una, la última, por traducir) y oportunidades para autores y editores que quieran aprovechar, además de lo clásico, la opción digital.
Arantxa, una chica con mucha cabeza, dice en su introducción:
Si el futuro de la industria del libro será o no digital está aún por ver.
Los malos resultados obtenidos en los últimos meses (que han sido también pésimos para el libro impreso), el descenso en la venta de ereaders, el “aplanamiento” de la curva de crecimiento internacional de las ventas en digital… Ninguno de estos datos, ni siquiera las estadísticas que dicen que los niños prefieren el papel, son razón suficiente para no seguir mirando hacia delante y negar que el cambio existe y que hay que afrontarlo.
Pero no basta con aceptar el cambio, hay que querer cambiar para adaptarse y no quedarse en el camino. Las oportunidades existen para el que quiera y sepa aprovecharlas.
Bien por Arantxa. La oportunidad nº 10 –como ejemplo- dice: “Los autores y editores avezados construirán comunidades dinámicas alrededor de su contenido, propiciando la descubribilidad” (aquí).
Post data, que no «Big data»: Mi nieto, que tiene 14 años y se devora un libro de 500 páginas cada semana, hace más de 3 años que no toca una hoja de papel. Ahora está con Juego de tronos, pero la semana pasada se liquidó el último de Patrick Rothfuss en tres tardes. Cuando me vio cargando con El Jilguero (más de 1000 páginas de pesado papel) me dijo cariñoso: “Abuela: tu espalda”.
Y ese «descubribilidad», ¿tendrá algo que ver con la movida, mi sargento? Tengo para mí que sí, que la gente del papel, digamos, suele -o solía, vaya- ser bastante menos alegre para con sus responsabilidades, aunque debe de ser cosa de los tiempos que, al final y en casi todo campo al que se acuda, se encuentre uno con los mismos o parecidos estropicios. Resulta que los tratantes de palabras, de literatura, no son tan distintos a los tratantes de ganado sin más: el caso es estar en el mercado y sobre todo vender la burra.
Para descubribilidad, descubridad, descubrilidad y aun descubiertidad, ¡criaturitas!, este enlace que acabo de encontrar cuando buscaba en el botiquín algo chistoso para remontar la acidez estomacal. Y recuerdos a Arantxa de mi parte. A vosotras, conste, os prefiero cuando la lengua propia, esa de tineleros y de tinelario que, aunque no lo parezca, sin embargo, está bendecida por los más grandes.
http://conlalenguasuelta.weebly.com/blog/descubribilidad
Hay palabras y palabros. «Descubribilidad» es el paradigma de los palabros. He consultado a propios y a extraños buscando un sinónimo, una alternativa, una palabra (acabada en a) para nombrar esa discoverability que me traía de cabeza. Aún no he tenido suerte (las alternativas que propone tu enlace no me satisfacen).
Antes, al dar clase o en una conferencia, me disculpaba por la descubribilidad. Ahora incluso le he tomado cariño al palabro.
Recuerdos para ti también, Hanna.
Olé, de nuevo, por Arantxa Mellado
Qué coño!!
Maggie
DESCUBRIBILIDAD es lo +. Hubo un boom de la narrativa sudamericana a mediados del XX. Y va a haber el bluff de la «descubribilidad» (lo +) (lo repito: descubribilidad=big bang bluff) de la narrativa española (en todas sus distintas lenguas, paises, naciones, opciones, prerrogativas, alternativas, tendencias y disidencias…) de principios del XXI. Porque… DESCUBRIBILIDAD es lo +.
Querida Margaret, me siento agradecida y honrada por tu artículo.
Llevo un par de semanas bastante mohína con tanta miopía editorial. Artículos tendenciosos que consideran la curva plana del ebook un desastre y olvidan que las ventas en papel han caído a niveles de 1994. Editores y lectores aplaudiendo como focas del zoo ante la sardinita del «si ya lo decía yo» y despreciando un nuevo canal de ventas… Descorazonador.
Así que me llevo una alegría al comprobar que todavía queda gente con cerebro y sentido común en esta jungla del libro.
De nuevo gracias. Por tus piropos, por la mención a mi trabajo y por tener la mente abierta.
Te debo como mínimo un té con sandwiches, que seguro que en la Patrulla sois muy british. O una ginebra, que quizá te va más el estilo reina madre. Y te traes a tu nieto, que le daré un abrazo.
«Encontrado al azar» no te gusta, Arantxa, entiendo. Y, ¿sencillamente, «descubierto», qué dices, eh? De todas maneras, o todo aparte, pertenezco a esa raza terca de los del papel, sí y, lo más difícil de encajar quizá, mis dos nietecillos, cinco y diez años respectivamente, alumnos espabilados de la escuela de su barrio, y al tiempo, de su papá en latín y griego desde los tres, quieren papel -lo digital lo reservan para los dibujitos animados de la infancia española de papá-, así como, al menos, los alumnos que mantienen relación conmigo, los de la prehistoria y los recientes. ¿Malas influencias de esta descerebrada sin sentido común? Obviamente. Pero, tal vez, debierais cuidarlo, el papel, digo, que ya no seguirá destruyendo bosques, por fortuna, pero quizá nos preservará tesoros sin precio de alguna catástrofe por sobrevenir, así juega el azar. Y además, ¿no habéis notado que el papel impone cierto respeto que el digital hace saltar por los aires? No, no, sé de editores de libros digitales que lo bordan, tal que si trabajaran en papel; hablaba en general, de esa alegría ‘digitalera’, por tomarme una licencia lingüística también yo…
Esa «descubribilidad» que tantos ardores te da, Hanna, significa capacidad de ser descubierto. Por eso tu propuesta tampoco funciona. Ya avisé que no era fácil, pero gracias por seguir intentándolo.
No sé qué te hace pensar que yo sea una especie de archienemigo del papel. ¿Es porque defiendo que existen formas alternativas de leer? ¿Porque abogo por nuevos modelos de negocio en una industria que se hunde? ¿Porque creo que el libro impreso como formato único es pan para hoy y hambre para mañana?
Que defienda el formato digital no significa que quiera matar el libro impreso, Hanna, no simplifiques. Los libros impresos me han dado muchas alegrías, como profesional y como lectora, así que seguiré comprando y leyendo en papel. No hacerlo sería una necedad. Tan necio como no comprar ebooks porque no huelen, o porque no puedo tocarlos o sentir el tacto de sus páginas. (Por cierto, ¿has notado que cada vez hay más libros que huelen raro?).
Resumiendo: Leo en papel y en digital. No es contradictorio ni excluyente, al contrario, es complementario.
Lo importante son las historias, Hanna, no el formato en el que se leen.
Gracias siempre a ti, Arantxa, lástima que sea tan tarde para responderte en condiciones, pero así, a vuela pluma, ¿capacidad de ser descubierto un libro? Ignoro en qué acepción del término, pero suena extraño, diría que los libros carecen de capacidad, a no ser la de contener, como un armario, palabras que nos devuelven la vida, nos transforman o nos divierten. ¡Ah. el soporte, sí! ¡Ah, las historias!
«Descubribilidad», por extraño que suene, es un término necesario y adecuado. El libro de papel quizá —y lo digo sin estar muy convencido— no posee esa capacidad, pero el libro electrónico sí, sin lugar a dudas. Un e-book no deja de ser un archivo capaz de ser indexado por un motor de búsqueda en una base de datos. En función de la calidad y cantidad de metadatos que se hayan introducido y de las estrategias de visibilidad que se hayan adoptado, será más o menos difícil encontrarlo. Es decir, a través de una búsqueda en una base de datos, Internet, etc. hay libros electrónicos con mayor capacidad de ser descubiertos que otros.
De todos modos, guste o no, los libros de papel también se ven afectados. La mayoría de descubrimientos literarios se realizan a través de Internet. Sea de papel o electrónico, si no aportamos metadatos suficientes y/o no lo hacemos suficientemente visible en la red, un libro (como cualquier otro bien/servicio) es invisible a los motores de búsqueda y por tanto poco «descubrible».
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