Esto de los aniversarios es un puro cachondeo. Hace poco hablábamos aquí de dos editoriales que habían publicado a la vez el mismo libro de John Dos Passos para aprovecharse del centenario del comienzo de la I guerra mundial. Ahora tenemos la polémica montada con los derechos de Cortazar, el escritor argentino, de cuyo nacimiento se cumplen en agosto cien años. La cosa comenzó con editorial CIRCE (una referencia en el asunto de las biografías) cuando hace poco más de dos años encargó -con su correspondiente adelanto- a Miguel Dalmau (memorable su bio de Gil de Biedma) una biografía del autor de Rayuela. Luego, al olor del sucio parné, apareció Aurora Bernárdez, la que dice ser «la viuda» de Cortazar, acompañada de «sus abogados» -hay que ver lo bien asesoradas que están todas estas señoras latinoamericanas de provecta edad- y obligó al bueno de Dalmau a pegar un tijeretazo en su trabajo. Dalmau decía en octubre de 2013 a Qué Leer:
Mi bio sobre Cortázar estaba a punto de salir a la calle (publicada por Circe). Pues bien, habrá que esperar varios meses. Los abogados de Aurora Bernárdez, esa ‘venerable ancianita argentina’ que va por el mundo como su viuda,-cuando jurídicamente hace casi cincuenta años que ya no era su mujer- me han vetado el uso de cualquier línea escrita por Cortázar. En consecuencia, he de someter el texto a un severo proceso de reescritura y micro cirugía para dejarlo en un territorio exento de posibles reclamaciones legales.
Parece que los recortes no han sido suficientes y la agencia de Carmen Balcells (que representa a la «viuda») obliga a Dalmau a retirar hasta la última cita. Ese es el momento en que el escritor, hasta las narices de «viudas», agentes y otras presiones, decide no publicar el libro y tirar por la cisterna dos años de trabajo. Y nosotros, los lectores, a fastidiarnos.

Aurora y Julio hace un porrón de años
Lean en este PDF dalmau en pipas 93 la entrevista completa que la revista Bolsa de Pipas (en su número de abril) ha hecho a Miguel Dalmau.
Dice Dalmau entre otras cosas menos suculentas:
Bien, yo nunca diría que sobran publicaciones para conmemorar la figura de un gran escritor. Pero sí que es cierto que un lector poco informado puede perderse en la maraña de publicaciones que inundan el mercado. Pero, ¿no pasa lo mismo con las novelas? Hasta que no se restituya el criterio estético, lo que verdaderamente vale la pena y lo que no, la gran literatura estará muerta. ¿Qué puede decirse de un país donde la revelación literaria del año es Belén Esteban? Aquellos polvos de Ruiz Zafón, con perdón, trajeron estos lodos. Tenemos lo que nos merecemos. Es la evolución natural.
(…)
Yo no creo que Aurora (Bernárdez) salga mal parada en mi ensayo. Simplemente intento situarla en su lugar. Era una emigrante gallega muy lista y ambiciosa, que atormentó a Cortázar con negativas sentimentales, hasta que se subió al carro cuando el autor de «Rayuela» se marchó a París. Entonces reapareció en su vida. Y Cortázar mordió la manzana. También sostengo que la relación no era de tipo pasional, ni mucho menos, sino un acuerdo sentimental fijado en los pilares de la afinidad intelectual y de la camaradería. Las grandes pasiones de Julio fueron otras. Pero, claro, en el fondo a ninguna mujer le gusta pasar a la historia de un genio en este papel. Todas quisieran ser la gran musa romántica, aunque con el monedero lleno. Pero hay que joderse, chicas, muchas son las llamadas y pocas las elegidas.
¡Joder, con las viudas! Las de escritores famosos dan para un tratado de siquiatría…
¡No, hombre! De psiquiatría, no; de economía, y de la buena: trading, private banking, merges & adquisitions, y así. En su defecto, también puede ser un tratado sobre técnicas de ordeño de vacas (sagradas).
hombre…no es mal argumento para una novela…
Todo el mundo se cree con derecho a pasar a la posteridad. Cortazar, más bien su obra, sin duda que ocupa un lugar imprescindible. Pero es que lo mismo piensa la petarda que se casó con él y que lo más brillante que hizo fue ligarse al genio; hasta el frutero de la esquina piensa que se pedorrea de una manera digna de perpetuarse en al memoria de la humanidad…
Menos mal que disponemos de críticos imprescindibles como Iñaqui Etxebarría y Charly Tongoy para separar la paja del grano.
La verdad es que es alucinante la capacidad de rapiña de estas mujeres. Pero lo que me sorprende es que existe el derecho de cita. es decir, vale que no puedas citar párrafos y párrafos, pero ¿qué habrán hecho los abogados para conseguirlo? De hecho, el artículo 32 de la Ley de Propiedad Intelectual lo recoge.