El fotógrafo Alberto García Alix, en una entrevista que le hace Álvaro Corazón Rural y publica JOT DOWN, dice lo siguiente del torero José Tomás:
Fui a verlo a Nimes. La verdad, me gustan los toros y quería verlo como fuera. Me invitaron unos amigos y fue un gran día en mi vida. Me quedé pilladísimo. Cuando acabó era como… ¿Qué ha pasado? Ahí estaba un hombre que había amplificado los límites de la gloria. Lo quieras o no se te pone la piel de gallina. Fue como cuando encienden la luz en un teatro o un cine y acabas de ver una gran obra, que no te puedes ni levantar del asiento. José Tomás en dos horas nos hizo mejores personas. ¿Dónde puedes encontrar una épica como la de ese hombre, el respeto, la mística, el sacerdocio, la altivez, la tensión, el arte…?
Las negritas son mías.
«Nos hizo mejores personas». No he encontrado nunca mejor criterio para discernir qué es arte y qué no. Olvídense de las enrevesadas definiciones de todas esas marisabidillas que son los teóricos del arte. Porque el arte, si es arte, te tiene que cambiar, te tiene que conmocionar hasta el punto de llevarte a reconsiderar las cuestiones más importantes, las que afectan directamente a tu vida y a la de los otros, y, como conclusión, a ser una persona mejor en el sentido más amplio de la palabra.
Alberto García-Alix se refiere a lo que ocurrió el 16 de septiembre de 2012 en la plaza de toros de Nimes (Francia). Aquel día, el torero José Tomás se encerró con 6 toros a los que terminó cortando 11 orejas. Uno de los toros fue indultado y el matador terminó saliendo a hombros.
José Tomás
Lo que hace José Tomás, el toreo de José Tomás, es arte en estado puro. Y otro artista, Alberto García-Alix, lo reconoce, lo destaca y lo certifica.
Yo no pude acudir en aquella ocasión a Nimes, pero sí tuve la suerte de verlo en Madrid, en la plaza de Las Ventas, aquel 5 de junio de 2008 en que cortó las 4 orejas del par de toros que le tocaron en suerte. Aunque yo no tengo la sensibilidad de un artista, entiendo lo que expresa García-Alix porque lo he visto y lo he sentido. Yo también salí de la plaza con la conciencia de que era una persona más completa, de que ese tímido hombre del pueblo de Galapagar había, con su toreo, llenado algunos vacíos que había en mi alma. Aquella tarde presencié una impresionante manifestación de ARTE. Sensaciones parecidas tuve, para que me entiendan, en la reciente exposición sobre el Greco y en la de Velázquez de 2013 en el museo del Pardo.
Y ahora me pregunto yo: ¿Cuándo fue la última vez que sentí esa emoción -la sensación de estar disfrutando de ARTE auténtico- con un libro de narrativa? Si el criterio de que el arte es algo que te hace mejor persona es válido para el toreo y la pintura, en el caso de la literatura -una disciplina que permite al autor expresar de forma directa y clara emociones, ideas, conflictos y obsesiones-, estaremos de acuerdo, es aun más útil. ¿De qué libro se puede decir que contiene alta literatura si al terminarlo no ha dejado huella alguna en la personalidad del lector?
Recuerdo cómo me impactó la primera lectura de Ana Karenina (de Tolstoi) y cómo me marcó a fuego la literatura de Dostoievski (más Los hermanos Karamazov que Crimen y Castigo), la de Flaubert, la de Camilo José Cela (las primeras novelas) y la de Thomas Mann. Después de leer las obras principales de aquellos autores -que disfruté a lo largo de cuatro determinantes años- la que soy no volvió a ser la que era. También recuerdo el gozo casi sensorial experimentado en los años 80 con las novelas de Vargas Llosa y García Márquez. Pero de todo aquello hace ya muchos años. Si me fijo en la literatura más actual, debo reconocer que he encontrado arte -aunque no en la proporción y la calidad de los autores antes citados- en Philip Roth, Jonathan Franzen, William Styron, Amos Oz, John Banville, Paul Auster y en Julian Barnes. También debo citar a Nabokov, al que leí con retraso. Leyendo los libros de estos autores no solo me he emocionado sino que luego, en frio, con mi diario como sumidero de mis elucubraciones, y gracias a los nuevos puntos de vista que habían excitado mi intelecto generando nuevas dudas, he reflexionado sobre asuntos como el amor, la muerte, la traición, la depresión, la fe religiosa… Y de esas reflexiones he sacado ideas y conclusiones que me han ayudado a orientar mi vida y a crecer como persona.
Alberto García-Alix
Pero, ya que estamos, me sigo interrogando: ¿he leído algún libro editado en castellano a lo largo de los últimos veinte años que me haya hecho cambiar o evolucionar como persona? ¿Hay algún escritor español o latinoamericano que haya escrito algo en estas dos últimas décadas que pueda ser considerado como arte?
La respuesta es no. En estos últimos veinte años – vividos en gran parte como jubilada- he leído muchísimo. Un 70% de los libros leídos han sido novedades; y de ellas la mitad fueron novelas escritas en castellano. Pues la triste noticia es que nada proveniente de autores españoles o latinoamericanos recientes me ha penetrado lo suficiente como para dejar algo -una simiente que germinara- dentro de mi cerebro.
En el año 1989, Camilo José Cela obtuvo en premio Nobel de literatura. El año siguiente lo ganó el mexicano Octavio Paz. Desde entonces solo ha sido premiado -en 2010- un autor que escribe en castellano, Mario Vargas Llosa, y todos sabemos que ese premio se entregó tarde, muy tarde. Con aquel galardón se premiaron los libros de los años 70 y 80 del escritor peruano/español, no a los más recientes, de calidad claramente inferior. Es decir: la academia sueca no ha encontrado nada destacable entre todo lo escrito -y ha sido mucho- en castellano desde hace 24 años.
¿Me puede citar usted -sí, usted, el que está al otro lado de la pantalla- un libro, uno solo, de un autor español, que haya sido publicado después de 1990, que le haya hecho crecer en algún sentido como persona, que tenga algo, aunque sea solo un poquito, de arte en sus páginas?
¿Entienden ahora por qué estamos siempre de mala leche?
Bien¡¡ No soy el único que opina eso acerca de la «literatura» española de las últimas décadas. Igual me hubiera atrevido a decir lo mismo de alguna década anterior, pero pecaría hondamente porque no soy conocedor de la actualidad librera. Apenas salgo de escritores muertos.
Gracias por el trabajo, como siempre perturbador…
Yo no soy antitautino, y aunque no lo comparto, comprendo mucho de lo que aquí se ha comentado sobre las emociones que despierta el toreo de Jose Tomas.
Lo que pasa es que asociar el arte con un espectáculo que termina el 99,9% de las veces con la muerte (real) de un ser vivo,pues me despierta sensaciones encontradas, la verdad.
Y, ya puestos en este plan, pues tampoco hay que irse demasiado lejos para ya meternos en la piel de los que consideran los goles de Cristiano Ronaldo o Messi como una obra de arte.
No se. En mi opinión, que un hecho te provoque una catarata de emociones no lo convierte automáticamente en arte. Siempre en mi opinión.
A ver, cojona, que hay que explicarlo todo dos veces. No he dicho que el arte sea algo que te «provoque una catarata de emociones»; he afirmado que el arte te hace mejor persona, te cambia, te hace crecer.
¿Qué arte hay en el mejor gol de Messi? El futbol, si acaso, te hace peor persona.
Margaret
Me explico, que antes lo he hecho mal (y me disculpo por ello): yo no he dicho en ningún momento que esas hayan sido sus palabras. Sus palabras exactas han sido:
«Lo que hace José Tomás, el toreo de José Tomás, es arte en estado puro. Lo que hace José Tomás, el toreo de José Tomás, es arte en estado puro. Y otro artista, Alberto García-Alix, lo reconoce, lo destaca y lo certifica.»
Lo que yo quería decir es que estoy seguro de que las faenas del diestro despiertan en usted y en mucha mas gente un torrente de emociones. Pero yo creo que eso no lo convierte necesariamente en arte. Igual que el torrente de emociones que despiertan las jugadas de Cristiano y Messi, en mi opinión, tampoco.
Estoy con John, el arte debe ir más allá, porque igual que a usted le pone y le hace mejor persona ver al Tomás, a otro le pasará lo propio con Messi. Entienda que igual que usted dice: «¿Qué arte hay en el mejor gol de Messi? El fútbol, si acaso, te hace peor persona.» Yo le podría responder:
«¿Qué arte hay en la mejor toreada de Tomás? El toreo, si acaso, te hace peor persona.»
Así que llegados a este punto o cada cual decide qué es arte para sí, o en ningún caso podremos dictar cátedra y ponernos de acuerdo en llamar a los toros arte puro.
Salud y siga dando por culo a los que merecen. Y deje de lado los toros que a muchos nos supone un tema escabroso, ver a otro ser sufrir cuesta considerarlo arte. Sé que suena a mensaje antitaurino facilón, pero así me lo parece. Mejor seguir dando cornadas a las editoriales, que en eso sí que tiene mucho arte.
Pues que quieres que te diga, yo dudo bastante que ver torturar y matar a un animal durante un buen rato haga mejor persona a alguien.
Yo, que no soy taurino, apoyo totalmente lo que dice mi sargento. A veces el toreo es puro ARTE.
Respecto a los libros; recuerdo cuando leí Fortunata y Jacinta con 14 años, me hizo sentir que era un adulto.
Y un poco después, 1982, cuando leí Cien años de soledad, lo mismo.
Así que con posterioridad a 1967 creo que nada
¿Que el arte te hace mejor persona? Bueno, no voy a ponerme ahora a buscar ejemplos de lo contrario. Son de todos sabidos. Lo que es cierto es que el verdadero arte te purifica (catarsis)
te hace ser más hondamente tú mismo. Pero el problema es que en lo más hondo de uno mismo puede haber de todo. Ah, he repasado la lista de «Los libros de mi vida» y, en efecto, ningún autor en español después de 1990 que esté a la altura:
http://antoniopriante.wordpress.com/2014/05/20/los-libros-de-mi-vida-corregido-2/
Yo no estoy demasiado de acuerdo con esa definicion del Arte. No creo que te haga ser «mejor persona» . Podria incluso hacerte sentir «peor persona» de lo que eres, como me pasa a mi con el toreo, y ni siquiera asi seria necesariamente Arte. Yo solo considero Arte aquello que logra producirme admiracion, y eso es algo totalmente personal e individual. Por eso no creo que pueda haber una definicion universal.
Sargento, buenos días -y de pasada, quiero decirle que adoro su brusquedad, por lo que no le diré que, pese a mi provecta edad, nunca he pisado una plaza de toros-. Acaba de hablar por mí y no imagina qué catarsis imprescindible acabo de experimentar: por fin sé por qué estamos todos de mala leche. Ya mucho antes de jubilarme, había abandonado la narrativa en castellano -no la poesía, pero, ojo, tampoco vayamos a echar las campanas al vuelo, quedan no más de un par de poetas vivos, y uno de ellos es desconocido-, con excepcionales y escasas incursiones tercas que, sistemáticamente, me daban la razón: que los lea su madre, querida, no pierdas el tiempo. Así que, cuando me enfado con los traductores, lo que ocurre con alguna frecuencia, bebo aquellos libros en castellano, de autores no españoles, que el duro oficio de profesora de literatura me estuvo obligando a ningunear durante una vida, así, por ejemplo, Bomarzo, de Mujica Lainez (¡1962!). Y no solo he de ser yo, porque todos mis alumnos quedaron bien enterados de que, tal como hay una corrupción política del tamaño de un miura gigante, existe otra que no le queda a la zaga en el campo de la ‘literatura’. Jamás olvidarán la denuncia de su profesora, y lo sé porque la alimenté con amor hasta que los perdí de vista, y cuando aún quedo a comer con alguno de ellos suelen darme las gracias por haberles evitado trances penosísimos y estériles. En fin… pido perdón, soy pelín grafómana, pero nos deje nunca solos, mi sargento, no podría soportarlo.
Jalear a un tipo que mata animales… Dudo que sea arte, para mí es una cutrez, pero desde luego no nos hace mejores personas. Todo lo contrario, nos preserva como una sociedad soez, brutal y paleta, quizá por eso tampoco tengamos una narrativa que merezca la pena.
Ese no es el tema, que os quedáis en la anécdota. Deja los toros a un lado, que ahora no toca.
¿No estaba aquella pequeña lección de «Adriano» por Yourcenar en la que decía que reducir el sexo al «roce de dos porciones de piel -cito de memoria ¿20 años?- es como reducir la música al roce del dedo sobre la cuerda de la guitarra»?. Pues eso. Vuelve a nacer -en otro país a ser posible, este no te sirvió de nada-, aplícate en la escuela, ama, pisa la tierra -sin zapatos, imprescindible-, déjate devorar por un león -los cocodrilos sirven también- y con el último aliento, mete la mano en la herida, palpa la sangre espesa, tu sangre, nota su calor vital, deja que el animal se alimente de ti, que te comulgue, y en el último estertor, en ese preciso último momento -la vida son momentos, el tiempo es un invento- mírale en el ojo negro, saciado y caliente ya, de nuevo, renovado con tu vida toda, hasta la última gota, ida ya, y escucha el silencio del sabana, la jungla, el pronunciamiento del desierto, la rapidez gélida del rio o la espesa catarata. O escucha el ruedo. Cuando la vida habla, los cadáveres callan. Yo, en todo caso, urjo siempre a viajar no sea que entre tanta flor te vayas a encontrar una seta. Abrazo. Y ya te digo de antemano, que siento el desahogo, pero es lo que hay.
¡Ooolé, Nicanor, Oooolé!
Unos cuantos. Cualquiera de Chirbes, por ejemplo. Marías, Muñoz Molina, Fernández Cubas, Ramiro Pinilla, Manuel Rico, Azúa, Millás, Marsé … ¿Pero qué lees, Margaret?
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Y si bien lo pienso, la literatura auténtica nos hace, de paso y ya puestos, más educados -otra cosa que la mera ‘urbanidad’-, mejores, cosmopolitas, desenvueltos, irónicos, profundos, delicados y feroces al tiempo, nos sitúa al margen, o mucho más allá, de modas y de lugares comunes, más reflexivos y hondos… En fin, mejor me voy a dar una vuelta, hace un día precioso en Valencia 🙂
El arte no solo nos hace mejores, eso es quedarse en el umbral. El arte nos permite trascendernos. Quizás en esta sociedad tan unida a la neurosis, donde se defienden unos valores mientras se hace lo contrario en las distancias cortas, nos permita afirmar que el arte de matar a un ser vivo conlleva a hacernos mejores personas, trascendernos -tal como lo entiendo yo- o lo que sea. Llevemos esta afirmación hacia un extremo para observar si se mantiene por sí misma todavía. Entonces podemos ir más allá, sería más apasionante si en lugar de un animal, fuera una persona. El asesinato como arte. Más de un asesino múltiple defiende esta postura, está recogido en más de un simple manual de criminología.
La mala leche no es buena consejera si nos limitamos a ella y, como bien sabes, creo que tú la elevas en más de una ocasión con tu humor. La mala leche sí puede ser un gran motor, la rabia lo es. El arte siempre tiene su parte, según los ojos co que se mire. Pero la mala leche puede cegar, lo cual provoca todo lo contrario al efecto del arte.
Sea como fuere, yo también quisiera sugerir dos autores (que no suelen aparecer en tus líneas). Uno es ya un escritor con experiencia: Luis Landero. landero publica en Tusquets y ojalá pueda seguir siendo así (pienso en la desaparecida Emecé cuando afirmo esto) Y la otra es una escritora novel, Ana Esteban, solo tiene dos textos publicados; La luz bajo el polvo es el mejor de los dos y está en Ediciones del viento. No estoy señalando textos perfectos, si hubiera alguno, estoy hablando, al igual que tú, de arte. Te sugiero estos dos porque creo que, como tú, tienen bastante mala leche por los mismo motivos, quizás eso os una de una manera accidental. Son españoles, ya que supongo que te refieres únicamente a autores de aquí cuando defiendes tu postura. Y porque sé que te gusta Muñoz Molina.
Un abrazo.
Las obras que comentas, querida Sargento, son obras maestras. Las obras de arte y, entre ellas las maestras, se caracterizan, entre otras cosas, por que embargan al lector sumiéndolo en su mundo. Independientemente de que sean o no innovadoras son tremendamente particulares porque en ellas el escritor logró insertar porciones de su alma (perdón a quienes creen que alma es una palabra cursi o, mejor, que se vayan a la mierda).
Como íbamos diciendo, son pedacitos de magia y, al menos yo, creo que pueden emanar de varios los ámbitos de la creatividad humana, ignoro si del toreo puede hacerlo, porque no soy aficionado ni tampoco detractor. Solo quiero dejar constancia de que tampoco yo he leído ninguna obra de arte española y reciente
¿Dónde están los artistas? Yo os responderé: Jodidos, dedicados menesteres varios que los desmerecen.
Bueno, aquí lo dejo que tengo trabajo.
No me baso en Dostoievski, Tolstoi, Flaubert y Mann para criticar la literatura en español de los últimos 24 años. He dicho que en ese periodo autores como Philip Roth, Jonathan Franzen, Amos Oz, John Banville, Paul Auster o Julian Barnes han hecho novelas que merecen ser consideradas obras de arte. Sin embargo nada de los escrito por nuestros autores merece ser colocado a la altura de estos últimos. Eso he dicho. Demuéstreme, si puede, que estoy equivocada.
Un saludo
Maggie
Yo he leido Crematorio este año, justo después de leer Pastoral Americana, y no me pareció que la novela de Chirbes desmereciera a la de Roth.
Y que conste que soy el primero en decir que el nivel medio de la literatura estadounidense está a años luz de la literatura española actualmente.
Y donde lo noto principalmente es en los escritores jóvenes. Raro es el año que no hay un buen puñado de novelas de escritores debutantes en estados unidos que no sean cuando menos interesantes, y no puedo decir lo mismo de la gran mayoría de jóvenes escritores españoles.
Pero eso no quita para que haya gente muy buena, aunque a veces no sea fácil encontrarla
Cierto que la literatura hispana apesta, amén de mamporrera y estulta, se ha convertido en una literatura escrita por funcionarios, caramelizada y endémicamente fagocitante…un cadáver ambulante que agoniza y se descompone…cada vez más, si cabe…pero quizá existan algunos rescatables…comprometidos con la causa…artistas de tuétanos y noches interminables de imaginaria…se me ocurren, quizá…la crespuscular Mujer de rojo sobre fondo gris… Los detectives salvajes… aunque, ¿Auster Paul?, ¿en serio?…me parece que no…
Pues si ver cómo torturan y mata un toro te hace mejor persona, casi que prefiero ser malo, nena.
Muy breve. Sargento, yo soy sordo, así que de música nada. Pero si he visto una obra maestra española de los 10 últimos años: «La casa de la fuerza» de Angélica Liddell. Obra de teatro… no novela, así que tengo que admitir que no la leí, pero la vi. Y sí, cambió mi vida. Hago trampa pero no puedo dejar de mencionar «Los Meteoros» -el mejor final de novela de la historia en mi bruta opinión- y «El señor de los alisos» -los leí por ese orden- aunque Tournier los escribió en «tiempo» inverso. Y sí, cambiaron mi vida. Luego está claro, no la novela en sí -Bomarzo, tampoco hay que exagerar-, sino el momento ese en que el bruto cabalga y la anciana Orsini con apenas un movimiento de la mano ordena al jorobado y cambia para siempre el curso del cosmos. Mayte Martín, no se si escribe pero canta, y luego está Pina Bausch con Café Müller. Y claro, 32 Rue der Vanderbranden, -Peepping Tom- cuyo concepto y dirección es de Gabriela Carrizo; «true» es teatro-danza, pero también J Tomás es Misa y tu lo plantas aquí. No, perdona, lloro como tú sin consuelo, aunque no me quito de encima al maldito «Jilguero» -tan anglosajón él- en su, puede, pequeñez, y «El mapa y el territorio» -tan francófono él- aunque he oído que el muerto se ha mudado a vivir a España. Como F. Bacon… que en el Prado, Manuela Mena mediante, que es como decir manu militari, también fue una experiencia life changing. Yo soy une petite merde, pero vivo para esos sorbos a los que haces alusión. Lo reconozco. Estoy enganchado. Ni crack, ni cristal, ni toda la química del mundo junta -bueno alguna me podría tentar aunque sería incapaz de aprenderme el abecedario de su nombre- la cambio por ese momento en vena cuando la espada penetra y te parte en dos el corazón. ¿Mejor persona? No lo se. Más ancha, quizá, que diría Gala -él, que ya dice tan poco-. Pina Bausch me censuró en una cena -sí las hadas existen, yo las he visto- «lo que yo hago es previo a la palabra» Y me negó una entrevista y luego me pidió perdón. Nunca me lo perdonaré. Que me pidiera perdón digo. Yo, supongo que ya te has enterado, soy un ignorante. Pero yonki. Sobre todo de los dos grandes amores de mi vida que nunca me atreví a re-leer: Los Meteoros, y el Señor de los Alisos. Ma-to. (Es verdad que no acabé la Montaña Mágica en mi gorrinez. Aunque no la olvido.) Y gracias por el patrullerísmo salvador… a veces se me olvida decir lo importante.
Estoy de acuerdo: Angélica Liddell es una artista. Es muy grande la Liddell.
Para mi la mejor de las que he visto, la mejor, con diferencia la casa de la fuerza. Hicimos portfolio del FO y la fotografió Jerónimo Álvarez. Te cuesta sacarle una palabra de tímida… Jerónimo quería un desnudo de medio cuerpo -el medio cuerpo de abajo en concreto-, se quita el tenga, tira de la falda hacia arriba, sexo frondoso donde los haya, y foto divina que casi no sale… estará por ahí… luego otro año la fotografiamos con Laurie Anderson ¿Se escribe así? Cuando vino y nos explicó que las galaxias, en la Nasa las pintaban en plan mono… el original blanco y negro de toda la vida. La tercera vez que quise sacarla con una a muerte pedi portada y llego a estar como como opción. Pero luego que no. Y yo que si no era portada que no hacia la entrevista. Y no salió, la pobre. Saldría una ordinaria cualquiera de esas. Es la Valle de nuestros días… en teatro nos mantenemos. A pesar de Mayorga tan pesados ellos con el siglo XX y Hegel y esas mandangas pasadas y equivocadas, que Heidegger les puso en su sitio, pero como salió medio Nazi, pues ala… resulta que no era ni el mundo dichoso ni yo… que era yo en el mundo. Lo del otro pringaos… Don Jose, pero, claro, como se le ocurrió volver a España en lugar de terminar de fructificar en argentina o México… pues nada. Silencio y todo el mundo corrió un estúpido velo como lo de los gemelos de Bose… dos parejas de mellizos con 4 meses de diferencia de edad. Pa cagalla con las cuentas. El disco se llama AMO con dibujantes… por algún sitio saldrá la parte primera de título que no es obvia: «El puro» AMO digo.
No, si al final no va a haber mas remedio que sacar el jodido y manido ejemplo de Wagner y la Alemania de los años 30,-y mira que nos estamos aguantando- para que alguna gente se entere de que el arte no tiene porqué mejorar a nadie.
Hay una larga escena en la película «La noche de los generales», de Anatole Litvak, con el personaje de Peter O’Toole visitando un montón de museos en París, que sirve para barrer de un escobazo esa afirmación. Se la recomiendo a todos los que piensan así.
No lo veo tan claro. No entiendo a qué carajo se puede referir lo de «ser mejor persona», y cuanto más creo que lo entiendo, más me parece que habrá millones de cosas que te hacen «ser mejor persona» (o «crecer», «madurar», «florecer»… peste de metáforas botánicas) y que no tienen absolutamwnte nada de «arte».
La trilogía «Verdes valles, colinas rojas», de Ramiro Pinilla, para mí sí cumple los criterios de obra de arte. «La ruina del cielo», de Luis Mateo Díez, también, aunque en esta quizá me influyan circunstancias personales. Estoy de acuerdo en mantener un nivel de exigencia alto, y por eso soy devoto seguidor de La Patrulla, pero seguro que alguna obra más podemos salvar.
«Verdes valles, colinas rojas”, de Ramiro Pinilla es una novela muy buena, un retrato magnífico de la sociedad vasca. Pero, que su autor me perdone desde su tumba, no es una obra de arte. Con esa gran novela -con sus tres tomos- se pasa un rato muy entretenido, pero no te hace cambiar, no te hace cuestionar nada sobre lo que eres como persona. Ponga «Verdes valles, colinas rojas”, de Ramiro Pinilla al lado de «Guerra y Paz» de Tolstoi o de «Una historia de amor y oscuridad» de Amos Oz y me cuenta.
Eso te pasará a ti. No me representes, Sargento. Habla en primera persona de todo de aquello que te hace sentir o no te hace sentir, pero no utlices el impersonal para meternos a todos en tus apreciaciones, por favor
Pobrecito… ¿A qué viene ese tono con la sargento? Te va a caer un puto puro que te vas a enterar. La sargento no es que -por supuesto- nos represente, es que nos ordena, nos manda y nosotros… obedecemos. ¿Capicci? ? Ella dice lo que sí y lo que no. Y punto. Esto no va de democracia… GRACIAS A DIOS. Esto va de «criterio», que es donde se ha ganado los galones (y el dedo) la sargento. Oye, eso sí, esto es un voluntariado, ¿no te va? pues puerta. Te lo digo como compañero, que no es que yo mande nada, pero no se puede venir así y atacar a la autoridad ¡LA AUTORIDAD! cuando uno no es más que puritita tropa, gente, masa, iguales todos bajo la superioridad in-cues-tio-na-ble; y, si, estamos para hacerle la ola a la sargento y resto de patrulleras cuando sea necesario o lo demanden. Más aún, yo mismo, como tropa que soy, EXIJO mi derecho a no tener una opinión sobre la mayor parte de los temas de los que habla la sargento. A ver si resulta que aquí ahora va a tener todo el mundo el derecho o la obligación de ejercer responsabilidades de oficial. No me descuajeringues este momento masa que si no estaría leyendo Babelia o alguna cosa por el estilo. Vega, ¡choca las cinco!, ya está olvidao. Pero no me vuelvas a descolocar.
El nivel de exigencia de mi Sargento y camaradas es una de las razones por las que soy fiel seguidor de la Patrulla de Salvación, pero creo que desde 1990 sí se han publicado grandes novelas en España. Sin ánimo de ser exhaustivo, se me ocurren dos: la trilogía «Verdes valles, colinas rojas», de Ramiro Pinilla, y «La ruina del cielo», de Luis Mateo Díez, este último quizás muy influido por experiencias personales.
Nicanor, si te refieres a «El Rey de los Alisos» de Michel Tournier, aunque para mí no llega al nivel de los dos anteriores, te recomiendo la relectura, no pierde nada. Las mil pesetas mejor gastadas de mi vida (en librería de viejo, además).
Has leído, los Meteoros? Best end ever. Transciende. Me voy a leer a Luis Mateo a ver si esta a la altura. Aunque así, en in a un a priori se me hace metafísica, ente imposible. Si no has leído -no te fíes mucho, leo poco pero con insana intensidad-, El Viento Paráclito que es una especie de autobiografía. Ojala la ruina del cielo pe ponga. Seria total.
Bien traído el tema, Sargento.
Pero luego, en la segunda parte de la entrada, estamos en lo de siempre: lo nuevo es peor. Ya lo decían los romanos: está puta juventud se pone la toga de cualquier forma…
Dostoievski, Tolstoi, García Márquez… Nos ha jodido, Sargento. Y Faulkner, y Bernhard y Gadis. Destilaciones del tiempo. Pero yo, que soy relativista, digo ¿Y si dentro de cuarenta años otra Margaret dijera que ya no quedan genios como J.K. Rowling, Ed Brubaker o Jonhatan Nolan?
En cuanto a lo de que el arte debe hacerte mejor persona, creo que queda muy claro lo que la Sargento quiere decir con su entrecomillado de la entrevista a García Álix: todos sabemos de qué está hablando. Profundamente. Lo difícil es traducirlo a palabras. Cuando escribes “el arte verdadero te hace mejor persona” pues el lenguaje, claramente, se queda corto.
Si ver cómo matan a seis toros, con mejor o peor estilo, te hace mejor persona, apaga y vámonos. Yo, por ejemplo, mejor me voy a releer Tiempo de silencio, a ver si averiguo, por fin, qué toro es ese que llevamos dentro.
Fue gracioso mientras duró. Adiós.
EL SALÓN DE LOS PASOS PERDIDOS; TRAPIELLO
No, amigo, no.
Eso es como decir que los diarios de Tolstoi son una obra maestra. Ana Karenina es obra maestra, sus diarios no.
Yo diria que con demasiada frecuencia confundimos Arte y espectaculo, y creo que son dos cosas completamente distintas. Para muchos un simple espectaculo puede resultar conmovedor, e incluso hacerte sentir «mejor» en diversos aspectos, pero el arte no es simplemente eso, es mucho mas perturbador que una simple experiencia estetica o intelectual, e incluso espiritual, pero no a todos nos «perturban» las mismas cosas, porque nuestra capacidad de sorpresa, de emocion y de exigencia tambien es diferente. Creo. Eso tan apreciado entre los amantes del toreo de «la lucha entre la vida y la muerte», el «coraje» o la «valentia» a otros puede parecernos una simple frivolizacion de la muerte convertida en espectaculo, por ejemplo. Aunque el torero se la juegue, que al fin y al cabo lo hace por dinero.
Querida Ire:
El toreo no es arte por la valentía y por el espectáculo. Es mucho más profundo que todos eso. por favor no banalices el Toreo
Maggie
No, no puedo estar de acuerdo, Maggie, querida, que sabes que te quiero. Para mi la autentica banalizacion consiste en mostrar como un heroe a un tipo que no tiene nada mejor que hacer que matar animales. Por eso decia que el arte es relativo, segun a ojos de quien, segun su «background», jaja.
Eso podia tener un sentido antropologico pero ya no. O no al menos para mi. Mis entepasados y los de todos hacian sacrificios humanos porque creian conjurar a los dioses asi.
De la misma manera, Zafon hace arte para muchos. No sere yo quien lo niegue, aunque no piense como ellos. Con la unica diferencia que Zafon no mata bichos vivos para ganarse el pan o el respeto con una unica finalidad estetica. Besos.
No banalices la tortura Margaret. La muerte y el dolor y la fascinación que sienten algunos al verlo es más produndo que todo eso
Redios, Ire. No ver el arte en el toreo es como decir que la Gioconda tiene problemas porque enseña mucho canalillo. Yo no entiendo nada de toros, pero no soy ciego. Nadie no lobotomizado previamente por el enciclopedismo «la ideología del resumen del mundo» -no quiero faltar al respeto no me malinterpretes- puede ser ciego frente a la belleza del toreo. Espectáculo sería si la sangre fuera de mentira, pero es que es de verdad. No hay otro arte en el mundo -o no se me ocurre a mí ahora, en mi cortedad-, en el que el material utilizado sea la vida misma… y la muerte. Es lo que tienen los toros a nivel ético, que son como el mundo mismo, que no tiene ética, «es» y punto. Si no entendemos que el arte tiene que ver con la verdad y no con la física y esas mandangas tan basadas en nada -¿cómo era aquello que nos enseñaban de que el átomo era la parte indivisible de la materia?- yo no entiendo nada de nada. (Algo que no descarto, por otro lado.)
Nicanor, querido – puedo llamarte asi, que ya hay confi?- yo soy puro racionalismo, c’est pas ma faute. Entre Eros y Tanatos me quedo con Eros sin dudarlo. Yo ahi solo veo muerte gratuita, entre oles, puros y damas con demasiado perfume. Sorry.
Encantado! juash… Visión B (opcional) ¿Pero hay algo más erótico que una corrida -de toros-?. Ese baile, ese envite, ese entrar siempre al trapo, esa necesidad, ese juego de la inteligencia sobre la fuerza bruta, ese necesitarse el uno al otro, ese tentar, ese desfogar… En cuanto al racionalismo… (salvo el arquitectónico) yo soy más raciovitalista. Ortega afinó mucho aunque nos hayamos olvidado. Si me lo permites, te lo recomiendo -el raciovitalismo-. Dale una probada. Sino, vas tu con tus razones por la vida y ¡zas! una teja -el mundo, que entra de pronto en tus ideas ideales-. Nadie ama más al toro que los toreros. Pasan su vida en el campo, con ellos. Todos morimos. Hasta los animales. Para uno salvaje -como es el toro- no tengo yo claro que le resulte menos atractivo morir en peleando que morirse de asco en un matadero o de viejo. Pero no voy a ser yo el que me meta en la cabeza de un toro. Ahora en serio… Ire, la Naturaleza no es bonita. Hay que tener estómago para ver a una cebra con los ojos desorbitados mientras es devorada viva por un león. Luego vienen las hienas y rematan. Del olor y las moscas no te cuento. Nosotros nos hemos apartado de la Naturaleza y, a millones, vivimos en conejeras a las que llamamos «estudios», todo producto de la «razón» y nos alimentamos de gallinitas que pasan toda su vida, no en la dehesa, sino en una caja en la que no se puede girar. La repulsión que tenemos por la muerte y la violencia -yo la tengo, también- es una des-naturalización, que solemos olvidar y que nos recuerdan los toros con belleza o Boko-Haram, sin ella. Pero no nos podemos olvidar… que luego van las austriacas esas, y se echan un novio yihadista (¿demasiado rosa pastel?). Somos lo que somos, y no es bonito, por eso nos hemos civilizado. La amnesia no es una opción. Argggg!!!! que serio me he puesto. Pero sí creo que la mayor parte de los artistas han bajado de una forma u otra a los infiernos y han vuelto para regalarnos las obras maestras que la Sargento echa de menos. Muac!
Lo siento, no puedo concebir la muerte como un espectaculo, me parece repugnante. Tampoco me gustan los programas de animales de la 2, no creas. Pero al menos ellos luchan para sobrevivir y matan para comer, no para dar el paseillo montera en mano saludando a la aficion. A ver si estamos mas de acuerdo otro dia.
Llevo rato dándole vueltas al asunto, pero ha sido sólo mientras limpiaba el arenal de mi gato Zeno cuando me ha parecido entender que la cosa es en el fondo mucho más sencilla, y es que, me he dicho, recordando un aforismo de mi amigo Jorge Losada: tratar bien a los animales es una de las actitudes más nobles que un ser humano puede adoptar, porque, siempre con Losada, hacerlo no reporta gloria, ni fama, ni, por lo general, tampoco riquezas o favores. Porque hacerlo es algo bonito, sin más. Casi siempre se trata de un acto simbólico, gratuito y dolorosamente anónimo. Y esto nos jode, nos jode mucho. Y escribo: yo creo que uno se hace mejor persona cuando sabe que no se puede hablar de ver arte en los toros a la par que se invoca la grandeza de, por ejemplo, el bueno de Tolstoi. Dicho brutalmente: yo creo que a estas alturas de la historia uno no entiende nada si no entiende lo anterior. A veces no se trata de lo mucho que uno haya leído, y todos aquí hemos leído mucho y seguramente lo mismo. No me ha parecido descubrir sarcasmo en la entrada, así que sí, esto es una despedida, no volveré por aquí. Nadie me echará de menos, pero me apetecía escribir un adiós de diez o quince líneas. Me han aborrecido profundamente las asociaciones que he leído, cultura y maltrato, las enumeraciones de autores, y como supongo que existen momentos en los que las diferencias entre semejantes se vuelven irreconciliables y hay que tomar una postura y cortar, me voy. Y no, copón, no me estoy refiriendo a cambios de bandera o pactos fiscales. Hablo de otra cosa. Creo que se entiende.
Muy señor mío:
No hay sarcasmo, no. Cuando una está en plena batalla, cuando se lucha por salvar la buena literatura en castellano no hay tiempo para florituras. Esto es muy serio, el libro está en peligro. El que usted deje de venir por este blog no es más que un pequeño daño colateral a una de nuestras acciones bélicas. Así que no se preocupe, sobreviviremos. No publicamos en este blog para tener muchos comentarios y menos para ser elogiadas. Lo hacemos para salvar la Literatura, repito. Estamos en guerra y en estas circunstancias quien quiera un amigo que se compre un perro.
La sargento Margaret
¡¡NO PASARÁN!!
«¿Me puede citar usted -sí, usted, el que está al otro lado de la pantalla- un libro, uno solo, de un autor español, que haya sido publicado después de 1990, que le haya hecho crecer en algún sentido como persona, que tenga algo, aunque sea solo un poquito, de arte en sus páginas?»
Si te subes encima de ellos, todos (unos más que otros) son capaces de hacerte crecer como persona ¿El sentido? ¿Pues cual va a ser mi cuate -que diría el gran MM-… no más, el vertical? Y, al respecto, citar «La Catedral del Mar» o el del Javier Moro que son de los más gordos.
Gilipolleces al margen, que sé que me sabrán disculpar (por lo menos, algunos), me alegro, Maggie, de que a estas alturas de la película no estés todavía de vuelta de todo y te aun te queden ganas de hacer preguntas retóricas, cuya respuesta ya conoces, como si fueses una pizpireta quinceañera suspicaz y un poco redicha.
Venga, me mojo, voy a responderte. La del Monteagudo. O, si no, la del viento. No te jode 😉
Bolaño, coño, ¡Bolaño!
Ni hablar. El prestigio de Bolaño está sobredimensionado. 1º por Herralde, un genio en inventar escritores «malditos» (véase el ejemplo de Vila-Matas) y 2º por su agente mundial Andrew Wylie, un genio del marketing.
¿El toreo algo profundo? Anda, no joder…
Igual es porque me pilla muy cercano lo de la universidad, pero la última novela de Orejudo («Un momento de descanso») sí me ha hecho crecer, y sí tiene arte.
Incluso aunque en este mismo blog se le hayan puesto cuatro fallitos: https://patrulladesalvacion.com/2011/09/28/un-momento-de-descanso-antonio-orejudo/
¡Ojalá fuera más leído!
Cuántas vueltas y qué ganas de rizar el rizo -aunque deba admitir que alguno lo hizo realmente bien, con brillantez incluso-, solo porque la sargento Margaret se dirige a ti, con quien cree tener complicidades obvias, para decirte que el arte nos hace mejores personas -«ser una persona mejor en el sentido más amplio de la palabra», quizá añadiría por mi parte para los más puntillosos, ser más persona, o poder serlo, sin más-, y que, porque no lo hubo, arte, literatura, en las últimas décadas, llevamos todo ese tiempo de mala leche… ¡Hay que ver que no podrá lograr de quienes entren aquí, con solo picotearle los bordecillos del corazón, la sargento Margaret! Así que, por cada uno que se vaya, otros nos veremos obligados a arrastrar a tres o cuatro, porque, al menos yo, en este cuartel me siento mejor que en mi propia casa. Añado una aportación chiquitina: si hubiera leído Bella del Señor cuando debí, a los quince años, ¡de qué manera tan diferente habría podido vivir el amor! Ea, qué alta literatura o qué literatura, no seamos rácanos, que nos permite permanecer verticales aun vencidos… Moltes mercès, amics, mi general… digo, sargento, siempre a sus órdenes.
«Lo que hace José Tomás, el toreo de José Tomás, es arte en estado puro. Y otro artista, Alberto García-Alix, lo reconoce, lo destaca y lo certifica.»
Yo el otro día azoté hasta la muerte a un perro con un libro de un escritor español del año 95. Si lo que hace José Tomás es arte en estado puro, puede deducirse que ese libro con el que maté al perro, su escritor y yo mismo somos artistas. (Aclaro que lo azoté, incluso estando moribundo el perro, de una manera muy plástica).
¡¡Oleeeeee, Minerva !! En este lance eres tú quien debe salir a hombros.
Sembrada, has estado sembrada
Pero… digo yo. ¿Alguno de vosotros ha visto torear a José Tomás? Porque me parece que habláis de oídas. Algo, como el toreo, muy español por otro lado. Ah, y, por cierto, Laverga, querida, tu no has azotado a un perro en tu vida. No cuela. José Tomás morirá en la plaza, y entre el allí y el aquí, nos cuenta algunas cosas -como Umbral cuando estaba en el ídem, o McQueen con su última colección, que hizo ya desde el otro lado y todo el mundo lo sabía. La vida, por desgracia, va de la muerte. Quien no quiera escuchar, está en todo su derecho, pero el arte-arte, lo que se dice arte, no le interesa mucho. Cada instante de vida es un instante de muerte. Y ahí habitan las mayúsculas, lo demás, son menudencias. Eso, cosas que no te cambian la vida. Ni la muerte.
Nicanor, Nicanor… Sí, para mi desgracia he visto torear a José Tomás y a muchos otros, mi padre es un gran aficionado… Si sé hasta para qué sirven las líneas de cal del albero!!! El toreo puede ser considerado un espectáculo, un negocio, una atracción y si me apuras un deporte, pero un arte, amigo Nicanor, un arte nor. Un arte debe respetar unos mínimos éticos, no asesinar ni torturar criaturas inocentes, por ejemplo.
Veo en tu comentario bellas palabras que, por desgracia, no contienen ninguna definición de arte y una definición un poco vaga de la vida: «La vida, por desgracia, va de la muerte. Quien no quiera escuchar, está en todo su derecho, pero el arte-arte, lo que se dice arte, no le interesa mucho. Cada instante de vida es un instante de muerte.»
¿Son entonce los atentados del 11-S y el 11-M performances artísticas? ¿Se pueden considerar obras de arte las lámparas que Ilse Koch se fabricaba en Buchenwald con la piel de los judíos?
Una cosa es representar simbólicamente la muerte, o reflexionar sobre ella (el arte es simbólico) y otra es asesinar…
En fín, yo, para entrar en la Historia del Arte Universal, sigo torturando a mis perricos con donaire y gallardía… ¡y arrimao!
Minerva…. Te envidio por tu proximidad a los toros. Yo no la tengo. Respeto -of course- tu opinión. Yo hay cosas que se, hay cosas que controlo y hay cosas que en las que tiro a lerdo -y no siempre tengo con qué cosas tengo qué relación-. Arte. Lo controlo y lo se. Soy escritor -no he escrito ni una puñetera novela, no hay cojones, sólo dos obras de teatro-. Pero lo soy, para lo bueno y para lo malo, por lo tanto «se» el arte de la forma más primaria que se puede saber, que es creando. «Se» el arte, también cuando lo recibo, porque me ha sido entregado por un artista. Podríamos hablar muchísimo de arte -no soy un teórico, pero los adoro, lo cual no quiere decir que los conozca… bien-. Pero no tengo una definición de arte. Podría mirar la Wikipedia en English -la única fiable- y mirar las disponibles por cráneos más privilegiados que el mío. Pero, como no es ciencia exacta, estaríamos en ese lugar -delicioso por otro lado- de lo indefinido. Claro que puedo, así de pronto improvisar una definición… a ver, déjame pensar… «el arte es una forma de comunicación de realidades esenciales…» argg, es más difícil de lo que pensaba… «el arte es una forma de comunicación al menos humana -no podemos afirmar que Dios exista pero si existiera la Creación sería posiblemente la primera obra de arte- cuya referencia radical -yo soy muy orteguiano, pero ahora no recuerdo la suya aaaargggg-, no pertenece al ámbito físico/racional. O «Una momento de hiper-conciencia» . Después de esta inmamable perorata, me viene a la cabeza que el primer arte que conocemos tiene que ve con la caza. El arte del toreo tiene que ver con Altamira, algo más de la común muerte de los astados. En cuanto a la definición de la vida -humana-, el resto no estoy muy seguro de que se pueda afirmar que sea algo más que biología,… no la doy, menciono una de sus características -su inseparable identidad con la muerte- Vivir y morir es lo mismo. Aunque, estrictamente, la muerte, en sí no se si tiene existencia real, pues se daría fuera de la vida y fuera de la vida -raciovitalismo, yo no soy consciente de su refutación-, se da en la vida. Ortega da, la imagen certerísima del reloj de arena… La vida es «absoluta» o total, en su comienzo, y al «vivirla» se va consumiendo al hacer con ella «una vida», que es lo que hacemos al vivir. En definición de Ortega, «la vida es lo que hacemos con ella y lo que nos pasa». Creo que se refiere a la vida humana. 😉 Y thanks, que alguien se tome la molestia de puntualizarle a uno siempre es algo de agradecer. Abrazo.
Con lo de Herralde lo has clavao, escritores malditos… puedes profundizar en lo de Vila-matas? Parece q le llevo 2o years minimo en crear el mito..
Autores q t pongan los pelos de punta: Jenn Diaz, Matias Candeira, elvira beccas navarro, albertito olmos, todas las chicas de barcelona que sufren y siguen a jordi corominas, vicentito luis de la mora, elvira lindos,… un no parar..
Aquí profundizo en lo de Vila-Matas, querida «elvirita pindo modernita del bronx»:
https://patrulladesalvacion.com/2013/07/11/alta-literatura/
Què pena que ni ustedes ni sus comentariastas hayan sido capaces de encontrar una buena novela den los últimos años (algunos, en las últimas décadas; por exagerar, que no quede). Qué pena. Pero bueno, nada que reprochar. Pero lo que más me llama la atención es que siendo ustedes féminas (y tal vez feministas), no citen ni un solo nombre de escritora de talento. Ni uno solo. En ninguna lengua.
Yo he citado «El Jilguero» que no es una obra maestra pero no me la puedo quitar de la cabeza lo reconozco. Y no se muy bien porqué… creo que la descripción tras la explosión es Grande Belleza… y mucho del manejo de las distintas formas de la lengua -en inglés, claro-. Por cierto, yo tengo de fémina, la «X» del «XY» ¿o es al revés? y, muy a mi pesar, sí, soy feminista, estoy hasta los cojones -la parte no fémina mía-, de consejos de dirección y etcéteras donde no están los mejores, sino los que son hombres. Sexo «hombre» digo. Ah y, ya, Donna Tartt no es española. Es verdad, no doy una. Para variar.
Hay que joderse, ahora resulta que a la Follarás le gustan los toros.
¿Los toros? ¿Arte?… Ya no os podré leer de la misma forma a partir de ahora… Os invito a que dediquéis un post a explicar qué es para vosotras el arte, desde luego, los toros para mi, no lo son.
Buf los comentarios. Un blog de literatura y la gente no entiende una analogía. Señalas la luna y miran al dedo. Cosas como esta me hacen pensar que desgraciadamente, Sargento, ya hemos perdido la guerra.
Hablabamos de Arte, Perfidia. La literatura solo es una de sus manifestaciones. Y hay mas analogias de las que parece a simple vista.
Se está poniendo a la literatura junto al «arte» de la tauromaquia, no fastidies, Perfidia.
Es. Una. Puñetera. Metáfora. Fin.
Me encantan los bichos y el toreo me parece una abominación, pero no estamos hablando de eso, estamos hablando de «cuando te golpea el arte en la cara» y cuándo fue la última vez que esto os sucedió con una novela española contemporánea.
A todo esto, hace poco decíais que Almudena Grandes era una gran escritora en este mismo blog. Ya no sé si era ironía o qué, pero esa entrada y esta me parecen incompatibles. También esta con la del señor que escribió su trilogía ajeno al ruido del mundo editorial a lo largo de 30 años.
Todos estos defensores de los animales que luego son despiadados con los seres humanos… son más habituales de lo que parece a primera vista.
Naturalmente que ningún tiparraco/a así será jamás consciente de ello, pero aquí dejo constancia.
Y luego está la gente que generaliza con condescendencia. Mis favoritos.
Centrándome en la Luna y no en el dedo, es en la poesía y el ensayo donde sí se encuentran libros que nos hacen mejores personas en los últimos 20 años. Que no todo es novela, coño.
En mi opinión Arden las pérdidas, de Gamoneda; Y todos estábamos vivos, de Olvido García Valdés o Matar a Platón de Chantal Maillard cumplen esos requisitos. De ensayo, cualquier título de Rafael Sánchez Ferlosio, pero sobre todo Aquellas Yndias equivocadas y malditas. Todos estos son libros capaces de cambiar y conmover a cualquier lector
¿El arte te hace mejor persona? en la Patrulla de Salvación debería hacer una redada la Patrulla contra la Cursilada. Y no voy a entrar en lo muy artístico que es ver agonizar lentamente a un mamífero superior con los pulmones encharcados de sangre y un hierro clavado en la cerviz tras un cuarto de hora de tortura y hostigamiento. Un ejemplito al azar: Hitler era un devoto fan de la música de Wagner, que, esa sí, es arte mayor incuestionable. ¿lLe hizo eso mejor persona? coño, la música de Wagner ni siquiera hizo mejor persona al propio Wagner, que era un capullo de pies a cabeza. Y no diré nada más, porque tengo que irme corriendo a pincharme insulina y vomitar un rato.