El reverenciado y venerado intelectual llamado Ignacio Echevarría, en la segunda parte de su artículo El crítico como disc-jockey (aquí), termina echando la culpa a internet del desprestigio actual de la crítica literaria. Ya lo adelantamos nosotras (aquí). Además se atreve el elogiado y respetado hombre de letras a amenazarnos a todos con un futuro mundo literario apocalíptico en el que, sin doctos sabios que nos hagan el favor de decirnos qué es lo bueno y qué lo malo (literariamente hablando), se impondrá la ley de la selva (el mercado) y ya nunca más podremos volver a disfrutar de buenos libros. Uuuuu, qué miedo.
Echevarría, nuestro James Wood carpetovetónico, se cuestiona:
Lo que más urge ahora, sin embargo, es pensar el modo en que el territorio que la crítica deja vacante está siendo repoblado.
Y se responde, claro. Que para eso es de la cultura del piso de arriba:
El éxito del disc-jockey –así como el nuevo modelo crítico que va emergiendo, guste o no- depende de su capacidad de sintonizar con los ocupantes de la pista, cuyas apetencias, cuyos gustos, cuyo grado de excitación o de embriaguez comparte en buena medida, por mucho que le corresponda a él estimularlos y modularlos. Metido en su cabina, a la vista de todos, aupado en su propia experiencia, en su carisma y su prestigio, el disc-jockey podría parecerse a un profesor sobre su tarima. Uno y otro “imparten” su música en una posición supuestamente jerárquica respecto a los asistentes congregados. Pero, aun aceptando que así fuera, el estatus del disc-jockey es, contrariamente al del profesor, dependiente de las reacciones de su público. La autoridad fluye en una dirección opuesta. En el caso del disc-jockey, esa autoridad –por seguirla llamando así- emana de quienes llenas la pista, (…) El suyo es un papel catalizador de las tendencias operantes, que él no cuestiona, solo formula y canaliza.
Resumen:
1.- Echevarría [¡De rodillas, infieles!] insiste en lo de baja y alta cultura: los críticos literarios -los iniciados- ocupan la planta noble y desde ella (gracias nobles señores) imparten doctrina. Y los blogueros, pobres, se hacinan en el sótano.
2.- Quien no tenga carnet de crítico (solo se expide en las publicaciones en papel) no puede hacer reseñas porque “no cuestiona, solo formula y canaliza (tendencias).”
3.- ¿Autocrítica? Ni una.
Científico lo tuyo, Iñaki, científico.
Solo en una cosa estoy de acuerdo con el gran Echevarría: todo es cuestión de tener o no autoridad.
Como yo -según clasificación realizada por el propio Echevarria, el sumo sacerdote, (aquí)-, por el hecho de no publicar en papel, solo soy baja cultura, no puedo -sería un sacrilegio- citar a filósofos alemanes con apellidos rimbombantes. Me tengo, por ello, que conformar con citas de andar por casa. Pues decía (aquí) José Antonio Marina, en un artículo titulado La recuperación de la autoridad, que:
El concepto de autoridad apareció en Roma como opuesto al de poder. El poder es un hecho real. Una voluntad se impone a otra por el ejercicio de la fuerza. En cambio, la autoridad está unida a la legitimidad, dignidad, calidad, excelencia de una institución o de una persona. El poder no tiene por qué contar con el súbdito. Le coacciona, sin más, y el miedo es el sentimiento adecuado a esta relación. En cambio, la autoridad tiene que despertar respeto, y esto implica una aceptación, una evaluación del mérito, una capacidad de admirar, en quien reconoce la autoridad. Una muchedumbre encanallada sería incapaz de respetar nada. Es desde el respeto desde dónde se debe definir la autoridad, que no es otra cosa que la cualidad capaz de fundarlo. El respeto a la autoridad instaura una relación fundada en la excelencia de los dos miembros que la componen: quien ejerce la autoridad y quien la acepta como tal.
Me quedo con eso de que la autoridad está basada en el respeto.
En base a lo anterior, autoridad tenían Rafael Conte y Miguel García-Posadas. Y, según el mismo criterio, autoridad tienen hoy José María Guelbenzu y Robert Saladrigas. Pero ¿Senabre?, ¿Sanz-Villanueva?, ¿Deep-Inside?, ¿Basanta?
¿Respeto? ¿Qué respeto?
Ignacio Echevarría en su pedestal
Chissssss. Soy Daphne. Que no se entere la sargento que estoy hablando con ustedes. Me arrancaría el cuero cabelludo y no es plan; acabo de venir de la pelu.
Que no le hagan mucho caso a la Margaret. Que ya saben ustedes como se le calienta la boca. No es cierto que la crítica literaria sea tan horrible. Sin ir más lejos, en el mismo EL CULTURAL de hoy, tienen una estupenda reseña realizada por Care Santos a 31 noches, (Suma de letras, 2012), la primera novela de Ignacio Escolar (aquí). Eso es lo que se llama una crítica profesional, y original, y creativa, y literaria, y buena, y bien escrita, y concienzuda, y bien argumentada, y,…, que me faltan elogios, oiga.
Extracto a continuación los momentos estelares de Care Santos hoy en EL CULTURAL:
Lectura trepidante.
(…)
Los diálogos son chispeantes.
(…)
El suspense va en aumento.
(…)
Los finales de los capítulos dejan al lector con la miel en los labios.
(…)
Toda la narración destila una fina ironía.
(…)
El protagonista y narrador es un periodista, alter-ego del autor.
Superior, Care, superior.
Ah. Se me olvidaba decirles, por si no lo habían deducido ya, que la novela de Escolar le ha gustado mucho a Care -como todas las que reseña-, que se trata de un thriller periodístico porque su autor es periodista y que es “chispeante” y “trepidante”. ¿O esto ya lo ha dicho ella?
¿Lo ven? Al lado de este derroche de cualidades realizado hoy por Care Santos, cualquier reseña –incluso la mejor- del doctor Tongoy, ese hortera culturabajero, es un quiero y no puedo, una redacción fin de curso del último alumno de primero de la ESO.
¡VIVA LA ALTA CULTURA, COÑO!
¡ECHEVARRÍA, POR FAVOR, SÁLVANOS!
PD: Los motivos por los que los críticos criticados han perdido el respeto de los lectores son los siguientes:
Sanz-Villanueva: (aquí y aquí)
Senabre: (aquí)
Deep-Inside: (aquí)
Basanta: (aquí y aquí). No se pierdan a don Ángel comparando, en 1997, a Care Santos con Eduardo Mendoza.
Sigo sin saber dónque o quienes han investido Obispo al tal Echevarria.
Por lo menos, en el caso de Vicentito Luis Mora de la Góngora sí se sabe. Llegó la Caffarel y le hizo así con el dedito –> eres tú, mi angel. (Directo a director de Cervantes, 80 mil leuros, by the face. Pagador? España, con sus impuestos. Hasta para profe de primaria tienes que pasar una oposición más seria que el señalamiento a dedo..) Entonces, Vicentito pensó, Voy a publicar el lectogilipoll, porque yo lo valgo, y aunque no venda un carajo, me lleno el twitter de fans y así no me echa mi amiguita de Seix Barral. Y en dos o tres años, sucesor del Gimferrer.
En cambio Echevarria, aparte de haber atizado suave a Olmos Internet Everywhere, y r de haber cosido los folios encontrados en el apartamento de Bolaño, y de presentar libros al servicio de editoriales y otras empresas culturales, de dónde le viene ese saber universal? Es una especie de Dj deluxe, a tanto la media hora de prestación de servicios, porque no todas las criticas van a estar haciendo (la critica en) la calle y con el potorro inflamado.
Tiene que haber clases en este mundo, hombre. Un poco de seriedad.
No olvidarse que a veces el crítico comparte cuadernillo con Nuria Azancot.
Seriedad.
Daphne, a Care no le gustan todas las novelas que reseña, al menos la mía no le gustó. Pero en su día me lo tomé como un halago. Saludos.
Sois malas. Ya son dos las que no le han gustado con Los misterios de Madrid, de Muñoz Molina, obra que calificó de «patinazo» en su crítica en la revista Quimera 116. (http://books.google.es/books?id=zwZtV7AwBpwC&pg=PT128&dq=%22care+santos%22+%22los+misterios+de+madrid%22&hl=es&sa=X&ei=qJK2T5qcLIimhAeRyMn9CA&ved=0CEMQ6AEwAQ#v=onepage&q=%22care%20santos%22%20%22los%20misterios%20de%20madrid%22&f=false)
lo más chistoso del asunto es que antes de internet este hombre defendía las cualiadades del crítico no cualificado, frente a sus compañeros profesores universitarios con los que se llevaba y se lleva fatal. como le sacaban los colores por no tener trrabajos académicos publicados y lo miraban por encima del hombro él defendía que ser crítico es algo innato, un valor que tiene que ver con la forja y el carácter . ahora por lo visto eso mismo no vale para la red, ahora el gran echevarría quiere ser la élite dominante
Señora Blanca Berasátegui, si se pasa usted algún día por este foro, ¿podría decirnos por favor cuáles fueron y siguen siendo los méritos de Care Santos para continuar siendo crítica literaria de su insigne revista tantos años después?
De verdad que yo no le encuentro el motivo, Blanca, de verdad. Eso sí, esa frase de Care «Los finales de los capítulos dejan al lector con la miel en los labios», es de 2º de Primaria.
Voilà, Mrs. Kardigan. Pero… ¿no es acaso también de segundo de primaria aseverar con esa contundencia tan gratuita que escribir «Los finales de los capítulos dejan al lector con la miel en los labios» es de segundo de primaria? Gracias, pero ya me había dado cuenta.
Hola, Care, un saludo, eres bienvenida a este foro.
Disculpa, Antonia, no soy Care. No tengo el gusto de conocerla ni he leído nada suyo. Comparto contigo la idea de fondo, si bien, como escribí, considero superfluo indicar, como hiciste tú, que esa frase de la miel en los labios –que, en mi modesta opinión, es motivo suficiente para abrir unas diligencias previas– es de segundo de primaria. Insisto: mi nombre es Clément.
Un saludo afectuoso.
Hola, Antonia, un saludo, mi nombre es Clément.
Hola, Care Clément, un saludo, eres bienvenida a este foro.
Si te parece que defendamos y alabemos tus críticas literarias en El Cultural y La tormenta en un vaso, y que digamos que eres la Harold Bloom hispánica, por mí bien, aceptamos pulpo como animal de compañía. No seré yo quien te lleve la contraria.
Un saludo afectuoso
Antonia K.
PD: Care, deja de redactarte tu biografía de la Wikipedia, que huele bastante.
Prefiero leer a Tongoy, porque no lo pueden despedir de su blog, ni de la mafia cultureta.
Estoy de acuerdo. Encima es honesto, lee con pasión y para colmo es agradecido. Tal vez el que tendría que estar escribiendo en El Cultural y no en un blog es él.
Estaría de acuerdo con Echevarría si, en vez de recurrir a los referentes posteóricos de la Nocilla, hablara con propiedad de la «transducción» de Dolezel y el «habitus» de Bourdieu. Comparto su tesis pero creo que no está empleando los elementos teóricos adecuados, lo mismo que ocurre con Jaume. La realidad es que la teoría del dj es un psicologismo infructuoso, la defienda él en su tribuna o la defienda Porta en sus ensayos.
Otro comentario que no vana publicar, pero me basta con que lo lean: ay, patrulleras, ya sabemos quiénes sois, cuál es la pata coja… basta con leer atentamente todos los posts para -con un poco de sabiduría editorial- descubrir lo que hay debajo de la máscara…
«En cambio, la autoridad tiene que despertar respeto, y esto implica una aceptación, una evaluación del mérito, una capacidad de admirar, en quien reconoce la autoridad».
No es cuestión de desviar el hilo hacia cuestiones etimológicas, pero esto no es exacto. El concepto romano de autoridad, ‘auctoritas’, no guarda relación con el pueblo, sino con los dioses. El pueblo no elige a quién le reconoce autoridad, ni evalúa sus méritos, ni si le acepta o no. El pueblo acepta, sin cuestionárselo, a quien previamente ha sido investido de autoridad por los dioses, que son quienes le eligen o no.
La ‘auctoritas’ (etimológicamente relacionada con augur, augusto y aumento, es decir, con el concepto de «elevación, superioridad») es ante todo un término religioso. Y no nació como oposición al poder: nació como justificación de ese poder. El poder estaba en manos de la clase dominante, y para poder ejercerlo, y que los demás lo aceptaran, se consideraba investido de una especie de aureola divina. Y el pueblo, a callar.
Ahora sigamos con Echeva. Si el crítico ha dejado de ser el disc-jockey, que no se preocupe: puede llamar a Eloy Fdez. Porta, para que traiga a unos cuantos homo samplers.
Me gusta.
El mejor critico, mi hermano, que conoce mis gustos, mis manías y mis fobias.
Esto, trasladado a críticos de blogs y demás, pues es similar. Hay que leer muchos blogs y muchas críticas para al final decidirte a seguir regularmente alguno. Puede que no siempre se este de acuerdo con lo dicho, pero si el bloger es coherente y constante en sus valores, amen Jesús. Coherencia, constancia, ¿pasión?, inteligencia y conocimientos del tema, aunque sean más instintivos que académicos.
Por otro lado, a críticos o reseñistas como la mentada Care Santos, no hay que darles pábulo alguno, no se lo merece. Buenismo, talante y osos amorosos.
Precisamente creo que la buena crítica es aquella que establece un término medio entre lo intuitivo y lo académico, entre lo romántico y lo positivo, entre el ímpetu y el rigor.
VD…no has pensado en la posibilidad de hacerte tu propio BLOG…para que te puedan seguir tus FANS derridianas y demás…?
Ah, que ya tienes tu propio BLOg…
Veo que se lo ha tomado como algo personal, señorita Pride. Pero sepa que no le guardaré rencor por nada de lo que me diga. Ante todo soy un perfecto caballero tanto más cuanto que se trata del honor de una dama lo que está en juego. Pero sigo considerando que Mr. Bolañus es un grandísimo escritor, a la altura de nuestro Carlyle en su magnífico Sartor Resartus, en especial por su maestría a la hora de representar la transducción literaria y el habitus cultural, arriba mencionados. Creo que me está confundiendo con un posbolaño, los cuales leen La literatura nazi en América sin saber muy bien por qué. Saludos desde Netherfield.
La verdad es que la imagen del disc-jockey no está mal traída, a mí me parece que I.E. tiene mucha razón en ese tema, y que con la crisis de los medios tradicionales y el auge de internet, la tendrá más según pase el tiempo. Otra cosa es si eso es algo de lo que lamentarse. No estoy seguro de que estadísticamente hablando los «críticos culturales» de hace 50, 100 o 200 años no hayan sido al fin y al cabo meros «disc-jockeys». El único capaz de hacer una distinción más o menos objetiva entre «alta» y «baja» cultura era entonces, y lo seguirá siendo, el devenir histórico, que irá situando a autores y críticos en el lugar que cada uno va mereciendo.
Estoy de acuerdo, Jesús. Pero también hay que contar que el devenir histórico depende del concepto de lo clásico y éste está cambiando en nuestros días. Para Pope y Swift, clásicos eran Virgilio, Horacio y Juvenal. Para la G98 y la G27 eran Cervantes, Quevedo y Góngora. Y quién sabe si dentro de cinco siglos los clásicos no serán Joyce, Borges y Pynchon. Es lo malo de las Ciencias del espíritu, tal y como las definió Dilthey: no podemos predecir nada. Saludos.
Naturalmente.
A mí me parece que la abolición de las autoridades intelectuales fomenta el pensamiento crítico. El problema sería que sustituyéramos la autoridad de un crítico formado por la de un lector poco culto, pero vamos…que eso no pasa.
Es curioso que de por sentado que personas inteligentes serán incapaces de encontrar lecturas interesantes si no nos guía un crítico.
Seamos sinceros, en otros países quizás sí, pero a la mayoría de los lectores españoles nos tiene sin cuidado lo que digan los críticos, entre otras cosas por que la crítica aquí es de coña. Una buena crítica debería darte ganas de leer esa novela, y eso no pasa casi nunca. Entre las críticas ortográfico-gramaticales (lo siento pero no me interesa nada de nada si hay un laismo en la página 127), las buenrollistas cargadas de topicazos, y las que supuran mala baba (generalmente con el escritor, a la novela criticada probablemente ni se la mencionen), se te quitan las ganas directamente.
Encontrar libros interesantes es facilísimo. Entras en un foro de lectura, buscas los hilos de libros que te han gustado (o que no te han gustado nada, valen ambas opciones), te lees los comentarios, y cuando encuentras alguien con gustos similares (u opuestos) ya sabes que tienes alguien de quien fiarte de cara a próximas lecturas.
José, estoy de acuerdo casi en todo, salvo una cosa: la crítica no tiene por qué ser mejor si el resultado es que te den ganas de leer el libro (¡puede ser una crítica muy bien hecha que te muestre que el libro no merece la pena!). Lo que ocurre es que si el crítico piensa que el libro no merece ser leído, tendrá menos incentivos para escribir la crítica, y preferirá ignorarlo. Pero en principio, no tendría por qué ser así (en el caso del cine, o en el de los toros, es más habitual que el crítico ponga a parir a lo criticado).
Lo que sucede es que simplemente en España no existe una tradición de crítica como tal, es decir, análisis más o menos exhaustivos de tal o cual obra puestos al alcance de todos. Por eso ahora parece que hemos descubierto la sopa de ajo. En una crítica bien hecha el crítico no se pronuncia nunca. Ofrece sus perspectivas para que el lector pueda estar de acuerdo o discrepar, nunca imponer.
Ha sido un error mío, he puesto una buena crítica, cuando debería haber matizado, ya que me refería no sólo a una crítica bien hecha si no también a una crítica positiva. Obviamente una crítica bien argumentada que exponga los defectos de la novela dificilmente llevará a una lectura de la misma.
En muchas ocasiones una crítica elogiosa más que incitar a la lectura, lo que hace es que ignores reseñas futuras del susodicho crítico. Por que Tao Lin o el Fresy Cool han tenido su buena ración de críticas elogiosas, e igual yo es que me he quedado anticuado, pero los párrafos leidos de ambas novelas no me inspiraron precisamente ganas de leer más
Bueno, jose, no necesariamente. Algunas de las críticas que recibió Jonathan Littell cuando el ganó el Goncourt se basaban en que se le notaba que el francés no era su lengua materna y que estilísticamente la obra tenía muchas carencias, desde un punto de vista purista, por ejemplo. Pero eso no impidió que fuera un gran éxito de ventas.
Uy Ire, de las benévolas llegaron a decir que después de leerla no necesitabas leer más novelas de la segunda guerra mundial (para disgusto mayúsculo de Lauren Binett que estaba escribiendo por aquel entonces HHhH). Me da que las críticas elogiosas ganaron con creces.
Por otro lado los franceses saben venderse muy bien, han hecho creer a medio mundo que Houllebecq es el mejor escritor de su generación (o ya directamente el mejor escritor vivo), y lo que tiene muchísimo más mérito, que Beigbeder es un buen escritor
Bueno, jose, sobre Houellebecq se podría hacer un ensayo. Y Beigbeder en Francia es motiva de mofa y befa. Aquí no.
Tengan cuidao, señores.
VD es Echevarria.
Ha escrito «transducción literaria y habitus cultural»
Guau. Eso deber ser como ir de putas vestido para la ópera.
Tiene q molar.
VD / Echevarria había renunciado a debatir en foros y blogs por el bajo nivel.
Pero ha vuelto a la droga dura.
Verse reflejado en la pantalla ….Visión Diacrítica.
Lo que tú digas, querida.
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A mí todo esto me suena más que nada a envidia por no poder batirse en duelo con Arturo Belano. Ya quisieran muchas.